Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹21🌹

Yo viendo que el capítulo anterior superó los 200 comentarios como si nada: 🤡🤡🤡🤡

en fin 😌

🌹

Tres días después llega una furgoneta
del aeropuerto con las cosas de mi
pequeña mudanza de Seúl.

Sólo veinte cajas, pero ¡estoy feliz! El resto sigue en mi casa.

¡Nunca se sabe!

Tener mis cosas es importante, y
durante días me dedico a colocarlas por toda la casa.

Taehyung y yo estamos bien. Tras la esplendorosa noche de sexo que tuvimos el día de la discusión, no
podemos parar de besarnos.

Lo sorprendí. Lo tenté y lo volví loco.

Es vernos y desear tocarnos. Es estar solos y desnudarnos con mayor pasión.

Una mañana suena el teléfono.

Sarah me lo pasa. Es mi padre.

—¡Papá! —grito, encantado.

—¡Hola, bebé! ¿Cómo estás?

—Bien, pero echándote mucho de
menos.

Hablamos durante un rato y le cuento el problema que tengo con Yong ho.

—Paciencia, cariño —me indica—.
Ese niño necesita paciencia y calorcito
humano. Obsérvalo e intenta
sorprenderlo. Seguro que si lo sorprendes, ese niño te adorará.

—La única manera de sorprenderlo
es marchándome de esta casa. Créeme, papá, ese niño es…

—Un niño, hijo. Con nueve años es
un niño.

Resoplo y suspiro.

—Papá, Yong ho es un viejo prematuro. Nada que ver con nuestra pequeña. Protesta por todo, ¡me odia! Para él soy un grano en el culo. Tendrías que ver cómo me mira.

—bebé…, ese niño, para lo pequeño que es, ha sufrido mucho. Paciencia. Ha perdido a su madre, y aunque su tío se ocupa de él, estoy seguro de que se encuentra perdido.

—Eso no te lo niego. Intento
acercarme a él, pero no me deja.
Únicamente lo veo feliz cuando está
enganchado a la Wii o a la Play, solo o
con su tío.

Mi padre ríe.

—Es porque todavía no te conoce.
Estoy seguro de que en cuanto conozca a mi bebé no podrá vivir sin ti.

Al colgar lo hago con una tremenda sonrisa en los labios. Mi padre es el
mejor. Nadie como él para subir mi
autoestima y darme fuerzas para todo.

Es domingo, y Taehyung propone que lo acompañe al campo de tiro. Yong ho y yo vamos con él.

Me presenta a todos sus amigos y, como siempre, cuando se enteran de que soy coreano, se asombran.

Observo que Taehyung es un tirador
certero y me sorprende. Con su
problema en la vista nunca habría
pensado que pudiera practicar un
deporte así.

No me gustan las armas.

Nunca me han agradado, y cuando Taehyung me propone tirar, me niego.

—Tae, ya te he dicho que no me
gusta.

Sonríe. Me mira y murmura,
dándome un beso en los labios:

—Pruébalo. Quizá te sorprenda.

—No. He dicho que no. Si a ti te
gusta, ¡adelante! No seré yo quien te
quite este placer. Pero no pienso hacerlo yo, ¡me niego! Es más, ni siquiera me parece aceptable que Yong ho las vea con tanta naturalidad. Las armas son peligrosas, aunque sean olímpicas.

—En casa, están bajo llave. Él no
las toca. Lo tiene prohibido —se
defiende.

—Es lo mínimo que puedes hacer. Tenerlas bajo llave.

Mi alemán sonríe y desiste. Ya me
va conociendo, y si digo no, es no.

Pasan unos cuantos días más y
decido dar alegría a la casa. Me llevo
de compras a Sarah. La mujer me
acompaña encantada y se ríe cuando ve las cortinas color esmeralda que he
comprado para el salón junto a los
visillos blancos.

Según ella, al señor no le gustarán, pero según yo, le tienen que gustar. Sí o sí.

Trato infructuosamente de que Norbert y Sarah me llamen Jungkook,
pero es imposible. El «joven» parece
mi primer nombre, y al final dejo de intentarlo.

Durante días compramos todo lo que
se me antoja.

Taehyung está feliz por verme tan motivado y da carta blanca a todo lo
que yo quiera hacer en la casa. Sólo
quiere que yo sea feliz y se lo
agradezco.

Tras meditarlo conmigo mismo, sin
decir nada, meto a Susto en el garaje.

Hace mucho frío y su tos perruna me
preocupa. El garaje es enorme, y el
pobre animal no pasará tanto frío. Le
cambio la bufanda por otra que he
confeccionado en azul.

Sarah, al verlo, protesta.

Se lleva las manos a la cabeza.

«El señor se enfadará. Nunca ha querido animales en casa».

Pero yo le digo que no se preocupe. Yo me ocupo del señor.

Sé que se va a enfadar cuando se entere, pero ya no hay marcha atrás.

Susto es buenísimo.

El animal no ladra. No hace nada, excepto dormir sobre la limpia y seca manta que le he puesto en un discreto lugar del garaje.

Incluso cuando Taehyung llega con el auto, sonrío al ver que Susto es muy
listo y que sabe que no se debe mover.

Con la ayuda de Sarah, lo sacamos
fuera de la parcela para que haga sus
necesidades, y pocos días después,
Sarah adora al perro tanto o más que yo.

Una mañana, tras desayunar, Taehyung por fin me propone que lo acompañe a la oficina.

Encantado, me pongo un traje
oscuro y una camisa blanca, dispuesto a dar una imagen profesional. Quiero que los trabajadores de mi chico se lleven una buena opinión de mí.

Nervioso llego hasta la empresa. Un enorme edificio y dos anexos
componen las oficinas centrales en
Múnich.

Taehyung va guapísimo con su
abrigo azulón de ejecutivo y su traje
oscuro. Como siempre, es una delicia
mirarlo. Desprende sensualidad por sus poros, y autoridad. Eso último me pone.

Cuando entramos en el impresionante
hall, la rubia de recepción nos mira, y
los vigilantes jurados saludan al jefazo.

¡Mi chico!

A mí me miran con curiosidad, y cuando voy a entrar por el torniquete, me paran. Taehyung, rápidamente,
con voz de ordeno y mando, aclara que soy su novio, y me dejan pasar sin la tarjetita con la V de visitante.

¡Yeah!

Yo sonrío. El rostro de Taehyung es serio. Profesional.

En el ascensor, coincidimos con un guapo chico moreno. Taehyung lo
saluda, y él responde al saludo. Con
disimulo observo cómo lo mira ese tipo y por sus ojos sé que lo desea.

Estoy por pisotearle un pie, pero me
contengo. No debo ser así. Me tengo que controlar.

Cuando salimos del ascensor y llegamos a la planta presidencial, un
«¡oh!» sale de mi boca. Esto nada tiene
que ver con las oficinas de Seúl.

Moqueta negra. Paredes grises.
Despachos blancos.

Mientras camino al lado de mi
Iceman, observo el gesto serio de la
gente. Todos me miran y especulan; en especial, las mujeres, que me escanean en profundidad.

Estoy algo intimidado. Demasiados
ojos y expresiones serias me contemplan y, cuando nos paramos ante una mesa, Taehyung dice a una rubia muy elegante y guapa:

—Buenos días, Lili, te presento a
mi novio, Jungkook. Por favor, pasa a mi despacho y ponme al día.

La joven me mira y, sorprendida, me
saluda.

—Encantada, joven Jungkook. Soy la
secretaria del señor Kim. Cuando necesite algo, no dude en llamarme.

—Gracias, Lili —contesto, sonriendo.

Los sigo y entramos en el impresionante despacho de Taehyung. Como era de esperar, es como el resto de la oficina.

Boquiabierto, me siento en la silla que
él me ha indicado y, durante un buen
rato, escucho la conversación.

Taehyung firma varios papeles que Lili le entrega y, cuando por fin nos
quedamos solos en el despacho, me mira y pregunta:

—¿Qué te parecen las oficinas?

—Son preciosas.

Taehyung sonríe y, moviéndose en su
silla, susurra:

—Prefiero las de Corea. Aquí no hay
archivo.

Eso me hace reír. Me levanto. Me acerco a él y cuchicheo:

—Mejor. Si yo no estoy aquí, no
quiero que tengas archivo.

Divertidos, reímos, y Taehyung me sienta en sus piernas. Intento levantarme, pero me sujeta con fuerza.

—Nadie entrará sin avisar. Es una
norma importantísima.

Me río y lo beso, pero de pronto mi
ceño se frunce.

—¿Importantísima desde cuándo? —
quiero saber.

—Desde siempre.

Toc… Toc… ¡¡Llamando los celos!!

Y antes de que yo pregunte, Taehyung
confiesa:

—Sí, Kook, lo que piensas es cierto.
He mantenido alguna que otra relación en este despacho, pero eso se acabó hace tiempo. Ahora sólo te deseo a ti.

Intenta besarme. Me retiro.

—¿Me acabas de rechazar? —
inquiere, divertido.

Asiento. Estoy celoso. Muy celoso.

—Cariño… —murmura Taehyung—,
¿quieres dejar de pensar tonterías?

Me deshago de sus manos. Rodeo la
mesa.

—Con Yeji, ¿verdad?

Un instante después de mencionar
ese nombre, me doy cuenta de que no
tenía que haberlo hecho. ¡Maldigo! Pero Taehyung responde con sinceridad:

—Sí.

Tras un incómodo silencio, pregunto:

—¿Has tenido algo con Lili, tu
secretaria?

Taehyung se acomoda en la silla y
suspira.

—No.

—¿Seguro?

—Segurísimo.

Pero cegado por los celos insisto mientras el cuello comienza a
picarme y me rasco.

—¿Y con el chico moreno que subía
con nosotros en el ascensor?

Piensa, y finalmente responde:

—No.

—¿Y con la rubia que estaba en
recepción?

—No. Y no te toques el cuello, o los
ronchones irán a peor.

No le hago caso y, no contenta con
sus respuestas, pregunto:

—Pero ¿tú has dicho que has tenido
sexo en este despacho?

—Sí.

¡Qué picor de cuello!

No doy crédito y cuchicheo fuera de mí:

—Me estás diciendo que has jugado
con alguien que trabaja en tu empresa.

—No.

Taehyung se levanta y se acerca.

—Pero si acabas de decir que…

—Vamos a ver —me corta,
quitándome la mano del cuello—, no he sido un monje y sexo he tenido con
varias mujeres y donceles de la empresa y fuera de ella. Sí, cariño, no lo voy a negar. Pero jugar, lo que tú y yo llamamos jugar, no he jugado con ninguno en este despacho excepción de Yeji y Jihyo.

Al recordar a esas arpías, mi
corazón bombea de forma irregular.

—Claro…, Jihyo, la señorita Jihyo.

—Que por cierto —aclara Taehyung
mientras me sopla el cuello—. Se ha
trasladado a Londres para desarrollar la empresa en aquella ciudad.

Eso me congratula. Tenerla lejos me
agrada, y Taehyung, divirtiéndose con mis preguntas, me abraza y me besa en la frente.

—Para mí, hoy por hoy, la única persona que existe eres tú, pequeño.
Confía en mi cariño. Recuerda, entre
nosotros no hay secretos ni
desconfianzas. Necesitamos que todo
sea así para que lo nuestro funcione.

Nos miramos.

Nos retamos, y finalmente, Taehyung se acerca a mi boca

—Si intento besarte, ¿me rechazarás de nuevo?

No contesto a su pregunta.

—¿Tú confías en mí? —digo.

—Totalmente —responde—. Sé que
no me ocultas nada.

Asiento, pero lo cierto es que le
oculto cosas. Me azota un sentimiento de culpa. ¡Qué mal me siento! Nada que tenga que ver con sexo, pero le oculto cosas, entre ellas que escondo un perro en casa, que he saltado con la moto de In-ho, y que su madre y Chung ha están apuntadas a un curso de paracaidismo.

¡Dios, cuántas cosas le oculto!

Taehyung me mira. Yo sonrío y, al final, resoplo y cuchicheo:

—¡Mira cómo se me ha puesto el cuello por tu culpa!

Taehyung ríe y me coge entre sus brazos.

—Creo que voy a ordenar que hagan
un archivo en mi despacho para cuando me vengas a visitar, ¿qué te parece?

Suelto una carcajada, lo beso y,
olvidándome de mis culpabilidades y
mis celos, musito:

—Es una excelente idea, señor Kim.

Si ven alguna incoherencia xfa avisenme

eso es todo x hoy nos vemos la proxima semana 😌✋🏻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro