Capítulo 7
Samantha
—Buenos días Ava —Saludo al entrar a la cocina, mientras ella canta All about that bass de Meghan Trainor.
—Buenos días, Sam —farfulla para seguir cantando, sacándome la primera sonrisa del día.
Antes de husmear lo que sospecho que huele tan bien, me pongo un delantal dispuesta a ayudar, no seré tan apasionada como Ava con la cocina, pero me gusta y honestamente me defiendo muy bien.
—Tortilla española —suspiro inhalando el exquisito olor al confirmar lo que está preparando —, me encantan tus tortillas españolas para desayunar —confieso.
—Lo sé —admite —y a mi me encantan tus jugos y batidos, ¿puedes preparar uno de naranja, zanahoria y remolacha, por favor?
—Por su puesto que sí —respondo y en seguida busco las frutas y vegetales dispuesta a preparar el delicioso jugo.
Una vez que terminamos de preparar todo, nos sentamos en el comedor una en frente de la otra y saboreamos nuestro delicioso desayuno. No se que haría sin Ava y su amor por cocinar. Hace que no extrañe tanto a mi madre, sus mimos y sus deliciosos platillos.
—Como habrás notado, hice tu desayuno favorito — dice Ava risueña.
—Obviamente lo noté —Sonrió porque su tono de voz me hace ser consciente de sus intenciones.
—Como comprenderás, no haré tu desayuno favorito sin pedir nada a cambio —admite lo que ya me sospechaba.
—Lo comprendo —declaro —, ¿qué clase de mejor amiga serías si no sobornas a tu mejor amiga con una de sus comidas favoritas? —bromeo.
—Una muy mala, de seguro —contesta guiñándome un ojo.
—¿Y qué quieres a cambio? —inquiero curiosa.
—Por el momento nada —responde sonriente —, digamos que será una cuenta por cobrar en mi libro y una cuenta por pagar en el tuyo —Vuelve a guiñar el ojo —; hoy solo lo utilizaré como un recordatorio de que me debes un final de la historia del Sr. Travis —concluye.
—Se me hacía raro que no me lo mencionaras tan pronto entré a la cocina — Río porque no puedo creer lo obstinada que es.
—Estaba tratando de manejar mi curiosidad, pero no puedo —confiesa —, ¡cuenta ya! —chilla haciéndome reír con más fuerza.
—Lo único que queda por contar es que con el tiempo, el Sr. Tyron volvió a sus vicios y sus parrandas. Tyler creció sin una madre y sin una figura paterna que le diera buen ejemplo, así que comenzó a dar problemas en la escuela, metiéndome en toda clase de pleitos y bajando cada vez más sus calificaciones. No respetaba la autoridad, no parecía afectarle ningún castigo y cada vez respetaba menos a las personas. Toda la conducta rebelde se mantuvo hasta la adolescencia, así que el Sr. Travis convenció a su hermano de poner en un fideicomiso el dinero que Tyler recibiría a los dieciocho años como regalo de graduación, con la condición de que debía mejorar su comportamiento y subir sus calificaciones o el dinero iría a caridad.
—¿Y cambió de comportamiento o dejó perder el regalito? —pregunta Ava.
—Cambió —contesto —, obviamente con ayuda, fueron a terapia psicológica y una escuela de artes marciales —resumo.
—Definitivamente no hay hombre perfecto —comenta Ava —, tan bueno que está el maldito y está loco —resopla —, ¿y a quién se le ocurre inscribir a un niño con problemas de conducta en artes marciales? —cuestiona —, es cierto que las personas que van al psicólogo no están locas, solo necesitan ayuda y acompañamiento para modificar ciertas conductas y eso lo sé muy bien; hasta hace poco visitaba uno —Hace un gesto de obviedad —, pero no entiendo lo de las artes marciales —admite.
—Ava, las artes marciales ayudan a las personas con problemas de comportamiento ya que desde su concepción de la no violencia propician el uso del cuerpo como un medio de defensa y control de los propios movimientos, tanto para no dañar a los demás como para no dañarse a sí mismos —puntualizo —. Las artes marciales fomentan el movimiento con fundamento, con reglas y con sentido, ayudando a dominar el cuerpo y por ende a respetarlo —concluyo y tengo que reír por la cara exagerada de asombro de Ava.
—¿Y desde cuando eres una experta en artes marciales, Sam? —inquiere manteniendo su expresión exorbitante.
—No tenía la menor idea, lo busqué en Google cuando salí de la oficina del Sr. Travis ese día —admito —, me hice la misma pregunta que tú —Ambas estallamos en carcajadas ante mi confesión.
Cuando dejamos de reír, levantamos la mesa y nos dirigimos a la cocina. Yo lavo los trastes, mientras Ava alimenta a Cosa 1 y Cosa 2.
—¿Y qué pasó con la reencarnación sexy de Bruce Lee después de eso? —pregunta Ava y ambas volvemos a reír ante su ocurrencia.
—Mejoró bastante —declaro —, tanto que cuando recibió el dinero como regalo de graduación, también un auto deportivo edición limitada como incentivo adicional.
—A mi nunca me han incentivado tanto —expresa Ava.
—A mi tampoco —admito —, desventajas de ser de familias económicamente modestas —afirmo —, pero tenía una familia que me daba todo su amor y apoyo a diferencia de Tyler.
—En eso tienes razón, yo igual —agrega Ava.
—Ya para concluir, o no tendremos tiempo de lavarnos los dientes antes de irnos al trabajo, te diré que los hermanos Oswald pusieron otro fideicomiso para que Tyler se graduara de la universidad; cosa que el Sr. Tyron no pudo ver, ya que murió de una sobredosis a los pocos meses de que Tyler iniciara en la facultad de administración de negocios y que actualmente tiene otro fideicomiso, este es para que se haga cargo de la compañía —finalizo tomando una enorme bocanada de aire debido a lo rápido que dije todo.
—Ahora tu ira hacia él, tiene sentido para mí —comenta Ava —; te gusta un tipo totalmente opuesto a Steven, totalmente opuesto a ti y a lo que te gusta —puntualiza finalmente.
—Me alegra que ahora me puedas comprender mejor —Asiente ante mi comentario —. Ahora vamos a cepillarnos los dientes o llegaremos tarde, señorita chismosa —Salgo corriendo al baño después de decir esto, pues sé que Ava me cobrará con golpes, con cosquillas, o quizás con ambas, el hecho de haberla llamado chismosa.
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