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🌹06🌹

Tras despedirme de mi familia me monto en el auto de Taehyung.

He claudicado.

He claudicado y de nuevo estoy
junto a él.

Mi cabeza da vueltas y vueltas
mientras intento entender qué estoy
haciendo. De pronto, me fijo en la
carretera. Creía que iríamos hacia la play, a la casa de Minho y Woojin, y
me sorprendo al ver que nos dirigimos hacia la preciosa villa que Taehyung alquiló en verano.

Una vez que la valla metálica se
cierra tras nosotros, observo la preciosa casa al fondo y murmuro:

-¿Qué hacemos aquí?

Taehyung me mira.

-Necesitamos estar solos.

Asiento.

Nada me apetece más que eso.

Cuando para el auto y nos bajamos,
Taehyung coge mi equipaje con una mano y me da la otra. Me agarra con fuerza, con posesión, y entramos en el interior de la casa. Mi sorpresa es mayúscula al ver cómo ha cambiado el entorno.

Muebles modernos.

Paredes lisas y de colores.

Un pantalla de plasma enorme.

Una chimenea por estrenar.

Todo, absolutamente todo, es nuevo.

Lo miro sorprendido. Veo que pone
música y, antes de que yo diga nada, él
aclara:

-He comprado la casa.

Increíble. Pero ¿cómo es posible que
no me haya enterado de que la ha
comprado?

-¿Has comprado esta casa?

-Sí. Para ti.

-¿Para mí?

-Sí, cariño. Era mi sorpresa de
Reyes Magos.

Asombrado, miro a mi alrededor.

-Ven -dice Taehyung tras soltar mi equipaje-. Tenemos que hablar.

La música envuelve la estancia, y sin
que pueda dejar de mirar y admirar lo
bonita y elegante que está, me siento en el confortable sillón ante la crepitante chimenea.

-Estás precioso con ese traje -
asegura, sentándose a mi lado.

-Gracias. Lo creas o no, lo compré
para ti.

Después de un gesto de asentimiento,
pasea su mirada por mi cuerpo, y mi
Iceman no puede evitar decir:

-Pero era a otros a quienes les
pensabas regalar las vistas.

Ya estamos.

Ya comenzamos.

¡Ya me está picando!

Cuento hasta cuarenta y cinco; no,
hasta cuarenta y seis. Resoplo y
finalmente contesto:

-Como te dije una vez, no soy un
Santo. Y cuando no tengo pareja, regalo y doy de mí lo que yo quiero, a quien yo quiero y cuando yo quiero. -Taehyung arquea una ceja, y yo prosigo-: Soy mi único dueño, y eso te tiene que quedar claro de una vez por todas.

-Exacto: cuando no tienes pareja,
que no es el caso -insiste sin apartar
sus ojos de mí.

De repente, soy consciente de que
suena una canción que me gusta mucho.

¡Dios, lo que me he acordado de Taehyung estos días mientras la escuchaba!

Volvemos a mirarnos como rivales. Pero al final Taehyung da su brazo a torcer y cambia de tema.

-Mi madre y mi hermana te mandan
recuerdos. Esperan verte en la fiesta que organizan en Alemania el día 5, ¿lo recuerdas?

-Sí, pero no cuentes conmigo. No
voy a ir.

Mi entrecejo sigue fruncido y mi terquedad en todo lo alto. A pesar de la felicidad que me embarga por estar junto al hombre que adoro, el orgullo y la furia siguen instalados en mí. Taehyung lo sabe.

-Kook..., siento todo lo que ha ocurrido. Tenías razón. Debía haber
creído lo que decías sin haber
cuestionado nada más. Pero a veces soy un cabezón cuadriculado y...

-¿Qué te ha hecho cambiar de
idea?

-El fervor con que defendiste tu
verdad fue lo que me hizo comprender lo equivocado que estaba contigo. Antes de que te marcharas ya me había dado cuenta de mi gran error, cariño.

-Convénceme...

Nada más decirlo, Taehyung me mira, y yo me regaño a mí mismo. «¿Convénceme?». Pero ¿qué estoy
diciendo? ¡Dios!, la canción me nubla la razón. Que acabe ya. Y sin dejarle
contestar, gruño:

-¿Y para eso me he tenido que
despedir de mi trabajo y devolverte el
anillo?

-No estás despedido y...

-Sí lo estoy. No pienso regresar a
tu maldita empresa en mi vida.

-¿Por qué?

-Porque no. ¡Ah!, y por cierto, me
alegró saber que pusiste de patitas en la calle a mi ex jefa. Y antes de que
insistas, no. No pienso regresar a tu
empresa, ¿entendido?

Taehyung asiente, pero durante un instante se queda pensativo. Al final, se decide a hablar:

-No voy a permitir que sigas
trabajando de camarero ni aquí ni en
ningún otro lugar. Odio ver cómo los
hombres y mujeres te miran. Para mis cosas soy muy territorial y tú...

Alucinado por este arranque de
celos, que en el fondo me pone a cien, le suelto:

-Mira, guapo, como comprenderás, si tengo que trabajar no me puedo poner en plan princesita. Pero,
de todos modos, ahora no quiero hablar de esto, ¿de acuerdo?

Taehyung se muestra conforme.

-En cuanto al anillo...

-No lo quiero.

¡Guau, qué borde estoy siendo!
Hasta yo mismo me sorprendo.

-Es tuyo, cariño -responde Taehyung con tacto y una voz suave.

-No lo quiero.

Intenta besarme y lo esquivo. Y
antes de que diga nada, farfullo:

-No me agobies con anillos, ni
compromisos, ni mudanzas, ni nada.
Estamos hablando de nosotros y de
nuestra relación. Ha ocurrido algo queme ha desbaratado la vida y de momento no quiero anillos ni títulos de novio, ¿vale?

Vuelve a asentir. Su docilidad me
tiene maravillado. ¿Realmente me quiere tanto? La canción termina y suena otra. ¡Genial! Se acabó el
romanticismo.

Se produce un tenso silencio por
parte de los dos, pero no me quita el ojo de encima ni un segundo.

Finalmente, veo que se curvan las comisuras de sus labios y dice:

-Eres un jovencito muy valiente a
la par que precioso.

Sin querer sonreír, levantó una ceja.

-¿Momento cursi?

Taehyung sonríe por lo que acabo de
decir.

-Lo que hiciste el otro día en la
oficina me dejó sin habla.

-¿El qué? ¿Cantarle las verdades a
la idiota de mi ex jefa? ¿Despedirme del trabajo?

-Todo eso y escuchar cómo me
mandabas a la mierda ante el jefe de
personal. Por cierto, no lo vuelvas a
hacer o perderé credibilidad en mi
empresa, ¿entendido?

Esta vez soy yo el que asiente y
sonríe. Tiene razón.

Eso estuvo muy mal.

Silencio.

Taehyung me observa a la espera de que lo bese. Sé que demanda mi contacto, lo sé por cómo me mira, pero no estoy dispuesto a no ponerle las cosas fáciles.

-¿Es cierto que me quieres tanto?

-Más -susurra, acercando su nariz
a mi cuello.

El corazón me aletea; su olor, su
cercanía, su aplomo, comienzan a hacer mella en mí, y sólo puedo desear que me desnude y me posea. Su proximidad es irresistible, pero, dispuesto a decir todo lo que tengo que decir, me retiro y
murmuro:

-Quiero que sepas que estoy muy
enfadado contigo.

-Lo siento, nene.

-Me hiciste sentir muy mal.

-Lo siento, pequeño.

Vuelve a la carga.

Sus labios me besan el hombro. ¡Oh, Diosssss, cuánto me gusta!

Pero no. Debe probar su propia
medicina. Se lo merece. Por ello,
respiro hondo y digo:

-Vas a sentirlo, señor Kim, porque a partir de este instante cada vez
que yo me enfade contigo tendrás un
castigo. Me he cansado de que aquí sólo castigues tú.

Sorprendido, me mira y frunce el
ceño.

-¿Y cómo pretendes castigarme?

Me levanto del sillón.

¿No le gustan los guerreros? Pues
allá voy.

Me doy una vuelta lentamente ante
él, seguro de mi sensualidad.

-De momento, privándote de lo que
más deseas.

Iceman se levanta.

¡Oh, oh!

Su altura es espectacular.

Clava sus impactantes y azulados
ojos en mí, e indaga:

-¿A qué te refieres exactamente?

Camino. Me observa y, cuando estoy
tras la mesa, aclaro:

-No vas a disfrutar de mi cuerpo.
Ése es tu castigo.

¡Tensión!

El aire puede cortarse con un
cuchillo.

Su rostro se descompone ante mis
ojos.

Espero que grite y se niegue, pero de
pronto dice con voz gélida:

-¿Me quieres volver loco? -No
respondo, y prosigue, ofuscado-: Has
escapado de mí. Me has vuelto loco al
no saber dónde estabas. No me has respondido el teléfono durante días. Me has dado con la puerta en las narices y anoche te vi sonriendo a otros tipos. ¿Y aún me quieres infligir más castigos?

-¡Ajá!

Maldice en alemán.

Pero al dirigirse a mí cambia
completamente el tono:

-Cariño, quiero hacerte el amor.
Quiero besarte. Quiero demostrarte
cuánto te amo. Quiero tenerte desnudo entre mis brazos. Te necesito. ¿Y tú me estás diciendo que me prive de todo eso?

Se lo confirmo con mi voz más fría y
distante.

-Sí, exactamente. No me tocarás ni
un pelo hasta que yo te deje. Me has roto el corazón y, si me quieres, respetarás el castigo como yo siempre he respetado los tuyos.

Taehyung vuelve a maldecir en alemán.

-¿Y hasta cuándo se supone que
estoy castigado? -pregunta, mirándome con intensidad.

-Hasta que yo decida que no lo
estás.

Cierra los ojos. Inspira por la nariz
y, cuando los abre, asiente.

-De acuerdo, pequeño. Si eso es lo
que tú crees que debes hacer, adelante.

Encantado, sonrío. Me he salido con
la mía. ¡Yupi!

Miro el reloj y veo que son las dos y
media de la madrugada. No tengo sueño, pero necesito alejarme de él, o el primero que no cumplirá el absurdo castigo impuesto seré yo. Así pues, me desperezo antes de plantearle:

-¿Me dices dónde está mi
habitación?

-¡¿Tu habitación?!

Con disimulo, contengo la risa que
me gustaría soltar al ver su cara e
insisto:

-Taehyung, no pretenderás que
durmamos juntos.

-Pero...

-No, Tae, no -le corto-. Deseo
mi propia intimidad. No quiero
compartir la cama contigo. No te lo mereces.

Asiente lentamente con gesto tenso
mientras sé que en este momento debe de estar acordándose de todos mis antepasados, y murmura, pasado el primer impacto:

-Ya sabes que la casa tiene cuatro
habitaciones. Escoge la que quieras. Yo dormiré en cualquiera de las que queden libres.

Sin mirarlo, agarro mi mochila y me
dirijo hacia la habitación que él y yo
utilizábamos en verano. Nuestra
habitación. Está preciosa. Taehyung ha puesto una cama enorme con dosel en el centro de la estancia que es una maravilla. Muebles blancos decapados y cortinas de hilo en naranja a juego con la colcha.

Miro el techo y veo un ventilador. ¡Me
encantan los ventiladores! Cierro la
puerta y mi corazón bombea con fuerza.

¿Qué estoy haciendo?

Deseo que me desnude, que me bese,
que me haga el amor como nos gusta a los dos, pero aquí estoy, negándome a mí mismo lo que más anhelo y
negándoselo a él.

Tras dejar mi equipaje junto a una
pared del dormitorio, me miro en el
espejo ovalado a juego con los muebles y sonrío. Mi apariencia con este traje es de lo más sexy y sugerente. No me extraña que Taehyung me mire así. Con
malicia sonrío y planeo meter más el
dedito en la llaga.

Quiero castigarlo.

Abro la puerta, busco a Taehyung y lo veo parado frente a la chimenea.

-¿Puedo pedirte un favor?

-Claro.

Consciente de lo que voy a pedir, me
acerco a él, me retiro mi oscuro pelo hacia un lado, y le solicito, mimoso:

-¿Podrías quitarme el collar?

Me doy la vuelta para que no
descubra mi sonrisa y lo oigo resoplar.

No veo su gesto, pero imagino su mirada clavada en mi espalda. En mi
piel. Sus manos se posan en mí. ¡Uf, qué calor! Noto su respiración en mi
cuello. ¡Excitante! Sé los esfuerzos que
hace para no arrancarme la ropa e
incumplir el castigo.

-Kook...

-Dime, Tae...

-Te deseo -confiesa con voz
ronca en mi oreja.

La piel se me pone de gallina. Los
pelos se me erizan y no respondo.

No puedo.

Yo también lo deseo.

Me muero por sus huesos. Pero estoy dispuesto a conseguir mi objetivo.

-¿Y qué deseas? -digo sin darme
la vuelta.

Acercándose más a mí, le permito
que me abrace desde atrás y sus
palabras resuenan en mi oreja.

-Te deseo a ti.

¡Dios, estoy frenético!, por no decir
caliente y terriblemente excitado. Sin
mirarlo, apoyo mi cabeza en su pecho,
cierro los ojos y musito:

-¿Te gustaría tocarme, desnudarme
y hacerme el amor?

-Sí.

-¿Con posesión? -murmuro con
un hilo de voz.

-Sí.

Expulso el aire de mis pulmones o
me ahogo. Noto su erección cada
momento más dura apretándose contra mi trasero. Me besa los hombros y lo disfruto.

-¿Te gustaría compartirme?

-Sólo si tú quieres, cariño.

Voy a soltar vapor por las orejas de
un momento a otro.

-Lo deseo. Te miraría a los ojos y saborearía tu boca mientras otro me
posee.

-Sí...

-Tú le darás acceso a mi interior.
Me abrirás para él y observarás cómo se encaja en mí una y otra vez, mientras yo jadeo y te miro a los ojos.

Noto cómo Taehyung traga con dificultad.

Eso lo ha puesto cardíaco.

A mí cardíaco no..., lo siguiente.

Y cuando pone sus ardientes labios
en la base de mi nuca y me besa, doy un respingo, me alejo de él y, mirándolo a los ojos, digo con todo mi pesar:

-No, Tae..., estás castigado. Buenas noches -me despido.

Me meto en mi habitación y cierro la
puerta. Tiemblo. Le acabo de hacer lo
mismo que él me hizo aquella vez en el bar de intercambios. Calentarlo para nada.

Ardor.

Excitación.

Calor..., mucho calor.

Me quito el terno y lo dejo sobre
una silla. Vestido sólo con una braga
negra, me siento a los pies de la cama y miro la puerta. Sé que va a venir. Sus ojos, su voz, sus deseos y sus instintos más primarios me han dicho que me necesita y lo que quiere.

Instantes después oigo sus pasos
acercarse. Mi respiración se agita.

Quiero que entre.

Quiero que tire la puerta.

Quiero que me posea mientras me
mira a los ojos.

Sin quitar la vista de la puerta oigo
sus movimientos. Está dudoso. Sé que
está fuera calibrando qué hacer. Su
tentación soy yo. Lo acabo de calentar, de excitar, pero también soy la persona a la que no desea defraudar.

El pomo se mueve, ¡oh, sí!, una erección aparece entre mis piernas y mi entrada empieza a palpitar, deseoso de disfrutar de lo que sólo Taehyung me puede proporcionar.

Sexo salvaje.

Pero, de pronto, el pomo se para; mi decepción me hace abrir la
boca, y más al oír sus pasos alejándose. ¿Se ha ido?

Cuando soy capaz de cerrar la boca,
siento ganas de llorar. Soy un imbécil.
Un tonto. Él acaba de respetar lo que
yo le he pedido y, me guste o no, he de
estar contento.

Tardo horas en dormirme.

No puedo.

El morbo que me causa Taehyung es
demasiado tentador para mí. Estamos
solos en una preciosa casa, deseándonos como locos, pero ninguno de los dos hace nada por remediarlo.

si ven alguna incoherencia xfa avisenme

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