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Capítulo 7

Luego de un par de minutos preguntándole a alguien sobre una pastilla, por fin vuelvo a la cocina. Rihanna está sentada en la mesa donde yo lo estaba. Sin embargo Luzbel se ha cambiado de lugar y está recargado en la pared junto con Liam.

—Lo conseguí —anuncio entonces.

—Genial. Aaron va a jugar beerpong en un rato, lo haré ahí — le entrego la pequeña bolsa con la pastilla dentro y me siento junto a ella. No es como que esté muy divertido todo aquí dentro, pero tampoco quiero estar afuera a la vista de Aaron.

Luzbel se endereza de donde está y camina por el lugar, pasa frente a mí y termina recargando los codos en la barra que da de la cocina a la estancia. La realidad es que no sé porque vine aquí, preferiría estar en casa acostada con él, o tal vez cenando en Rae's. Pero estamos aquí. En una fiesta que no parece agradarnos a ninguno de los dos.

Me paro nuevamente y camino hacia él, tal vez se alejó a propósito para que yo le siguiera, no lo sé, es tan impredecible...

—¿Cómo estás? — le pregunto poniéndome a su lado.

—Bien, ¿y tú?

—Bien... ¿pasa algo?

—No. ¿Puedo mostrarte algo?

—Claro... — acepto nerviosa, no sé qué es lo que él podría enseñarme.

Luzbel se endereza un poco y saca algo del bolso de su chaqueta. Luego extiende un trozo de papel doblado por la mitad y con un pedazo considerablemente quemado.

Lo tomo con la mano ligeramente temblorosa. No es lo que estoy pensando, ¿verdad?

Desdoblo lentamente el papel y leo la palabra.

Vuelve.

—Estabas ahí — consigo decir.

—Logré tomarla antes de que el fuego terminara de consumirla.

—¿Por qué...? ¿Volviste por esto?

—No, yo planeaba regresar de todas formas, pero te vi lanzarla al aire un momento antes de irme.

—¿Tú escribiste la carta que me dió Rafael?

—¿Sí te la entregó? Pensé que no iba a hacerlo.

—¿Por que no habría de hacerlo?

—Por lo que tiene escrito. Supuse que lo leería antes de dártelo, pero creo que realmente no lo hizo.

—Bueno, temo que yo tampoco lo hice... me refiero a que no sé de verdad que dice.

—Pensé que usarías la lógica.

—No hay lógica en tus símbolos.

—¿Los contaste?

—No... ¿debía hacerlo?

—Si lo hubieras hecho habrías dado con el significado. Veintisiete símbolos.

—¿Eso qué tiene que ver?

—Veintisiete letras del alfabeto.

—Me... ¿me diste tu alfabeto?

—Así es. Si mi plan inicial funcionó, debiste encontrar una nota en una de tus chamarras.

Me quedo callada pensando. Claro que encontré una pequeña nota en la bolsa de una chaqueta. Recuerdo que el día que la vi estaba segura de que yo no había rayado eso, incluso busqué los símbolos en internet sin tener éxito.

—Claro... pero eso tiene tanto tiempo... casi un año.

—Diez meses.

—No lo sabía, intenté comprenderlo, pero nada coincidía.

—Ahora lo sabes, así que estudia esa carta, es la forma más segura que tendremos para comunicarnos.

—¿De qué hablas? ¿Volverás a irte?

—No. Bueno, sabes que tarde o temprano voy a tener que hacerlo. Sólo por un tiempo, claro, así que cuando eso pase, vas a recibir demasiadas cartas así.

—¿Qué dice?

—¿Qué?

—La nota de mi chamarra.

—No lo recuerdo — responde encogiéndose de hombros.

—¿No lo recuerdas? ¿Quieres decir que recuerdas la Guerra del arsénico, pero no recuerdas lo que hay en esa nota? — Luzbel esboza una sonrisa y niega con la cabeza.

—Haz tus propios méritos.

—Sí, claro, ya lo suponía.

Luzbel continúa mirando todo el lugar. Al parecer cada vez llegan más y más personas y todo está a reventar. Yo simplemente me quedo mirándolo a él, ni siquiera me importa que se dé cuenta de que lo estoy haciendo.

Su media sonrisa se esfuma de repente, sus ojos se quedan fijos en un lugar mientras su expresión es desconcierto puro.

Acaba de ver a alguien, no hace falta preguntarlo. La verdadera cuestión es, ¿quién puede conocer que esté aquí?

—Ahora vengo — avisa entonces y desaparece de mi lado en un instante.

Le sigo con la mirada mientras sale de la cocina y hacia dónde va caminando. Luego de esquivar a unas cuantas personas llega con un chico.

—No sabía que conociera a alguien de aquí — Kate toma el lugar de Luzbel y parece estarlo viendo también.

—Ni yo — admito con un hilo de voz.

—Es extraño, ¿no? ¿Quién es?

—No logro verlo desde aquí.

—¿Quieres que vayamos?

—No, deja que atienda sus asuntos. Tal vez es un viejo amigo — repongo cuando recuerdo que Kate no sabe de dónde viene de verdad.

—Sí, seguramente.

Tengo mucha curiosidad por saber con quién está hablando. Me repito cientos de veces que la curiosidad es mala.

Es mala, es mala.

Encontraste a Luzbel por curiosa... aunque bueno, si lo veo por otro lado, no sé qué haría si no conociera a Luzbel.

Me alejo de la barra y comienzo a buscar algo que tomarme, observo las botellas que están sobre la mesa pero no sé con qué sería bueno empezar.

—Toma — Brian me entrega un vaso rojo que está más arriba de la mitad.

—¿Qué es?

—Tómatelo, no pensarás que yo voy a drogarte.

—Eso sonó muy sospechoso — tomo el vaso de su mano y me lo llevo a la boca.

Es brandy, supongo que es algo bastante suave para empezar.

Retomo mi antiguo lugar y busco con la mirada a Luzbel. Y ahí está. Justo como debí imaginarlo.

Aún no comienzan como tal los golpes, pero ya se está empujando con el tipo que sigo sin poder ver. Algunos chicos los observan, otros ni siquiera notan que está a punto de correr sangre por el lugar.

Dejo el vaso en la mesa y salgo deprisa hacia Luzbel. Estoy segura de que no va a hacer nada aquí dentro, menos va a golear a un humano, sabe que no puede hacerlo.

Estoy a un solo metro de él cuando golpea al tipo, me freno al instante y tapo mi boca en un intento de ahogar un grito de la impresión. Pero vaya que la impresión me la llevo cuando el tipo sigue de pie y le regresa un puñetazo de la misma intensidad.

Apenas y alcanzo a hacerme un lado cuando los dos pasan junto a mí. Por fin logro ver al chico, es un poco más bajo que Luzbel, cabello negro y ondulado, piel blanca y ojos azules... es Asth, va empujando a Luzbel hasta la entrada de la cocina, donde baja su velocidad al momento que choca con la puerta, pero ésta se abre y se siguen de largo hasta que llegan al muro.

—¡Basta! — grito entrando al lugar. Mi corazón está martilleándome el pecho, no logro asimilarlo, pero esta es la primera vez que veo que Luzbel realmente está haciendo un esfuerzo por defenderse —, paren ya — pido poniéndome entre ambos.

—¿Qué estás haciendo? — pregunta Luzbel quitándome de en medio y poniéndome detrás de él.

—Tal vez no es de sus mejores ideas — comenta Asth con un matiz de diversión en la voz.

—Cállate maldita sea, basta con que muerda esto para que vengan por ti — quiero ver qué es lo que tiene que morder, pero su mano no me permite moverme de donde estoy.

Logro ver a Kate a unos pasos de nosotros.

Definitivamente no es la única aquí que no entiende nada, creo que esta vez, los únicos que saben qué está pasando son el par que tengo por delante.

—Vamos — susurra Kate extendiendo una mano hacia mí, mientras mira a Luzbel y a Asth, tomo su mano y me jala de prisa, sacándome de entre él y la pared —, ¿estás bien?

—Sí... — respondo casi hiperventilándome. Sólo dios sabe porqué voy a meterme en tantos problemas.

—Dámelo — pide el castaño.

—¿Por? ¿Tienes miedo de que tu estadía aquí se acabe? Dime tú qué prefieres. Irte con los de arriba o con los de abajo.

—Recuerda que venimos del mismo lugar — habla en voz casi imperceptible —, y estamos destinados al mismo fin.

Algo hace eco en mi cabeza, siento un nudo en el estómago y me niego a creer que Luzbel termine en un lugar que realmente no debe.

—No es cierto, tú siempre estuviste debajo de mí, ¿recuerdas?

—Y ahora mira quien resultó caer más abajo que los demás.

Ni siquiera soy consciente del momento en que dejan de estar parados, y pasan a estar revolcándose en el piso. Mientras se están golpeando, algo parecido a una ciruela rueda por el suelo.

Me apresuro a recogerla y la observo detenidamente. Es una bola morada oscura, supongo que esto es lo que amenazó comerse.

—¡Corre! — grita entonces Luzbel —, ¡vete!

No pienso ni dos veces lo que dice, salgo corriendo de la cocina mientas Kate me sigue a toda velocidad. En la entrada hay mucho menos gente de la que había cuando recién llegamos, esquivo a un par de chicas y me sigo hacia la calle que está vacía a comparación de la fraternidad.

—¡¿Que carajos está pasando?! — pregunta Kate emparejándose conmigo.

—No sé, en serio que esta vez no sé qué está pasando.

De un momento a otro, Asth aparece frente a nosotras, apenas y logro frenarme para dejar suficiente espacio entre ambos.

—Largo, si te atreves a tocarla... — comienza Kate a amenazarle mientras intenta ponerse frente a mí.

—Vamos, Kate, ¿qué crees que puedes hacerme? Sería lo suficientemente fácil romperte el cuello.

—Vete — le digo bajo.

—¿Estás loca? No pienso dejarte...

—Hazlo, ve por Luzbel. No va a hacerme nada — hablo con tanta seguridad que hasta yo me creo eso de que no va a hacerme nada.

—Pero...

—Ahora, Kate — le interrumpo —, por favor, ve por él, hazlo.

Nada segura de mis palabras, da la vuelta y corre de regreso por donde venimos. Sostengo con firmeza la bola roja en la mano derecha, supongo que intentará quitármela a toda costa.

—Lía — pronuncia cruzándose de brazos.

—¿Quién eres?

—Lo preguntas como si no nos conociéramos.

—En verdad.

—Alguien que no debería de estar aquí.

—Asth... — pronuncio su nombre lentamente, analizando cada una de las letras, hasta que el nombre real brinca en mi mente —. Astaroth... — digo con un hilo voz, el bello de mi nuca se eriza y mi mente pide a gritos que corra fuera de aquí. Si logro distraerlo un momento más tal vez lleguen por mí a tiempo.

—Que inteligente, eres el primer ser humano que se da cuenta — comienza a acercarse a mí lentamente, como lo hacen los animales cuando tienen a sus presas acorraladas —, dame eso — pide aún caminando hacia mí.

—No — logro hablar, está demasiado cerca, casi puedo sentir mi muerte, y seguro que él ya la saborea.

Cierro los ojos con fuerza y mis puños cada vez ejercen más presión, haciendo que las uñas se claven en las palmas de mis manos.

Está a punto de echárseme encima, y yo definitivamente no voy a aguantar ni un solo golpe de él, eso es obvio.

Pasados bastantes segundos para la situación, me pregunto si realmente va a hacerme algo, no quiero abrir los ojos justo en el momento en que ya esté en el aire para aterrizar sobre mí, pero tampoco quiero seguir de cobarde sin mirar.

Dejo que pase un segundo más, y abro un ojo al tiempo que una voz se deja escuchar.

—Quién iba a imaginarlo, el príncipe de los tronos estaba aquí, con los humanos — termino de abrir los ojos y me encuentro con una espalda demasiado ancha, podría jurar que es Luzbel el que está frente a mí, pero hasta donde yo recuerdo, no tenía puesta una armadura de metal —, y a punto de matar a una.

—¿Viniste a socorrer a tu hermano?

Rafael se voltea a mirarme sobre su hombro, supongo que la que le debe los favores ahora soy yo.

—A su novia mejor dicho —las mejillas me arden al escuchar esa palabra. ¿Soy novia de Luzbel?

—¡No me digas! —Astaroth suelta una carcajada y escucho como aplaude un par de veces —, que buen chiste. En serio, aunque si admito algo, jamás vi al tirano tan interesado en algo como lo está con ella.

—Sí, eso es cierto, pero no es de nuestra incumbencia. Luzbel tiene sus asuntos, y nosotros los nuestros. Aunque si somos realistas, tú eres nuestro asunto.

—¿Por qué habría de serlo?

—Porque no estás en donde debes, en cambio estás aquí, con los humanos, haciendo como si fueras uno.

—Tú lo has dicho, yo no debería de estar aquí, debería estar donde tú aún continúas.

—Tal vez, el día que dejes de creer que fuiste injustamente condenado puedas volver. Después de un juicio, claro está.

—¿Y ya? ¿Volver como si nada? ¿Sólo aceptar un Perdón, tenías razón, de ustedes?

—Es lo más que te podemos ofrecer, si es que pudiéramos ofrecerte algo.

—Tu hermano pecó más que yo, incluso ahora mismo está pecando de muerte al enamorarse de una humana, traicionó al señor... ¿y él tiene la oportunidad de volver? Además que sin un juicio.

—Luzbel va a volver porque las cosas no han sido así, además está realmente arrepentido. Y su juicio se llevará acabo, sólo que aún no se ha impuesto fecha para ello.

—¡Yo también me arrepentí! ¡Le serví de trono al señor desde el momento en que me creó! No pequé, no tanto como tu hermano, ¡estoy condenado a ser el maldito duque del infierno!

—¿No es un puesto más alto que el que tenías en el palacio? La realidad aquí es que no perteneces a este mundo, fuiste expulsado del lugar en el que se te creó, y los condenados sólo perteneces a un lugar. Al abismo.

—¿Y qué me dices de Luzbel? Estoy dispuesto a darle un paseo por su nuevo mundo, porqué él también pertenece ahí ahora, ¿no?

—No.

—No te preocupes, Belcebú y Satanás le tienen apartado un buen puesto. Será uno de los príncipes, el primero de hecho.

—Vuelve a decir eso — Rafael me ha dejado al descubierto, tiene afianzado a Astaroth de la chaqueta y lo alza levemente del suelo —, vuelve a decir que mi hermano es uno de los príncipes y voy cortarte la cabeza. Seguro que hay muchos que quisieran tomar tu lugar de duque.

—Admítelo, Rafael, en cuanto Luzbel ponga un pie en el abismo, la falsa trinidad será un hecho. Luzbel, Belcebú y yo la formaremos. O prefieres que le llame Lucifer.

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Perdón por publicar apenas, tengo problemas con el internet y apenas logré conectarme 😞💔

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