Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

Tengo embijada la mano de la que ahora sé, era una pequeña fruta. Seguramente ni siquiera me di cuenta del momento en que la apachurre cuando estaba a punto de ser asesinada.

—Lía, abre la puerta — insiste Luzbel con voz cansada. Me encerré en el baño tan pronto como las cosas se "arreglaron".

Lo que escuché fue demasiada información para una noche, aún quiero saber más, necesito que Luzbel me lo cuente todo ahora mismo, aunque eso me deje con océanos enteros de ideas, miles de dudas e indignación.
Cuando él llegó por mí me sentí alegre de verlo, por lo menos por unos segundos.

Recuerdo que me tomó de la  muñeca y comió la fruta aplastada de mi mano.
Odio admitirlo, pero sentí un poco de placer al mirar como sus labios se posaban en mi mano.

—Por lo menos contéstame — pide —, dame una maldita señal de que sigues viva.

—Te odio.

—Gracias, aunque no me ha gustado la elección de palabras, agradezco la molestia.

—¡Un demonio vive entre nosotros! ¡Un maldito demonio va a la misma universidad que yo!

—Lía... no me digas eso, sigo siendo... yo aún soy un ángel...

—No, tonto, no estoy hablando de ti, estoy hablando de él.

—Ah, él... ¿quieres por favor abrir la puerta?

—No, la verdad no quiero hacerlo.

—Abre ya.

—No, pienso quedarme aquí adentro.

—¿Quieres que la abra yo?

—No...

—Entonces hazlo tú.

No muy segura de lo que hago, voy hasta la puerta y la abro. Luzbel está ahí parado, y no tarda ni un solo momento en encontrar mis ojos con los suyos.

—Gracias — dice entrando conmigo. Cierra la puerta tras de sí y le pone seguro —, pensé que iba a costarme más trabajo.

—Me debes muchas explicaciones.

—¿Con qué quieres que empiece?

—Con lo que sea, sólo dime algo.

—Odio este lugar.

—Otra cosa.

—Quiero ir a casa.

—Luzbel, estoy hablando en serio.

—También hablo en serio, estoy aburrido, tengo hambre, y no hay vino.

—¡Estás en una fraternidad! ¿Cómo puedes siquiera suponer qué haya vino? Lo más fino que podrías encontrar aquí es Coñac... y vaya que dudo que siquiera haya brandy... bueno, sí hay — repongo recordando lo que Brian me sirvió antes de que huyera del lugar.

—Y... ¿si nos vamos?

—No lo sé, no me convences.

—¿Convencerte? — pregunta enarcando una ceja —, ¿quieres que lo haga?

—Hmm, no lo sé, cuando repites mis palabras dudo mucho de lo que quiero...

—No, no deberías — me besa apenas y termina de hablar. Realmente me ha tomado por sorpresa, quedo paralizada por unos segundos, aunque creo que son tantos que Luzbel se separa de mí.

Reacciono en cuanto sus labios se despegan de los míos y acorto la poca distancia que ya se crea entre nosotros. 

No sé cuándo vuelva a irse, y por más que me lo prometa, tampoco sé si de verdad va a volver. Así que pienso aprovechar este poco o mucho tiempo que nos queda juntos.

Aunque termine más herida cuando me vuelva a abandonar.

Luzbel me levanta de suelo y me sienta sobre el lavamanos, se abre paso entre mis piernas y aunque me maldigo en silencio, agradezco enormemente haberme puesto una falda esta noche.

La cosa está ardiendo, escucho la respiración agitada de Luzbel, y noto que sus movimientos son rápidos mientras se quita la chaqueta y la playera.
Tal vez me odie a mí misma por esto, pero sé que es el mejor momento para cobrarme la primer venganza.

Le desabrocho el pantalón casi con necesidad, sin embargo no toco nada, mis manos regresan a su cuello mientras las suyas juegan con mi cuerpo, me sostiene de la cintura con fuerza y se restriega levemente contra mi cadera.

—No — niego interrumpiendo el beso y bajándome del mueble al mismo tiempo —, lo siento. No puedo — la expresión de Luzbel es tan inexplicable que casi me dan ganas de reír. Ahí tienes —, no me siento preparada, inténtalo en un par de horas y veamos qué tal sale todo.

—Que inteligente — comenta con una sonrisa en los labios.

Me dispongo a salir del baño y dejarlo solo, pero antes de que logre abrir la puerta siento su mano golpeándome el trasero.

—Es una cita — decide antes de que salga del baño.

Todos los focos de la casa están apagados, sin embargo luces de colores se pasean por cada rincón del lugar. La música está a todo volumen y siento como hace eco en mi pecho.

Los chicos que no están tirados en algún rincón del lugar, están bailando sin excepción alguna.

Entro a un tumulto de personas y no logro volver a salir, todos me arrastran hasta el centro de la sala, y quedo parada justo de frente a Aaron.

—Vaya, ¿ya acabaste? — pregunta encarándome.

—¿De qué hablas?

—Te fuiste a tirar a tu amigo, ¿no?

—No... pero qué tendría de malo, por lo menos yo estaría sobria.

—Sí, sobria. Tómate esto — pide dándome su vaso luego de darle un trago.

—No quiero.

—Anda — Rihanna aparece junto a nosotros, le entrega un vaso igual a Aaron y supongo que es lo que le di hace un rato —, ve, Ri me ha traído un trago, tómate esto, ya no lo quiero.

Miro el interior el vaso y logro ver el fondo, creo que me está haciendo una broma y sólo es agua. Doy un trago muy confiada y algo quema mi garganta, el Ron me provoca hacer muecas por un momento hasta que logro asimilarlo bien.

Que idiota soy, ¿quién tomaría agua en una fiesta? Por lo menos no Aaron.

—No me digas que creíste que era agua — inquiere Aaron con una risotada.

—No — miento, pero no puedo evitar reírme.

Doy otro trago ahora más pequeño, casi me tomé la mitad de lo que tenía el vaso.

Veo a Aaron darle un trago a lo que Rihanna le trajo, y la veo sonreír victoriosa por conseguir lo que habíamos planeado.

Además, por como veo al chico, ya está bastante tomado, así que posiblemente no le resulte extraño comenzar a sentirse mal en unos cuantos minutos.

La música comienza a ralentizarse y me siento pesada, tal vez tomarme tan rápido el ron me afectó más de lo que pensé...

—¿Cómo te sientes? — pregunta Aaron, y es ahí donde me doy cuenta que él provocó esto.

—¿Qué tenía? — pregunto adivinando la situación.

—Pensaba en hacerlo con tu amigo, pero sería algo demasiado difícil, jamás aceptaría algo que no se sirvió él, además, contigo ganaría más que con el chico.

—Hijo de puta — logro decir antes de que se me doblen las piernas.

—Shh, aquí estoy — susurra tomándome antes de que mis rodillas lleguen al suelo —, te dije que iba a desquitarme esta noche.

—Jódete — balbuceo mientras el vaso se resbala de mi mano, Aaron todavía se toma el tiempo de beber lo que Rihanna le dió antes de cargarme en brazos.

Intento hablar, intento pedirle ayuda a alguno de los cientos de chicos que hay a mi alrededor mientras Aaron me lleva hacia afuera de la casa.

Mis manos intentan tocar a alguna persona, quieren sostener a algún tipo de la ropa o siquiera rozarles un brazo, pero nadie parece notar que este idiota me lleva en brazos, mucho menos espero que vean que voy drogada y directo al matadero.

—Déjame — logro pedir.

—¿Dejarte? Por supuesto que no, tú y yo vamos a charlar muy seriamente. Sabes que no me gusta que ningún hombre te mire siquiera, y ¿tú te vas con ese idiota sólo porque te lo pidió? No, no va a quedar así.

—No... seas... idiota... — me cuesta trabajo hablar, los ojos parece quieren cerrárseme y nada de mi cuerpo reacciona.

—Yo no soy el idiota.

Apenas y soy consciente del momento en el que Aaron me mete al auto, me abrocha el cinturón y se apresura a subirse del otro lado.

Me siento como una muñeca de trapo, no puedo moverme y estoy mal acomodada en el asiento.

—Aaron — le llamo cuando éste ya saca el auto de donde estaba estacionado —, no lo hagas...

—Cállate ya, no vas a convencerme de nada.

—No... entiendes... yo... yo...

—Tú, tú. Ya cállate, Lía.

Intento decirle que Rihanna y yo también lo drogamos, pero las palabras no salen de mi boca y cada vez me siento menos capaz de seguir despierta si acaso.

Y eso pasa, ni siquiera me doy cuenta del momento en que mis ojos se cierran.

(...)

—¡Lía! — alguien grita mi nombre, pero las palabras se desvanecen poco a poco y se pierden —. Maldita sea, Lía, no puede ser...

Mis ojos se abren de golpe, igual que cuando uno se despierta luego de un terrible sueño. Y en este caso desearía que eso fuera.

Me toma bastante tiempo darme cuenta en donde estoy. El auto ha volcado y literalmente estoy de cabeza, lo único que me mantiene sin tocar el techo es el cinturón.

Escucho como cristales truenan debajo de algo, seguramente de los zapatos de alguien.

—Lía — hago contacto visual con Luzbel, ha metido la cabeza por donde antes estaba la ventanilla —, nena, cálmate, voy a sacarte de aquí...

—¿Qué pasó? — logro preguntar.

—Éste imbécil chocó contra algo y volcó el auto, estás bien, no te muevas.

Luzbel desaparece, escucho como se pone de pie y un momento después comienza a abrir la puerta. No sé cómo planea sacarme de aquí, ni siquiera yo sé si pueda hacerlo.

—Me duele — me quejo.

—¿Qué te duele?

—No lo sé — balbuceo a punto de llorar, aunque me da algo de gracia lo que acabo de decir, y noto que Luzbel esboza una sonrisa.

—Bien, espero no lastimarte el "no sé", voy a sostenerte y vas a desabrocharte el cinturón.

—De acuerdo... — Luzbel se las arregla para detenerme y que no caiga de cabeza en el techo del auto... sigo tomada y drogada, y casi reviento en carcajadas cuando analizo eso de caer en el techo del auto. Es como si pudiese caerme para arriba...

—No veo el chiste — comenta sin soltarme.

—¿Puedes imaginar que estúpido suena "caerse en el techo"? O sea, si lo analizas bien, estoy pensando en que puedo caerme para arriba.

—Date prisa, deja de pensar en cosas surrealistas.

Desabrocho el cinturón y tan pronto como mi peso cae en sus brazos me saca del auto.
Me duele todo el cuerpo y sólo quiero ir a casa y dormirme, no quiero ver las heridas que tengo en la cabeza o de donde venga toda la sangre que tengo por doquier.

—Te llevaré a un hospital.

—No, sólo llévame a casa.

—Estás muy golpeada, tal vez te rompiste algo...

—¿Llamaste una ambulancia?

—Digamos que no tengo con qué hacerlo.

—Sácalo, si el auto explota él... morirá.

—Cómo si me importara que el idiota se muriera.

—Luzbel...

—Lo haré, no pasa nada.

La verdad sé que Aaron no se merece ni siquiera que veamos si está vivo o ha muerto. Pero no puedo permitirme dejarlo morir, aún hay por lo menos un poco de humanidad en mi ser.

Luzbel me sienta a la orilla del camino, lo suficientemente lejos del auto que está de cabeza. Vaya accidente que tuvimos, seguramente la pastilla le hizo efecto demasiado tarde.

Luzbel forceja un poco con la puerta antes de literalmente arrancarla de donde estaba, tira el metal a unos metros y se adelanta a sacar al chico. Seguramente ni siquiera va a tener cuidado con no terminar de matarlo por un mal movimiento, pero bueno, qué puedo pedir.

Quiero pararme del piso pero mis piernas no responden, apenas y mis brazos logran moverse un poco antes de caerse por el peso que sienten.

Luego de pasar la vista por todo el lugar vuelvo a mirar hacia el carro, nadie más está cerca, no hay otro carro más que él volcado y el mío que me queda a bastantes metros de distancia.

De un segundo a otro algo explota, siento como las ondas del estallido me empujan hacia atrás y estoy a punto de que mi espalda vaya directo al suelo, pero logro mantenerme donde estoy, las llamaradas se hacen presentes sobre el carro volcado, mi corazón se para un momento y ni siquiera sé cómo consigo ponerme de pie. Doy unos pasos lo más rápido que puedo, pero me voy de bruces y ni siquiera logro meter las manos.

No lo sé, comienzo a pensar que me acabo de romper la mandíbula.

—¡Luzbel! — le llamo casi histérica, no puede ser, tuvo que haber salido antes... carajo, salió, lo sé, lo hizo —, ¡Luzbel!

Una figura bastante distorsionada se deja ver entonces, el calor del fuego me hace mirarle distorsionado, trae en los brazos a Aaron y puedo jurar que se ve perfecto pasando entre las llamaradas.

—Suéltame, maldita sea — escucho que se queja Aaron cuando ya están a unos metros de mí.

—Cállate — Luzbel obedece a Aaron y lo deja caer frente a mí, este se queja y se retuerce un poco —, ¿ya está bien? Ya te solté.

—Vete a la mierda.

—De nada, y no me agradezcas a mí, agradécele a Lía que me obligó a ir y sacarte del auto. Por mí hazte carne asada.

—No tengo nada que agradecerte, maldigo el día que llegaste aquí. Justo hoy, maldigo este maldito día.

—No me interesa, por mí ve y maldice a medio mundo. Espero que tengas con que llamarte un taxi, Lía y yo nos vamos.

—Estás idiota si crees que voy a dejar que te lleves a mi chica.

—¿Qué me vas a hacer? ¿Vas a golpearme? — Luzbel mueve a Aaron con el pie, como algunas personas mueven el cadáver de algún animal —, ¿oíste? — pregunta riéndose muy tirano —. Golpearme, maldito gusano, a duras penas puedes respirar. Espera... ¿te rompo una costilla? ¿Quieres saber lo que se siente que te perforen el corazón? O prefieres que sea un pulmón para ahogarte con tu propia sangre.

La verdad no lo reconozco, mira con una satisfacción superior a Aaron, la misma con la que Uriel me miraba mientras me pateaba como si fuera una simple pelota. Pero después de todo ahí está.

Luzbel volvió.

__________________
Siguiente actualización, lunes 28 de enero 🌝

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro