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Capítulo 5

No sé en qué momento se salieron de control las cosas y estamos así.

Entramos a la casa sin poder parar de reír, estamos repletos de lodo hasta el cabello... sí, fue mi idea hacer una guerra de lodo en el jardín. Le arrojé un poco a Luzbel pensando que no sabría cómo responder...

Pensé que no existía el lodo en el edén, que idiota.

—Deja eso por ahí — digo en cuanto a su ropa, mientras señalo un rincón de mi habitación.

Me quito lo más de prendas que puedo, y las echo junto a las suyas, quedándome únicamente en bragas y sostén.

Entro de prisa al baño, abriendo el grifo del agua caliente para que comience a llenarse la tina. Me lavo las manos y me limpio un poco de lodo de la cara y el cabello antes de salir de nuevo.

—¿Qué es esto? — pregunta Luzbel con un plástico rojo entre los dedos. 

—Hey, deja eso ahí... bueno, ya lo has sacado del empaque... olvídalo.

—¿Qué es?

—¿De qué tiene cara?

—No tiene cara...

—Me refiero a de qué tiene forma, idiota.

—No tengo idea...

—Es un condón.

—¿Un qué?

—Un condón. Un preservativo... un anticonceptivo...

—¿Esta cosa es una de las que usan ustedes para no embarazarse?

—Exacto.

—¿Cómo te lo pones?

—Yo no me lo pongo — contesto riéndome.

—¿Entonces?

—Es para hombres.

—Ah... ¿y cómo se pone?

—¿Vas a ir de curioso?

—Sólo es un pregunta.

—Usa tu lógica. Ahora que sabes qué es y para quienes es, ¿cómo crees que se use?

—Hmm... no tiene forma para mí... — camino hacia él y tomo el látex de su mano. Alzó dos dedos y los meto al condón.

—¿Ahora?

—Espera — pide riéndose —, no me digas que se ponen eso en el pene.

—Efectivamente.

—Aguarda, ¿esa cosa les queda?

—Sí... ¿por?

—No puede ser — Luzbel ríe como si hubiera escuchado el mejor chiste de la historia —, ya en serio, dime que es una broma.

—No es una broma, es en serio.

—Vaya... que... triste.

—No me digas, ¿no te queda?

—Para nada.

—¿Qué? ¿Es demasiado grande para ti?

—Por supuesto, pero seguro que a ti te queda perfecto.

—Ajá.

—Sólo bromeo.

—Claramente, pero mira, abre la boca.

—No.

—Anda.

—Para nada, veo tus negras intenciones.

—Ah, mira — lamo un poco del látex para mostrarle que no pienso hacerle nada.

—Agh...

—Saca la lengua, sabe bien.

—¿Cómo dices eso?

Luzbel saca la lengua nada convencido, pongo otra parte del látex en la punta de su lengua y dejo que lo pruebe.

—Qué rayos. ¿Por qué sabe a fresa?

—Estos tienen sabor.

—Qué cosas tan locas, para qué le pondrían sabor a eso.

—¿No te imaginas por qué?

—No me digas que ustedes... ¿en serio se lo meten a la boca?

—¿Ustedes no?

—No... es... es terrible, va en contra de todo, es algo que sólo las nihil hacen.

—¿Nihil?

—Son como en este mundo, las prostitutas.

—Ah... con que es de ellas hacerlo.

—Sí, aunque suene mal.

—Entiendo. Y ustedes tampoco lo hacen.

—Eso es diferente.

—O sea que lo hacen.

—La mayoría sienten la necesidad de hacerlo. Pero ya sabes, odio seguir las reglas.

—Eres muy contradictorio... ¿eso significa que nunca lo has hecho?

—En efecto.

—Ya está, que extraño.

—Lo dice la que usa "condones".

—¿Me imaginas con un hijo?

—Claro que no, serías una pésima madre.

—¿Crees?

—No. Pero sería terrible para el niño vivir entre el triangulo amoroso de su madre... o espera, ¿aún sales con Joel? Porque de ser así sería un cuadrado...

—Ya va, deja de hacer ideas.

—¿Tuviste sexo con él? — pregunta de repente, tomándome por sorpresa.

—¿Con Joel? — pregunto confundida. No esperaba que me preguntara de él, aunque cuando se fue se supone que estaba "saliendo" con Joel.

—No. Con... ¿Aaron?

—Ah...

—¿Entonces?

—Sí... — acepto triste. No debía hacerlo... ahora sólo quisiera borrar eso de mi pasado.

—Bien... no importa...

—Lo siento... Luzbel tú te fuiste y me dejaste aquí... pensé que me odiabas y...

—Para — pide cubriéndose la cara con las manos —, sé lo que dije y lo siento, aún no te explico porque dije todo eso. Además, no tienes que disculparte por nada. Yo te abandoné y tú debías seguir con tu vida sin importar nada.

—Sí, supongo que sí... iré a ducharme, si no salgo en media hora, me suicidé en la tina.

Luzbel deja escapar una risa por lo bajo y no vuelve a decirme nada, supongo que cree que no soy capas de suicidarme. Y vaya, creo que realmente no lo soy.

—Puedes usar el baño de afuera — digo antes de entrar al mío —, si tienes buena memoria recordarás lo que te expliqué cuando recién te traje aquí.

Cierro la puerta y voy a ver la tina que va a la mitad de llena, abro la llave de agua fría y dejo que se termine de llenar mientras saco una bomba de jabón del gabinete, la dejo sobre el lavamanos y voy a sacar una toalla también.

¿Qué clase de plática fue esa? Ahora resulta que después de desaparecerse tanto tiempo, ¿vamos a estar como si nada?
No puede ser que yo sea tan estúpida y ni siquiera le reclame un poco.

Cierro el grifo del agua y me meto a la tina lentamente. La temperatura es alta, pero bastante soportable.

La puerta del baño se abre y el rubio aparece desnudo con una toalla blanca en la cintura.

—Por lo menos recordaste donde están las toallas — comento mirándole el abdomen sin poder evitarlo.

—También recuerdo dónde está el baño y cómo se usa. Pero espero que no te importe tener compañía... de nuevo.

—Si ya lo hiciste una vez, que no lo vuelvas a hacer otra — contesto encogiéndome de hombros —, ¿puedes pasarme lo que dejé en el lavamanos?

—Sí... ¿qué es esto? — pregunta sosteniendo la bola negra en una mano.

—Algo, ven.

Tomo la bomba de jabón de su mano y me hago hacia adelante para que se ponga denteras de mí.

—¿Quieres hablar? — pregunta.

—Supongo... — acepto dejando caer la bola negra al agua.

—Espera, ¿qué es eso? — Luzbel se remueve detrás de mí al ver que el agua comienza a burbujear y se tiñe de negro.

—Sólo es jabón, tonto — contesto riéndome. ¿Acaso el idiota cree que le echaría algo malo al agua cuando yo estoy aquí adentro también?

—Siempre con tus trucos.

—¿Quieres decirme algo?

—Muchas cosas, no sé por dónde empezar...

—Bueno...

—No quería hacerte daño, sigo odiándome por haber dañado algo que quería. Pero no tenía mas opciones, quise venir después, quise entrar contigo, yo quería pedirte disculpas...

—Pasaron muchas cosas en estos meses, sólo espero que entiendas eso.

—Claro que lo entiendo, sé que hiciste demasiadas cosas, yo te vi...

—¿Me viste?

—Sí. Rafael no lo sabe, así que en serio no le digas nada... yo me escapé algunas veces, sabía que no podía verte, por lo menos no que tú me vieras a mí. Así que te espié algunas veces...

—Eras tú... — hablo sin aliento —, pensé que me estaba volviendo loca.

—No, sé que me viste, pero sabía que ibas a creer que era tu imaginación.

—Eras tú... ¡eras tú! — me volteo hacia él poniéndome de rodillas. Lo miro realmente incrédula, todo este maldito tiempo me hizo pensar que estaba enloqueciendo.

Sin pensarlo dos veces le suelto una cachetada, aunque se merece más que eso no quiero hacerle daño...

—Fuiste tú todo este maldito tiempo y nunca te atreviste a hacer algo más, ¿sabes cómo me sentía por tu maldita culpa?

—Espera, lo sé, créeme que me moría por entrar a casa y estar contigo... de hecho lo hice una vez... pero créeme que no debías darte cuenta...

—¿Lo hiciste?

—Sí, estabas dormida. Entré por la ventana...

—¿Te acostaste conmigo...?

—Sí, lo hice.

Ambos nos quedamos en silencio, creo que recuerdo aquella noche. Yo sólo puedo acordarme del momento en que sentí como me abrazaba, pero seguro que él tiene mucho más de qué acordarse.

—Tengo algo que decirte — habla de nuevo en tono serio.

—Si vas a romperme el corazón prefiero que te quedes callado.

—No sé cómo te tomes esto... — admite entonces, seguro que es algo que obviamente va a partirme en mil pedazos —, puedo volver.

—¿Volver?

—Con los míos.

Siento como lo poco entero que quedaba en mí, termina de romperse en más de mil pedazos.

Me quedo donde estoy con la mirada perdida. Apenas y lo recuperé y estoy a punto de perderlo de nuevo, y creo que esta vez para siempre.

Vuelvo a darle la espalda, quedándome sentada mientras miro perdidamente el agua obscura. No es posible que sólo regrese a lastimarme más de como de por sí ya me había dejado.

—De todas formas no creo que funcione — vuelve a hablar luego de lo que parecieron horas. No sé si se refiere a que no funcione algo entre nosotros, o no funcione volver al paraíso.

—¿Qué?

—Que vuelva.

—No me digas que ya te sientes humano — digo en un intento de sonar divertida y que no se de cuenta que estoy a punto de romper en llanto.

—No, no creo que quieran aceptarme de vuelta — sus brazos me envuelven y me jala con suavidad a donde estaba antes de darle una cachetada.

—¿Por qué no lo harían?

—Muy fácil. Puse condiciones para volver.

—¿Condiciones? ¿No ellos deberían condicionarte a ti?

—Sí, sin embargo no importa, se ve que no han puesto objeción cuando he dicho que pido algo a cambio de volver. Aunque eso no significa que vayan a aceptar lo que pedí.

—¿Qué pediste?

—Algo que jamás entenderías.

—Vamos, dentro de esas cosas que pediste a cambio, seguro que entiendo alguna.

—Sólo pedí una. Y va en contra de todas las reglas.

—Como siempre.

—Así es.

—¿De qué depende que lo acepten?

—De cada uno de los integrantes de la Corte.

—¿Qué es la Corte?

—La Corte Celestial es algo en lo que se toman las decisiones más importantes del edén. Antes sólo estaba conformada por ocho ángeles. Los siete arcángeles y yo. Luego de que decidiéramos que eliminaríamos el arsénico del edén, los Principados y las Potestades protestaron en contra, se hizo un revuelo en el lugar, destruyeron el Gran salón. Nosotros ocho entramos en una guerra civil contra ellos... créeme fue demasiado sangriento para algo tan estúpido, los Querubines tuvieron que intervenir para detener todo. Así que al final se llegó al acuerdo de que el comandante de cada legión de ángeles sería parte de la Corte. Por supuesto eso no aplicaba para los arcángeles, los siete se quedaron dentro.

—El arsénico es veneno... — comento.

—¿En serio?

—Sí...

—Vaya, que cosas tan raras, ¿no? Los ángeles lo toman como si fuera vino... a veces lo combinan.

—¿Cómo hacen eso? Los humanos nos envenenamos con arsénico.

—Alguna vez te dije que nuestros cuerpos no son iguales, ¿no?

—Supongo.

—Bueno, pues es curioso, pero incluso el cuerpo de los mismos ángeles no es igual. El arsénico provoca cosas diferentes dependiendo de qué ángel lo ingiera.

—¿Por eso lo prohibieron?

—Así es, para los arcángeles y yo era una droga. Nos dejaba desubicados por horas.

—¿En serio? Seguro que abusaron de eso.

—Claro que no, decidimos prohibirlo el día que las Dominaciones nos drogaron en un banquete.

—Espera un momento — pido riendo —, ¿los drogaron?

—Así como lo oyes, no creas que todo es tan recto y aburrido allá arriba. Fue la cosa más idiota del mundo. Imagínate tener a ocho ángeles drogados y borrachos.

—Pensé que eran inmunes a eso.

—Claro que no, sólo no somos tan susceptibles como ustedes. Pero en fin, no estábamos hablando de eso.

—Cierto... ¿entonces depende de ellos que tú vuelvas?

—Exacto.

—¿De cuántos?

—Catorce.

—Hay un plazo, ¿no?

—Sí, dos lunas llenas.

—Bien... ¿y sólo son votos a favor y en contra?

—Exacto, lo bueno de esto es que no acordaron que fuera decisión unánime, así que tengo cierta probabilidad de volver — nuevamente siento dolor al escuchar sus palabras. Pero tengo que aceptarlo, Luzbel no pertenece aquí.

—En serio espero que vuelvas cuanto antes, realmente sé que es lo mejor para ti.

—Lo será.

—Lo siento, pero en serio que no entiendo porque estás aquí si vas a irte de nuevo — intenté con todas mis fuerzas no abrir la boca para soltar una de las tantas ideas que se arremolinan en mi cabeza, pero simplemente es imposible no hacerlo.

—Sé que no lo entiendes, sin embargo no es momento de explicar nada. Pero puedo jurarte que no voy a romperte el corazón otra vez.

—¿Jurarme en serio? ¿O sólo mentirme?

—En serio.

—No voy a resistir una más, Luzbel.

—No pasará.

—¿Alguien a votado ya?

—Sí, bastantes.

—¿Quienes? — pregunto como si conociera los nombres que va a decirme.

—Rafael ha abierto la votación. A favor. Gabriel, Miguel y Raguel también han votado a mi favor. Obviamente Uriel fue mi primero voto en contra. Remiel fue el segundo. Por mayoría de votos, Haniel, el general de las Dominaciones dio un voto en contra. Por decisión unánime los Tronos votaron en contra también... Nunca nos hemos llevado muy bien, supongo que después de todo se indignaron cuando él les pidió que formaran otro asiento celestial para mí también...

—Bien... creo que estoy entendiendo...

—¿Segura?

—Sí, supongo que me cuesta algo de trabajo aprender el tipo de ángeles y todo eso, sin embargo creo que lo entiendo bastante bien. Los generales de cada jerarquía de ángeles tienen que consultar con su jerarquía quienes están de acuerdo con que tú vuelvas y quienes no, así que por esa parte todo es democrático, si votan más a favor, el voto de la jerarquía será sí, si votan más en contra él voto será un no.

—Efectivamente.

—Que complicado.

—No tanto, así es siempre. Y supongo que está bien, de otra forma tendrían el Gran salón a reventar con todos los ángeles de todas las categorías. Sería una hecatombe.

—Hecatombe — repito con gracia, al imaginarme a todos los ángeles en una sala mientras se pelean a gritos por votos en contra y a favor.

—¿No sabes lo que es?

—Sí, es un "desastre" masivo en todo un lugar, en este caso sería una pelea de todos contra todos en el edén entero.

—Sería peor que nuestra pequeña guerra civil por la prohibición del arsénico — río con ganas cuando me recuerda lo de su droga o lo que crean ellos que es esa cosa.

—Te extrañé — dice entonces mientras me acaricia el cabello —, no sabes cuanto tiempo llevaba de no oír una risa tan melódica como la tuya.

—Supongo que no tienen muy buen sentido del humor allá arriba.

—No, son demasiado fríos.

—Lo sé, seguramente son como tú cuando te conocí.

—Hasta peores.

—Lo imagino, aunque realmente no puedo creer que haya un ser aún peor que tú.

—Hueles asqueroso — me suelta de un momento a otro. Comienzo a carcajearme ante sus ideas espontáneas.

—No me digas, ¿a qué huelo esta vez? ¿Rockero fracasado?

—No... hueles a alcohol, a hierbas quemadas y mágicamente apestas a testosterona.

—No sabía qué las hormonas tenían un olor. He estado tomando y huelo a marihuana seguramente.

—Hueles a tu novio — termina.

—Sí, a él...

—Que asco, dame un jabón.

—Bien... — me estiro por un jabón morado y se lo paso no muy convencida.

—Sí... huele mejor que tú.

—Que halagos, en serio me enamoras más cada que dices eso.

—Así fuera mudo, estarías enamorada de mí.

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Holaaa ❤️
Primero que nada, este capítulo va dedicado a mdla2301 ya que hoy es su cumpleaños 🎂❤️ (no sean groseros y deséenle un feliz cumpleaños💘)
Yo agradezco enormemente que seas de mis fieles lectoras, no sé cuántos años cumples :v pero espero que cumplas muchísimos años más 💘🎁🎂

Pdt: También espero que pronto encuentres a tu propio ángel caído 🔥♥️

Ahora bien, cambiando drásticamente de tema (igual de espontánea que Luzbel), quería preguntarles, ¿a quién le gustan los libros como After, con una trama parecida (no igual), y de ese estilo? 🤔

(El siguiente Capítulo será hoy pero ya en la mañana xD)

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