🌹XXI🌹
Cuando todo acaba, Yihyo, Taehyung y yo nos dirigimos hacia la limusina que nos espera y sin darle tiempo a Taehyung para que vuelva a humillarme, me siento directamente junto al chófer.
Para empeorar las cosas, ¡yo!
Los oigo hablar. Incluso oigo cómo Yihyo cuchichea y ríe como una gallina.
Oigo lo que hablan y me enfurezco.
No quiero hacerlo. Sólo hay que mirar a Yihyo para saber qué es lo que busca.
¡Perra!
Espero que dividan los ambientes en la limusina, pero esta vez Taehyung no lo hace.
Desea que me entere de todo lo que dice. Habla en alemán y oírlo me agita. Me provoca.
Al llegar al hotel, la limusina se detiene. Abro mi puerta y desciendo.
Deseo con todas mis fuerzas perder de vista a Taehyung y a esa imbécil, pero espero educadamente a que mi jefe y su acompañante bajen del coche.
Después me despido y me marcho.
Casi corro hasta el ascensor y cuando se cierran las puertas, suspiro aliviado.
¡Solo!
El día ha sido horroroso y quiero desaparecer. Cuando llego a la suite tiro el maletín sobre el bonito sofá.
Enciendo el hilo musical.
Me quito el saco. Necesito una ducha.
Entonces suenan unos golpes en la puerta. Mi mente intuye que es él.
Miro a mi alrededor. No tengo escapatoria a no ser que me lance desde el ático del hotel y muera
aplastado en pleno paseo.
¡Qué disgustazo para mi pobre padre! ¡Ni hablar!
Decido ignorar las llamadas. No quiero abrir, pero insiste.
Cansado, abro finalmente la puerta y mi cara de sorpresa es mayúscula cuando veo que es Yihyo quien está ante mi puerta. Me mira de arriba abajo.
-¿Puedo pasar?-me pregunta en alemán.
-Por supuesto, señorita -respondo, también en su idioma.
La mujer entra. Cierro la puerta y me doy la vuelta.
-¿Vas a quedarte el fin de semana, como hiciste en Daegu? -me pregunta, antes de que yo pueda decirle nada.
Hago lo que suele hacer Taehyung.
Tuerzo el gesto. Pienso... pienso y pienso y finalmente respondo:
-Sí.
Mi contestación le molesta. Se pasa la mano por el pelo y pone los brazos en
jarras.
-Si tu intención es estar con él, olvídalo. Él estará conmigo.
Arrugo el entrecejo, como si me hablara en chino y no comprendiera nada.
-¿De qué está hablando, señorita?
-Tú y yo sabemos muy bien de lo que hablamos. No te hagas el tonto.
Me quedo boquiabierto por lo que acaba de decirme. Pestañeo, y dejo salir a la maldad que llevo dentro.
-Mira, guapa, te estás confundiendo conmigo. Y si sigues por ese camino vas a tener un problema, porque yo no soy de los que se callan ni se amilanan. Por lo tanto, cuidadito con lo que dices.
Yihyo se aleja un paso de mí. Mi advertencia ha debido de sonarle verosímil.
-Creo que lo más inteligente por tu parte es que te alejes de él -añade-. Yo me encargaré de todo lo que Taehyung necesite. Lo conozco muy bien y sé cómo satisfacer sus deseos.
Aprieto los puños. Tanto, que me clavo las uñas en ellos. Pero soy consciente de que no puedo actuar como deseo. Así pues, cuento hasta veinte, porque hasta diez no me vale, me dirijo hacia la puerta y la abro.
-Yihyo -le digo, con toda la amabilidad de lo que soy capaz-, sal de mi habitación porque, como sigas aquí, algo muy feo va a pasar.
Cuando se va, doy un portazo mientras por mi boca sale de todo, menos bonito. Me quito los
zapatos y los lanzo con furia contra el sofá.
¡Maldito sea!
Mi indignación me enloquece.
Taehyung me ha estado utilizando para dar celos a aquella muñeca hinchable. Maldigo y doy un
zapatazo al caro sillón. ¿Cómo he sido tan tonto? Sin querer pensar en nada más, saco mi portátil cuando mi móvil suena.
He recibido un mensaje. Taehyung.
«Ven a mi habitación.»
Leer eso me enfada más. Siempre me he considerado un muñeco entre sus
brazos, pero en ese momento me doy cuenta de que soy un muñeco tonto.
Tecleo con rabia:
«Vete a la mierda».
La contestación no se hace esperar.
Al cabo de unos segundos, oigo el sonido de una puerta al abrirse y ante mí aparece Taehyung, descamisado, con cara de mal genio y una tarjeta en la mano. Sin hablar llega hasta donde estoy sentado.
Tira la tarjeta con la que ha abierto la
puerta, me coge del brazo, me levanta y me besa.
Me besa con tanta profundidad que noto su lengua llegar hasta mi campanilla.
Intento no responderle.
Me niego.
Pero mi cuerpo me traiciona.
Lo desea.
Es incontrolable.
E instantes después soy yo el que lo besa a él en busca de más.
Con premura lleva sus manos hasta el botón de mi pantalón y noto que
chocamos contra la pared. Soy muy pequeño a su lado. Eso siempre me
ha gustado, igual que a él le gusta sentir su superioridad.
Con su pierna separa las mías, mientras una de sus manos se mete por debajo de mi camisa y se
desliza por mi vientre.
Cierro los ojos y me dejo llevar. Le permito seguir.
Sin quitarme el pantalón, su mano continúa su camino hasta que consigue meterla por dentro de
mi ropa interior y me hurga hasta llegar a mi entrada.
Me estimula. Me excita.
Con sus dedos, su experiencia, me masajea y lo aviva. Mi entrepierna despierta y yo gimo. Jadeo.
Enloquezco y me restriego contra él ante lo que siento por aquella invasión cuando, con su mano
libre, me da un azotito.
Me excita todavía más.Me vuelve loco e instantes después se desabrocha el pantalón, saca la mano de mi entrada y tira de mí hasta llevarme al centro del salón. Clava sus ojos en los míos y
murmura mientras acerca su boca a la mía.
-Pequeño, no tienes ni idea de cuánto te deseo.
Me baja la cremallera del pantalón y ésta cae al suelo. Se agacha, acerca su nariz hasta mi ropa interior y la aspira. Da un pequeño mordisquito sobre mi entrepierna y yo jadeo. Sus posesivas manos me tocan y me acarician. Suben por mis piernas y agarra el borde de mi ropa interior.
Me lo quita.
Estoy de nuevo desnudo de cintura para abajo ante él y no digo nada. No rechisto. Me dejo hacer mientras él me activa, me posee y me enloquece.
Se levanta del suelo. Me empuja hacia el respaldo del sofá, me da la vuelta y me recuesta sobre él.
Mis brazos y mi cabeza caen, mientras mi trasero queda expuesto
enteramente para él.
Durante unos segundos disfruto de los mordisquitos que me da en las nalgas y noto sus manos invasoras sobre mí.
De nuevo un azote. Esta vez más fuerte. Pica. Pero el picor lo suaviza cuando siento que se aprieta contra mí y su duro y castigador pene me avisa de que me va a hacer suyo.
Me abre las piernas, mientras con una de sus manos me aprisionan sobre el respaldo del sofá para que no me mueva.
Con la otra mano coge su duro pene y
lo pasea por los bordes de mi entrada.
-Te voy a follar, Kook. Hoy me has vuelto loco y te voy a follar tal y como llevo todo el día pensando hacerlo.
Oírlo decir aquello me sofoca.
Me despierta todos los sentidos y me gusta.
Noto que arqueo mi trasero dispuesto a recibirlo. Me siento como una perra en celo en busca de mi alivio.
Taehyung deja caer su cuerpo sobre mí. Muerde mi hombro, después mis costillas y yo me retuerzo.
Mi cuerpo le implora.
Me penetra de una estocada y exige:
-Necesito escuchar tus gemidos. ¡Ya!
Sin poder evitarlo, un jadeo ruidoso sale de mi boca.
Su orden me aguijonea.
Sus manos exigentes me agarran por la cintura y me aprieta contra él hasta que me tiene totalmente lleno.
Grito. Me retuerzo. Voy a explotar.
Sale de mí unos centímetros pero vuelve a entrar una y otra vez, colmándome de una serie de
movimientos duros y potentes que vuelven a hacerme chillar. Siento sus testículos chocar contra mis nalgas a cada movimiento y, cuando su mano cubre mi pene, chillo.
Chillo de placer.
A cada embestida siento que me rompe. Me incita y yo me abro más para que me siga desgarrando y me haga totalmente suyo. Lo hacemos sin preservativo y sentir el tacto suave y
rugoso de su piel fomenta mi perversión.
La dureza de sus palabras y su ímpetu por follarme me enloquecen de una manera bárbara.
Mi interior se contrae a cada embestida y noto cómo lo succiona.
Lo atrapa.
Lo alborota.
Oigo su respiración agitada en mi oreja y los calientes sonidos de
nuestros cuerpos al chocar, una y otra vez... una y otra vez... Son adictivos.
Calor. Tengo mucho calor.
Un ardor me sube por los pies asolando mi cuerpo. Cuando llega a mi cabeza explota y con él
exploto yo.
Grito.
Me retuerzo y convulsiono mientras noto que por mi pierna chorrean mis fluidos.
Intento que me suelte. Pero Taehyung no lo permite.
Continúa penetrándome mientras mi devastador orgasmo me enloquece y lo hace enloquecer.
Mi cuerpo, roto de placer, se arquea y, tras una potente embestida que me
empotra más en el respaldo del sillón, Taehyung sale de mi interior, noto que apoya su cabeza sobre mi espalda.
Se corre sobre mí.
Durante unos segundos, los dos permanecemos en aquella posición. Él sobre mí.
Sobre mi espalda.
Nuestros corazones acelerados necesitan regresar a su ritmo normal antes de hablar, mientras que en el hilo musical de la habitación suena.
Cuando Taehyung se incorpora y me deja vía libre, hago lo mismo.
Vestido sólo con la camisa, lo miro y él sonríe satisfecho mientras se abrocha el pantalón. Lo que acabamos de practicar es sexo exigente y duro y eso le gusta.
Lo sé.
La sangre me hierve.
Estoy indignado.
Sin poder controlarlo, la mano se me escapa y le doy un sonoro bofetón.
-Sal de aquí -le exijo-. Es mi habitación.
No habla. Sólo me mira.
Sus ojos, que momentos antes sonreían, ahora están fríos. Iceman ha vuelto y en su peor versión.
Incapaz de permanecer callado ante él por lo que acabo de hacer, grito:
-¿Quién te has creído que eres para entrar en mi habitación?
No contesta y yo vuelvo a gritar:
-¿Quién te crees que eres para tratarme así? Creo... creo que te has equivocado conmigo. Yo no soy tu puta...
-¿¡Cómo dices!?
-Lo que has oído, Taehyung -insisto mientras veo el desconcierto en sus ojos-. Yo no soy tu puta para que entres y me folles siempre que te dé la gana. Para eso ya tienes a Yihyo. A la maravillosa señorita, que está dispuesta a seguir haciendo por ti todo lo que tú quieras. ¿Cuándo me ibas a decir que estás liado con
ella? ¿Qué pasa? ¿Ya estabas planeando un trío entre los tres sin consultarme?
No contesta.
Sólo me mira y veo furia, fuego y desconcierto en su mirada.
Su respiración se acompasa pero es profunda. Quiero que se vaya. Quiero que desaparezca de mi habitación antes de que la maldad que hay en mí termine de resurgir y acabe diciendo cosas peores.
Pero Taehyung no se mueve. Se limita a mirarme hasta que se da la vuelta y se marcha.
Cuando la puerta se cierra me llevo la mano a la boca y sin querer, ni poder remediarlo, comienzo a llorar.
Diez minutos después me ducho.
Necesito quitarme su olor de mi piel.
Y cuando salgo de la ducha tengo algo muy claro. Tengo que marcharme de allí.
Abro el portátil y reservo un boleto de vuelta para Seúl. A las once de la noche estoy sentado en un avión mientras repaso mentalmente la nota que le he dejado sobre mi cama y que estoy seguro que leerá.
Señor Kim:
Regresaré el domingo por la noche para continuar nuestro trabajo. Si me ha despedido, hágamelo saber para ahorrarme el viaje.
Atentamente,
Jeon Jungkook
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