🌹43🌹
Diez días después hay una convención sobre la empresa en Múnich a la que tengo que asistir. Intento escaparme, pero
Gerardo y Jackson no me lo permiten, e
intuyo que el señor Kim tiene algo que ver en ello. Cuando mi avión llega aquí los recuerdos me avasallan.
De nuevo estoy en esta majestuosa ciudad. Acompañado por Jackson y varios jefazos más de todas las delegaciones de Corea llegamos hasta el lugar donde se organiza la convención a las once de la mañana. Una vez allí me siento junto a Jackson y la convención empieza. Busco a Taehyung entre la multitud de asistentes y lo localizo. Está en la primera fila, y el corazón se me encoge cuando lo veo junto a Jihyo. ¡Bruja!
Como siempre parecen muy compenetrados y, cuando Taehyung sube al estrado para hablar delante de más de tres mil personas llegadas de todas las delegaciones, lo miro con orgullo.
Escucho todo lo que dice y soy
consciente de lo guapo, guapísimo que
está con aquel traje gris oscuro. Cuando
su discurso acaba y Jihyo sube al
estrado junto a él, me tenso. Taehyung la ha
cogido por la cintura, y ella, encantada, saluda con gesto de triunfo.
Jackson me mira. Yo trago con
dificultad, pero intento sonreír. Tras el
acto, unos camareros comienzan a pasar
copas de champán y canapés.
Taehyung se acerca, junto Jihyo. Ambos saludan a todos los asistentes y deseo salir
corriendo cuando lo veo llegar hasta mi
grupo. Con una encantadora, pero fría,
sonrisa, nos mira a todos. No me presta
ninguna atención especial, y cuando me
saluda ni siquiera posa sus ojos en los
míos. Me da la mano como a uno más y
después se marcha para seguir saludando al resto de los comensales.
Jihyo cruza una mirada conmigo y
veo la risa en sus ojos. ¡Será perra!
Mientras saludan a otros, observo
cómo Taehyung vuelve a coger a Jihyo por la cintura y se hace fotos. En ningún
momento hace ademán de mirarme.
Nada, absolutamente nada. Es como si
nunca nos hubiéramos conocido. Sin
pestañear observo cómo se hace fotos
con otras mujeres, y la piel se me pone
de gallina cuando veo que Taehyung dice algo a una mirándole los labios. Lo conozco.
Sé lo que significa esa mirada y a lo que
conllevará. Me pica el cuello. ¡Los
ronchones! ¡Oh, no!
Los celos pueden conmigo, ¡no puedo soportarlo!
Cuando ya no aguanto más, busco
una salida. Tengo que salir de allí como
sea. Cuando llego hasta una de las
puertas, alguien me toma la mano. Me
doy la vuelta con el corazón acelerado y
veo que es Jackson. Por un instante, he
pensado que sería Taehyung.
—¿Dónde vas?
—Necesito un poco de aire. Hace
mucho calor ahí dentro.
—Te acompaño —dice Jackson.
Cuando encontramos por fin una
salida, Jackson saca una cajetilla de
tabaco y le pido uno. Necesito fumar.
Tras las primeras caladas mi cuerpo se comienza a tranquilizar. La frialdad de
Taehyung, unida a Jihyo y a cómo ha
mirado a otras personas, ha sido
demasiado para mí.
—¿Estás bien, Kung? —pregunta
Jackson.
Asiento. Sonrío. Intento ser él de siempre.
—Sí, es sólo que hacía mucho calor.
Jackson asiente. Sé que imaginará
cosas, pero no quiero hablarlo con él.
Tras el cigarrillo, soy yo el que propongo entrar de nuevo. Debo ser fuerte y se lo tengo que demostrar a él, a Jihyo, a Jackson y a todo el mundo.
Con paso seguro, regreso hasta el grupo de Corea e intento integrarme en las conversaciones, pero no puedo.
Cada vez que me doy la vuelta, Taehyung está cerca, halagando a algun chico o chica. Todos quieren fotos con él; todos, menos yo.
Dos horas después, cuando estoy en
uno de los baños, oigo cómo una de esas
mujeres dice que el jefazo Kim Taehyung le ha dicho que es muy linda.
¡Será estúpida!
Sin poder evitarlo, la miro.
Cuando salgo del baño me cruzo con Jihyo. Me mira. La muy arpía me mira y me guiña un ojo con diversión.
Siento unas irrefrenables ganas de
agarrarla de su rubio pelo y arrastrarla
por el suelo, pero no. No debo. Estoy en
una convención; tengo que ser profesional y, sobre todo, le prometí a mi padre que no me volvería a comportar como pandillero.
Al llegar a mi grupo me sorprendo
cuando veo que Taehyung habla con ellos.
Junto a él hay un lindo moreno de otra
delegación que babea mientras habla. Taehyung, consciente del magnetismo que provoca entre las personas, bromea con él, y éste, como un tonto, se toca el pelo y se mueve nervioso. Cierro los ojos. No quiero
verlos. Pero al abrirlos me encuentro
con la mirada de Taehyung, que dice:
—El joven Jeon los llevará hasta donde he organizado la fiesta. Él conoce Múnich. —Yo levanto el mentón, y Taehyung añade, entregándome una tarjeta —. Los espero a todos allí.
Dicho esto, se marcha. Yo pestañeo.
Todos me miran y comienzan a
preguntarme cómo llegar hasta el sitio
que el jefazo ha dicho. Miro la tarjeta, y
tras recordar dónde está esa sala de
fiestas, nos dirigimos hacia el autobús que nos llevará al hotel, hasta que llegue
la noche y sea el evento.
Cuando el autobús nos deja en el
hotel, aprovecho para darme una ducha.
Estoy muy tenso. No quiero ir a esa
fiesta, pero he de hacerlo. No me puedo
escapar. Taehyung ya se ha encargado de
que no me escape. Tras secarme el
pelo, oigo unos golpes y unos jadeos.
Escucho con atención y al final sonrío.
La habitación de al lado es la de Jackson,
y por lo que oigo, lo está pasando muy
bien.
Doy unos golpes en la pared y los
jadeos paran. ¡No quiero escucharlos!
Me cambio el traje gris claro.
A las nueve, tras cenar en el hotel,
nos reunimos todos en el hall. Como es
de esperar todos buscan en mí a la
persona que les llevará hasta donde el
jefazo ha dicho. Tras hablar con el
conductor del autobús, nos sumergimos en el tráfico de Múnich, y sonrío al pasar junto al Jardín Inglés. Con cariño miro los lugares por donde paseé con Taehyung y fui feliz durante una bonita época de mi vida, pero el buen ambiente se me acaba cuando el autobús llega a destino y nos tenemos que bajar.
Entramos en el local. Es enorme, y
como era de esperar, el señor Kim ha preparado una colosal fiesta. Todos aplauden. Jackson me mira
y, divertido, murmuro:
—Oye, he estado a punto de sacar un
pañuelito blanco y gritarte «torero».
Él se ríe y señala a una joven.
—¡Dios, nene!, ni te cuento cómo es el huracán Patricia.
Ambos nos reímos y, en ese
momento, escucho a mi lado:
—Buenas noches.
Al levantar la mirada me encuentro
con Taehyung. Está guapísimo con su
esmoquin negro y su pajarita. ¡Oh,
Dios!, siempre he querido hacerle el
amor sólo vestido con la pajarita. ¡Qué
morbo! Rápidamente me quito esa idea
de la cabeza. ¿Qué hago pensando en
eso?
Nuestros ojos se encuentran, y su
frialdad es extrema. El corazón me
aletea. El estómago se me contrae hasta
que veo que quien va a su lado es la
pelirroja italiana del baño. ¡Vaya por Dios!
Sin cambiar el gesto, saludo, y él
prosigue su camino con ella. No quiero
que vea que su presencia me perjudica,
pero la verdad es que me deja totalmente noqueado. Está claro que Taehyung ya ha retomado su vida y lo tengo que
aceptar.
Del brazo de Jackson, me dirijo a la
barra y pedimos algo de beber. Estoy
sediento. Durante una hora, Jackson está
a mi lado. Reímos y comentamos cosas,
hasta que la música comienza. Han
contratado a una banda de música swing.
¡Me encanta!
La gente comienza a bailar, y Jackson decide sacar al huracán Patricia.
Me quedo solo, y mientras bebo de
mi copa, escaneo el local. No he vuelto
a ver a Taehyung, pero pronto lo encuentro
bailando con la italiana. Eso me inquieta. Canción tras canción, soy testigo de cómo todos quieren bailar con él, y él, encantado,
acepta.
¿Desde cuándo es tan bailarín?
Se supone que el loco bailarín soy yo
y, aquí estoy, sujetando la barra.
¡Mierda! Pero cuando lo veo bailar con Jihyo me altero. Soy así de imbécil.
No puedo soportar la mirada de ella y
cómo lo agarra con posesión por el cuello mientras mueve un dedo y le acaricia el pelo.
Me doy la vuelta. No puedo seguir
mirando. Voy al baño, me refresco y
regreso a la fiesta.
Al salir, me encuentro con un amigo, el de la delegación de Busan, y me invita a bailar. Accedo.
Después, me invitan varios más, y mi autoestima vuelve a estar donde yo necesitaba. De pronto, Taehyung está a mi lado y le pide a mi acompañante permiso para bailar conmigo. Mi acompañante accede, encantado. Yo, no tanto. Cuando él pone su mano en mi cintura y yo pongo mis
brazos en su cuello, la orquesta toca
Blue moon. Trago saliva y bailo. Desde
su altura, me mira y, finalmente, dice:
—¿Lo está pasando bien, joven Jeon?
—Sí, señor —asiento escuetamente.
Sus manos en mi espalda me queman. Mi cuerpo reacciona ante su contacto, su cercanía y su olor.
—¿Qué tal le va la vida? —vuelve a
preguntar en tono impersonal.
—Bien —consigo decir—, con
mucho trabajo. ¿Y a usted?
Taehyung sonríe, pero su sonrisa me
asusta cuando acerca su boca a mi oído
y murmura:
—Muy bien. He retomado mis juegos y debo reconocer que son mucho mejores de lo que los recordaba. Por cierto, Dexter me dio recuerdos el otro día para usted, para su precioso caliente.
Intento desasirme de su abrazo, pero
no me deja. Me aprieta contra él.
—Termine de bailar conmigo esta
pieza, joven Jeon. Después, puede
usted hacer lo que le dé la gana. Sea
profesional.
Me pica todo, pero no me rasco.
Aguanto el tirón ante su adusta mirada, y cuando la canción acaba, me da un frío y galante beso en la mano. Y antes de marcharse, murmura:
—Como siempre, ha sido un placer
volver a verlo. Espero que le vaya bien.
Su cercanía, sus palabras y su
frialdad me han llegado al alma.
Voy a la barra y pido un cubata. Lo
necesito. Tras ése me bebo otro e intento
ser profesional y frío como él. He tenido
el mejor maestro. Ningún Kim Taehyung va a poder conmigo.
Lo observo, furioso, mientras él lo
pasa bien con los demás. Todos caen
rendidos a sus pies y soy consciente de
con quién se va a ir esa noche. No es
con la italiana. Es con Jihyo. Sus
miradas me lo dicen.
¡Los odio!
A la una de la madrugada decido dar
por terminada la fiesta. ¡No puedo más!
Jackson se ha ido con su propio huracán
sexual y algún que otro tipo ya se está
poniendo pesadito conmigo.
Cuando salgo a la calle, respiro. Me
siento libre. Veo aparecer un taxi y lo
paro. Le doy la dirección y, en silencio,
regreso a mi hotel. Subo a mi habitación
y me quito los zapatos. Estoy enojado.
Taehyung me ha sacado de mis casillas. ¿Qué raro? Escucho jadeos en la habitación de al lado. Jackson y su huracán.
Resoplo. Menuda nochecita que me
van a dar.Me siento en la cama, me tapo los ojos y me pueden las ganas de llorar.
¿Qué narices hago yo aquí?
Los jadeos en la habitación de al lado suben de tono. ¡Menudo escándalo! Al final, doy dos golpes en la pared.
Los jadeos paran, y yo cabeceo.
Instantes después llaman a mi puerta
y me tapo los ojos. ¡Que mata pasiones soy!
Será Jackson para pedirme perdón.
Sonrío y, cuando abro, me encuentro con
el gesto ceñudo de Taehyung. Mi expresión
cambia.
—Vaya…, veo que no soy quien
esperaba, joven Jeon.
Sin pedir permiso entra en la
habitación y yo cierro la puerta. No me
muevo. No sé qué hace aquí. Taehyung se da una vuelta por la estancia y, tras
comprobar que estoy solo, me mira y yo
pregunto:
—¿Qué quiere, señor?
Iceman me mira, me mira, me mira, y
responde con indiferencia:
—No lo vi marcharse de la fiesta y
quería saber que estaba bien.
Sin acercarme a él, muevo la cabeza;
sigo enfadado por lo que me ha dicho en
la fiesta.
—Si ha venido usted para ver con
quién voy a jugar en el hotel, siento decepcionarlo, pero yo no juego con gente de la empresa ni cuando la gente de la empresa está cerca. Soy discreto.
Y en cuanto a estar o no estar bien, no se
preocupe, señor, me sé cuidar muy bien
yo solito. Por lo tanto, ya se puede
marchar.
El que yo haya afirmado que juego
en otros momentos lo atiza. Lo veo en su
rostro y, antes de que diga nada que me
pueda enfadar aún más, siseo:
—Salga de mi habitación ahora
mismo, señor Kim.
No se mueve.
—Usted no es nadie para entrar aquí
sin ser invitado. Con seguridad lo esperarán en otras habitaciones. Corra, no pierda el tiempo; seguro que Jihyo o cualquier otro desea ser su centro de atención. No pierda el tiempo aquí conmigo y márchese a jugar.
Tensión. Mucha tensión.
Nos miramos como auténticos
rivales, y cuando él se acerca a mí, yo
me muevo con rapidez. No estoy
dispuesto a caer en su juego por mucho
que mi cuerpo lo necesite, lo grite.
Le oigo maldecir y luego, sin
mirarme, se dirige hacia la puerta, la
abre y se va. Se marcha furioso.
Me quedo solo en la habitación. Mis
pulsaciones están a mil. No sé qué quiere Taehyung. Lo que yo sí sé es que
cuando estoy a solas con él no soy el
dueño de mi cuerpo.
La noche que regreso de la
convención en Múnich decido que debo
retomar mi vida. Debo olvidarme de Taehyung y buscarme otro trabajo.
Necesito volver a ser yo o, como siga así, no sé qué va a ser de mí.
Al día siguiente, cuando llego a la oficina, hablo con Jackson. Éste no entiende que me quiera marchar. Intenta convencerme, pero intuye que lo que había entre el jefazo y yo no está zanjado. Me acompaña hasta el despacho de Gerardo y, una vez allí, gestiono mi despido.
Tras una mañana de locos en la que
Gerardo no sabe qué hacer conmigo, al
final lo consigo. Causo baja definitivamente.
Por la tarde, cuando salgo de la
oficina, sonrío. Ése es el primer día de
mi vida.
Si ven alguna incoherencia xfa avisenme
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro