Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24

Cuando meto el auto al garage, veo a Luzbel sentado en los peldaños de la casa, junto a él está Rafael, y a su lado está la que creo que es una mujer. Por lo menos eso me indica su cabello largo.

Bajo del auto lentamente y me pongo la chamarra mientras los tres se voltean a mirarme.

—Hola... — les saludo caminando hacia ellos mientras saco mi cabello de debajo de la chaqueta.

—Pensé que no saldrías — contesta Luzbel poniéndose de pie.

—Fui a casa de mi abuela... salió el plan de último momento.

—Bien, no importa.

—¿Qué pasa? — pregunto reuniéndome con él.

Luzbel se limita a sonreírme mientras me acomoda cabello detrás de la oreja.

—¿Eso significa...? — inquiero al no recibir repuesta, pero sigo sin obtener información.

—Vamos, Luzbel — pide Rafael parándose junto a él.

—Sí — acepta éste, me da un beso en la frente y camina junto a su hermano.

—Hey — inquiero —, ¿qué está pasando?

—Vamos, Lía — la chica me habla mientras me toma con suavidad del brazo.

Me volteo a mirarla algo brusca, pero cuando veo su rostro me quedo un momento pensativa.

Es la misma chica que me llevó hasta Luzbel cuando estábamos en el seol, la chica de la cual no recuerdo el nombre.

—¿Gustas explicarme qué pasa? — pregunto más tranquila.

—Algo — contesta mientras vamos para adentro de la casa.

—Algo... — repito intentando no enojarme —, ¿algo de qué? Sabes, tú y Luzbel creen que diciendo ese tipo de cosas uno ya sabe a lo que se refieren, por favor, sólo díganlo y ya, respondan lo que uno les está preguntando.

—Lía, es una sorpresa.

—¿Qué clase de sorpresa?

—No voy a decírtelo, ahora sube, apúrate, te esperaré aquí abajo.

—¿Subir a qué? — pregunto completamente confundida.

—Sube — ordena, pero tiene une sonrisa y su voz no deja de ser cordial.

—Bien — acepto sin más remedio y me voy directo a las escaleras.

Subo con calma aunque un poco nerviosa por si me encuentro algo que no quiero arriba.

Entro lentamente a mi habitación y la observo atentamente, hasta que algo sobre mi cama llama mi atención.

Entro por completo y cierro la puerta tras de mí, me acerco a la cama y miro con atención.

Un... ¿vestido? Creo que es un vestido. Junto a él hay un par de cosas más. Unas zapatillas muy extrañas y algo parecido a un collar... con varias cadenas doradas y piedras que nunca en mi vida había visto.

¿Qué se supone que hago? ¿Me pongo las cosas y bajo de nuevo?

Por lo que entendí, ella iba a esperarme abajo, así que supongo que sí, tengo que ponerme esto e ir de vuelta con ella.

Algo confundida comienzo a quitarme la ropa que tengo puesta, la echo al suelo y la amontono toda junta.

Tomo el vestido de la cama y lo observo atentamente.

Es bonito... demasiado extraño, algo que nunca en la vida podría encontrar aquí, en nuestro mundo. La tela es suave, su textura es rara, es color blanco y por lo que veo no es demasiado largo. Es una sola pieza, no tiene más tela debajo ni nada que lo haga lucir frondoso.

Parece ser de esas cosas que las chicas se ponen cuando van a la playa, son de ese tipo de vestido fresco y casual.

Me lo pongo con máximo cuidado y me sorprendo de lo perfecto que me queda, parece estar hecho a la medida, aunque estoy segura que no es así.

Lo acomodo lo mejor que puedo y tomo las zapatillas de mi cama. Son del mismo color del vestido, también son de tela, aunque de una muy diferente a la de mi ropa.

Observándolas bien, son parecidas a las cosas que se ocupan para las bailarinas de gimnasia rítmica, esas que son delgadas y se curvan hacia arriba por el resorte que tienen. Por supuesto que éstas no tienen resorte, sin embargo son bastante parecidas.

Luego de mirarlas por todas partes me las pongo también. Y simplemente no entiendo como es que me han quedado sin problema, no me quedan chicas, no están justas y tampoco están grandes. Simplemente son perfectas.

Tomo lo que falta. Las delgadas cadenas parecen ser de oro, sin embargo no le hallo forma de collar, no parece ser eso, pero tampoco sé qué es ni en dónde se supone que va.

Lo coloco nuevamente en mi cama y me voy al baño en busca de un cepillo para peinarme un poco. Cepillo mi cabello hasta que queda lacio y sin ningún nudo, lo acomodo hacia mi espalda y salgo a buscar un perfume para ponerme.

Doy una última ojeada a las cadenas, pero ya que sigo sin saber qué son, decido sólo llevármelas y preguntarle a la chica para qué sirven.

Salgo de la habitación y me obligo a respirar profundo para calmar mis nervios ante la situación tan extraña en la que estoy metida.

—Te ves hermosa — observa en cuanto aparezco en las escaleras.

—Gracias... — contesto con una sonrisa nerviosa —. No sé que es esto... — extendiendo las cadenas hacia ella.

—Ah, claro — acepta recibiéndolas.

Cuando me tiene cerca posa ambas manos sobre mi cabeza, siento que me divide el cabello a la mitad y lo peina un poco. Ya comienza a acomodar los metales sobre mi cabello, dejando las piedras extrañas a la mitad de mi frente.

—Jamás habría dado con que ahí se ponían — admito mientras termina de acomodarme el cabello.

—No importa, no eres la única — contesta sonriéndome —, además, no es nada que deberías de saber, creo que aquí no se acostumbra mucho usar esto.

—Pues, se usa, aunque definitivamente no es algo demasiado común.

—¿Lista?

—La verdad no. No sé para que me vestí así, no han querido decirme nada y no sé a dónde voy ahora.

—Sólo relájate, no va a pasarte nada. Estarás bien, lo juro.

—Te creo, pero estoy nerviosa y no me siento lista para nada de lo que sea que vaya a hacer en un rato...

—Vamos, te mostraré.

Nada confiada, me veo obligada a salir de casa. Me observo tanto como puedo y me convenzo de que me veo bien con esta ropa rara que tuve que ponerme, porque ni siquiera he querido mirarme al espejo antes de salir.

—¿Y ahora? — pregunto una vez que he bajado los peldaños.

—Sígueme — pide mientras comienza a caminar.

Sin ganas camino detrás de ella, no sé cómo es que podría guiarme a mí a algún lugar. Pero no lo cuestiono y me quedo callada mientras voy detrás de ella a paso realmente lento.

—¿Puedo preguntar a dónde vamos? — inquiero mientras caminamos a un costado de mi casa.

—Sí — responde entonces. Casi me echo a reír ante la ironía de la respuesta.

—¿A dónde vamos?

—Al bosque.

—¿Y vamos al bosque para...?

—No puedo decírtelo.

—Ah, genial.

—Siempre te ha gustado echar a perder las sorpresas.

—¿Disculpa?

—Desde que eres una niña te has esforzado para echar a perder las sorpresas que te tienen.

—Eso no es cierto... me gustan las sorpresas.

—Sí, pero te encanta descubrirlas antes de tiempo.

—Claro que no, es sólo que esta precisamente no es una sorpresa... no como las que me gustan por lo menos.

—Esta va a encantarte. Y es cierto lo que te digo. Siempre descubres tus sorpresas.

—Pruébalo.

—Bien. Cuando tenías cinco años buscaste tu regalo de cumpleaños por toda la casa, lo encontraste en el ropero y no conforme con eso también le quitaste la envoltura para ver que era. Espiaste los mensajes de tu mejor amiga para ver qué tramaban para tu cumpleaños diecisiete. Mandaste a Kate a investigar qué tramaba el chico que te gustaba a los dieciocho, y descubriste que te iba a pedir al día siguiente.

—Está bien — acepto antes de que diga otra cosa —, tienes razón, me gusta descubrir las sorpresas.

—Esta vez no.

Ambas nos quedamos en silencio y seguimos caminando sin dirección aparente. El viento azota fuerte contra nosotras, no me había puesto a pensar en eso cuando estaba poniéndome el vestido, mismo que ahora está revoloteando e intentando subírseme y dejar al descubierto mis piernas.

—¿Dónde está Luzbel? — pregunto en un intento de distraerme de mis nervios y de los contratiempos con el vestido y el viento.

—Por ahí.

—Hm... ¿y Rafael?

—Con Luzbel.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto, puedes preguntarme lo que quieras cuando quieras — acepta amable mientras me espera para caminar junto a mí.

—¿Qué pasa con Luz?

—¿Con Luzbel? Vaya, pues pasan muchas cosas...

—Bueno, sí — acepto dándome cuenta que hice mal la pregunta —, ¿qué pasa con nosotros?

—Bueno, pues es algo extraño, aún no pasa demasiado...

—Sí...

—¿Sí?

—¿Qué?

—¿Ha pasado algo con ustedes?

—Eres mi potestad, tú deberías saberlo.

—No es como si estuviera las veinticuatro horas del día detrás de ti. Sólo aparezco en momentos en los que sé que me necesitas.

—Increíble.

—¿Te hizo algo?

—No, no me hizo nada.

—¿Entonces? ¿Pasó algo?

—Sí — admito.

—¿Qué?

—Algo — contesto regresándole la intriga.

—¿No vas a decirme?

—No — niego, pero empiezo a reír después.

—¿Y eso por qué? — pregunta riéndose también.

—Porque no quiero.

—¿Y por qué no quieres?

—Porque tú no quisiste decirme nada tampoco.

—Lo mío es una sorpresa. Además no es mío propiamente.

—Dime y te diré.

—No haremos intercambio de información, ni siquiera lo pienses.

—De acuerdo.

—¿No piensas decirme?

—No.

La chica comienza a reírse y niega con la cabeza, sin embargo parece aceptarlo y no vuelve a preguntarme nada.

Mientras comenzamos a adentrarnos en el bosque voy acariciando el tronco de los árboles, aunque los miro bien antes de tocarlos, no quisiera poner la mano sobre una araña o un bicho peor que ellas.

—¿Ya vas a decirme que hacemos aquí? — pregunto.

—No.

—¿De eso se va a tratar nuestra relación de protector y protegida?

—No, aunque de verdad ni siquiera deberías de poder verme... pero bueno, luego de vivir con Luzbel y conocer a Rafael, lo justo era que me conocieras a mí.

—Sí... no es nada común estar en mi lugar.

—Para nada.

Luego de observar todo el lugar e ir mirando por dónde camino, veo algo a lo lejos.

Cómo es mi costumbre y de mi miopía, no logro ver qué es, pero podría jurar que son dos hombres parados...

Demasiado grandes... sí. Son ellos.

—¿Qué está pasando? — cuestiono nerviosa y caminando más lento.

—Calma, vamos.

—Espera, dime ahora mismo qué pasa.

—Vamos — insiste tirando de mí firmemente aunque sin lastimarme.

—Por favor — ruego haciendo pucheros y resistiéndome a caminar.

—Camina o le llamaré a Rafael para que te cargue hasta allá.

—Mierda — suspiro derrotada y acepto. Comienzo a caminar muy nerviosa y rezando para que ninguno de los dos ángeles se voltee a mirarme hasta que no esté junto a ellos.

—Sólo relájate, no va a pasarte nada.

—Eso quisiera saber.

Mientras más nos acercamos, noto mejor los detalles de Luzbel. Viene vestido perfectamente, trae una armadura parecida a la que me obligaron a ponerme cuando lo acompañé a su viaje al abismo. Aunque por supuesto, ésta es mucho más grande. Sus pantalones son negros y entallados, y las botas que tiene puestas son iguales a las que traía recién nos encontramos, sin embargo lucen nuevas, sin rayones ni ningún defecto.

Su cabello está perfectamente acomodado y luce más mágico que de costumbre.

Se voltea a mirarme cuando aún estoy a considerables metros de él, una sonrisa se dibuja en su rostro, y termino riendo por lo bajo de los nervios.

Luzbel me mira de pies a cabeza poniéndome más nerviosa todavía. Me analiza lentamente y observa cada detalle con suma atención.

Creo que realmente yo estoy haciendo lo mismo que él, lo observo sin poder evitarlo. Lo miro perdidamente y aunque así lo quiero, mis ojos no aceptan quitarse de su cuerpo. Y lo peor de todo, es el momento en que la mirada de ambos se cruzan, ambos nos rehusamos a cortar nuestra conexión visual.

—Te ves hermosa — admite cuando lo tengo enfrente.

—Creo que ni siquiera hace falta decir cómo te ves tú — contesto intentando ocultar mi rostro, las mejillas se me han puesto rojas y no quiero que lo note.

—Gracias — dice en tono divertido, y termino riéndome.

—¿Ya quieres decirme qué hago aquí?

—Ya verás.

—Y seguimos...

—Bueno — inquiere Rafael —, jamás he hecho esto, así que supongo que será divertido hacerlo por primera vez.

—¿Hacer qué? — pregunto en un intento de que por fin me digan que está pasando.

—Luzbel — pide mirándolo mientras asiente una vez.

—Bien — acepta éste —, espero que no me rechaces.

—¿Rechazar qué?

—Esto es algo simbólico, sin embargo espero que tenga un valor suficiente para ti, tanto como lo tiene para mí.

—Si lo aprecias supongo que también lo apreciaré yo.

—Espero — nuevamente me sonríe y extiende la mano hacia donde mi potestad está parada mirándonos.

No sé qué es lo que ella le entrega, no alcanzo a mirar su intercambio y no quiero verme tan obvia y voltearme a verlo directamente.

Veo para todas partes y observo el lugar en donde estamos. No sé cómo es que reconozco en dónde estoy parada. Pero por más increíble que parezca me doy cuenta que justo aquí fue donde lo encontré.

—Lía — me llama Luzbel, haciendo que mis pensamientos de ese momento se esfumen —. ¿Quieres...? ¿Quieres ser mi...? — Luzbel se queda pensando lo que va a decir.

—Humana, novia, chica — propongo.

—Sí... ¿quieres ser mi novia? — termina con voz divertida, y noto como tiene ganas de reírse.

Rafael termina soltando una risotada y yo lucho para no reírme también.

—Sí — acepto entonces, tengo una sonrisa de oreja a oreja que simplemente no puedo quitar de mi rostro.

—Aplausos, te ha dicho que sí — habla Rafael haciéndole burla a su hermano —, cancelaré la fiesta de bienvenida a las alas cortadas.

—Cállate — masculla la chica dándole un codazo al arcángel.

Luzbel desvía la mirada de su hermano y vuelve a mirarme a mí. Respira profundo y se dispone a hablar.

—Agradezco tu respuesta y tu decisión — comienza con voz neutra —. Aprecio la forma en la que has puesto tu confianza en mis manos, y juro que no voy a fallarte.

Hmm... ¿qué digo? Su forma de hablar es extremadamente formal y casi frunzo el ceño ante eso.

Luzbel toma mi mano izquierda y la alza, mientras hace eso yo pienso en las miles de cosas que podría y debería decirle.

Estoy formando una buena oración, cuando siento algo frío rodearme el dedo anular, esto hace que mi mente se quede en blanco entonces.

¿Un anillo? ¿Qué clase de noviazgo tranquilo y normal es este?

—Muy bien — Rafael interrumpe mis cuestionamientos sobre la situación —, ya que todos estamos de acuerdo con esto, proseguiré. Por principio de cuentas... ¿sí estamos de acuerdo? — me pregunta directamente a mí.

—Sí — me apresuro a contestar cuando la atención se centra en mí.

—Bien — asiente y se voltea a mirar a Luzbel —. A ti ni te pregunto, que tu cara de asno me lo dice todo.

Me muerdo el labio inferior para no reírme por el cumplido de hermano que acaba de darle a Luz.

—Gracias, hermano — contesta éste.

—Ya que de verdad estamos de acuerdo todos los presentes, continúo con la ceremonia — joder, que gran ceremonia —. Les recuerdo a ambos que esta unión es meramente provisional, eso no significa que no deban tomársela en serio... aunque desde mi punto de vista un "noviazgo" no es algo para tomarse muy en serio... pero en fin, este tómenlo en cuenta. Desde este momento, su unión es aprobada por uno de los miembros de la Corte Celestial, aunque no estamos en tierras sagradas, estamos en el mismo lugar donde uno de los nuestro cayó, por lo que también declaro tierra sagrada este lugar — ¿qué mierda estoy haciendo aquí? Esto rebasa los límites de las bodas de las fiestas del kínder. Debo admitir que sería más fácil firmar un contrato inválido que esto... aunque también confieso que me resulta divertido y muy tierno de parte de la persona a la que se haya ocurrido hacerlo — Preséntate, guerrero.

Luzbel suelta mi mano entonces, desenvaina la espada y la echa al piso, dejando que sólo un poco de ella entre a la tierra.

—Soy Luzbel —comienza con voz firme —, hijo de la aurora, portador de luz y fiel servidor del señor.

¿Tengo qué decir algo igual? ¿O parecido?

Definitivamente voy a matar a la persona que haya hecho esto, ¿no pudieron siquiera decírmelo? Por favor, sabían que iba a aceptar de todas formas.

Veo como Luzbel se lleva las manos a la nuca, tarda sólo un momento en regresarlas al frente mientras mira algo que trae entre los dedos. Es una cadena de oro, no es tan ancha como las que ocupan todos los hombres que se creen ricos. Sin embargo no es tan delgada como las que la mayoría de mujeres usa... supongo que es la medida perfecta para él.

Tiene colgando algo de forma irregular, no sé qué sea, seguramente alguna piedra extraña, pero desde donde estoy no logro hallarle forma ni nada parecido.

Observo atentamente sus movimientos, sigo con la mirada la cadena hasta que la pone alrededor de la empuñadura de la espada, haciendo que tintinee el metal de Lux cuando la "piedra" la golpea.

La chica me hace señas para llamar mi atención. Una vez que la miro, ésta señala hacia mi pecho y hace ademanes para que me quite algo.

Miro para abajo y me doy cuenta a lo que se refiere.

Me apresuro a desabrochar la cadena que traigo puesta para quitármela e imitar la acción de Luzbel.

Con demasiada calma y sutileza, pongo mi collar de la misma forma que Luz puso el suyo. No quiero que su espada vaya a enojarse conmigo y haga algo en mi contra como es su costumbre.

Aún estando cerca no logro identificar qué es el collar de Luzbel, sólo parece ser una piedra negra que cuelga de oro.

Lo mío es mucho más grande, y a diferencia de él, el metal del que cuelga es plata. La piedra es un silicio, y está rodeada por un enrejado de metal.

—Declaro esta unión comenzada — acepta entonces Rafael mientras da un ligero toque a la empuñadura de Lux, haciendo que ésta brille con intensidad como es su costumbre.

—Novios — me habla Luzbel volteándose a mirarme —, eso somos, novios.

____________________
Holaaa 🖤

Perdón por la tardanza, he tenido problemillas con mi internet y no pude publicar hasta ahora 😬

Vayan a buscarme en Instagram como: arien_gates_ 🌝.
En mi bio está el etiquetado de la cuenta especial para Luzbel 🤭.

Los amoooo 💘

Siguiente actualización, jueves 14 de febrero ♥️ (les daré un regalito de San Valentín)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro