Capítulo 18
—Es que en serio, Lía, tengo que verme bien — mientras Kate anda de un lado para otro en mi habitación, yo estoy cómodamente metida en la tina.
La puerta del baño está abierta por completo para que Kate entre y salga las veces que crea necesario.
Lithium (Nirvana), comienza a escucharse por toda la habitación, me concentro tanto en la música que por un momento dejo de oír las quejas de mi amiga.
—¿Cómo se ve esto? — pregunta entrando al baño y literalmente derrapando.
—I'm so happy — comienzo a cantar mirándola a los ojos —, cause today I've found my friends...
—Are in my head — me sigue.
—I'm so ugly, 'cause so are you...
—Broke all mirrors, Sunday morning.
—Is everyday for all I are care, and I'm not scared.
—Light my candles, in a daze, 'cause I've found God.
Parece que se sube el volumen de la música en esta parte, sin embargo ninguna de las dos le presta atención a ello.
—Bien, sabes mis puntos débiles — admite Kate ciertamente más relajada.
—Lo sé — acepto —, y sí, por milésima vez, sí se ve bien.
—Eso has dicho de los otros cincuenta atuendos que te he mostrado.
—No es mi culpa que todo se te vea bien.
—Esta será una cita importante, Lía, ¡ayúdame!
—Hey, hey, calma. Rafael es sólo... un chico más — claramente estoy mintiendo, ¿cómo podría ser un chico más?
—¡Mentira! Es un Dios en su totalidad.
—Yo más bien diría un ángel...
—Lo que sea más perfecto. Ni parece humano de tan guapo que es.
—Sí... entiendo la referencia, Luzbel es igual de guapo.
—Mentira, lo es más Rafael.
—Ajá. ¿Sabes qué me parece curioso? Mandaste a la mierda a tu amor platónico de seis años por un chico que conociste hace menos de un mes... no lo sé, Kate, ¿todo bien en casa?
—Cállate — ordena y sale del baño.
—Oh, no seas dramática, Rafael lo que menos va a mirarte es la ropa.
—¿Esto se ve bien? — pregunta segundos antes de reaparecer en el lugar. Aún se está terminando de subir los jeans y viene dando brinquitos.
—Bueno, dije que no se fijaría en tu ropa, pero te juro que se burlará de tus jeans si están rotos.
—¡Ay! Maldita sea, estoy harta... — una vez más desaparece mientras va refunfuñando de vuelta a la cama.
—Sólo ponte algo bonito y ya, y de preferencia que no esté roto.
—¡Es la maldita moda del año!
—Rafael no va de acuerdo a la moda nunca...
Veamos, ¿qué le gusta a los ángeles? Que las mujeres sean femeninas, masculinas, les da igual...
—Ya está, me iré desnuda.
—Sí, eso le gustará.
—¡Necesito realismo!
—¡Tú diste la idea!
—¡Y qué importa! ¡No es para que me des la razón!
—¡Me tienes harta! Ponte una maldita falda, suéter y tacones, ¡listo! Ahí lo tienes.
—¿Y qué falda me pongo, genio? ¿Una larga? O me veré muy mojigata. ¿Una corta? O me veré muy zorra. ¿Una intermedia? O me veré poco interesante y común.
—Dios, no es posible — susurro poniendo ambas manos en mi cara —. ¿Sabes algo? Deberíamos llamar a Luzbel, seguro que él te dirá que es bueno.
—¡¿Bromeas?! ¿Un hombre diciéndome que poner? Y peor aún, Luzbel.
—Te aseguro que es mejor idea de lo que crees, toma el teléfono y llámalo, su número está al inicio — hace un par de semanas se me ocurrió la grandiosa idea de comprarle un teléfono al ángel, en principio fue una buena idea.
Eso hasta que me llamaba a las tres de la mañana para preguntarme si se me antojaba algo de comer ya que estaba en la cocina.
—Ya está — decide entrando de nuevo. Trae puestos unos jeans color vino, blusa de manga larga blanca y unos tacones cerrados negros.
—Perfecto — me apresuro a decir antes de que vaya a cambiarse por millonésima vez.
—¿Crees?
—Sí, y está bien ya que es hora de irse — aviso mirando el reloj digital de mi muñeca.
—Bueno, aún no llegan.
—No deben tardar — supongo un momento antes de que toquen el timbre —, ¿ves?
—¡Sal de ahí!
—¿Qué?
—Ve conmigo abajo, deprisa.
—Ay, no es posible — me paro lo más rápido que puedo y me apresuro a secarme con una toalla.
—Toma — dice pasándome mi bata de baño.
—Sí, ya voy — me la pongo mientras Kate sale y toma sus cosas, por suerte tengo el cabello sujetado en un moño y no se ha mojado.
—Ten tus pantuflas de unicornio — entra intentando ocultar una risa.
—Las deseas y lo sabes.
—Uy sí.
Me pongo las pantuflas tan rápido como mi piel húmeda me lo permite, pero apenas las tengo puestas, Kate me jala hacia afuera.
—Hey, no vuelan, con calma que me mato — me quejo mientras vamos bajando las escaleras.
Una vez que estamos frente a la puerta me empuja para que abra también.
—Hola — les saludo acomodándome la bata que ya está mostrando más de mi pecho de lo que debería.
—Lindo atuendo... — observa Rafael.
—No prestes atención — pido haciéndome a un lado para que mire a Kate.
—Me gusta, es quita fácil — inquiere Luzbel mirándome. Rafael le da un codazo y le mira con expresión dura.
—Bueno, veremos eso luego — hablo —, mientras deja que se vayan ya.
—Claro — acepta Rafael —, ¿nos vamos, Kate?
—Claro.
Luzbel se hace a un lado para dejar pasar a mi amiga y poder entrar a casa después.
—¿Cómo estás? — pregunta una vez que Kate y su hermano se han ido.
—Bien, Kate estaba un poco histérica...
—Rafael ha estado nervioso por primera vez.
—Vaya...
—¿Cómo van las cosas con Liam?
—Bien, aceptó la ruptura después de todo... y han quedado como amigos. Creo que está bastante bien.
—Esperaba que hiciera un drama y se pasara años rogándole a Kate.
—Bueno, pues estuvo de chillón un rato... supongo que Joel supo calmarlo a tiempo.
—¿Ya sabe que Kate sale con mi hermano?
—Supongo que se dió cuenta el día que los vio besándose en el bar...
—Se fue a llorar al baño — sugiere en tono burlón.
—Deja al pobre chico en paz, él sí tiene sentimientos.
—Yo también los tengo, que no sea una niñita para ir a llorar a un baño es diferente.
—¿En serio se fue a llorar ahí?
—Lo juro, sin querer entré al baño y lo vi ahí con Joel mientras intentaba suicidarse metiendo la cabeza al inodoro...
Reviento en carcajadas al imaginarme a Liam lloriqueando en el baño de un bar.
Debe ser triste, no lo niego, pero imaginarlo es gracioso.
—Pobre chico.
—¿Y tú cuando piensas dejar al tuyo?
—Aaron aún no se recupera por completo...
—¿Y?
—Que si lo dejo ahora todos van a creer que lo dejé por su accidente... aunque no sea así, no quiero quedar como una perra sin sentimientos por culpa de ese idiota.
—Casi te mueres por su culpa.
—Ya lo sé, y créeme que me tiene harta, pero están contados los días para que termine con él. Por lo visto su recuperación está siendo rápida, y ya ni siquiera se ve tan mal.
—Déjalo — pide parándose frente a mí —. Estás matándome, lo sabes ¿verdad?
—Tú estás matándome desde el momento en que te conocí, ¿lo entiendes?
—Sí, lo entiendo también, pero esto no tiene que ser así.
—¿Entonces como debe de ser? Dímelo, Luzbel, estoy harta de esto tanto como tú, estoy harta de esta situación cambiante en la que estamos viviendo tú y yo. Tú odias que yo esté con alguien más, que comparta mi vida con alguien que no seas tú, ¿pero sabes qué? Cuando lo dejo todo por ti tienes que salir con tus malas jugadas, sí me entiendes, ¿no? Me refiero a que cuando estoy dispuesta a darte mi vida entera, das las vuelta y te vas.
—Lo sé.
—¿Lo sabes? ¿Y ya? Esto es colmo.
—Hey, me refiero a que sé que tienes razón — explica tomándome de los hombros y agachando la cabeza para mirarme a los ojos —, no puedo decirte que no, porque es lo que he hecho, pero no volveré a hacerlo, no volveré a hacerte daño. Eres mi todo, ¿lo sabías? Te has vuelto en todo lo que necesito, no importa nada, no me interesa si estoy condenado a quedarme aquí abajo, si tú te quedas conmigo todo estará bien, ¿entiendes? Sólo te necesito conmigo, no importa otra cosa más que tú...
Me quedo mirándolo sin poder decir nada, estoy en shock mientras nuestros ojos están fijos en el otro.
Voy a besarlo, es hora.
Alguien toca el tiemble y todos mis planes se van a la mierda. ¿En serio? ¿Siempre tienen que interrumpir un momento como éste?
—Lía — me llaman desde fuera —, sé que estás en casa, abre.
—Es Aaron — susurra Luzbel —, estaré en mi habitación — informa dándome una sonrisa forzada y derrotada antes de dar la vuelta y desaparecer en el corredor sin que pueda evitarlo.
No es posible.
Te odio, Aaron, más inoportuno no puedes ser.
Comienzo a refunfuñar mientras voy de vuelta a la entrada, ojalá pudiera simplemente decirle que no estamos en casa y así se largara.
—Hola — le saludo sin ganas.
—Hola, me veo mejor, ¿no? Ya puedo caminar más rápido.
—Increíble. ¿Qué necesitas?
—Venía de visita... — contesta metiéndose a la casa sin siquiera preguntar.
—Ah, claro, pasa — acepto claramente sarcástica y cierro la puerta.
—¿Estás sola?
—Ajá...
—Genial — comenta subiendo las escaleras.
¿Este idiota qué se cree? ¿Que es su casa?
—Claro, sube — digo ahora con voz lo suficientemente fuerte como para que me escuche.
Subo las escaleras de prisa esperando que no esté de curioso revisando mis cosas o mi teléfono.
Como odio que haga eso.
Para mi sorpresa, el muy idiota está tumbado en mi cama con mi teléfono en las manos.
—¿Qué carajo estás haciendo? — reprocho sin poder evitarlo.
—Mirando tú teléfono, ¿no es obvio?
—Dámelo — pido mientras intento quitárselo de las manos, pero él simplemente me hace a un lado y sigue mirando mis cosas.
—¿Quién es "Luz"? — pregunta abriendo una de las conversaciones.
Dios mío, si no le quito el teléfono ahora me mata.
—¡Dame eso, maldita sea! — ligeramente me le echo encima, haciendo que sin querer salga de esa conversación y el móvil vuelva a bloquearse.
—Hey, cálmate ya, tengo derecho a mirar lo que quiera.
—A ti te hace falta que te ponga otra paliza.
—No me digas, princesita — habla parándose de la cama y encarándome —, ¿tú? ¿Aquí? ¿Serías tan valiente como para golpearme en un lugar donde estás sola?
Imbécil, si supiera que Luzbel está en la habitación de a lado.
—¿Me vas cara de cobarde o qué?
—No, pero de valiente tampoco — Aaron me da un leve empujón como gesto final y vuelve a mi cama, toma de nuevo el móvil y se pone a revisarlo con toda la libertad que cree tener.
Maldita sea, ¿qué puede ser peor?
—¿Qué no entiendes que lo dejes ahí? — pregunto cabreada.
—¿Me ocultas algo?
—No, y si así fuera de igual manera no tienes derecho a husmear en mis cosas.
—Yo hago con tus cosas lo que me venga en gana.
Lo voy a matar, juro que voy a aventarlo por la ventana y de cabeza.
—Luz — pronuncia —, ¿el angelito ya se volvió a perder? — comienza a leer mis mensajes. No es posible, esto se va a salir de control en menos de lo que imagino —. Mira que hay aquí, "¿vienes a dormir conmigo?" "Estoy sólo en la ducha, ¿vienes?"
—¡Deja eso, maldita sea! — ordeno aventándome a él para quitarle mi teléfono de las manos, sin embargo su respuesta es fácil. Me empuja tan fuerte que me voy contra la pared y termino en el piso.
—¿Sabes quién es? — pregunta dejando caer mi móvil al piso junto a mí —. Es tu puto amigo, Luzbel, porque sólo son eso, ¿no? Amigos.
Aaron me alza del piso y me echa a mi cama sin inmutarse, ni se le nota que siga mal del accidente.
—Vete — pido —, sólo lárgate ya.
—¿Quieres que me vaya? Pues no me iré hasta que no tenga por lo que vine.
¿Por qué vino? No quiero ni imaginarme qué es lo que quiere.
Voy a preguntarle qué es lo que quiere, sin embargo mi boca no quiere abrirse, prefiere quedarse callada ante él.
Mientras nos miramos fijamente se mueve, va directo a mí.
Comienza con algo incluso predecible. Jala de la cinta de mi bata para que ésta se abra, y aunque intento evitarlo mis manos se mueven muy tarde.
—Déjame — exijo forcejeando con él —. Maldita sea, déjame en paz.
Claramente no está dispuesto a dejarme, pues se quita mis manos de encima y continúa desnudándome sin importarle nada.
—¡Déjame en paz ya! — grito con todas mis fuerzas —. ¡Ya basta! ¡Maldita sea, déjame tranquila! — comienzo a sollozar ante la desesperación que siento al no poder hacer nada más que gritarle.
Aaron desaparece de encima mío, y escucho como choca contra la pared.
—¿No entiendes lo que te dijo? — Luzbel está aquí, me está dando la espalda interponiéndose entre Aaron y yo —. ¿Qué necesitas para entenderlo?
—¿Tú qué mierda haces aquí?
—¿Qué parece que hago, imbécil? ¿Palomitas?
Me acomodo la bata y vuelvo a anudarla con fuerza mientras los dos se arman de palabras.
Como era de esperarse por fin pasa, comienzan a golpearse... aunque mejor dicho, Luzbel comienza a golpear a Aaron.
—¡Luz, para! — grito cuando creo que va a matar a Aaron.
Sorprendentemente me hace caso, deja de golpearlo, pero se para y lo jala de la ropa mientras sale de la habitación.
—No voy a volver a decirte esto — comienza mientras baja las escaleras —, piérdete de aquí, no vuelvas a buscar a Lía o voy a sacarte el cerebro por la nariz.
Luzbel abre la puerta y avienta a Aaron para afuera, mismo que cae a metros de la entrada.
Cierra nuevamente, pone los seguros y se voltea a mirarme.
El corazón se me encoge y una vaga sospecha me hace pensar que lo que pudo hacerme Aaron bien podría no ser tan malo en comparación con lo que Luzbel puede, y creo esta por hacerme.
La cara de Luzbel no demuestra algo más que terror.
Su rostro ensombrecido hace ver sus ojos más obscuros, y su expresión asesina me provoca mucho más que miedo.
Mi instinto de conservación se apodera de mi cuerpo y salgo corriendo escaleras arriba antes de que Luzbel decida hacer algo.
Corro a como dan mis piernas y me voy directo a encerrarme a mi habitación.
Entro y empujo la puerta desde adentro, sin embargo algo la detienen por fuera. Me asomo ligeramente por el espacio que queda, y siento como se me nubla la vista cuando me encuentro con Luzbel mirándome directo a los ojos.
Dios... creo que hubiera sido mejor morir a manos de Aaron... habría sido menos trágico.
Intento ejercer fuerza para cerrar por fin, sin embargo la puerta no parece avanzar ni un milímetro más, y estoy segura que si seguimos así terminará por romperse.
Luzbel deja de sostenerla, y pasa a darle un solo empujón, pero es suficiente para quitarme de donde estaba parada.
Bueno.
No sé qué me da más miedo, su mirada o su silencio. Tal vez es que ambos juntos son tremendamente escalofriantes, más tomando en cuenta que no ha desviado la mirada de mis ojos en ningún momento, e incluso puedo jurar que no ha parpadeado.
Una vez que está adentro, cierra la puerta tras de sí, escucho como le pone el seguro y avanza hacia dónde estoy.
—No me hagas daño — ruego con voz temblorosa, tal vez logre convencerlo de que me permita vivir —, por favor, sé qué tal vez soy una pésima persona, pero no me mates...
Su expresión no me da indicios de nada. Se ve plenamente decidido a hacer lo que tiene en mente.
¿Qué digo? ¿Qué puede ser suficiente para que recapacite y no me haga daño?
Apenas abro la boca para decir algo, se me echa encima.
Pero no de la forma en la que imaginé.
Sólo soy consciente de que me tiene en brazos, y me lleva hasta mi cama. Se separa de mí unos segundo para quitarse la playera y se queda mirándome un momento, analiza cuidadosamente mi rostro, y va bajando la mirada hasta llegar al nudo de la bata, jala lentamente de el, deshaciéndolo con lentitud y cautela.
Mi corazón no hace más que acelerarse, y sé perfectamente que lo escucha, sé que oye la manera en que sus acciones me ponen. E incluso creo que todo lo hace a propósito, le divierte jugar conmigo aunque no lo diga.
Su dedo índice hace a un lado la tela blanca de mi abdomen, para que luego deslice la mano hasta sostenerme con firmeza por el lado izquierdo de la cintura.
¿No puede sólo quitármela de encima? ¿Tiene que torturarme de esta forma de verdad?
Nuevamente une los labios a los míos, me abraza con un solo brazo y me alza de la cama para por fin quitarme la prenda de encima.
Cuando me suelta siento como comienza a despojarse de los jeans que tiene puestos, mismos que escucho caer al suelo unos segundos después.
Se abre paso entre mis piernas con las suyas, y me acomoda para después ponerse sobre mí.
Esta vez no hay vuelta atrás, eso me queda demasiado claro.
Es hora.
Aún me besa, no ha dejado de hacerlo desde hace demasiado tiempo, y aunque esto como tal no es nuevo para mí, estoy claramente nerviosa, y también algo impaciente, aunque muero de miedo al mismo tiempo.
Creí que cuando por fin sucediera esto, sería de una forma menos repentina y un poco más planeada.
Pero debí esperar que tratándose de Luzbel, eso sería imposible, y esto predecible.
—Esto no será como las otras veces — advierte deteniéndose.
—Lo sé — acepto totalmente consciente.
—No me refiero al hecho de que sea más maravilloso — aclara —. Será lo contrario a eso.
No entiendo lo que dice. Lo contrario a... ¿maravilloso?
De ser así, ¿a qué se refiere exactamente?
—Está bien — contesto aunque no estoy consciente de lo que pasará.
—Quiero que estes realmente segura de esto, porque no habrá vuelta atrás — insiste con un tono extraño, casi afligido.
—Lo estoy, estoy segura y no quiero que haya vuelta atrás.
El angel se acerca a mi rostro, sin embargo no vuelve a besarme y sólo me sostiene con fuerza.
Y lo hace.
Aunque suene ilógico, siento dolor, no hay otra cosa más que eso. Y después de unos segundos sólo deseo quitarme de encima a Luzbel, a pesar de que siento su alivio en el cuerpo.
Pongo ambas manos en su pecho intentando separarlo de mi cuerpo, pero su peso es demasiado sobre mí.
—Espera, Lía — pide quitando mis manos de su pecho y abrazándome con fuerza.
Comienzo a sentirme atrapada y sólo quiero salir de aquí, no deseo más esto, no quiero lo que sea que está pasando, incluso podría decir que odio la idea de sentir esto y no lo que imaginaba que sentiría.
No me lo explico, no sé por qué razón en vez de sentir placer, de pronto siento repulsión hacia el ángel
—Carajo, no hagas esto — pide sosteniéndome con mayor fuerza cuando lucho por quitármelo de encima.
Luzbel ha perdido su encanto sobre mí, no lo miro igual, no siento nervios al mirarlo, sólo puedo sentir repulsión y ganas de librarme de él.
—Déjame — pido mientras intento hacerlo a un lado.
—No, sólo espera más tiempo.
—¡Déjame ya! — grito desesperada mientras me echo a llorar, el dolor me consume y me siento atrapada con él aquí.
—Maldita sea, sólo espera — ruega negándose a soltarme —, por eso te dije que no era el momento antes, porque iba a pasar esto.
—Por favor, Luzbel, déjame ya.
—Lastímame — pide sin soltarme.
—No...
—Hazlo, por favor — ruega mirándome a los ojos, y todo vuelve.
La confusión que me provoca lo que está pasando en terrible. De nuevo lo siento mío, otra vez regreso a la realidad del momento, y me desespero al notar que las sensaciones malas pelean con las buenas para apoderarse completamente de mí.
—¿Qué carajo me está pasando? — sollozo desesperada ante mi guerra de emociones internas.
—Lo que tenía que pasar, por favor, sólo haz lo que te pido.
Sin poder evitarlo me abrazo a Luzbel mientras mis lagrimas resbalan a todas direcciones desde mis ojos. Él corresponde el abrazo, aunque con una fuerza mucho mayor.
Todo en mí está tan revuelto que incluso me dan ganas de vomitar, es como si alguien más viviera dentro mí, y las emociones de ambos se pelean por dominar mi cuerpo, así me siento. Así de inexplicable es todo.
Por segundos odio a Luzbel, luego lo amo más que nunca, un segundo después me da asco, y al otro no quiero que se quite de encima.
—Maldita sea, ¿vas a hacerme caso? — inquiere con voz fuerte, y lo peor se viene entonces.
Su reproche me causa furia.
_________________
Siguiente actualización, viernes 8 de febrero 🤯🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro