Capítulo 23
Meto de reversa el auto al garage, Lily está parada sobre el pasto mirándome. Trae un mono de peluche abrazado y me mira curiosas
—Pequeña — saludo bajándome del carro.
—¡Lía! — grita de pronto y se me echa encima. Alcanzo a tomarla en brazos y la llevo cargando hacia adentro de la casa.
—¿Quién es nuestro amiguito? — pregunto ante el peluche que sigue abrazando.
—Es Chango Marango — contesta entusiasta y yo suelto una carcajada al instante.
—¿Adivino quién le puso el nombre? — pregunto mirando a mi abuela.
—¡Tita! — contesta Lily dándome la razón.
—Nadie es tan ocurrente con los nombres como ella — admito bajando a mi hermana.
—Tita, ¿puedo subir a ver Bob Esponja? — le pregunta mirándola desde el piso con ojos tiernos.
—Ve — acepta —, ¿quieres un pan con mantequilla?
—¡Y azúcar! — termina mientras sube las escaleras corriendo.
—Y azúcar — me afirma la abuela.
—Sí, azúcar...
—¿Cómo va todo? — pregunta mientras entra a la cocina —. ¿Cómo estuvo eso de que dejaste al huevos de agua de tu novio?
Ese es el insulto emblemático de nuestra familia cuando de un hombre se trata.
—Pues, digamos que no lo dejé yo...
—¿Él te dejó a ti? — pregunta volteándose a mirarme sorprendida.
—Tampoco.
—¿Entonces?
—¿Recuerdas a Luzbel...? — pregunto con una sonrisa culposa.
—¿El niño que te traía por las nubes? — no es posible, ¿tan mal me veía?
—Ay, bueno, tampoco es como si me hubiera tenido como idiota tras él.
—¿Ah no?
Coño, sí me veía muy obvia.
—Bueno, ese no es el punto. Sí, hablo de ese chico.
—¿Quieres un pan? — pregunta mientras pone las dos mitades de uno en un satén.
—Ah, sí... — acepto perdiéndome del tema —, el punto es que sí hablo de ese chico.
—¿Con mantequilla? — pregunta mientras saca el bote de mantequilla de refrigerador.
—Sí, por favor — acepto perdiéndome nuevamente —, mira, ¿recuerdas que te conté que él se fue?
—¿Lo quieres con azúcar?
—No es posible — mascullo agachando la cabeza —, sí, con azúcar.
—Bueno. ¿Me decías?
—Que sí estoy hablando de ese cabrón — continúo irritada.
—¿De quién?
—Tita, ¿tienes Alzheimer? — pregunto mirándola con el ceño fruncido, aunque de verdad me da risa esto.
—Oye, cabrona, no tengo nada eso, tu abuela aún puede sobrevivir sola.
—Bien, entonces pon atención. Te estoy diciendo que si recuerdas a Luzbel, y que sí, sí es ese chico que me traía como tarada detrás de él.
—Ah, sí, al que le tejí el suéter.
—Exacto. El punto es que...
—¿Le quedó? — me interrumpe.
¡Dios, dime que sólo está jugando conmigo, por favor!
—Sí, abuela, sí le quedó. Ahora escúchame que te traigo un chisme caliente — dicho esto se voltea a mirarme con toda la atención posible. ¡Vaya!
—Cuéntame — pide sentándose en la silla frente a mí.
—El pan se quema — aviso señalando hacia la estufa.
—¡Coño! — exclama parándose de golpe y sacando las dos mitades de pan.
—Bien, ahora escucha. El punto es que Luzbel regresó. Sí, después de estos ocho largos y malditos meses el muy hijo de perra regresó, y como la buena tarada que soy lo recibí de brazos abiertos sin más.
Mi abuela me mira con cara de "no es cierto, dime qué no es cierto". Sin embargo asiento y termina de creérselo.
—¿Y luego?
—Bueno, le pedí explicaciones, y medio me las dio. Ya sabes, Luz es cerrado y todo lo deja a medias. El punto aquí es que tiene tiempo ya de su regreso, Aaron siguió conmigo y tuvo varios problemas con Luzbel. Yo tuve muchísimos problemas con Aaron, sin embargo no podía dejarlo, y no porque no quisiera, sino porque él no me lo permitía. Ayer Aaron entró a casa, se puso a revisar mi teléfono y casi me agarró a golpes luego de que forcejeáramos un poco.
—Hijo de puta — mi abuela da un manotazo a la mesa y me sobresalto sin querer —, que lo vea para que le de una golpiza. No, si ese cabroncito no se me escapa, va a ver lo que son golpes el maldito mocoso — casi me río mientras mi abuela refunfuña y maldice a Aaron, pone otras dos mitades en el sartén y comienza a untarle mantequilla a las que se iban a quemar hace un minuto.
—No te preocupes por eso abuela, Luzbel se encargó de él ya.
—¿Sí? Dime que le desfiguró esa jeta de mamón, que si no, se la desfiguro yo.
—Sí, abuela, casi lo mata — exagero para que se le bajen los humos.
La realidad es que mi abuela tiene una habilidad única y espeluznante de golpear a la gente. No sé cómo lo hace, sus hijas no saben como lo hace, y ella misma no sabe como lo hace. Simplemente es un don. Jamás estudió artes marciales, nunca estuvo metida en peleas, iba a colegios de ricos donde nadie se peleaba y mucho menos a golpes. Y en sus tiempos de juventud todavía se podía salir de noche a las calles y con joyería fina sin correr peligro alguno.
Pero en época actual, las dos veces que le han intentado asaltar le ha reventado las bolas a los dos tipos y conserva todas sus cosas.
—El punto es que Luzbel lo echó y dijo que no me volviera a buscar más — continúo —, ¡pero el cabrón no se conformó con eso!
—¿Qué hizo?
—¡Hizo que la policía fuera por Luzbel! ¡¿Puedes creerlo?! ¡Inventó que me había matado!
—Hijo... no lo puedo creer, ese niño está enfermo, necesita electrochoques con urgencia.
—No abuela, ya tiene demasiado frito el cerebro.
—¿Y luego qué pasó?
—Se hizo todo un problema, sacamos a Luzbel sin ninguna dificultad, aunque no sé cómo es que la mayoría de mis amigos terminaron en prisión también.
—El escuadrón de los rufianes.
Río al analizar el nombre. No fue precisamente por "rufianes", pero supongo que es gracioso.
—Necesito ayuda — admito por fin —, no sé qué hacer, me metí en algo muy profundo hace once meses, y ya no sé qué hacer.
—¿En qué te metiste?
—Abuela, sé que esto suena muy loco, es algo descabellado, imposible de creer, sin embargo sé que eres de mente abierta y te maravillan las cosas raras... por qué crees en los extraterrestres, ¿no?
—¡Vi un extraterrestre! — exclama dirigiéndose al ventanal que está a unos metros hacia mi lado izquierdo —. Justo ahí — señala un punto en el jardín.
—Sí — acepto —, fue en abril cuando pusimos la alberca de Lily, lo viste un domingo y estaba mirando el agua de la piscina.
—Te lo juro, era pequeño y traía un traje plateado — me da risa la emoción con la que lo cuenta, sin embargo le creo. Yo no lo vi, pero no tiene por qué mentir.
—Te creo — admito —, pero no estábamos hablando de los extraterrestres. Estábamos hablando de Luzbel y que me metí a algo profundo y necesito ayuda.
—Cierto...
—Y dije lo de los extraterrestres porque es igual de imposible pero sé que me creerás.
—¿Luzbel es un extraterrestre? — pregunta de repente.
—No abuela, Luzbel no es un extraterrestre.
—¿Entonces qué pasa?
—Luzbel es un ángel.
(...)
—Bien — acepta sentándose frente a mí. Ya ha ido con Lily a darle su pan y me ha entregado el mío también —, empecemos lento. Luzbel no es un humano.
—No.
—Tampoco un extraterrestre.
—Tampoco.
—Estás diciendo que Luzbel es un ángel.
—Sí.
—¿De esos que tienen alas y vuelan?
—Sí — acepto con una sonrisa por el comentario —, aunque él no vuela porque no tiene alas.
—Entonces no podría ser un ángel.
—Lo es. Él tenía alas, pero... Luzbel fue desterrado, le cortaron las alas y lo dejaron caer.
—Entonces es un ángel caído.
—Exacto, eso es.
—¿Y cómo lo conociste?
Dios, no sabes cómo te agradezco que me hayas dado una abuela así.
—Precisamente cuando cayó.
—¿Cayó aquí?
—En el bosque... era Halloween cuando lo conocí. Yo estaba afuera de Rae's con unos amigos. Y de un momento a otro vi algo caer del cielo... no tenía forma, porque vaya, iba muy lejos de donde estaba, pero mis amigos no quisieron acompañarme a ver qué era, y yo tenía la puta necesidad de ir. Así que les dije que se adelantaran e iría en un momento.
—Y fuiste a ver.
—Sí, maldita sea, mi maldita curiosidad me obligó a ir a ver qué coño había caído del cielo, no sé porque entré al bosque, juro que jamás lo hubiera hecho, y mucho menos sola. Pero ahí estaba. De curiosita en el bosque, caminé un poco hasta que a lo lejos vi algo en el piso. Pensé que era un tronco o una roca grande, no lo sé, algo que comúnmente encuentras en un bosque. Pero no. Cuando estuve lo suficientemente cerca lo vi... era un hombre. Un chico ahí tirado, traía la ropa hecha girones y estaba lleno de sangre. Pensé que estaba muerto. Pero no, reaccionó y casi me dio un infarto. Era él, Abuela, era Luzbel.
—¿De verdad? Te encontraste a un chico medio muerto en el bosque, ¿y le diste casa?
—No sabía que hacer, estaba herido, y lucía raro pero misterioso. No podía dejarlo ahí, iba a morirse. Lo saqué del bosque, lo llevé a Rae's con mis amigos y le pagué la cena...
—Espera, ¿podía moverse?
—¡Sí! ¡Diablos, no sé cómo pero sí! ¿Y sabes qué es lo peor? Que todos pensaron que venía disfrazado, le dijeron que era el mejor disfraz del lugar, ¡joder! No era un disfraz, era su sangre en verdad. Y su ojo. Su ojo derecho estaba completamente blanco, pero todos creyeron que eran pupilentes.
—¿De verdad nadie se dió cuenta?
—No — confirmo mientras una lágrima se escurre por mi cara —, no sé qué carajo pasó, pero todos creyeron que era un simple disfraz. Luego de que casi se comiera el restaurante entero lo llevé a casa. Dejé que se diera un baño y le busqué ropa para que se pusiera... y antes de eso, tuve que subirlo por las escaleras.
—¿Subirlo?
—Sí, abuela, cargarlo y subirlo, tenía absolutamente todos los huesos rotos, pero se conservaban en su lugar, su cuerpo estaba bien aunque por dentro estaba roto por completo.
—¿Cómo subiste a esa cosa tú sola?
—No pesaba nada —admito con un hilo de voz —, te juro que era como cargar a Lily, en serio era así de liviano.
—¿Cómo es eso posible...?
—No lo sé, pero se bañó, se acostó en la habitación de huéspedes y lo dejé ahí.
—¿Y luego?
—A las dos de la mañana me despertaron sus quejidos. Me paré a ver qué le pasaba y cuando entré me quedé paralizada. Estaba agonizando en la cama, estaba bañando en sudor y luchaba por quitarse la ropa de encima. Le ayudé, y cundo le quité la playera vi dos heridas gigantescas en su espalda. No sabía qué hacer. Luego de pedirle que me dijera algo tuve que salir de la casa a comprar hielo.
—¿Hielo?
—Sí, para meterlo a la tina con agua helada.
—¿Y eso para qué?
—No lo sabía, sin embargo no iba a cuestionarlo, lo metí a la tina con hielos y lo dejé ahí adentro. Quise hacer guardia toda la noche, pero me quedé dormida en el piso del baño. Y cuando desperté él estaba bien. Aún seguía dentro de la tina. Pero estaba tranquilo, no agonizaba y se veía perfecto.
—¿El hielo era para curarse?
—Sí, era para que pudiera regenerarse... pero lo peor vino después, cuando me pidió que le quitara un pedazo de hueso de una de las heridas, ¿puedes creerlo? Cuando le vi las heridas con luz casi me desmayo. Eran gigantes, burdas y frescas, sin embargo eso no es lo peor. Lo más horroroso viene cuando tuve cortar con una navaja una de ellas y quitarle un pedazo de hueso con unas pinzas. Y espera, el hueso era un pico de cinco centímetros.
—¿Estás diciéndome que todo este tiempo has estado con un ángel?
—¡Sí! Todo este maldito tiempo he estado con uno, y no podía decírselo a nadie, ni siquiera podía decírtelo a ti, pero ya no podía callarme más, y sé que eres la única que me entiende y cree lo que digo.
—Por dios... Uriel, protégenos de todo mal — susurra como oración.
—¡No! ¡Ese hijo de perra intentó matarme!
—¡¿Quién?!
—Uriel, él no es bueno abuela, es lo peor, es terrible. Estuvo a punto de asesinarme...
—Pero, él... él es un ángel.
—Lo es abuela, pero no todos los ángeles son buenos. Por lo menos él no lo es. Es el peor de todos, nos odia, y creo que planea acabarnos muy pronto...
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A partir de ahora voy a poner en la multimedia canciones que salgan en el capítulo o canciones que les recomiendo que escuchen 🌝
Sigue leyendo 🖤
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