Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹26 [PARTE I]🌹

La vida con Iceman va viento en popa  a pesar de nuestras discusiones.

Nuestros encuentros a solas son locos, dulces y apasionados, y cuando visitamos a Yoongi, calientes y morbosos.

Taehyung me entrega a su amigo, y yo acepto, gustoso.

No hay celos.

No hay reproches.

Sólo hay sexo, juego y morbo.

Los tres hacemos un excepcional trío, y lo sabemos; disfrutamos de nuestra
sexualidad plenamente en cada
encuentro. Nada es sucio. Nada es
oscuro. Todo es locamente sensual.

Yong ho es otro cuento. El pequeño no
me lo pone fácil. Cada día que pasa lo
noto más reticente a ser amable conmigo y a nuestra felicidad.

Taehyung y yo sólo discutimos por él. Él es la fuente de nuestras peleas, y el niño parece disfrutar.

Ahora acompaño a Norbert alguna
mañana al colegio. Lo que Yong ho no sabe es que cuando Norbert arranca el auto y se va, yo observo sin ser visto. No entiendo qué ocurre. No soy capaz de comprender por qué Yong ho es el centro de las burlas de sus supuestos amigos. Lo molestan, lo empujan, y él no reacciona.

Siempre acaba en el suelo. He de poner remedio. Necesito que sonría, que tenga confianza en sí mismo, pero no sé cómo lo voy a hacer.

Una tarde, mientras estoy en mi
habitación tarareando una canción, observo a través de los cristales que vuelve a nevar.

Nieva sobre lo nevado, y eso me alegra.

¡Qué bonita que es la nieve!

Encantado con ello, voy a la habitación de juegos donde Yong ho hace deberes y abro la puerta.

—¿Te apetece jugar en la nieve?

El niño me mira y, con su habitual
gesto serio, responde:

—No.

Tiene el labio partido.

Eso me enfurece. Le cojo la barbilla y le pregunto:

—¿Quién te ha hecho esto?

El niño me mira y con mal genio
responde:

—A ti no te importa.

Antes de contestar, decido callar.

Cierro la puerta y voy en busca de
Sarah, que está en la cocina
preparando un caldo. Me acerco a ella.

—Sarah.

La mujer, secándose las manos en el
delantal, me mira.

—Dígame, joven.

—¡Aisss, Sarah, por Dios, que me
llames por mi nombre, Jungkook!

Sarah sonríe.

—Lo intento, joven, pero es difícil acostumbrarme a ello.

Comprendo que, efectivamente, debe
de ser muy difícil para ella.

—¿Hay algún trineo en la casa? —
pregunto.

La mujer lo piensa un momento.

—Sí. Recuerdo que hay uno
guardado en el garaje.

—¡Genial! —aplaudo. Y mirándola,
digo—: Necesito pedirte un favor.

—Usted dirá.

—Necesito que salgas al exterior de
la casa conmigo y juegues a tirarnos bolas.

Incrédula, parpadea, y no entiende
nada. Yo, divirtiéndome, le agarro las
manos y cuchicheo:

—Quiero que Yong ho vea lo que se
pierde. Es un niño, y debería querer
jugar con la nieve y tirarse en trineo.
Vamos, demostrémosle lo divertido que puede ser jugar con algo que no sean las maquinitas.

En un principio, la mujer se muestra
reticente. No sabe qué hacer, pero al ver que la espero, se quita el mandil.

—Deme dos segundos que me pongo
unas botas. Con el calzado que llevo, no se puede salir al exterior.

—¡Perfecto!

Mientras me pongo los guantes en la puerta de la casa, aparece Sarah.

—¡Vamos a jugar! —digo,
agarrándola del brazo.

Salimos de la casa. Caminamos por
la nieve hasta llegar frente al cuarto de juegos de Yong ho, y allí comenzamos nuestra particular guerra de bolas. Al principio, Sarah se muestra tímida, pero tras cuatro aciertos míos, ella se anima. Cogemos nieve y, entre risas, los dos nos lo tiramos.

Norbert, sorprendido por lo que hacemos, sale a nuestro encuentro.
Primero, es reticente a participar, pero dos minutos después, lo he conseguido, y se une a nuestro juego. Yong ho nos observa. Veo a través de los cristales que nos está mirando y grito:

—Vamos, Yong… ¡Ven con nosotros!

El niño niega con la cabeza, y los
tres continuamos. Le pido a Norbert que traiga del garaje el trineo. Cuando lo saca, veo que es rojo. Encantado, me subo en él y me tiro por una pendiente llena de nieve. El madrazo que me meto es considerable, pero la mullida nieve me para y me río a carcajadas. La siguiente en tirarse en Sarah, y después lo hacemos los dos juntos. Terminamos llenos de nieve, pero felices, pese al gesto incómodo de Norbert. No se fía de nosotros.

De pronto, y contra todo pronóstico, veo que Yong ho sale al exterior
y nos mira.

—¡Vamos, Yong, ven!

El pequeño se acerca y le invito a
sentarse en el trineo. Me mira con
recelo, así que le digo:

—Ven, yo me sentaré delante y tú
detrás, ¿te parece?

Animado por Sarah y Norbert, el
niño lo hace y con sumo cuidado me tiro por la pendiente. A mis gritos de
diversión se unen los de él, y cuando el trineo se para, me pregunta, extasiado:

—¿Lo podemos repetir?

Encantado de ver un gesto en él que
nunca había visto, asiento. Ambos
corremos hasta donde está Sarah y
repetimos la bajada.

A partir de este momento, todo son
risas. Yong ho, por primera vez desde que estoy en Alemania, se está comportando como un niño, y cuando consigo convencerlo para que baje él solo en el trineo y lo hace, su cara de satisfacción me llena el alma.

¡Sonríe!

Su sonrisa es adictiva, preciosa y
maravillosa, hasta que de pronto veo
que la cambia, y al mirar en la dirección que él mira, observo que Susto corre hacia nosotros.

Norbert ha dejado el garaje abierto, y, al oír nuestros gritos, el animal no lo ha podido remediar y viene a jugar.

Asustado, el niño se paraliza y yo doy un silbido. Susto viene a mí, y cuando le agarro de la cabeza, murmuro:

—No te asustes, Yong ho.

—Los perros muerden —susurra,
paralizado.

Recuerdo lo que el niño contó aquel
día en la cama, y acariciando a Susto,
intento tranquilizarlo:

—No, cielo, no todos los perros muerden. Y Susto te aseguro que no lo
va a hacer. —Pero el niño no se
convence, e insisto mientras alargo la
mano—: Ven. Confía en mí. Susto no te morderá.

No se acerca. Sólo me mira. Sarah
lo anima, y Norbert también, y el niño
da un paso adelante pero se para. Tiene miedo. Yo sonrío y vuelvo a decir:

—Te prometo, cariño, que no te va a
hacer nada malo.

Yong ho me mira receloso, hasta que de pronto Susto se tira en la nieve y se
pone patas arriba. Sarah, divertida, le toca la barriga.

—Ves, Yong ho. Susto sólo quiere que le hagamos cosquillas. Ven…

Yo hago lo que hace Sarah, y el
animal saca la lengua por un lateral de su boca en señal de felicidad.

De pronto, el niño se acerca, se agacha y, con más miedo que otra cosa, le toca con un dedo. Estoy seguro de que es la primera vez que toca a un animal en muchos años. Al ver que Susto sigue sin moverse, Yong ho se anima y le vuelve a tocar.

—¿Qué te parece?

—Suave y mojado —murmura el niño, que ya le toca con la palma de la
mano.

Media hora después, Susto y Yong ho ya son amigos, y cuando nos tiramos en el trineo, Susto corre a nuestro lado mientras nosotros gritamos y reímos.

Todos estamos empapados y llenos de nieve. Es divertido. Lo estamos pasando bien, hasta que oímos que un auto se acerca.

Taehyung.

Sarah y yo nos miramos. Yong ho, al ver que es su tío, se queda paralizado. Eso me extraña. No corre en su busca.

Cuando el vehículo se acerca, compruebo que Taehyung nos observa y, por su cara, parece estar de mal humor. Vamos, lo normal.

Sin que pueda evitarlo murmuro cerca de Sarah:

—¡Oh, oh!, nos ha pillado.

La mujer asiente. Taehyung para el auto. Se baja y da un portazo que me hace estimar el calibre de su enfado mientras camina hacia nosotros
intimidatoriamente.

¡Madre mía! ¡Qué rebote tiene mi
Iceman!

Cuando quiere ser malote, es el
peor. Nadie respira. Yo le miro. Él me
mira. Y cuando está cerca de nosotros,
grita con gesto reprobador:

—¿Qué hace este perro aquí?

Yong ho no dice nada. Norbert y Sarah
están paralizados. Todos me miran a mí, y yo respondo:

—Estábamos jugando con la nieve, y él está jugando con nosotros.

Taehyung coge de la mano a Yong ho y gruñe:

—Tú y yo tenemos que hablar. ¿Qué
has hecho en el colegio?

El tono de voz que emplea con el niño me subleva. ¿Por qué tiene que
hablarle así? Pero, cuando voy a decir
algo, le escucho decir:

—Me han llamado del colegio otra
vez. Por lo visto, has vuelto a meterte en otro lío y esta vez ¡muy grande!

—Tío, yo…

—¡Cállate! —grita—. Vas a ir derechito al internado. Al final, lo vas a conseguir. Ve a mi despacho y espérame allí.

Sarah, Norbert y el pequeño, tras la dura mirada de Taehyung, se van.

Si ven alguna incoherencia xfa avisenme

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro