Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Estoy tan enfurecida que no me interesa si alguna o todas mis uñas se rompen mientras le rasguño la espalda al ángel.

Una parte de mí está luchando por quitar a la furia del volante en esto, sin embargo no pasa, y cada vez me enojo más y más, y a fin de cuentas es tan grande que mis manos piden a gritos matar a Luzbel.

—Te odio — suelto de un momento a otro.

—No me odias.

—Te odio — repito mirándolo fulminante.

—Me amas, Lía. Sólo eso.

—No...

—Escúchame — interrumpe —, no me odias, y no sientes de verdad nada de lo que ahora crees, ¿entiendes?

—Mentira, eres un mentiroso.

—Te amo — dice mirándome directamente a los ojos y dejando de moverse —, ¿me entiendes? Te amo.

Me quedo literalmente en shock mientras lo miro, ¿oí bien? ¿Dijo que me ama?

—¿En serio? — pregunto con el corazón martilleándome el pecho.

—Te lo juro, te amo — su voz se escucha más real que en cualquier otra ocasión, esta vez puedo jurar que no me miente, lo sé —, te amo más que a nada, aunque Lux se ponga celosa de lo que estoy diciendo.

Sonrío ante la idea de que su espada se ponga celosa, porque lo peor es que es cierto.

—¿Me amas? — pregunto incrédula aún.

—Te amo — repite con una sonrisa —, te amo Lía, te amo.

—¿Qué me está pasando? — pregunto como si de verdad él lo supiera.

—Lo que le pasa a las humanas que tienen sexo con un ángel, así que de verdad no es nada que no haya pasando antes.

—¿En serio? — pregunto sin fuerzas.

—¿Ya está dándote sueño? — pregunta adivinando lo qué ocurre.

—Sí...

—Cierra los ojos, no pasa nada — habla en voz baja mientras besa mi frente. Los ojos comienzan a cerrárseme sin importar mi lucha por evitarlo.

—Luzbel — balbuceo.

—¿Qué pasa?

—Igual te amo.

(...)

Cuando abro los ojos todo está oscuro, estoy en mi habitación y en mi cama, pero definitivamente ya es de noche.

Logro ver la sombra de Luzbel mientras camina en silencio hacia la puerta.

—¿En serio piensas dejarme sola? — pregunto.

—Despertaste...

—Claramente.

—Voy por algo de comer, planeaba volver en un minuto.

—De acuerdo, lo siento.

Luzbel abre la puerta y sale de mi habitación dejándola abierta. En otras circunstancias le diría que vuelva aquí y cierre, sin embargo no me molesta esta vez.

Me giro sobre mí misma, y una oleada de dolor me deja paralizada, siento como si me hubiera pasado un camión encima, e incluso se me dificulta respirar.

¿Éstas son las consecuencias? ¿Éste es el costo de tener sexo con un ángel?

Nuevamente intento moverme, lo hago tan despacio como puedo, pero no importa la velocidad a la que intente moverme, el dolor llega con la misma intensidad.

Puedo jurar que nunca había sentido un dolor tan grande e intenso. Es mucho peor que ir al gimnasio durante un día entero por primera vez. Es paralizante y mortal.

—¿Cómo te sientes? — pregunta Luzbel reapareciendo en el lugar.

—No me puedo mover.

—¿Qué te duele?

—Todo...

—Calma — Luzbel se acuesta junto a mí y me abraza con delicadeza —, vas a tener que quedarte quieta, por la mañana estarás mejor.

—Ni siquiera puedo moverme...

—Lo sé, es muy normal, respira y tranquilízate, pronto volverás a dormir, y por la mañana estarás bien.

Me quedo quieta mientras Luzbel me acomoda en la cama lo mejor que puede.

Aún sigo desnuda y tengo tanto frío que ya comienzo a temblar, me gustaría ponerme algo de ropa, pero no me siento capaz de mover un solo dedo.

—¿Puedes ponerme algo encima? — pido sin remedio.

—¿Algo de qué?

—Una playera por lo menos...

—Dame un segundo, veré que me encuentro — siento como desaparece de mi lado y deja al descubierto mi espalda, provocando que ahora sienta aún más frío que hace un momento.

—¿Importa si te pongo mi playera? — pregunta entonces mientras recoge algo del piso.

—Está bien, me agrada la idea.

—Bueno — Luzbel sube a la cama de mi lado, pone una rodilla a cada lado de mi cuerpo y me ayuda a sentarme —. Te ayudaré, haz lo que puedas.

—Espera, en serio me duele...

—Lo sé, hagámoslo rápido.

Parezco una muñeca de trapo mientras Luzbel pelea por ponerme su playera, y aunque de verdad ésta es grande, se le dificulta demasiado ponérmela.

—Bien — hablo una vez que tengo la prenda puesta —, está mejor. Gracias.

—No agradezcas, el dolor pasará pronto.

—Espero.

—¿Cómo te sientes...?

—Adolorida.

—Me refiero a lo otro... a lo de hace un rato.

—Estoy... confundida, no sé qué fue todo eso... — la cabeza aún me da vueltas por lo que pasó hace algunas horas, y mientras más lo pienso peor se pone.

Estoy tremendamente confundida, y quiero pensar que incluso sólo fue un sueño, porque de verdad lo que siento es parecido a eso, cuando te despiertas de un sueño que se siente demasiado real, pero no terminas de creértelo porque ha sido demasiado imposible como para ser verdad.

—¿Quieres hablar? — pregunta mientras me cubre con las cobijas.

—Sí, esta vez lo necesito más que nunca.

—Lo sé... ¿recuerdas cuando te dije que no era el momento? ¿Cuando me negué a hacerlo antes?

—Sí, lo recuerdo.

—Bien, pues fue por esto, sabía que sería demasiado para ti y más tomando en cuenta que no estabas en las mejores condiciones en esos momentos. Ahora era diferente, no tenías un amigo en el hospital, literalmente mandé a tu novio abusivo al carajo... no había nada, aunque tal vez fue algo precipitado, sin embargo era el momento.

—No entiendo muchas cosas de ti — admito saliéndome un poco del tema —, no entiendo aún porque sentí todo eso, no quiero ni siquiera recordarlo...

—Tiene una explicación — comenta pegándose a mí —. Y la verdad es que si soy honesto, ahora me arrepiento de tener que ver en ella.

—¿En qué?

—Hace demasiado tiempo, cuando nos dimos cuenta que los nuestros caían ante las provocaciones de ustedes, hicimos una junta... muchos teníamos la idea de que nuestra especie era la más perfecta, y no debía combinarse con la de alguien más, mucho menos si se trataba con la de mortales. Luego de que la mayoría estuviera de acuerdo con esa idea, decidimos que lo más sano sería hacer algo para que así, aunque ambas partes quisieran unirse, hubiese algo más fuerte que les privara de lograrlo.

—¿Qué hicieron?

—En edén hay doctores, y la realidad es que son más que eso, tienen una sabiduría extra a la de los demás ángeles, dominan la ciencia, la medicina, y un sinfín de cosas que ni siquiera podrías imaginar. Aunque se supone que esto no deben de usarlo salvo en casos extremos, también saben de magia de todo tipo. Así que puedo jurarte que no hay nada que no podrían inventar ellos, curas, enfermedades, lo que se te venga a la mente.

—¿Qué les pidieron? — pregunto adivinando hacia dónde van las cosas.

—Es algo como aquí lo son las vacunas. Cada vez que crean un ángel nuevo es de las primeras cosas que se les da, para los jóvenes, como lo era yo en ese entonces, se les proporcionaba igual, aunque de una manera un poco más fuerte y con cantidad mayor. Nada demasiado fuerte como para sentirlo.

—¿Qué es?

—A ciencia cierta no lo sé, sé algunas cosas de medicina por... alguien. Pero en fin, no sé que sea de verdad.

—Pero, ¿qué hace?

—Pues, es algo muy extraño, y estoy seguro que ocuparon magia con ello, porque de verdad no creo que exista algo que provoque el mismo efecto. Sólo hace que los humanos no te soporten al momento de que se tenga sexo. ¿Qué otra explicación le darías tú? Magia, ¿no?

—Sí, supongo que así es...

—En un principio sonaba bien la idea, muchos de nosotros estuvimos de acuerdo con llevarla a cabo, aunque a mí por otro lado se me hacía ridículo tener que hacer algo como eso, yo no podía entender cómo es que los ángeles guerreros doblaban las manos con seres tan insignificantes como ustedes — ¿en serio? ¿Se te olvida que estoy aquí? —, pero ahora lo entiendo. Ahora, aunque de verdad no lo comprendo, me doy cuenta de que ustedes son capaces de debilitarnos y acabar con nosotros si así lo quieren... si pudiera hablar con mi yo de ese momento me diría, no seas idiota Luzbel, vas a arrepentirte de esto en algunos siglos. Pero ni siquiera juntando toda la magia del mundo podría hacer eso.

—Son extraños, ¿qué cosa tan fatídica podríamos tener nosotros? Nos tratan como si fuéramos basura...

—Eso creemos que son hasta que los conocemos. Quisiera poder enseñárselo a todos, si pudiera hacerles entender que no son como lo imaginamos...

—Son unos prejuiciosos sin remedio, ustedes son los hijos de puta.

—Efectivamente, lo somos.

—¿Sabes cuál es tu problema? Nunca sigues a tus sentimientos, te prohibiste el privilegio de amar, y todos ustedes se lo prohíben, ¿por qué no pueden amar a un humano o algo que no sea un ángel? Después de todo no son tan inteligentes y avanzados como creen.

—Somos muy cerrados a veces.

—Y tú más. Criticaste el amor y ya, tachaste de idiotas a los que se dieron la oportunidad de querer a alguien de verdad, porque para romper sus propias reglas no era otra cosa más que amor verdadero. Tú sólo te burlaste de los otros sin haber pasado antes por el mismo sentimiento.

—En eso sí que estás equivocada.

—¿En qué?

—En lo que dices.

—¿Qué de todo lo que he dicho?

—Yo estaba enamorado de alguien en ese momento.

(...)

Un ruido me despierta de golpe, no me muevo de donde estoy, pero me quedo con los ojos abiertos analizando las cosas.

Ya es de día, y lo que oigo es parecido varías cosas cayendo de las escaleras al mismo tiempo.

—¡Alto ahí! — oigo una voz completamente desconocida y me siento de golpe.

Todo es tan confuso que me quedo paralizada intentando entender las cosas.

Luzbel está parado junto a la cama sin moverse, mientras que en la entrada de mi habitación hay un policía apuntándole con un arma, y lo peor del caso es que no es el único.

—¿Qué está pasando? — pregunto alzando voz, haciendo que el hombre más próximo se voltee a mirarme.

—¿Lía Aigner? — pregunta sin bajar el arma.

—¡Claro que soy yo! ¿¡Que broma es esta!?

—No te muevas, niño — sentencia a Luzbel cuando éste intenta tomarme de dónde estoy.

—Baje eso, no quiero otra bala encima — pide entonces.

—No te muevas de donde estás — repite el policía —. Llévenselo.

¿Llevárselo? ¿Qué hizo? Dios, ¿hizo algo?

—Esperen, ¿qué están haciendo? — pregunto parándome de la cama. No traigo pantalones ni ropa interior puesta, pero por lo visto la playera de Luzbel me cubre demasiado bien el cuerpo.

—Lo acusaron de asesinato — se digna a responderme el hombre —, aunque no me cuadra que tú estés viva.

—¡No mató a nadie! — le defiendo como si de verdad estuviera muy segura de ello.

—Eso lo veremos después — contesta mientras se guarda la pistola en el cinturón.

No sé qué hacer, tan sólo han pasado segundos y ya tienen esposado a Luzbel.

—¿A quién se supone que asesinó? — pregunto acercándome a ellos, aunque el policía me niega acercarme cómo quiero a Luzbel.

—Aún no lo sabemos... será mejor que nos acompañes tú también — contesta tomándome del brazo para sacarme de aquí.

—Maldita sea — se queja Luzbel —, ponte algo primero, Lía.

—¿Podría soltarme un maldito momento? — inquiero molesta mientras jalo de mi brazo y me libero del agarre — ¿piensa llevarme medio desnuda o qué? Le recuerdo que podría contar cómo acoso sexual, y no le iría muy bien, ¿verdad? — ya sé, suena incluso gracioso, pero está loco si cree que va a llevarme así fuera de mi casa.

Me apresuro a ir al armario, tomo la prenda de hasta arriba de cada pila de ropa y me voy al baño de prisa.

¿Qué coño está pasando? Si Luzbel hubiera matado a alguien me lo habría dicho, ¿no?

Una vez que estoy vestida por completo salgo del baño y tomo unos converse de debajo de la cama, me pongo una y voy poniéndome la otra de camino a las escaleras.

Esto no puede estar peor, ¿tiene que pasar una desgracia cuando todo comienza a mejorar?

Cuando llego a la planta baja la puerta está abierta, los policías, que a mi punto de vista son demasiados, ya están en la acera, y el único que queda es el hombre que le apuntó a Luzbel al principio.

Éste intenta sostenerme del brazo de nuevo, haciendo que nuevamente me cabree.

—No me toque — ordeno con voz seca.

Ambos salimos de la casa y apenas y me da tiempo de cerrar con llave.

Bajo de prisa los peldaños, y cuando doy una ojeada a mi alrededor, noto la presencia de Kate y Rafael.

—¿Que mierda está pasando? — pregunta Kate corriendo hacia mí.

—¿Qué hiciste, bestia? — le pregunta Rafael a su hermano, mismo que lo mira con cara de "no me jodas".

Dijeron que Luzbel asesinó a alguien... — contesto a mi amiga —, no sé qué mierda está pasando, eso es imposible...

—Date prisa, vámonos — pide empujándome con cautela hacia el auto.

Cuando doy la vuelta veo al causante de esto. De eso no tengo la menor duda.

Corro hacia él y me le echo encima con furia, este hijo de perra me las va a pagar.

—¡Fuiste tú! — grito al tiempo que mis puños impactan contra su pecho —. ¡Eres un maldito hijo de perra!

—¡Cálmate! — pide sosteniéndome de las muñecas —. Maldita sea, ¡pensé que estabas muerta!

—¡Qué hiciste, cabrón! — le espeta ahora Kate mientras lo empuja de pecho.

—¡Que no fue a propósito! — contesta.

—Jódete, ¿¡por qué diablos lo hiciste!? — ni Kate ni yo paramos de empujar a Aaron, y ya vamos más de tres metros recorridos.

—¡Qué inventaste de Luzbel, maldita cucaracha! — continúa Kate.

Aaron nos empuja ahora a nosotras, con tal fuerza que terminamos sentadas en el piso.

Pero apenas aterrizamos, veo algo pasar por mi lado, un segundo después escucho un golpe seco. Es el puño de Rafael impactando contra la cara de Aaron.

—Tocas a alguna de las dos, y yo no voy a tentarme el corazón como Luzbel, voy a partirte el cuello.

_____________________
Sigue leyendo 🤯

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro