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Capítulo 0

Tyler

Hola, soy Tyler Oswald. Me he animado a contarte mi historia porque parece una cosa de locos digna de ser contada, valga la redundancia.

Comenzaré cuando suena el despertador un lunes a las 6:30 am. parecía una horrible pesadilla, algo que había evitado con tanto empeño toda mi vida, de hecho, es a lo único que le había puesto empeño en mi vida ahora que lo pienso mejor.

En fin, se estaba por hacer realidad o más bien, se hizo realidad... ¿pueden adivinar lo qué es?

No, no es eso.

Eso tampoco es.

No, no me van a dar libertad condicional por buena conducta, no estoy preso al menos no físicamente; además eso no sería una pesadilla sino algo bueno en caso de que estuviera preso, pero no lo estoy.

Aunque ahora que lo pienso mejor no soy un presidiario, pero si puedo considerarme un esclavo... sí soy un esclavo, un esclavo de mi "queridísimo" tío, Travis Oswald.

Pero en realidad no es nada de eso,me he ido por las ramas... ya que no adivinaste, te lo voy a decir...

Tendré que ir a trabajar... Sí, así como lo lees.

A lo largo de mis veintiocho años solo me he dedicado a acumular experiencias, muchos lo llamarían vagar, pero te garantizo que he aprendido más del mundo de lo que te imaginas. Me podrías considerar como un ícono andante de cultura general.

Podría escribir un libro con todos los conocimientos adquiridos por medio de mis muchos viajes a través de todo el mundo.

Aprendí más en mis viajes que en los cuatro años que estudié administración de negocios obligado por mi padre, que a su vez fue obligado por mi tío a obligarme a estudiar. Parece un trabalenguas ¿cierto? ya entenderás más adelante cuando te lo explique.

Pero ese no es el punto en este momento, volvamos al despertador que ha dejado de hacer su ruido macabro gracias a que Tiggans lo ha apagado.

Tiggans es mi asistente del hogar, también fue mi nana desde que tengo memoria y lo más parecido a una madre que he tenido.

También te contaré eso luego.

Volvamos al momento...

—Tyler, debes levantarte ahora muchacho —Se escucha la voz de Tiggans con dulzura.

—Nana, no quiero levantarme, quiero dormir —contesto adormilado.

—Ya has dormido suficiente, ya es tiempo de que te hagas un hombre responsable y hacer lo que debiste estar haciendo hace años —espeta en un tono ya no tan dulce mientras me quita las sábanas.

A pesar de que quiero decirle tantas cosas no agradables para que salga de mi habitación y me deje en paz, no puedo, la respeto demasiado. Es una de las pocas personas a quiénes respeto, en realidad solo hay dos personas en el mundo a quienes respeto y ella es una, la otra es mi tío Travis.

Después de luchar conmigo mismo para levantarme, tomo una ducha y me visto para la ocasión. Un traje Giogio Armani, perfume, gemelos, pisa corbatas y corbata Versace, zapatos Ferragamo, finos y exclusivos lentes de sol Prada y un rolex edición limitada en mi muñeca. Para mí vestir y oler bien es lo más importante, por lo tanto solo utilizo lo mejor, mientras más costoso y exclusivo, mejor.

Luego de un delicioso y balanceado desayuno me dispongo a salir hacia T.O. Company, el gran negocio de mi tío Travis. Es una multinacional que se encarga de fabricar, ensamblar y reparar aviones comerciales, militares, jets y helicópteros; es la más grande de todo Estados Unidos en esta área.

Ha crecido gracias a mi tío, no era tan grande, tan reconocida ni tan solicitada cuando mi tío la compró veinticinco años atrás, pero los Oswald tenemos esa gran virtud de mejorar todo lo que tocamos, entre muchas otras virtudes como ser extremadamente guapos, sexys, divertidos, tener buen cuerpo, etcétera.

Podría pasar varias horas enumerando virtudes. La modestia no es una de ellas, obviamente.

En el parqueo de mi edificio tomo uno de mis autos favoritos, mi Porshe 911 convertible, me dirijo al edificio en el que está ubicada la compañía y luego de unos quince minutos llego y me detengo a contemplarlo, es increíble que estando tan cerca de la compañía de mi tío, es la primera vez que vuelvo en doce años.

Tenía dieciséis años la última vez que estuve en este lugar y recuerdo que solía venir con frecuencia, pero después de probar supe que las chicas, las fiestas y el sexo eran mucho más interesantes que venir a un lugar en el que no entendía nada de lo que se hacía solo porque mi tío quería que aprendiera para dirigirlo luego de que él se retirase. Todos estos años huyendo de esto y aquí estoy de nuevo para hacer lo que mi tío ha querido desde siempre, solo que esta vez no tengo otra opción.

Un guardia de seguridad me indica donde estacionar luego de confirmar mi autorización para entrar al edificio, subo a uno de los ascensores pues el parqueo es subterráneo y ya en lobby diviso a tres hermosas mujeres, después de todo no será tan aburrido venir aquí todos los días.

Las observo bien mientras me dirijo hacia ellas, no dejan de mirarme y las entiendo, me veo muy bien.

Todas mis horas en el gimnasio, mi alimentación balanceada y mi buen gusto a la hora de vestir, valen la pena por estos momentos cuando las féminas prácticamente babean al verme. Eso simplemente me encanta.

Elijo ir a donde la castaña, son hermosas las tres, pero ella resalta y se pone aún más nerviosa cuando se percata que me dirijo directamente hacia ella.

—Buenos días, bienvenido a T.O. Company, soy Catherine Brown, ¿hacia dónde se dirige? —habla y se nota lo nerviosa que la pongo.

—Buenos días Catherine Brown, soy Tyler Oswald y me dirijo a la oficina de mi tío, Travis Oswald —contesto su saludo y me presento con mi mejor sonrisa, noto como se pone aún más nerviosa.

Oh sí Tyler, será muy divertido estar aquí, no bien acabas de llegar y ya tienes tu próxima víctima.

—Permítame un momento señor Oswald —dice y de inmediato teclea algo en su computadora.

—Te permito todos los que quieras, Catherine y puedes tutearme, no soy mi tío para que me llames señor Oswald —dicho esto se sonroja y sigue con su vista en la computadora mientras yo me acerco más al mueble que le sirve de escritorio y la observo mejor.

Está muy buena, me la imagino desnuda y en todas las posiciones en que la quisiera tener.

—Aquí tiene señor Oswald, debe portar esta identificación de visitante todo el tiempo que esté dentro de la compañía o la seguridad lo sacará del edificio. Si lo pierde debe reportarlo de inmediato a cualquier miembro de la seguridad que hay en cada piso . Firme este libro de visitantes con su nombre y luego debe tomar el primer ascensor y dirigirse al piso treinta y siete en ese piso está la oficina de su tío, ¿Le puedo ayudar en algo más? —Ella me indica seriamente y yo no puedo dejar de ver sus labios e imaginar que los estoy besando.

—Gracias Catherine, eres muy amable, pero habíamos quedado en que me ibas a tutear —espeto mientras firmo el libro y coloco la identificación en un lugar visible de mi impecable y costoso traje, ella solo sonríe.

—De acuerdo —contesta otra vez sonrojada.

—¿Tienes una hoja o libreta en la que pueda anotar algo? —cuestiono sonriente mirando sus oscuros y profundos ojos. Me extiende la libreta y escribo mi número telefónico en ella con un llámame o escribe para invitarte a un café.

No me quedo para ver su reacción, sé que llamará o escribirá, siempre lo hacen.

Sin voltear a verla, me dirijo hasta el primer ascensor como acaba de indicarme y marco el piso treinta y siete. Allá voy tío Travis, tan puntual como exiges, pero sin el menor deseo de estar aquí como dijiste que sentiría desde que entrara al edificio.

Al abrirse las puertas veo un escritorio con otra belleza detrás de el, creo que mi tío planea torturarme al pretender que trabaje en un lugar con tantas mujeres bellas, porque solo he visto a cuatro y cual de las cuatro está más buena. La belleza de labios carnosos y hermosos lunares me sonríe.

—Bienvenido a T.O Company, soy Ava O'neill asistente del señor Travis Oswald, ¿qué se le ofrece? —dice todo sin quitar esa sonrisa de sus labios, no entiendo como lo hace, yo puedo hablar o sonreír, pero no ambas al mismo tiempo.

—Que amables son todas en esta compañía, soy Tyler Oswald y mi tío debe estar esperándome —añado tomando su mano y ella la retira de inmediato.

—Por supuesto, joven Oswald. 

Ella se pone de pie y veo más curvas de las que jamás había visto en una mujer, oh rayos, tiene unos pechos enormes y un trasero que mata, debe ser un espectáculo desnuda y así me la estoy imaginando.

—Esta es la oficina del señor Oswald, deberá esperarlo unos minutos aquí, pues aún viene de camino —Sin dejarme desplegar mis encantos con ella cierra la puerta y me deja solo en la oficina.

Es enorme y finamente decorada, digna de mi tío, todo un Oswald. Miro el escritorio y me imagino a Ava desnuda sobre él, la veo en varias posiciones en las que me gustaría tenerla, ahora la imagino junto con Catherine y siento como la sangre se comienza a acumular en mi entrepierna.

¡No no no, Tyler! piensa en cosas sanas... lechugas, manzanas, tomates, melones, sí, ricos melones como los de Ava.

¡No no no! piensa en ancianas, travestis, Donald Trump, madrugar todos los días para trabajar, sí eso está mucho mejor.

Toda la sangre va de regreso a su lugar.

Pasan varios minutos, mi tío no llega y me aburro de tal forma que estoy a punto de dormirme en una silla.

Mañana sin duda me levantaré más tarde, prácticamente abrí este lugar hoy.

Acostumbro a que mis días comiencen después de medio día.

Debo tomar café, un café bien cargado para mantenerme despierto. Salgo de la oficina y Ava no está en su escritorio, por suerte para mi circulación sanguínea, pero para mala suerte para mí. Tendré que averiguar por mi cuenta en dónde hay una cafetería. La buscaré yo mismo, el piso es enorme y debe haber una.

Efectivamente, después de recorrer varios pasillos se divisa una puerta que dice cafetería y me dirijo a ella, dentro solo hay un empleado, me acerco y pido un expreso doble con dos de azúcar, pero mis oídos no pueden creer lo que este idiota me responde.

—Disculpa, creo que no escuché bien, ¿me lo repites? —articulo con el mayor sarcasmo, pues escuché perfectamente.

—Esta cafetería es solo para empleados, si necesita un café debe ir a la cafetería del Lobby que es para visitantes —repite el muy estúpido.

—Escucha imbécil, por ningún motivo bajaré treinta y seis pisos por un maldito café si aquí hay café —Le digo tratando de calmarme para no partirle la madre a este idiota.

—Lo siento señor, sé que aquí hay café, pero le repito que esta cafetería es solo para emplea... —Lo interrumpo dando un salto por encima del mostrador que nos dividía tomándolo por el uniforme firmemente.

—Li sinti siñir si qui iqui —digo totalmente molesto —¿A CASO ME VES CARA DE IMBÉCIL? ¿QUIERES QUEDARTE SIN EMPLEO? ¿SABES QUIEN SOY YO? ¡MALDITO IMBÉCIL! — pero cuando estoy a punto de golpearlo, lo salva la campana.

—¿Qué se supone que está pasando aquí? —Volteo para ver a una rubia que más bien parece un ángel y me olvido completamente del imbécil que tengo en frente, del café, del sueño y suelto al bueno para nada para voltear a ver de frente a este ángel.

—Sam, le explicaba al señor que esta cafetería es solo para empleados y como él es visitante debe ir a la cafetería del Lobby —habla el inepto que ahora no sé si es un robot o un papagayo porque repite lo mismo una y otra vez.

—Eso es cierto, señor Oswald —dice la rubia para mi total asombro, sabe quien soy y estoy seguro que nunca antes había visto a esta belleza, al menos no estando sobrio, de lo contrario la recordaría —. Haremos lo siguiente —continúa la rubia interrumpiendo mis pensamientos o más bien mis esfuerzos de recordar algo sobre ella en mis borracheras —, dame lo de siempre y lo que el señor Oswald pidió por favor.

De inmediato el imbécil prepara mi expreso doble con dos de azúcar y un té, la rubia se acerca hacia el mostrador colocándose a la par mía y pasa por el lector óptico su identificación de empleada .

—Gracias Dan y disculpa el mal entendido del señor Oswald, no volverá a pasar ¿cierto? —enarca una ceja y me mira firmemente mientras me entrega el café.

Yo estoy perdido en el azul verdoso de sus ojos, tomo el café de su mano sin dejar de mirarla profundamente y pensar que lo que estoy a punto de decir no va conmigo, pero algo me dice que me dará puntos con la rubia.

—Cierto,disculpa por el mal entendido...Dan —Aunque mis adentros gritan maldito imbécil.

—Por cierto, soy Samantha Davis —Se presenta extendiendo su mano que de inmediato tomo y beso sus nudillos, presiento que a ella le gustan este tipo de cursilerías, pero jamás había hecho algo así, no es mi estilo —. Eso no era necesario, estamos en el siglo XXI, con estrechar la mano es suficiente —agrega luego de poner los ojos en blanco.

Acabo de perder un punto.

Sonrío con mi más seductora e irrisitible sonrisa para tratar de recuperarlos, pero ella ni me mira, comienza a caminar y a tomar de su té.

—Vamos a la oficina del señor Travis, nos está esperando —dice mientras camina hacia la puerta de salida.

Yo miro el hermoso cuerpo que tiene y me la imagino caminando desnuda...no Travis, recuerda... Donald Trump, ancianas, lechuga, madrugar.

Tío Travis en verdad debe odiarme para ponerme a trabajar entre tentaciones tan irresistibles como estas , espero que no me reprenda cuando caiga en ellas, soy débil.

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