Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹09🌹

Cuando me despierto no sé qué hora es.

Miró el reloj. Faltan cinco minutos para las diez.

Salto de la cama. Los alemanes son
muy madrugadores y no quiero parecer un oso dormilón. Me doy una ducha rápida y, tras ponerme un informal sueter de lana negro y mis botas, bajo al salón. Al entrar no hay nadie y camino hacia la cocina. Taehyung está sentado a una mesa redonda, leyendo un periódico. Al verme, cierra el diario.

—Buenos días, dormilón —me saluda sin sonreír.

Sarah, que está cocinando, me mira
y me saluda. Definitivamente, he
quedado como un oso dormilón.

—Buenos días —respondo.

Taehyung no hace amago de levantarse ni besarme. Eso me extraña, pero reprimo mis instintos mientras rumio mi pena por no recibir mi beso de buenos días.
Sarah me ofrece embutidos, queso
y miel. Pero al ver que niego con la
cabeza y sólo pido café, saca un plum-
cake hecho por ella misma y luego me
empuja para que me siente a la mesa
junto a Taehyung.

—¿Has dormido bien? —inquiere él.

Hago un gesto afirmativo e intento
no recordar mi excitante sueño. Si él
supiera…

Dos minutos después, Sarah deja
un humeante café con leche sobre la
mesa y un buen trozo de plum-cake.
Hambriento, me meto una porción en la boca y al percibir su sabor a mantequilla y vainilla, exclamo:

—¡Mmm, está buenísimo, Sarah!

La mujer, encantada, asiente y se
marcha de la cocina mientras yo
continúo con el desayuno. Taehyung no habla, sólo me observa, y cuando ya no puedo más, lo miro y pregunto:

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras
así?

Sin sonreír, se echa para atrás en la
silla y responde:

—Todavía no me creo que estés
sentado en la cocina de mi casa. —Y
antes de que yo pueda decir nada,
cambia de tema y añade—: Cuando
termines, iremos a casa de mi madre.
Debo recoger a Yong ho y comeremos allí. Después he quedado. Hoy tengo un partido de baloncesto.

—¿Juegas al baloncesto? —
pregunto, sorprendido.

—Sí.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Con quién?

—Con unos amigos.

—¿Y por qué no me habías dicho
que jugabas al baloncesto?

Taehyung me mira, me mira, me mira, y finalmente, murmura:

—Porque nunca me lo has
preguntado. Pero ahora estamos en
Alemania, en mi terreno, y puede ser que te sorprendan muchas cosas de mí.

Asiento como un bobo. Creía
conocerlo y de pronto me entero de que hace tiro olímpico, juega al baloncesto y supuestamente me va a sorprender con más cosas. Sigo comiendo el delicioso desayuno.

Volver a ver a su madre y
conocer al pequeño Yong ho son situaciones que me ponen nervioso, por lo que no puedo callar lo que pasa por mi cabeza.

—Cuando dijiste que aquí no eran
muy efusivos en los saludos, ¿significa
también que tampoco habrá besos de
buenos días?

Noto que mi pregunta lo pilla por
sorpresa, pero contesta mientras vuelve a abrir el periódico:

—Habrá besos siempre que los dos
queramos.

Vale…, me acaba de decir que ahora
no le apetece a él ¡Mierdaaaaaaaaaaa…! Me está dando a probar mi misma medicina y yo soy muy mal enfermo.

Sigo comiendo el plum-cake, pero
mi cara debe de ser tal que suelta:

—¿Alguna pregunta más?

Niego con la cabeza, y él vuelve a
dirigir la vista al periódico, pero con el rabillo del ojo veo que las comisuras de sus labios se curvan. ¡Qué bribón!

Cuando termino totalmente el
riquísimo desayuno, se levanta y yo hago lo mismo. Vamos hasta la entrada y aquí, tras abrir un armario, sacamos nuestros abrigos. Taehyung me mira.

—¿Qué pasa ahora? —le digo al ver su gesto.

—Eso que llevas es poco abrigo.

Con mis manos toco mi abrigo negro
de Desigual y aclaro:

—Tranquilo, abriga más de lo que
crees.

Con el cejo fruncido, me sube el
cuello del abrigo y, tras agarrarme de la mano, afirma mientras caminamos hacia el garaje por el interior de la casa:

—Habrá que comprarte algo si no
quiero que enfermes.

Suspiro y no respondo. Tampoco voy
a estar tanto tiempo aquí como para que necesite comprarme nada. Una vez que subimos al Mitsubishi, Taehyung acciona un mando que hay en el auto. La puerta del garaje se abre mientras la calefacción del vehículo caldea el ambiente en décimas de segundo.

Suena la radio y sonrío al reconocer
la música de Maroon 5. Taehyung conduce. Está serio; vamos, como siempre. Y, sin necesidad de que yo le pregunte, comienza a explicarme por dónde vamos pasando.

Su casa, según me dice, está en el
distrito de Trudering, un lugar bonito y donde a la luz del día veo que hay más viviendas como la de él alrededor.

Al salir a una carretera me indica que, un poco más al sur, hay campos agrícolas y pequeños bosques.

Eso me emociona. Tener la naturaleza
cerca, como en Busan, para mí es
esencial.

Por el camino pasamos por el
distrito de Riem, hasta llegar a un
elegante barrio llamado Bogenhausen. Aquí vive su madre. Tras recorrer calles flanqueadas por chalets, nos paramos ante una cerca oscura, y mis nervios se tensan. Conozco a la madre de tae y sé que es un amor, pero es su madre, y eso me
pone muy nervioso.

Una vez que Taehyung aparca el auto en el interior de un bonito garaje, me mira y sonríe. Me va conociendo y sabe que cuando estoy tan callado es porque estoy tenso. Cuando voy a soltar una de mis tonterías para relajar el ambiente, se abre una puerta de la casa, y su madre
aparece ante nosotros.

—¡Qué alegría!, ¡qué alegría de
tenerlos a los dos aquí! —dice, feliz.
Sonrío; no puedo hacer otra cosa. Y
cuando me da un abrazo y yo le
correspondo, ella susurra en mi oído:

—Bienvenido a Alemania y a mi
casa, cariño. Aquí te vamos a querer
muchísimo.

—Gracias —balbuceo como puedo.

Taehyung se acerca y le da un beso a su madre; después, me toma con seguridad de la mano y juntos entramos en el interior de la casa, donde el ambiente agradable rápidamente me hace entrar en
calor. Sin embargo, el ruido es atroz.
Suena una música repetitiva.

—Yong ho está en el salón jugando con uno de sus infernales juegos —nos explica. Y, mirando a su hijo,
añade—: Me tiene la cabeza loca. No
sabe jugar sin esa dichosa musiquita. —Taehyung sonríe, y ella prosigue—: Por cierto, tu hermana Chung ha acaba de llamar por teléfono. Ha dicho que la esperemos para comer. Quiere saludar a Kook.

—Estupendo —asiente Taehyung mientras yo estoy a punto de volverme loco por la estridente música que sale del salón.

Durante unos minutos, Taehyung y su
madre hablan sobre la mujer que
cuidaba de Yong ho. Ambos están
decepcionados con ella, y los oigo decir que piensan contratar a alguien para que los ayude con el niño. Mientras hablan, me sorprende ver que lo hacen sin que el ruido infernal de fondo les sea un problema. Es más, da la sensación de que están acostumbrados a ello. Una vez que terminan, una joven se acerca a nosotros y le dice algo a la madre de Tae. Ésta, disculpándose, se marcha con ella. De repente, Taehyung me de la mano.

—¿Preparado para conocer a Yong ho?

Digo que sí con un gesto. Los niños
siempre me han gustado.

Juntos caminamos hacia el salón.

Taehyung abre la enorme puerta corredera blanca y los decibelios de la música suben irremediablemente. ¿Está sordo Yong ho? Observo la estancia. Es grande y espaciosa. Llena de luz, fotografías y flores. Pero el ruido es insoportable.

Miro al frente y veo una enorme
televisión de plasma y a unos guerreros luchando sin piedad.

Reconozco el juego, Mortal Kombat: Armageddon. Es el juego que tanto le gusta a mi amigo Lay y al que nos hemos tirado horas y horas jugando.

En la pantalla los luchadores saltan
y pelean, y observo que en el bonito sofá color frambuesa que hay frente a la tele se mueve una gorra roja. ¿Será Yong ho?

Taehyung arruga el entrecejo. La música no puede estar más alta. Me suelta de la mano, camina hacia el sofá y, sin decir nada, se agacha, coge un mando y baja el volumen.

—¡Tío Taehyung! —grita una vocecita.

Y de pronto un muchacho menudo da
un salto y se abraza a mi Iceman
particular.

Taehyung sonríe y, mientras lo
abraza a su vez, cierra los ojos.

¡Oh, Dios, qué momento tan bonito!

Se me erizan los pelos de todo el
cuerpo al percibir el amor que mi
alemán siente por su sobrino. Durante
unos segundos, los observo a los dos
mientras comparten confidencias y oigo al niño reír.

Antes de presentármelo, Taehyung le
presta toda su atención mientras que el chiquillo, emocionado por su presencia, le cuenta algo del juego. Tras unos minutos en los que el pequeño aún no se ha dado cuenta de que yo estoy allí, Taehyung lo deja sobre el sofá y dice:

—Yong ho, quiero presentarte al joven Jungkook.

Desde mi posición percibo cómo la
espalda del niño se tensa. Ese gesto de
incomodidad es tan de mi Iceman que no me extraña que lo haga también. Pero, sin demora, camino hacia el sillón y, aunque el pequeño no me mira, lo saludo en alemán.

—¡Hola, Yong ho!

De pronto, vuelve su carita, clava
sus oscuros y grandes ojos en mí, y
responde mientras Taehyung le quita la gorra para dejar al descubierto su cabecita morena:

—¡Hola, joven Jungkook!

¿Latino?

¿Yong ho es Latino?

Sorprendido por los rasgos del pequeño cuando yo esperaba el típico niño de ojos azules, intento reponerme del choque inicial y, con la mejor de mis sonrisas, afirmo ante el gesto divertido de Taehyung:

—Yong ho, puedes llamarme sólo Kook o Jungkook, ¿de acuerdo?

Sus ojos oscuros me escanean en
profundidad y asiente. Su mirada
desconfiada es tan penetrante como la desu tío, y eso me pone los pelos de punta.

¡Vaya dos!

Pero antes de que pueda decir nada más, entra en el salón la madre de Taehyung, Eon Jin.

—¡Oh, Dios!, qué maravilla poder
hablar sin dar gritos. ¡Me voy a quedar sorda! Yong ho, cariño mío, ¿no puedes jugar con el volumen más bajo?

—No, Eon Jin —responde el pequeño
aún con la vista clavada en mí.

¿Eon Jin?

Qué impersonal. ¿Por qué no la
llamará abuela?

Durante unos instantes, observo que
la mujer habla con el niño, hasta que le suena el móvil. El pequeño se sienta de nuevo en el sillón cuando Eon Jin
contesta.

—¿Jugamos una partida, tío? —
pregunta.

Taehyung mira a su madre, pero ésta sale de la habitación a toda prisa.
Finalmente, toma asiento junto a su
sobrino. Antes de que comiencen a
jugar, me entremeto.

—¿Puedo jugar yo?

—Los Donceles no saben jugar a esto
—contesta el pequeño Yong ho sin mirarme.

Mi cara es un poema y al desviar la
vista hacia Taehyung intuyo que disimula una sonrisa.

¿Qué ha dicho ese enano?

Sorprendido por ello, me quedo observando al mocoso, que sigue sin mirarme.

—¿Y por qué crees que los Donceles no sabemos jugar a esto?

—Porque ustedes son igual a las mujeres —replica el infame mientras vuelve a clavar sus grandes y oscuros ojos en mí.

—En eso te equivocas, Yong ho —
respondo con tranquilidad.

—No, no me equivoco —insiste el
pequeño—. Las chicas y los donceles son unos torpes para los juegos de guerra. Ustedes son delicados.

—¿En serio crees eso?

—Sí.

—Y si yo te demostrara que nosotros también jugamos a Mortal
Kombat.

El pequeño cabecea. Piensa su
respuesta y finalmente asevera:

—Yo no juego con donceles.

Con los ojos como platos, miro a Taehyung en busca de ayuda y le pregunto en coreano :

—Pero ¿qué clase de educación
machista le estás dando a este enano
gruñón? —Y antes de que responda, añado con una falsa sonrisa en mis
labios—: Oye, mira, porque es tu
sobrino, pero esto me lo dice otro y esta vez no respondo, por muy niño que sea.

Taehyung sonríe como un tonto y
responde mientras le revuelve el
flequillo:

—No te asustes, pequeño. Lo hace
para impresionarte. Y por cierto, Yong ho sabe hablar perfectamente en coreano.

Me quedo boquiabierto y antes de
que pueda decir algo el pequeño se me adelanta:

—No soy un enano gruñón y si no
juego contigo es porque quiero jugar sólo con mi tío.

—Yong ho… —le reprende Taehyung.

Convencido de que el comienzo con
el niño no ha sido todo lo bueno que me hubiera gustado, sonrío y murmuro:

—Retiro lo de «enano gruñón». Y
tranquilo, no jugaré si tú no quieres.

Sin más, deja de mirarme y pulsa el
play. La música atroz suena de nuevo;
Taehyung me guiña un ojo y se pone a jugar con él.

Durante veinte minutos observo
cómo juegan. Ambos son muy buenos,
pero me percato de que yo sé
movimientos que ellos desconocen y que no estoy dispuesto a desvelar. Cansado de mirar la pantalla y de
que esos dos machitos en potencia pasen de mí, me levanto y comienzo a andar por el enorme salón. Voy hasta una gran chimenea y me fijo en las fotos que hay expuestas.

En ellas se ve a Taehyung junto a dos
chicas. Una es Chung ha y supongo que la otra era la madre de Yong ho. Se les ve sonreír y me doy cuenta de lo
mucho que se parecían Taehyung y la madre de Yong ho: pelo claro, ojos celestes e idéntica sonrisa. Inconscientemente sonrío.

Hay más fotos. Eon Jin con sus hijos.
Yong ho de bebé en brazos de su madre vestido de calabaza. Chung ha y Taehyung abrazados. Me sorprende ver una foto de Taehyung, mucho más joven y con el pelo largo. ¡Guau, qué sexy mi Iceman!

—¡Hola, Jungkook!

Al oír mi nombre me vuelvo y me
encuentro con la encantadora sonrisa de Chung ha. Con el ruido existente no la he oído llegar. Nos abrazamos y dice, tomándome de la mano:

—Ya veo que esos dos guerreros te
han abandonado por el juego.

Ambos los miramos y respondo con burla:

—Según alguien, los Donceles y las chicas no sabemos jugar.

Chung ha sonríe, suspira y se acerca a mí.

—Mi sobrino es un pequeño
monstruo en potencia. Seguro que él te ha dicho eso, ¿verdad? —Asiento, y ella vuelve a suspirar. Finalmente, añade—: Vayamos a la cocina a tomar algo.

Salir del salón es para mí, y en
especial para mis oídos, un descanso.
Cuando llegamos a la cocina veo a
una mujer cocinando y nos saluda. Chung ha me la presenta como Kristtel, y cuando ésta regresa a sus quehaceres, pregunta:

—¿Qué te apetece tomar?

—Coca-cola.

Chung ha abre la nevera y coge dos
cocas. Después me hace un movimiento con la cabeza y la sigo hasta un bonito comedor que hay junto a la cocina. Nos sentamos a la mesa y a través de la cristalera observo que Eon Jin, abrigada,
está fuera de la casa hablando por
teléfono. Al vernos sonríe, y Chung ha
murmura:

—Mamá y sus novios.

Eso me sorprende. Pero ¿Eon jin no
está casada con el padre de Chung ha?
Y cuando mi curiosidad está a punto
de explotar, Chung ha da un trago a su coca- cola y me aclara:

—Mi padre y ella se divorciaron
cuando yo tenía ocho años. Y aunque
adoro a mi padre, soy consciente de que es un hombre muy aburrido. Mamá está tan llena de vitalidad que necesita otro tipo de vida loca. —Asiento como un bobo, y ella, divertida, cuchichea—: Mírala, es como una quinceañera cuando
habla con alguno de sus noviecitos por teléfono.

Me fijo en Eon Jin y soy consciente de
que lo que dice Chung ha es cierto. En este momento, Eon Jin cierra su móvil y da un saltito de emoción. Luego, abre la cristalera y, al entrar y ver que estamos solos, nos comunica mientras se quita el abrigo:

—Chicos…, me acaban de invitar a
Suiza. He dicho que sí y me voy mañana.

Su efusividad me hace sonreír.

Veinte minutos después, los cinco,
reunidos alrededor de la mesa del comedor, degustamos una rica comida alemana. Todo está buenísimo.

A las tres y media, estamos todos
sentados en el salón charlando cuando veo que Taehyung mira el reloj, se levanta, se acerca y, agachándose a mi lado, dice
clavando sus impresionantes ojos azules en mí:

—Cariño, tengo que estar dentro de
una hora en el polideportivo de
Oberföhring. No sé si el baloncesto te
gusta, pero me alegraría que te vinieras conmigo y vieras el partido.

Su voz, su cercanía y la forma de
decir «cariño» hacen levantar el vuelo a las miles de maripositas que habitan en mi interior.

Deseo besarlo.

Deseo que me bese.

Pero no es el mejor lugar para
desatar toda la pasión contenida. Taehyung, sin necesidad de que yo hable, sabe lo que pienso. Lo intuye. Al final, asiento, encantado, y él sonríe.

—Yo también quiero ir —oigo que
dice Yong ho.

Taehyung deja de mirarme. Nuestro
momento se ha roto, y presta atención al pequeño.

—Por supuesto. Ponte el abrigo.

Si ven alguna incoherencia xfa avisenme

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro