Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹04🌹

Por la tarde, al llegar a Busan, mi móvil no para de sonar.

Estoy por estrellarlo contra la pared.
Taehyung quiere hablar conmigo.

Apago el móvil.

Llama al teléfono de mi padre y me niego a contestar.

El domingo, cuando me levanto, mi hermana está plantada ante el televisor viendo la novela.

Cuando entro en la cocina, hay un precioso ramo de rosas rojas de tallo largo. Al verlas, maldigo; imagino quién las ha mandado.

-¡Tonto, mira qué preciosidad has recibido! -dice Yang mi detrás de mí.

Sin necesidad de preguntar, sé de quién son, y directamente las agarro y las tiro a la basura. Mi hermana grita.

-¡¿Qué haces?!

-Lo que me apetece.

Rápidamente, saca las rosas de la basura.

-¡Por el amor de Dios! Tirar estoes un sacrilegio. Han debido de costar un montón.

-Por mí como si son del mercado. Me hacen el mismo efecto.

No quiero mirar mientras mi hermana vuelve a colocar las rosas en el jarrón.

-¿No vas a leer la notita? -insiste.

-No, y tú, tampoco -contesto, y se la arranco de las manos y la tiro a la basura.

De repente, aparecen mi cuñado y mi padre, y nos miran. Mi hermana impide que me acerque de nuevo a las rosas.

-¿Pueden creer que quiere tirar esta maravilla a la basura?

-Me lo creo -asevera mi padre.

Hoseok sonríe, y acercándose a mi hermana, le da un beso en el cuello.

-Menos mal que estás tú para rescatarlas, amorcita.

No respondo.

No los miro.

No estoy yo para escuchar eso de «amorcita» y «amorcito». ¿Cómo pueden ser tan cursis?

Me caliento un café en el microondas y, tras bebérmelo, oigo que suena la puerta. Maldigo y me levanto, dispuesto a huir si es Taehyung.

Mi padre, al ver mi gesto, va a abrir.

Dos segundos después, divertido, entra solo y deja algo sobre
la mesa.

-Bebé, esto es para ti. Todos me miran, a la espera de que abra la enorme caja blanca y dorada.

Finalmente, claudico y la abro.

Cuando saco el envoltorio, mi sobrina, que entra en este momento en la cocina, exclama:

-¡Un estadio de fútbol de dulces!
¡Qué ricooooooooooooooo!

-Creo que alguien quiere endulzarte la vida, cariño -bromea mi padre.

Boquiabierto, miro el enorme campo de fútbol. No le falta detalle. ¡Hasta gradas y público tiene! Y en el marcador pone «te quiero» en alemán:

Ich liebe dich.

Mi corazón aletea, desbocado.

Sonrío al ver su gesto de pillina, pero la sonrisa se me corta cuando añade-: Además, tienes que perdonarlo. Se lo merece. Es muy bueno y se lo merece.

-¿Se lo merece?

Mi sobrina hace un gesto afirmativo con la cabeza.

-Cuando yo me peleé con mi amiga por lo de la película y ella me llamó tonta, me enfadé mucho,
¿verdad? -me recuerda mi sobrina, y yo asiento. La niña prosigue-: Ella me pidió perdón, y tú me dijiste que debía pensar si mi enfado era tan importante como para perder a mi mejor amiga. Pues ahora, tío, yo te digo lo mismo. ¿Tan enfadado estás como para no perdonar al tío Taehyung?

Sigo mirando boquiabierto al renacuajo que me ha dicho eso cuando interviene mi padre:

-Bebé, somos esclavos de nuestras palabras.

-Exacto, papá, y Taehyung también lo es -manifiesto al recordar las cosas que él me dijo.

Mi pequeña sobrina me mira a la espera de una contestación. Pestañea
como un osito. Es una niña y no debo olvidarlo. Por ello, con la poca paciencia que aún me queda,
murmuro:

-Haber, si tú quieres, cómete todo el campo de fútbol. Te lo regalo, ¿vale?

-¡Siii! -aplaude la pequeña.

Todos sonríen, y sus sonrisas me desquician. ¿Por qué nadie entiende mi enfado?

Saben que Taehyung y yo hemos terminado, aunque nadie, a excepción de mi hermana, sabe que es por una mujer, y ni siquiera a ella le he contado toda la verdad.

Si Yang mi o cualquier otro conociera el trasfondo de nuestra discusión, ¡Estaría muy sorprendido!

Consciente de que mi agobio sube, sube y sube, me voy a ver a mi amiga.

Estoy seguro de que ella no me hablará de Taehyung. Y no me equivoco. Regreso para comer.

El teléfono no para de sonar y lo apago.

¡Basta ya, por favorrrrrrr!

A las diez me voy al pub. Tengo que trabajar. Pero cuando estoy en la puerta saludando a unos amigos, veo pasar un BMW oscuro y reconozco a Taehyung al volante.

Me escondo. No me ha visto y, por la dirección que lleva, intuyo que se dirige a casa de mi padre.

Maldigo, maldigo y maldigo. ¿Por qué es tan insistente?

Cuando el desespero comienza a fraguar en mí una gran desazón, alguien me toca por la espalda y,
al volverme, me encuentro con mi amigo.

Encantado, sonrío e intento centrarme en él. Entramos en el pub. Me invita a una copa y yo a él a
otra.

Es amable, un bombón, y por su mirada y las cosas que dice sé lo que busca.

¡Sexo!

Pero no.Hoy no estoy de buen humor, y decido omitir los mensajes que me manda mientras empiezo a servir copas en la barra.

Veinte minutos después, veo entrar a Taehyung en el local, y mi corazón se desboca.

Tun-tun... Tun-tun...

Va solo. Mira alrededor y rápidamente me localiza. Camina con decisión hacia donde estoy y, cuando llega, dice:

-Kook, sal de ahí ahora mismo y ven conmigo.

Mi amigo lo mira, y después me mira a mí.

-¿Conoces a este tipo? -pregunta.

Voy a responder cuando Taehyung se me adelanta.

-Es mi esposo. ¿Algo más que preguntar?

¿Su esposo? ¿Será prepotente?

Sorprendido, mi amigo me mira. Yo pestañeo y, finalmente, mientras termino de preparar una bebida para el pelirrojo de la derecha, respondo:

-No soy tu esposo.

-¿Ah, no? -insiste Taehyung.

-No.

Le entrego la consumición al pelirrojo, y éste me sonríe.

Yo hago lo mismo.

Una vez que le cobro miro a Taehyung, que aguarda desesperado, y le aclaro:

-No soy nada tuyo. Lo nuestro acabó y...

Pero Taehyung, clavando sus espectaculares ojos azules en mí, no me deja terminar.

-Kook, cariño, ¿quieres dejar de decir tonterías y salir de esa barra?

Molesto por sus palabras, gruño.

-Las tonterías las vas a dejar de decir tú. Y repito: no soy tu esposo y tampoco soy tu novio. No soy
absolutamente nada tuyo y quiero que me dejes vivir en paz.

-Kook...

-Quiero que me olvides y me dejes trabajar -prosigo, molesto-. Quiero que te fijes en otro u otra, y
que te alejes de mí, ¿entendido?

Mi gesto es serio, pero el de Taehyung es tenebrosoMe mira..., me mira..., me mira...

Tiene la mandíbula tensa y sé que está conteniendo sus impulsos más primitivos, esos que me vuelven loco.

¡Dios, soy un masoquista!

Mi amigo nos mira a ambos, pero antes de que pueda decir algo, Taehyung murmura:

-De acuerdo, Kook. Haré lo que me pides.

Sin más, se da la vuelta y va al fondo de la barra. Incómodo, lo sigo con la mirada.

-¿Quién es ese tipo? -pregunta mi amigo.

No respondo. Sólo puedo seguir con la mirada a Taehyung y ver cómo mi compañero de barra le sirve un whisky.

Mi amigo insiste.

-Si no es mucha indiscreción, ¿quién es?

-Alguien de mi pasado -contesto como puedo.

Con un enfado por todo lo alto, intento olvidarme de que Taehyung está aquí.

Sigo preparando bebidas y sonriendo a la gente que se acerca a mí para pedirlas.

Durante un buen rato, no lo miro.
Quiero obviar su presencia y divertirme. Mi amigo es un encanto e intenta continuamente hacerme reír.

Pero mi risa se congela y mi sangre se corta cuando al ir a agarrar una botella de la estanteria veo
a Taehyung hablando con un chico guapo. No me mira. Está del todo centrado en el muchacho, y
eso me pone a cien. Pero de mal genio.

¡Madre..., madre..., qué celoso estoyyyyy!

Una vez que agarro la botella, me doy la vuelta. No quiero seguir contemplando lo que él hace,
pero mi pinche curiosidad me obliga a mirar de nuevo.

Las señales que le hace el chico son las típicas que usamos las personas cuando alguien nos interesa.

«acércate... que te estoy invitando a algo más».

De pronto, el rubio le pasa un dedo por la mejilla.

¿Por qué lo toca?

Él sonríe.

Taehyung no se mueve y soy testigo de cómo el chico cada vez se aproxima más y más, hasta quedar totalmente encajado entre sus piernas.

Taehyung lo mira.

Su ardiente mirada me calienta. Le pasa un dedo por el cuello, y eso me subleva.

¿Qué hace el insensato?

El chico sonríe, y él baja la mirada.

¡Lo mato!

Esa bajada de ojos, acompañada de su torcida sonrisa, sé lo que significa:

¡Sexo!

Mi corazón late desbocado.

Taehyung está haciendo lo que le he pedido. Se ha fijado en otro, se divierte, y yo, como un imbécil, estoy aquí sufriendo por lo que yo mismo le he pedido. Vamos, ¡para matarme!

Quince minutos después, observo que se levanta, coge de la mano al chico y, sin mirarme, sale del local.

¡Lo matooooooooooooo...!

Mi corazón bombea enloquecido y, si sigo respirando así, creo que voy a hiperventilar.

Salgo de la barra, camino hacia el baño y me refresco la nuca con agua.
Me pica el cuello.

¡Los ronchones!

Taehyung me acaba de demostrar que él no se anda con chiquitas y que su juego es fuerte y devastador. Necesito aire o esfumarme de aquí.

Tengo que desaparecer del local o soy capaz de organizar una matanza.

Cuando salgo del baño, como puedo, me quito de encima a mi amigo y quedo en verlo la noche siguiente.

Al llegar a mi auto, me subo y grito de frustración.

¿Por qué soy tan rematadamente imbécil?

¿Por qué le digo a Taehyung que haga cosas que me van a doler?

¿Por qué no puedo ser tan frío como él?

Enciendo el auto, y la radio comienza a sonar. La canción me pone los pelos de punta.

Idiota, idiota, idiota... Soy rematadamente ¡IDIOTA!

Enciendo el móvil mientras empiezo inconscientemente a tararear.

Busco el número de Taehyung y, cuando estoy a punto de llamarle, me paro.¿Qué estoy haciendo?

¿Qué carajos voy a hacer?

Enajenado, cierro el móvil.
No le voy a llamar. ¡Ni loco!

Pero la furia que tengo hace que saque la llave del contacto, salga del auto y, tras dar un portazo
considerable a mi Leoncito, entre de nuevo en el pub.

Estoy soltero, sin compromiso y soy dueño de mi vida.

Busco a mi amigo.

Lo localizo y lo beso.

Él rápidamente responde.

Durante varios minutos permito que su lengua entre en mí y juegue con la mía, y cuando estoy a punto de insinuarle que nos vayamos a otro lugar, la puerta del local se abre y veo que entra el chico rubio que se ha marchado con Taehyung.

Sorprendido por verlo allí, lo sigo con la mirada.

Él va hasta la barra, pide una bebida a mi compañero y después regresa con su grupo de amigos.

Al momento, me suena el móvil.

Un mensaje de Taehyung.

«Coquetear es tan fácil como respirar. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir».

Sin saber por qué, suelto una carcajada mientras maldigo.

¡Maldito Taehyung!

Él y sus malditos juegos.

Mi amigo me mira. Le digo que tengo que seguir trabajando y regreso a mi puesto. A las seis y media de la mañana entro en la casa de mi padre.
Todos están dormidos. Voy hasta el cubo de basura y, tras rebuscar en él, encuentro la notita de las rosas que me ha enviado.

La abro y leo:

«Cariño, soy un Estúpido. Pero un Estúpido que te quiere y que desea que lo perdones.

Taehyung».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro