El mensaje del futuro
— ¡¡Maldición!! — salte de la cama, el maldito móvil se me quedó sin batería y como consecuencia la alarma no me despertó.
Me vestí a prisa, luego conecte el cargador del dichoso móvil y lo encendí, de inmediato el aparato comenzó a vibrar frenéticamente, tenía un montón de mensajes acumulados.
— Van a matarme — dije revisando las notificaciones y en ese preciso instante vibró una llamada entrante — ¿hola? — conteste.
— Demonios Ángel, ¿dónde te habías metido? — oí el regaño de mi amiga Ale del otro lado.
— Lo siento me quede dormido, pero ya voy de salida — tomé la maleta y agradecí a mi yo del pasado por haberla preparado ayer.
— Por favor apresúrate, Max está enfadado y a punto de irse, ya sabes trajo una chica y... — al instante entendí a lo que se refería y supuse que no lo decía porque él estaba cerca.
— Entretenlos un poco, ya estoy en camino — suplique subiendo mis cosas al auto para luego colgar y arrancar el auto.
Estacione el auto frente a la casa de Ale.
— Ya era hora — salió molesto Max, mientras las chicas venían detrás con sus maletas.
— Lo siento — dije bajándome del coche y acomodando las cosas en el maletero.
— Max ya estaba impaciente — respondió Ale en tono de burla para calmar la tensión.
— Ella es Jackie — mencionó Max, tomando el bolso de la otra muchacha.
— Hola — salude amablemente, ella simplemente sonrió y todos subimos al auto para partir.
Me disculpe por la tardanza, Max seguía enfadado, pero aceptó mis disculpas; a Ale no le importo, ella siempre había sido muy comprensiva y además sabía muy bien lo despistado que soy.
El resto del camino, pusimos la música a todo volumen y cantamos a todo pulmón canciones al azar del reproductor; Jackie no parecía muy contenta, me preguntaba donde había encontrado Max a esta chica, dada su larga lista de "conquistas".
Llegamos a la cabaña de mi abuelo donde pasaríamos el rato. Bajamos del coche, la cabaña no se veía nada mal desde fuera, Max bajo del auto y tomo la mano de Jackie.
— Nada mal — se apresuró Max al interior, ya que le había entregado las llaves mientras Jackie y yo sacábamos las maletas — ¡¿chicos?! — grito Max desde adentro, de inmediato corrimos dejando las cosas afuera.
— ¿Qué sucede? — pregunto Jackie cruzando el umbral.
Definitivamente la casa estaba muy descuidada, las telarañas bajaban del techo, hojas secas adornando el piso y polvo por todas partes.
— Les dije que no había venido aquí en mucho tiempo — argumente en mi defensa al ver aquel desastre.
— Descuida solo hace falta limpiar — me consoló Ale — casi me pegas el susto de mi vida — arremetió contra Max.
— Discúlpame Ale, pero mira este lugar — me miro entrecerrando los ojos — se supone que íbamos a descansar — hizo un puchero mirando de reojo a Jackie.
— Creo que no es tan grave, si todos ayudamos, esto quedara limpio muy rápido — sonó el optimismo de Jackie, justó en ese instante pensé que mi primera impresión sobre ella tal vez había sido errada.
— Es cierto — apoye a Jackie — pero primero debemos desempacar — aclare apuntando al coche aparcado afuera.
Luego de desempacar las cosas, nos metimos de lleno a limpiar toda la casa, tuvimos que ingeniárnosla para hacerlo, ya que nadie lleva una escoba a un viaje, ¿verdad?
— ¿Qué haremos con esto? — preguntó Jackie, señalando una pila de viejos diarios en la esquina de la sala.
— Sera mejor llevarlos al sótano — indique.
Después de terminar de limpiar, cada uno tomo una parte de las pilas de diarios para proceder a acomodarlos en el sótano; aquel lucia mucho peor respecto a la casa, un olor extraño y nauseabundo se desprendía del lugar.
— ¿Qué diablos es ese olor? — se quejó Max acomodando su parte en un espacio vacío.
— Debe ser un animal muerto — señale dejando mi parte sobre la de él.
— Vaya este lugar está repleto de cosas — habló Ale cubriéndose la nariz después de dejar su pila — ¡mira! — se exaltó al ver una radio antigua entre tantas cosas.
— ¿Para qué quieres eso? — preguntó Max.
— No sabes que estas cosas valen millones — contestó Ale sosteniendo la vieja radio como un tesoro.
— Es cierto, se pueden vender por internet, los coleccionistas pagan muy bien — aseguro Jackie.
— Sera mejor que subamos — insistí ya que el olor comenzaba a producirme un malestar — si quieres puedes llevártela — señale la radio a Ale.
Subimos todos dejando aquel desagradable olor atrás y nos acomodamos en la sala para descansar después del arduo trabajo.
— ¿En serio pagan tanto por esas cosas? — hablo Max, sentado en la alfombra, volviendo al tema de la radio.
— Si y aún más sin funcionan — contesto Jackie mientras se sentaba junto a él y tomaba su brazo para pasarlo por su cuello para luego abrazarlo; me pareció tierno su gesto, definitivamente la juzgué mal.
Ale comenzó a presionar los botones al azar, esperando que la radio emitiera algún sonido.
— Tal vez necesita un enchufe — estiro Max la mano al no haber ninguna señal de la radio, para que se la preste y con esto dejo de abrazar a la chica que dulcemente se había encaramado a él.
Max tomo la radio y la reviso minuciosamente, comenzó a voltearla de un lado a otro, presionando los botones, hasta que el dispositivo desprendió un leve sonido, movió una perilla que hizo que el sonido se escuchara más fuerte y agudo, solo para dejarla sobre la alfombra.
— Ta tan — presento la radio como si de un truco de magia se tratara.
— ¿Esta averiada, verdad? — Ale arqueo una ceja, refiriéndose a los pequeños sonidos repetidos que salían de la radio.
— Creo que sí, además no es posible que funcione sin energía — aclare.
— Mmm.. — Max la presiono contra su oído y la sacudió levemente — no parece estropeada — dio su veredicto.
— Entonces, ¿qué se supone que significan esos sonidos? — lo rete porque sabía lo mucho que le molesta que desafíe su intelecto.
— Tal vez sea una clave — dice Jackie en tono de broma a Max.
— Esperen... — nos calla de repente — 1... 2...5... 1... — comenzó a balbucear números mientras lo miramos extrañados.
— ¿Qué haces? — interrumpí.
— Shhhh — me callo de nuevo haciendo una seña con el dedo en su boca y continuo balbuceando — S... 6... 6... 3... 5... 1... 6... O, luego se repite de nuevo — termino de hablar.
— ¿Qué significa? — pregunto Jackie.
— Creo que el aire fresco le afecto — lo moleste un poco.
— Es clave morse — menciono Max — los golpes — aclaro en relación al radio.
— ¿En serio? — pregunto Ale con incredulidad.
— No — conteste de inmediato — solo quiere impresionarla — mire a Ale y ambos sonreímos sabiendo a que me refería.
— No es eso — Max corrió directamente a su mochila y saco un pequeño cuaderno para apuntar algo.
— ¿Qué sucede? — lo mire preocupado, sabía muy bien que cuando una cosa se le metía en la cabeza era imposible que la olvidara.
— Son coordenadas — se detuvo mirándonos fijamente con una sonrisa de satisfacción — luego saco el móvil y tecleo un par de veces en el — está aquí — nos enseñó la pantalla.
— Bien, has descubierto el misterio y ¿ahora qué? — lo desafíe nuevamente.
— Está a 1 km en esa dirección — se acercó a la ventana y señalo la montaña.
— Debe ser una broma, no planeas ir allá ¿verdad? — pregunto Ale.
— No creen que sería emocionante ir a ver que hay — dice extasiado.
— Vamos, es solo un viejo radio, no hay nada allá — dije esperando calmar sus ansias.
— ¿No te parece mucha coincidencia? — señalo la ubicación — ¿puede ser una señal de auxilio, tal vez alguien este atrapado allá? — uso una excusa para intentar convencernos — además de todas formas íbamos a hacer una caminata mañana ¿no?.
— Puede que alguien esté en peligro — apoyo su argumento Jackie.
— Vamos, no nos tomara más de dos horas — rogo Max.
Ale y yo nos miramos, con esas miradas en las que esperas que el otro tenga la respuesta y sin más remedio asentimos simplemente y en menos de media hora, ya estábamos cruzando el bosque en las faldas de la montaña cargados de nuestras mochilas.
— Es una locura — le susurre a Ale, arrepintiéndome de haberme dejado convencer tan fácil y ella asintió resignada.
Subimos la montaña con facilidad, hasta que nos detuvimos en una pequeña cueva a un par de metros de la base.
— Creo que es aquí — indico Max con el móvil en la mano.
Entramos y un viento helado corre por detrás, pronto confirmamos que la cueva estaba vacía, solo una roca de forma extraña se alza en medio de ella.
— Bueno no hay nadie, regresemos — insistí impaciente.
— Espera — nuevamente la voz de Max nos detuvo mientras este examinaba la cueva — miren esto — nos llamó, observando algo al interior de la extraña roca.
Todos nos acercamos y circundamos la roca, observamos un pequeño objeto esférico plateado en el centro de esta.
— ¿Qué es? — pregunto Ale.
— Tómala — le indicaba Max.
— ¿Por qué yo? — se sorprendió ella.
— No eras tú la que quería un objeto de colección, debe valer una fortuna — señalo temeroso el objeto.
Sin previo aviso un destello púrpura emana del objeto, obligándonos a cubrirnos los ojos por el resplandor, seguido de una especie de reflejo de un holograma que cubre las paredes de la cueva.
— ¡¿Qué diablos es esto?! — grite aún enceguecido por la luz, viendo reflejos del holograma en las paredes.
Max que se descubrió los ojos por completo, los frotaba para ajustarlos a la luz.
— Creo que es un mapa — menciono.
— ¿Un mapa de qué? — pregunto Ale.
Max apunto un par de veces con los dedos.
— Un mapa galáctico, del cielo — contestó con ímpetu.
— ¿Y esa? — Jackie señalo una brillante estrella que era de un color diferente a las demás, tenía un tono azulado.
Max analizaba el "mapa", pero yo no entendía nada y por la cara de las chicas deduje que tampoco entendían. De pronto nuevamente una luz brillante emano del objeto, esta vez de un tono blanco más enceguecedor que nos desoriento.
— Bienvenidos humanos — una voz resonó dentro de mi cabeza, pero no en mis oídos, del susto de inmediato me levante aterrado.
— Creo que los primitivos seres han descubierto el portal que escondimos en su planeta — otra voz diferente nuevamente hablo en mi cabeza y al levantarme vi a mis amigos igual de desconcertados que yo.
— ¿Quié... quiénes son? — logre entretejer mis palabras asustado.
— Somos los Lavers, una raza de extraterrestres dedicada a preservar la vida en los planetas — explicó de nuevo la primera voz en mis adentros.
— ¿Qu... que quieren? — alcanzó a preguntar Ale, mientras las lágrimas de Jackie se hacían presentes.
— En los millones de futuros posibles que hemos podido visualizar el caos que hace presa de su planeta, por ello hemos escondido un portal, para que puedan salvarse cuando sea el momento — una segunda voz sacudió mis neuronas.
Eran una especie de humanoides, de alargadas extremidades, enormes ojos color negro, no tenían bocas ni narices y su piel era grisácea además estaban completamente desnudos, creo.
— Descuiden no los dañaremos — nos calmó la otra voz.
— ¿N... n.. nos va.. van a dej.. dejar ir? — murmuró Max.
— Si quieren pueden quedarse, es muy probable que su generación ocasione la devastación de su raza — se oyó dentro de mi cabeza la primera voz.
Lógicamente solo quería salir de ahí, pero mis piernas no respondían en absoluto, de hecho no podía mover ninguna extremidad y al ver a mis amigos igual de inmóviles que yo, supuse que tampoco podían.
— Podemos oír todo lo que piensan, sabemos que es difícil asimilar toda esta información y entendemos sus deseos, pero recuerden ustedes son los elegidos — informó la segunda voz y una nueva luz aturdidora nos cubrió, era de un azul intenso, fue lo último que divise antes de desmayarme.
Desperté de nuevo en la cueva o quizás nunca me fui, no sé. Max temblaba del susto, Jackie seguía llorando y Ale respiraba erráticamente, yo simplemente apretaba muy fuerte mis puños, "¿Qué había sido eso??", "¿Acaso fue un sueño?", "¿Elegidos para qué...?", se sintió tan real y después de calmarnos, salimos pitando de la cueva, para no regresar jamás...
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