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Tras salir de la oficina llego a casa como si me hubieran metido un cohete en el culo.

Miro las cajas embaladas y se me parte el corazón. Todo se ha ido a la mierda.

Mi viaje a Alemania está anulado y mi vida, de momento, también.

Meto cuatro cosas en una mochila y desaparezco antes de que Taehyung me encuentre.

Mi teléfono suena, y suena, y suena.

Es él, pero me niego a responderle.

No quiero hablar con Taehyung.

Dispuesto a desaparecer de mi casa, me voy a una cafetería y llamo a mi hermana. Necesito hablar con ella.

Le hago prometer que no le dirá a nadie dónde estoy y quedo con ella.

Mi hermana acude a mi llamada y, tras abrazarme como sabe que necesito, me escucha. Le cuento
parte de la historia, sólo parte o sé que la dejaría sin palabras.

Omito el tema del sexo y tal, pero Yang mi es ¡Yang mi!, y cuando las cosas no le cuadran comienza
con eso de «¡Estás loco!», «¡te falta un tornillo!», «¡Taehyung es un buen partido!» o «¿Cómo has podido hacer eso?».

Al final me despido de ella y a pesar de su insistencia no le revelo adónde voy.

La conozco y se lo dirá a Taehyung en cuanto la llame.

Cuando consigo despegarme de mi hermana, llamo a mi padre. Después de tener una breve conversación con él y hacerle entender que en unos días iré a Busan y le explicaré todo lo que me pasa, me monto en el auto y me voy a Daegu.

Allí me alojo en un hostal y durante tres días paseo por la playa, duermo y lloro.

No tengo nada mejor que hacer. No le respondo el teléfono a Taehyung.

No..., no quiero.

Al cuarto día me subo al auto y algo más relajado me voy a Busan, donde papá me recibe con los brazos abiertos y me da todo su cariño y amor.

Le cuento que mi relación con Taehyung se ha acabado para siempre, y él no me quiere creer.

Taehyung le ha llamado varias veces preocupado y, según mi padre, ese hombre me ama demasiado como para dejarme escapar.

Pobrecillo.

Mi padre es un romántico empedernido.

Al día siguiente, cuando me levanto, Taehyung ya está en casa de mi padre.

Papá lo ha llamado.

Cuando me ve, intenta hablar conmigo, pero me niego.

Me pongo furioso; grito, grito y grito, y lereprocho todo lo que tengo en mi interior antes de darle con la puerta en las narices y encerrarme en mi habitación.

Al final, oigo que mi padre le pide que se marche, y de momento me deja respirar.

Sabe que ahora soy incapaz de razonar y que en lugar de solucionar las cosas lo que voy es a
empeorarlas más.

Taehyung se acerca a la puerta de la habitación donde me he encerrado y con voz cargada de tensión e ira me indica que se va.

Pero que se va a Alemania.

Tiene que resolver ciertos asuntos allí.
Insiste una vez más en que salga, pero al ver mi negativa finalmente se marcha.

Pasan dos días y mi angustia es persistente.

Olvidar a Taehyung me es imposible, y más cuando él me llama continuamente.

No le contesto. Pero, como soy un masoquista puro y duro, escucho nuestras canciones una y otra
vez para martirizarme en mi pena, penita..., pena.

Lo positivo de todo este asunto es que sé que está muy lejos y, además, que tengo mi moto para desfogarme, embarrándome y saltando por los
campos de Busan.

Transcurridos unos días me llama Jackson, mi ex compañero en la empresa, y me deja a cuadros.

Taehyung ha despedido a mi ex jefa. Incrédulo, escucho cómo Jackson me cuenta que Taehyung tuvo una tremenda discusión con ella cuando la pilló en la cafetería burlándose de mí.

Resultado: al fin. ¡Toma eso! Por perra.

Lo siento, no debería alegrarme de ello, pero la maldad que existe en mi interior se regodea con que esa mala víbora por fin haya recibido su merecido.

Como dice muy sabiamente mi padre, «el tiempo pone a cada uno en su lugar», y a ésa el tiempo la ha puesto donde se merece, en la pinche calle.

Esa tarde aparece mi hermana con Hoseok y la pequeña, y nos sorprenden con la noticia de que
van a ser padres de nuevo.

¡Embarazo a la vista!

Mi padre y yo nos miramos con complicidad y sonreímos.

Mi hermana está feliz, mi cuñado también y a mi sobrina se la ve ilusionada.

¡Va a tener un hermanito!

Al día siguiente, se presenta en casa Yugyeom. Al vernos nos damos un largo y significativo abrazo.

Por primera vez desde que nos conocemos no nos hemos comunicado en meses, y eso nos da a entender a los dos que lo nuestro, aquello que nunca existió, por fin se ha acabado.

No me pregunta por Taehyung.

No hace la más mínima mención de él, pero intuyo que imagina que lo nuestro o se ha terminado, o pasa algo.

Por la tarde, mientras mi hermana,
Yugyeom y yo tomamos en el bar, le pregunto:

-Yugyeom, si yo te pidiera un favor, ¿me lo harías?

-Depende del favor.

Ambos sonreímos, y le aclaro, dispuesto a conseguir mi propósito:

-Necesito la dirección de dos mujeres.

-¿Qué mujeres?

Doy un trago a mi Coca-Cola y respondo:

-Una se llama Yessi y vive en Chuncheon. Está casada con un tipo, que es cirujano plástico; sé poco
más. Y la otra se llama Yoo-jin y fue novia durante un par de años de Kim Taehyung.

-Jungkook -protesta mi hermana-,¡ni hablar!

-Cállate, Yang mi.

Pero mi hermana comienza su habladuría y ya no hay quien la calle.

Tras discutir con ella, vuelvo a
mirar a Yugyeom, que no ha abierto la boca.

-¿Puedes conseguirme lo que te he pedido, o no?

-¿Para qué lo quieres? -me contesta.

No estoy dispuesto a contarle lo que ha ocurrido.

-Yugyeom, no es para nada malo -puntualizo-, pero si pudieras ayudarme, te lo agradecería.

Durante unos segundos me mira con solemnidad mientras Yangmi, a mi lado, sigue despotricando.

Al final asiente, se levanta, se aleja y veo que habla por el móvil.

Esto me inquieta.

Diez minutos después, se acerca a mí con un papel y dice:

-Sobre Yoo-jin sólo te puedo decir que está en Alemania pero no cuenta con una residencia fija, y la dirección de labor aquí la tienes. Por cierto, tus amigas se mueven en un ambiente de altos vuelos y comparten los mismos juegos que Kim Taehyung.

-¿De qué juegos hablan? -pregunta Yang mi.

Yugyeom y yo nos miramos. ¡Se le hago tragar los dientes si dice algo más!

Nos entendemos bien y le indico que no se le ocurra contestar a mi hermana, o se las verá conmigo, y él me hace caso.

Es un excelente amigo. Finalmente,
Yugyeom se resigna y señala:

-Ni una tontería con ellas, ¿de acuerdo, Jungkook?

Mi hermana niega con la cabeza mientras resopla. Yo, emocionado, agarro el papel y le doy un
beso en la mejilla.

-Gracias. Muchas..., muchas gracias.

Esa noche, cuando estoy a solas en mi habitación, me siento furioso. Saber que al día siguiente, con un poco de suerte, me voy a echar a la cara a Yessi me pone cardíaco. Esa mala bruja se va a enterar de quién soy yo.

Por la mañana me despierto a las siete.

Llueve.

Mi hermana ya está levantada y, en cuanto ve que me preparo para ir de viaje, se pega a mí como una sanguijuela y comienza su incesante lluvia de preguntas.

Intento esquivarla.

Voy a Chuncheon a hacerle una visita a Yessi.

Pero Yang mi ¡es mucha Yang mi! Y al final, al ver que no me la puedo quitar de encima, accedo a que me acompañe.

Aunque durante el trayecto me arrepiento y siento unos deseos asesinos de tirarla a un acantilado. Es tan cansina y repetitiva que saca de sus casillas a cualquiera.

Ella no sabe lo que nos ha ocurrido realmente a Taehyung y a mí, y no para de desvariar con sus
suposiciones. Si supiera la verdad se quedaría hecha piedra.

Una mentalidad como la de mi hermana no entendería mis juegos con Taehyung. Pensaría que
somos unos depravados, entre otras muchas cosas aún peores.

El día en que pasó todo, cuando quedé con ella, le deformé la realidad.

Le conté que esas mujeres habían metido cizaña en nuestra relación y que por eso habíamos discutido y habíamos terminado Taehyung y yo.

No pude decirle otra cosa.

Cuando entro en Chuncheon, extrañamente no estoy nervioso.

Al llegar a la calle que pone en el papel aparco mi auto.

Observo la urbanización y veo que Yessi vive muy..., muy bien. La urbanización es de lujo.

-Todavía no sé qué hacemos en este lugar, tontito -protesta mi hermana, bajándose del auto.

-Quédate aquí, Yang mi.

Pero, omitiendo mi exigencia, cierra la puerta con decisión y contesta:

-Ni lo pienses, lindo. Donde vayas tú, allí que voy yo.

Resoplo y gruño.

-Pero, ¿es que acaso necesito un guardaespaldas?

Se pone a mi lado.

-Sí. No me fío de ti. Eres muy mal hablado y a veces te pones muy bruto.

-¡Mierda!

-¿Lo ves? Ya has dicho «¡Mierda!»
-repite ella.

Sin responder comienzo a andar hacia el bonito portal que indica el papel. Llamo al portero automático, y cuando una voz de mujer contesta, digo sin dilación:

-Cartero.

La puerta se abre, y mi hermana, shockeada, me mira.

-¡Aisss, Jungkook!, creo que vas a hacer una tontería. Tranquilo, por favor,cariño; tranquilo, que te
conozco,¿entendido?

Me río. La miro y murmuro mientras esperamos el ascensor:

-La tontería la hizo ella cuando me subestimó.

-¡Aisss, tontooooo...!

-Vamos a ver -siseo,malhumorado-, a partir de este momento, te quiero calladita. Éste es un asunto entre esa mujer y yo, ¿vale?

El ascensor llega. Nos subimos y oprimo el botón de la quinta planta.

Cuando el ascensor para, busco la puerta D y llamo. Instantes después, la puerta la abre una desconocida vestida con uniforme de servicio.

-¿Qué desea? -pregunta la joven.

-¡Hola, buenos días! -respondo con la mejor de mis sonrisas-. Quisiera ver a la señora Seo Yessi.

¿Está en casa?

-¿De parte?

-Dígale que soy Kim Junwon.

La joven desaparece.

-¿Kim Junwon? -cuchichea mi hermana-. ¿Qué es eso de Junwon?

Rápidamente, con un gesto seco, le ordeno callar. Dos segundos más tarde aparece ante nosotros Yessi, hermosa con un conjunto en color blanco roto. Al verme, su cara lo dice todo.

¡Se asusta!

Y antes de que ella pueda hacer o decir nada, sujeto con fuerza la puerta para que no la cierre mientras suelto:

-¡Hola, pedazo de zorra!

-¡Tontooo! -protesta mi hermana.

A Yessi le tiembla todo. Miro a mi hermana para que guarde silencio.

-Sólo quiero que sepas que sé dónde vives -siseo-. ¿Qué te parece?-Yessi está pálida, pero continúo-: Tu juego sucio me ha hecho enfadar y, créeme, si me lo propongo, puedo ser más malo y dañino que tú o tus amigas.

-Yo..., yo no sabía que...

-¡Cierra el pico, Yessi! -gruño entre dientes. Ella calla, y yo prosigo-: Me da igual lo que me digas. Eres una mala bruja porque me utilizaste con un fin nada bueno. Y en cuanto a tu amiguita Yeji, como estoy seguro de que siguen en contacto, dile que el día en que me la cruce se va a enterar de quién soy yo.

Yessi tiembla. Mira hacia el interior de la casa y sé que teme lo que pueda decir.

-Por favor -suplica-, están mis suegros y...

-¿Tus suegros? -la interrumpo, y aplaudo-. ¡Genial! Preséntamelos.
Estaré encantado de conocerlos y contarles cuatro cositas de su angelical nuera.

Descontrolada, Yessi niega con la cabeza. Tiene miedo. Siento pena por ella. Aunque es una mala bruja, yo no lo soy.

Al final decido dar por terminada mi visita.

-Si me vuelves a subestimar, tu bonita y relajada vida con tus suegros y tu famoso maridito se va a acabar - concluyo-, porque yo mismo me voy a encargar de que así sea, ¿entendido?

Pálida como la cera, asiente. No me esperaba aquí.

Cuando ya he dicho todo lo que tenía que decir y me voy a dar la vuelta para marcharme, escucho que mi hermana pregunta:

-¿Ésta es la guarra que venías buscando?

Hago un gesto afirmativo, y sorprendiéndome como siempre hace Yang mi, la oigo decir:

-Si te vuelves a acercar a mi hermano o a su novio, te juro que la que regresa aquí soy yo con el cuchillo jamonero de mi padre y te saco los ojos, ¡pedazo de zorra!

Yessi, tras las palabras de mi querida Yang mi, cierra la puerta en nuestras narices. Aún boquiabierto, miro a mi hermana y murmuro en tono alegre mientras caminamos hacia el
ascensor:

-Menos mal que el bruto y mal hablado de la familia soy yo. -Y al verla reír, añado-: ¿No te había
dicho que te quedaras calladita?

-Mira, tonto, cuando se meten con mi familia o le hacen daño, saco el demonio que hay en mí y, MA-TO.

Entre risas, volvemos al auto y regresamos a Busan.

Cuando llegamos, mi padre y mi cuñado nos preguntan por nuestro viaje.

Los dos nos miramos y reímos.

No decimos nada.

Este viaje ha sido algo entre Yang mi y yo.

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