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🌹4.05🌹

Narrado por Taehyung

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Llega el sábado de la carrera y me sudan las manos.

Acompañado por Woojin, Min ho y el pequeño, nos acercamos hasta donde se llevará a cabo la carrera solidaria para recaudar fondos para los niños más desfavorecidos en Navidad.

Min ho está emocionado con lo que ve, y Woojin igual, pero yo no. Yo estoy horrorizado.

Nervioso. Inquieto. Temo por la seguridad de Jungkook.

Estoy buscando a mi pequeño entre la gente cuando de pronto Min ho da un grito y lo veo correr hacia él.

Kook va vestido con su ropa de cuero, e inevitablemente me inquieto.

Está precioso, como siempre, y evita mirarme.

En cambio, su hermana Yang mi,no.
Ella me mira, y leo en sus ojos que le doy pena.

¡Me siento patético!

Jungkook abraza a Min ho, a Woojin y al pequeño y, cuando es mi turno dice con frialdad y sin mirarme:

—Buenos días, señor Kim.

Contengo las ganas que siento de abrazarlo y de besarlo y, al ver cómo nos observan todos, murmuro:

—¡Hola, Kook!

Entonces veo que mira a su hermana e indica:

—Yang mi, ellos son Woojin, Min ho y sus pequeño hijo, y él es el señor Kim.

Todos vuelven a contemplarme con gesto incómodo y entonces oigo que alguien dice:

—Jungkook, sales en la siguiente manga.

Esa voz...

¡Esa maldita voz!

Y al volverme me encuentro con Yugyeom.

¡Joder..., joder...!

Ambos nos miramos con fastidio. No nos gustamos nada de nada y, sin rozarnos y con frialdad, nos
saludamos.

—Tengo que dejarlos. Me toca salir —oigo que dice Jungkook—. Min ho, soy el número 87.

Deséame suerte.

Y, sin más, se aleja de nosotros acompañado de su hermana y de Yugyeom, y veo que luego choca
los nudillos con un chico que, como él, parece que va a competir.

Quieto observo a distancia todo lo que ocurre mientras mi impaciencia sube y sube por momentos y lo busco entre los corredores.

A diferencia de la otra vez, hago un esfuerzo por ver la carrera, pero me resulta imposible.

Cada vez que su moto derrapar o parece que él va a caerse, la cabeza me martillea y tengo que dejar de mirar, mientras Min ho emocionado grita y me dice que ha pasado a la siguiente manga.

Cuando lo veo salir de la pista, observo que de nuevo vuelve a chocar los nudillos con el mismo corredor de antes, y me molesta.

¿Quién es ése?

¿He de considerar rivales a Yugyeom y también a ese tipo?

El papá de Jungkook, que se ha enterado de que estoy allí, me busca y me saluda.

Es un buen hombre, y bajando la voz me indica que no agobie a su bebé, que siga dejándole espacio.

Decido hacerle caso, aunque en un par de ocasiones intento acercarme a él, pero al verme escapa.

¡Maldita sea!

Trato de tomármelo con calma, con paciencia, que no tengo; con humor, que tampoco tengo, pero entonces lo veo hablando de nuevo con el tipo de la moto y éste se permite la confianza de colocarle un mechón de su pelo tras la oreja.

¡Joder..., joder..., joder...!

Siento que voy a explotar de celos y me alejo de ellos.

Me acerco hasta la organización y decido donar una buena cantidad para los niños.

En Navidad, ningún ningún debería quedarse sin juguetes.

Cuando regreso minutos después, veo que Jungkook y el otro corredor vuelven a chocar los nudillos y salen de nuevo a la pista.

Dejo de mirar.

No puedo verlo correr.

Min ho, que está a mi lado junto a Woojin y el pequeño, me retransmite lo que ocurre, hasta que oigo que Kook llega segundo y, al mirar, veo que el primero ha sido el tipo con el que lleva toda la mañana sonriendo y me entero de que se llama "David".

Los observo, necesito saber si hay algo entre ellos, y de pronto veo que se quitan las gafas, los cascos y se abrazan con demasiada efusividad.

¿Acaso Jungkook me está provocando?

Cuando se van a entregar los premios en el podio, decido no perdérmelo y, al oír el nombre de Jungkook y ver que él saluda con su trofeo en la mano, aplaudo orgulloso.

Les hacen varias fotos a los ganadores, y luego observo que él desaparece en los vestuarios.

Pienso si entrar o no, pero al final decido que es mejor no hacerlo.
Lo espero frente a la puerta y, cuando lo veo salir, un sentimiento de propiedad hace que alargue la mano, lo agarre y tire de él.

Durante unos segundos nos miramos. Nos tentamos. Nos retamos.

Tenerlo cerca de mí, olerlo y sentir el tacto de su piel me hacen perder la razón y, sin poder remediarlo, llevo mi boca cerca de la suya y murmuro:

—Me muero por besarte.

Él no dice nada y, al comprobar que me acerco a su boca y no se separa, no lo dudo y lo hago.

Saqueo su boca para demostrarle cuánto lo deseo y cuánto lo he añorado, pero de pronto alguien
comienza a aplaudir a nuestro alrededor y sé que es por nosotros.
Nos separamos y lo siento desconcertado y feliz, por lo que susurro:

—Esto es como en las carreras, cariño: quien no arriesga no gana.

Él asiente. Creo que le ha gustado lo que ha oído, pero entonces replica con seguridad:

—Efectivamente, señor Kim. El problema es que usted ya me ha perdido.

Acto seguido, con brusquedad, me separa de él y se va, dejándome totalmente descuadrado.

¡Maldito cabezón!

Por un segundo, mientras la estaba besando, he sentido que él disfrutaba como yo, pero no, está visto que no ha sido así. Sin moverme del sitio, lo observo alejarse, le dejo espacio como me pidió su padre, aunque media hora después ya lo estoy llamando.

¡Tengo que hablar con él!

Jungkook no me contesta el teléfono, me ignora. Decido enviarle un bonito ramo de rosas rojas y, al ver en una tienda un curioso estadio de fútbol hecho de dulces, intuyo que eso le gustará y decido mandárselo también.

¡Para él, todo es poco!

Sin embargo, mis regalos no parecen gustarle, porque sigue sin responder al teléfono. Ofuscado, decido tomar el BMW oscuro que he alquilado y acercarme a su casa.

Allí tampoco está, y cuando su padre me dice que ha comenzado a trabajar de camarero en un pub, la sangre se me congela.

¿Mi pareja, trabajando de camarero?
Malhumorado, conduzco hasta el pub en cuestión mientras siento que me falta el aire. Cuando entro en el local y lo veo tras la barra, camino hacia él y siseo con todo mi mal genio:

—Kook, sal de ahí ahora mismo y ven conmigo.De inmediato reconozco al chico que está a su lado, es el tal David, el mismo que competía con él
en el circuito. Éste lo mira y pregunta:

—¿Conoces a este tipo?

Encabronado, miro a Kook y aclaro con voz bronca:

—Es mi esposo. ¿Algo más que preguntar?

Al oírme, él se apresura a replicar que no es mi esposo y, como era de esperar, discutimos.

¡Si es que se nos da de lujo!

—Quiero que me olvides y me dejes trabajar —protesta—. Quiero que te fijes en otro u otra, y te alejes de mí, ¿entendido?

No me gusta oír eso.

Si él me pide que me fije en otro es porque ya no siente nada por mí. Aun así, me niego a creerlo.

Me niego a creer que no siente lo mismo que yo y, dispuesto a saber si lo que pienso es verdad o no, lo miro y digo:

—De acuerdo, Kook. Haré lo que me pides.

Furioso, me encamino al fondo de la barra, y le pido una bebida a otro camarero.

Estoy nervioso, alterado.

Ver que él sigue hablando con ese tipo me incomoda, pero decido aguantar hasta saber la verdad.

Si ya no me quiere, si ya no siente nada por mí, lo sabré rápidamente y me prometo a mí mismo que entonces me iré.

Pero si compruebo que lo que voy a hacer le molesta, me prometo también que lucharé por él.

Miro a mi alrededor tratando de relajarme y enseguida encuentro lo que busco.

A escasos metros veo a un joven muy guapo de la edad de Jungkook. Me mira, y sé por su gesto que desea que le preste atención.

Lo hago.

Sé perfectamente qué tengo que hacer para que él se me aproxime y, un par de minutos después, lo hace.

Con la mejor de mis sonrisas, le digo lo que quiere oír, eso nunca falla, y le invito una copa.

Hablamos, le hace gracia mi acento al hablar coreano, y ambos reímos, momento en el que él recorre mi mejilla con un dedo y veo que Jungkook aprieta la mandíbula.

¡Sí!

Eso era lo que deseaba ver.Él chico, va acercándose cada vez más a mí, y yo se lo permito.

Quiero que Kook sienta lo mismo que yo cuando lo veo con otro hombre y, con disimulo, observo cómo mi pequeño se enfada, se molesta por lo que ve.

Varios minutos después, sin ganas de continuar mi juego con aquél chico, sé lo que tengo que hacer para cortarlo de raíz y, agarrándolo de la mano ante la mirada atenta y enfadada Jungkook, salimos del pub.

Durante unos minutos, caminamos alejándonos del local. El chico me mira,y espero poder quitármelo pronto de encima.

Así pues, dispuesto a ahuyentarlo, suelto con descaro:

—Tienes un trasero muy apetecible.

No digo más y simplemente pongo su mano en mi entrepierna y dejo que él imagine.

Como esperaba, él se asusta de mi indirecta tan directa y, tras decir que tiene prisa, se marcha y me deja solo.

Eso me hace gracia y, cuando camino ya hacia mi auto, saco mi móvil y antes de regresar a la villa en la que me alojo tecleo:

Coquetear es tan fácil como respirar. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

Una vez que leo lo que he escrito, le envío el mensaje a Jungkook.

Espero que no haga tonterías.

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