Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹13🌹

Cuando el taxi me lleva hasta la puerta de la enorme mansión donde vive Taehyung, lo pago con la Visa y me bajo. Como era de esperar, vuelve a nevar y mis botas se hunden en la nieve, pero no importa; estoy feliz, además de congelado.

Cuando el taxi se marcha me quedo solo ante la imponente reja y un ruido
cercano me alerta. Miro hacia los cubos de basura que hay a mi izquierda y me sobresalto. Unos ojazos brillantes y saltones me observan, y grito.

-¡Mierda, qué susto!

Mi chillido hace que el pobre perro
huya despavorido.

Creo que se ha asustado más que yo.

Una vez que me quedo solo de nuevo, busco el timbre para que me abran, pero entonces veo que se enciende una luz en la casita de Sarah y Norbert. Las cortinas de una
ventana se mueven y de pronto se abre una puerta junto a la reja.

-¿Joven Jungkook? ¡Por todos los
santos, se va a usted a congelar!

Me giro y veo a Norbert, el marido de Sarah que, abrigado con un oscuro abrigo hasta los pies, corre hacia
mí.

-Pero ¿qué hace aquí con este frío?¿No se había marchado a Corea?

-He cambiado de planes en el
último momento -respondo tiritando a la par que sonriendo.

El hombre asiente, me devuelve la
sonrisa y me apremia mientras
caminamos hacia la portezuela lateral.

-Pase, por favor. He oído que un
auto paraba en la puerta, y por eso me
he asomado. Entre. La llevaré de
inmediato a la casa.

Juntos atravesamos el enorme jardín
lo más rápidamente que podemos. Los
dientes me castañetean, y el hombre se ofrece a darme su abrigo. Me niego. Eso no lo voy a consentir. Cuando llegamos a la casa, nos dirigimos hacia la puerta de la cocina. Norbert saca una llave, abre y me invita a pasar.

-Le prepararé algo calentito. ¡Lo
necesita!

-No..., no, por favor -digo,
cogiéndole las frías manos-. Regrese a
su casa. Es tarde y debe descansar.

-Pero, joven, yo...

-Norbert, tranquilo. Yo lo haré.
Ahora, por favor, regrese a su casa.

El hombre acepta a regañadientes y
me indica que el señor a esa hora suele estar en su despacho y Yong ho dormido. Le agradezco la información y por fin se va.

Me quedo solo en la enorme y oscura cocina, y respiro con agitación.

La casa está silenciosa, y eso me pone la piel de gallina, pero ¡he regresado!

Tiemblo.

Tengo frío, aunque pensar en Taehyung y su cercanía me hace empezar a tener calor. Estoy nervioso, ansioso por ver su cara cuando me vea.

Incapaz de aguardar un segundo más,
me encamino hacia el despacho, y al
acercarme, oigo música. Como un niño, acerco mi oreja a la puerta y sonrío al escuchar una canción romántica.

Desconocía que a Taehyung le gustara esa cantante.

Abro la puerta en silencio y sonrío
al ver a mi chico duro sentado junto a la enorme chimenea con un vaso en la
mano mientras mira el fuego. La música, el calor y la emoción de verlo me envuelven, y camino hacia él.

De pronto, él gira la cabeza y me ve.

Se levanta.

Mi respiración se agita mientras su rostro lo dice todo.

¡Está sorprendido!

Deja el vaso sobre una mesita. Su
gesto de asombro me hace sonreír y
suelto la mochila que aún llevo en mis
congeladas manos.

-Papá te manda un saludo y espera
que pasemos una feliz Nochevieja. -Taehyung parpadea; yo tirito y prosigo-: Y como me dijiste que podía regresar cuando quisiera, ¡aquí estoy! Y...

Pero no puedo decir más. Mi gigante
alemán camina hacia mí, me abraza con verdadero amor y susurra antes de besarme:

-No sabes lo mucho que he
deseado que ocurriera esto.

Me besa, y cuando separa sus labios
de los míos, sonríe, sonríe, sonríe...,
hasta que de repente su expresión se
contrae.

-¡Por el amor de Dios, Kook! ¡Estás
congelado, cariño! Acércate al fuego.

Cogido de su mano, hago lo que me pide mientras esos ojos me observan
con una calidez extrema.

-¿Por qué no me has llamado? -
pregunta, aún conmocionado por la
sorpresa-. Hubiera ido a recogerte.

-Quería sorprenderte.

Con semblante preocupado, me
retira el pelo húmedo de la cara.

-Pero estás congelado, cariño.

-No importa..., no importa...

Me besa de nuevo. Está nervioso. La
sorpresa ha sido increíble y está
totalmente descolocado.

-¿Has cenado?

Niego con la cabeza, y me ayuda a
deshacerme de mi frío y congelado abrigo.

-Quítate esa ropa. Estás empapado
y enfermarás.

-Espera. Tranquilo -le digo
riendo, dichoso-. En mi mochila tengo ropa que...

-Lo de tu mochila estará todo
mojado y frío -insiste, y rápidamente
se quita la sudadera gris de Nike que
lleva.

¡Diosss..., qué tableta de chocolate!

Es impresionante.

-Toma, ponte esto mientras voy a
por ropa seca a la habitación.

Sale rápidamente del despacho; mientras, yo no puedo parar de reír
como un auténtico tonto y un calor
maravilloso recorre mi cuerpo.

El efecto Kim Taehyung ha regresado a mí.

Estoy tonto.

Idiota.

Enamoradito perdido.

Y antes de que pueda moverme, ya
ha regresado con ropa en sus manos y
una sudadera azul puesta.

Al ver que todavía no me he quitado
la ropa húmeda, me desnuda mientras suena una sensual canción.

¡Dios, me encanta esa canción!

Taehyung no me quita ojo. Mimoso, le
tiento con mi mirada y mi cuerpo. Lo deseo.

Desnudo ante él, mete por mi cabeza su enorme sudadera gris.

-Baila conmigo -le pido cuando ya tengo la prenda puesta.

Sin zapatos y sin bragas, me agarro
al hombre que adoro y le hago bailar
conmigo. Acaramelados y sintiéndome totalmente protegido por él, bailamos esa bonita y romántica canción de amor sobre la mullida alfombra frente a la chimenea.

Disfruto de él entre sus brazos. Sé
que disfruta de mí entre mis brazos.

Mientras, nuestros pies se mueven
lentamente sobre la alfombra y nuestras respiraciones se funden hasta convertirse en una sola. Bailamos en silencio. No podemos hablar. Sólo necesitamos abrazarnos y seguir bailando.

Una vez que termina la canción, nos
miramos a los ojos, y Taehyung, agachándose, me da un dulce beso en los labios.

-Acaba de vestirte, Kook -dice con
la voz cargada de sensualidad.

Taehyung sonríe, y tras darme una
cachetada cariñosa en el trasero, me
entrega unos mullidos calcetines
blancos.

-Vístete y no me provoques más,
¡provocador! Vamos, siéntate ante la
chimenea. Iré a la cocina y traeré algo
de comida para ti.

-No hace falta, Tae..., de verdad.

-¡Oh, sí!, cariño -insiste-. Sí hace falta. Siéntate y espera a que regrese.

Encantado por su felicidad y la mía,
hago lo que me pide. Me da un beso y se marcha. Cuando me quedo solo en el despacho, miro a mi alrededor mientras la música me envuelve. Cojo mi húmeda mochila, saco un peine, me siento en la alfombra y comienzo a desenredar mi empapado pelo. Estoy peleándome con él cuando Taehyung entra con una bandeja. Al verme, la
deja sobre la mesa de su despacho y se
acerca a mí.

-Dame el peine. Yo te lo desenredaré. Como un niño, asiento y dejo que me peine. Sentir sus manos
desenredándome el pelo con mimo me enloquece.

Es tan tierno en ocasiones que me
resulta imposible creer que yo pueda
discutir con él. Una vez que acaba, me
da un beso en la coronilla.

-Solucionado lo de tu precioso
pelo. Ahora toca comer.

Se levanta, coge la bandeja de la
mesa y la deja sobre la alfombra. Acto
seguido, se sienta a mi lado y me besa
con cariño en el cuello.

-Estás precioso, pequeño.

Su gesto, sus palabras, su mirada, todo en él denota la felicidad que siente
por tenerme aquí.

El olorcito rico del caldito llega hasta mi nariz y, contento, tomo la taza. Taehyung no me quita ojo
mientras tomo un sorbo y dejo la taza en la bandeja.

—Te he sorprendido, ¿verdad?

—Mucho —confiesa, y me retira un
mechón de la cara—. Nunca dejas de
sorprenderme.

Eso me hace reír.

—Cuando iba a tomar el avión, he
recibido una llamada de mi padre. He
hablado con él y me ha dicho que si lo
que me hacía dichoso era estar contigo que me quedara y no desaprovechara la oportunidad de ser feliz. Para él es más importante saber que estoy aquí, contigo, satisfecho, que tenerme a su lado y saber
que te echo de menos.

Taehyung sonríe, agarra el sándwich de jamón york que me ha hecho y lo pone en mi boca para que yo dé un mordisco.

—Tu padre es una excelente
persona, pequeño. Tienes mucha suerte de que él sea así.

—Papá es la persona más buena que
he conocido en mi vida —contesto
después de tragar el rico trozo—.
Incluso me ha dicho que comenzar mi
nueva vida contigo en Navidades es algo bonito que no debo desaprovechar. Y tiene razón. Éste es nuestro comienzo y quiero disfrutarlo contigo.

Taehyung me ofrece de nuevo el sándwich y yo le doy otro mordisco. Cuando entiende el significado de lo que acabo de decir, añado, cerrándole la boca:

—Definitivamente, me quedo
contigo en Alemania. Ya no te libras de mí.

La noticia lo pilla tan de sorpresa
que no sabe ni qué hacer, hasta que
suelta el sándwich en la bandeja, coge
mi cara con sus manos y dice cerca de
mi boca:

—Eres lo mejor, lo más bonito y
maravilloso que me ha pasado en la vida.

—¿En serio?

Taehyung sonríe, me da un beso en los
labios y afirma:

—Sí, joven Jeon. —Y al ver las
intenciones de mi mirada, puntualiza con voz ronca—: Hasta que no te acabes el caldo, el sándwich y el postre, no pienso satisfacer tus deseos.

—¿Todo el sándwich?

Mi alemán asiente y murmura en un
tono de voz bajo, que me pone la piel de gallina:

—Todo.

—¿Y el plátano también?

—Por supuesto.

Su respuesta me hace sonreír.

Agarro el caldo y me lo bebo en tanto
lo miro por encima de la taza. Lo tiento con mis ojos y veo la excitación en su mirada.

¡Dios, Dios!

¡Taehyung, cómo me excitas!

Una vez que acabo, sin hablar, dejo
la taza y me como el sándwich. Bebo
agua, y cuando cojo el plátano, se lo
enseño, sonrío y lo dejo sobre la
bandeja.

—De postre… te prefiero a ti.

Taehyung sonríe.

Me besa y yo le empujo hasta
tumbarlo en la alfombra. Estamos frente a la chimenea encendida.

Solos…

Excitados…

Y con ganas de jugar.

Me siento a horcajadas sobre él.

Su pene está duro ante mi contacto e
insinuaciones y dispuesto a darme lo que quiero y necesito. Sus manos pasean por mis piernas, lenta y pausadamente, y se paran en mis muslos.

—Todavía no me creo que estés
aquí, pequeño.

—Tócame y créelo —lo invito,
mirándolo a los ojos.

La excitación sube segundo a
segundo y decido quitarle la sudadera.

Desnudo de cintura para arriba, a mi merced y con una sonrisa triunfal en mi boca, poso mis manos en su estómago y lentamente las subo hacia su pecho. En el camino, me agacho y su boca va a mi encuentro. Nos besamos. Sus manos agarran las mías.

—Tae…, me pones demasiado.

Él sonríe. Yo sonrío.

—¿Quieres que te muestre cómo me
pones tú a mí? —me pregunta
hambriento y jadeante.

—Sí.

Taehyung asiente, agarra los calzoncillos que llevo puestos y, sin preámbulos, me los quita. Después, hace lo propio con la sudadera y me quedo totalmente desnudo sobre él.

Sus manos van directas a mis
pezones atrayéndome hacia él.

Durante unos minutos disfruto de sus afrodisíacas caricias. Son colosales, calientes y morbosas, hasta que con sus fuertes manos me hace moverme, se desliza por debajo de mí y quedo sentado sobre su boca.

Mi estómago se encoge al sentir el
calor de su aliento en mi erección.

¡Oh, sí!

Me agarra con sus fuertes manos por la cintura y sólo puedo escuchar mientras me deshago:

—Voy a saborearte. Relájate y
disfruta.

Imágenes morbosas pasean por mi
mente mientras el hombre que me
enloquece toma de mí todo lo que
quiere, y yo se lo doy deseoso de más.

Estar solos, en su despacho, ante la
chimenea y desnudos es delicioso y
placentero. Pero inexplicablemente una vocecita en mi cabeza susurra muy bajito que si fuéramos tres todo sería más morboso.

Alucinado, abro los ojos.

¿Qué hago pensando yo así?

Taehyung ha conseguido meterme totalmente en su juego y ahora soy yo el que fantaseo con ello.

Suelto un gemido de placer mientras
me siento perverso.

Muy perverso.

Y dejándome llevar por mis fantasías,
digo:

—Quiero jugar, Taehyung…, jugar
contigo a todo lo que quieras.

Sé que me escucha.

Su azotito en mi trasero me lo confirma. Su boca se pasea por mi extensión, sus dientes me dan mordisquitos arrancándome
oleadas de placer y, por fin, deja que
culmine y llegue al clímax.

Cuando mi cuerpo se recupera de
ese maravilloso ataque, Taehyung me vuelve a colocar sobre su pecho y, con una sonrisa triunfal, me pide con voz ronca, cargada de erotismo:

—Fóllame, Kook.

Noto mis mejillas arreboladas por el
deseo que mi alemán me provoca. No es la chimenea la que me acalora, es Taehyung.

Mi Taehyung.

Mi alemán.

Mi mandón.

Mi cabezón.

Mi Iceman.

Dispuesto a que él disfrute tanto
como yo, me acomodo y agarro su pene.

Su suavidad es exquisita.

Lo miro con ojos de «relájate y disfruta» y, sin esperar ni un segundo más, lo introduzco en mi entrada.

Estoy húmedo, empapado, y siento
cómo la punta de su maravilloso juguete llega hasta mi punto sin él moverse.

¡Dios, qué placer!

Muevo las caderas de izquierda a
derecha en busca de más espacio, y
luego me aprieto sobre él. Taehyung cierra los ojos y jadea. Este movimiento cimbreante le gusta.

¡Bien!

Lo vuelvo a repetir mientras apoyo las manos en su pecho y le exijo:

—Mírame.

Mi voz.

El tono exigente que utilizo en ese instante es lo que hace que Taehyung
abra los ojos rápidamente y me mire.

Mando yo.

Él me ha pedido que tome la
iniciativa y me siento poderoso.

De pronto, varío el movimiento de mis caderas y, al dar un seco empujón hacia adelante, Taehyung jadea en alto y, gustoso, se contrae.

Pone sus manos en mis caderas. La
fiera interna de mi Taehyung está
despertando. Pero yo se las agarro y,
entrelazando mis manos con las suyas, susurro:

—No…, tú no te muevas. Déjame a
mí.

Está ansioso.

Excitado.

Caliente.

Su mirada me habla sola y sé lo que
desea.

Lo que piensa.

Lo que ansía.

De nuevo, muevo mis caderas con fuerza.

Me clavo más en él, y Taehyung vuelve a jadear. Yo también.

—¡Dios, pequeño…!, me vuelves
loco.

Una y otra vez repito los
movimientos.

Lo llevo hasta lo más alto, pero no
lo dejo culminar. Quiero que sienta lo
que me ha hecho sentir minutos antes a mí, y su mirada se endurece. Yo sonrío.

¡Aisss…, cómo me pone esa cara de mal genio!

Sus manos intentan sujetarme y las detengo otra vez mientras mis movimientos rápidos y circulares continúan llevándolo hasta donde yo quiero.

Al éxtasis.

Pero su placer es mi placer, y cuando veo que ambos vamos a morir de combustión, acelero mis acometidas hasta que un orgasmo maravilloso me toma por completo, y mi Iceman, enloquecido, se contrae y se deja llevar.

Gustoso tras lo hecho, me dejo caer
sobre él y me abraza.

Me encanta sentirlo cerca.

Nuestras respiraciones desacompasadas poco a poco se relajan.

—Te adoro, bebé —dice en mi
oído.

Sus palabras, tan cargadas de amor,
me enloquecen, y sólo puedo sonreír
como un tonto mientras sus brazos se cierran sobre mi cintura y me aprietan.

Su calor y mi calor se funden al
unísono, y levantando la cabeza, lo beso. Permanecemos durante unos minutos tirados en la alfombra, hasta que Taehyung, al ver mi erizada piel, me invita a levantarme. Ambos lo hacemos. Agarra una manta oscura que hay sobre el sillón y me la echa por encima. Después, desnudo, se sienta y, sin soltarme, me hace que me siente sobre él y me retira el desordenado pelo de la cara.

—¿Qué pasaba por tu cabecita
cuando has dicho que querías jugar a
todo lo que yo quisiera?

¡Wow! Esto me pilla por sorpresa.

No me lo esperaba.

—Vamos, Kook —me anima al ver
cómo lo miro—. Tú siempre has sido sincero.

Increíble. ¿Cómo sabe que escondo
algo? Al final, dispuesto a decir lo que
pensaba, respondo:

—Bueno…, yo…, la verdad es que
no sé. —Taehyung sonríe sobre mi cuello y claudico—: Venga, va…, te lo cuento. Me encanta hacer el amor contigo; es maravilloso y excitante. Lo mejor. Pero mientras pensaba esto se me ha ocurrido que de haber sido tres sobre la alfombra todo habría sido aún más morboso. —Y
rápidamente, añado—: Pero, cariño…,
no pienses cosas raras, ¿vale? Adoro el
sexo contigo. ¡Me encanta! Y no sé por
qué extraña razón ese pensamiento ha cruzado mi mente. Como me has dicho que fuera sincero y…, y…, te lo he dicho. Pero de verdad…, de verdad que yo disfruto mucho estando sólo contigo y…

Una carcajada suya corta mis palabras y responde, abrazándome por encima de la manta:

—Me enloquece saber que deseas
jugar, cariño. El sexo entre nosotros es fantástico, y el juego, un suplemento en nuestra relación.

Encantado con su contestación,
murmuro:

—¡Qué bien lo has definido! Un
suplemento.

Taehyung me vuelve a besar en el cuello y, levantándose conmigo en brazos, dice con voz llena de felicidad:

—De momento, precioso, te quiero
en exclusividad para mí. Los
suplementos ya los incluiremos otro día.

Me río, se ríe, y abandonamos el
despacho dispuestos a tener una larga
noche de pasión.

si ven alguna incoherencia xfa avisenme

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro