🌹XVIII🌹
La reunión se alarga más de lo esperado y no salimos de las oficinas hasta las ocho y media de la noche.
El rostro de Taehyung es serio. La tal Jihyo, no ha hecho más que poner impedimentos a todo lo que se hablaba.
Nos subimos en la limusina, con Jihyo. Durante el trayecto, Taehyung va
parapetado tras una máscara de hostilidad que no me gusta y me pide varios papeles.
Se los entrego.Él y Jihyo los miran mientras hablan sin parar.
Cuando llegamos al hotel deseo correr a la habitación y desnudarme como él me ha pedido.
No he podido parar de pensar en ello.
Taehyung y yo. Taehyung sobre mí. Taehyung poseyéndome.
Pero mi gozo se va a un pozo cuando le oigo decir:
-joven Jeon, ¿le apetece cenar con Jihyo y conmigo?
Eso me paraliza. Aquella pregunta, en realidad, debería ser: «Jihyo, ¿le
apetece cenar con el joven Jeon y conmigo?».
Siento que la furia se concentra en mi estómago. Ardo por dentro. Aunque, esta vez, mi ardor nada tiene que ver con el deseo.
Percibo la mirada de aquella mujer
sobre mí. En el fondo, le joroba tanto como a mí compartir la compañía de Taehyung.
-Muchas gracias por la invitación, señor Kim -respondo, dispuesto a
darle el gusto-, pero tengo otros planes.
Para no variar, Taehyung pone cara de sorpresa. Por su mirada, sé que esperaba cualquier otra contestación menos aquélla. ¡Eso por listillo!
Doy las buenas noches y me marcho. Siento la mirada de Taehyung en mi espalda pero continúo mi camino.
Cuando llego al ascensor y las puertas se cierran consigo respirar.
Y cuando entro en mi habitación grito frustrado.
-¡Imbécil! Eres un imbécil.
Irascible hasta con el aire que me roza, me dirijo hacia el baño. Miro la bañera pero finalmente decido darme una ducha. No quiero pensar en Taehyung, ¡que le den!
Salgo de la ducha. Me seco el pelo y me obligo a ser el tipo con carácter que siempre he sido.
Suena el teléfono de la habitación. No lo tomo. Abro rápidamente mi móvil.
Tres llamadas perdidas de mi hermana.
¡Qué pesadilla!
Decido llamarla en otro momento y telefoneo a una amiga. Como es de esperar, se vuelve loca al saber que estoy en la ciudad y quedo con ella.
Apago el móvil. Nadie me va a quitar mi alegría, y menos Taehyung.
Así que ansioso por salir de allí lo antes posible sin ser visto, me pongo un short que deja a la vista mis piernas y un polo color blanco. Hace un calor horroroso.
Cuando estoy preparado, abro la puerta con cuidado y miro el pasillo.
No hay moros en la costa y salgo.
Pero sé que Taehyung está en la suite de al lado y en vez de esperar el ascensor me escabullo por la escalera.
Bajo cinco tramos y finalmente cojo el ascensor.
Sonrío por mi proeza y cuando llego a recepción y salgo por las puertas del hotel, casi doy saltos de alegría.
Pero ésta dura poco. De pronto soy consciente de que he dejado vía libre a esa loba de Yihyo y el mal presentimiento se instala de nuevo en
mí.
Tomo un taxi y le doy la dirección. Mi amiga me espera allí. Cuando llego
al lugar, rápidamente la veo.
Está guapísima y rápidamente nos fundimos en un sincero abrazo.
Irene y yo nos conocemos de toda la vida.
-Dios,¡qué guapo estás! -me grita.
Tras una enorme tanda de abrazos y piropos, cogidas del brazo nos
encaminamos hacia el puerto. Irene sabe que me gusta la pizza y vamos a un restaurante que sabe que me encantará. Para no perder la costumbre, comemos de todo, regado con litros de Coca-Cola y no paramos de cotorrear durante horas.
Sobre las dos de la madrugada estoy cansado y quiero regresar al hotel.
Nos despedimos y quedamos en llamarnos al día siguiente.
Feliz por la velada con Irene regreso al hotel lleno de energía. Irene es tan positiva y tan vitalista que estar con ella siempre me llena de felicidad.
Cuando el taxi se detiene en la preciosa entrada del hotel, pago al taxista, me despido de él y me
bajo sin fijarme que una limusina blanca está parada a la derecha.
Camino con decisión hacia la puerta cuando oigo una voz detrás de mí:
-¡Jungkook!
Me doy la vuelta y el corazón me da un vuelco. En el interior de la limusina, por la ventanilla, veo el rostro pétreo de Taehyung, alias Iceman.
Mi estómago se contrae. El gesto de su boca me hace saber que está enfadado y su mirada me lo ratifica. Intento que no me importe, pero es imposible. Ese hombre me importa. Camino hacia el auto lentamente.
Noto que sus ojos me recorren entero, pero no se mueve. Cuando llego hasta él, me agacho para mirar por la ventanilla abierta.
-¿Dónde estabas? -gruñe.
-Divirtiéndome.
Un incómodo silencio se cierne entre los dos, hasta que decido claudicar.
-¿Qué tal tu noche? ¿Lo has pasado bien con Yihyo?
Taehyung resopla. Sus ojos me fulminan.
-Deberías haberme dicho dónde estabas -gruñe de nuevo-. Te he llamado mil veces y...
-Señor Kim -lo interrumpo y, con voz de pleitesía, añado educadamente-: Creo recordar que me dio la opción de decidir si quería o nocenar con usted y la señorita Jihyo... ¿No lo recuerda?
No contesta.
-Simplemente decidí divertirme tanto o más que usted -continúa la maldad que hay en mí.
Eso lo encoleriza. Lo veo en sus ojos.
Miro su mano y me doy cuenta de que sus nudillos están blancos por la furia. De repente, abre la puerta de la limusina.
-Entra -exige.
Lo pienso unos segundos. Los suficientes como para cabrearlo más. Al final, decido entrar. En realidad, todo yo lo está deseando. Cierro la puerta. Taehyung me mira desafiante y, sin retirar su mirada de mí, toca un botón de la limusina.
-Arranque.
Noto que el auto se mueve.
-Para su información, joven Jeon -añade, con la mandíbula tensa-, la
cena con la señorita Yihyo fue una cena de compromiso y negocios. Y, como exige el protocolo, usted es el secretario y a usted era al que debía invitar a la cena, no a Jihyo.
Muevo mi cabeza afirmativamente. Tiene razón. Lo sé, pero igualmente me cabrea. En algunas ocasiones no puedo evitar ser un bocazas, y ésta es una de ellas. Sin querer dar mi brazo a torcer, respondo:
-Espero que al menos lo haya pasado bien en su compañía.
La mirada de Taehyung me abrasa, mientras él se mantiene a escasos centímetros de mí, sin acercarse. Su perfume embriaga todos mis sentidos y cientos de maripositas comienzan a aletear en mi bajo vientre.
-Le aseguro, me crea o no, que hubiera disfrutado más de su compañía. Y antes de que siga comportándose como un niño malcriado, exijo saber con quién ha
estado y dónde. Llevo horas esperando su regreso, sentado en esta limusina, y quiero una explicación.
Eso me saca de mi mutismo de indiferencia.
-¿En serio llevas horas esperándome a la puerta del hotel?
-Sí.
Una parte de mi salta de alegría. ¡Me
ha estado esperando!
-Taehyung, qué lindo eres -murmuro, con voz dulce-. Lo siento. Yo creía que...
Noto que sus hombros se relajan.
-Vaya... -me pregunta, sin variar su duro tono de voz-. ¿Vuelvo a ser Taehyung, joven Jeon?
Eso me hace sonreír. Él no mueve ni un músculo. ¡Ay, mi Iceman! Y, como ya me ha tocado la fibra tonta, me acerco más a él. Siento que su cara se normaliza.
-Taehyung... lo siento.
-No lo sientas. Procura comportarte como un adulto. No creo pedir tanto.
Vale. Me acaba de llamar niñato.
En otras circunstancias, me hubiera bajado del coche y le hubiera dado con la puerta en las narices, pero no puedo. Su magia ya me ha hechizado. Sigue sin mirarme, pero yo no desisto.
-Llevo todo el día pensando en desnudarme para ti. Y cuando me dijiste eso de la cena con Jihyo yo...
No me deja terminar la frase. Clava sus ojazos en mí y me interrumpe:
-Este viaje es fundamentalmente de trabajo. ¿Acaso lo has olvidado?
La dureza con la que se dirige a mí rompe el encanto del momento y, con ello, mi tregua. Mi gesto cambia. Mi respiración se acelera y no puedo evitar sacar mi genio.
-Sé muy bien que este viaje es de trabajo. Lo dejamos claro antes de salir de Seúl. Pero hoy tú has interrumpido una reunión, has echado a todos fuera de la sala y luego me has quitado la braga. Tú qué te crees, ¿que yo soy de piedra? ¿O un juguete más de tus jueguecitos? -Como no responde, prosigo-: Vale, yo he aceptado este viaje. Yo tengo la culpa de verme en esta situación contigo y...
—¿Ahora llevas bragas o boxer?
Lo miro boquiabierto. ¿Se ha vuelto loco? Sorprendido por aquella pregunta, frunzo el ceño y me
separo de él.
—Bastante te importará a ti lo que llevo. —Pero mi genio revienta dentro de mí y le grito como un descosido—: ¡Por el amor de Dios! ¿Estamos discutiendo y tú me preguntas si llevo bragas o boxer?
—Sí.
Me niego a contestarle, enfurruñado. Tengo la sensación de que me va a volver loco.
—Aún no me has dicho con quién has estado esta noche y dónde.
Resoplo. Discutir con él me agota.
Finalmente, me dejo caer en el respaldo del asiento del coche y me rindo.
—He cenado con mi amiga en el puerto y llevo bragas. ¿Algo más?
—¿Solos?
Por un instante tengo la intención de mentir y explicarle que he cenado con el equipo de rugby de la ciudad, pero no tengo ganas de malas interpretaciones.
—Pues sí. Solos. Cuando Irene y yo nos juntamos, nos gusta hablar, hablar y hablar.
Mi contestación parece contentarlo y veo que el gesto de su boca se suaviza.
Me mira. Lo siento moverse en el asiento y acercarse a mí, como si quisiera besarme.
—Dame tus bragas —me dice.
—Pero bueno, ¿por qué te tengo que dar mis bragas? —protesto.
Taehyung sonríe y me besa. ¡Por fin una tregua! Después de besarme se separa de mí.
—Porque la última vez que estuve contigo no las llevabas y no te he dado
permiso para que te las pongas.
—Vaya. Entonces, ¿me estás diciendo que debería haber salido por toda la cuidad sin bragas? — Veo que mi broma no le hace gracia, y murmuro, quitándomelas con rapidez—: Toma las pinches bragas.
Las coge con sus manos y se las mete en el bolsillo del pantalón de lino que lleva.
Está guapísimo con ese pantalón ancho y la camiseta azul. Me mira mis
piernas. Las toca y su mirada sube hacia mi pecho.
Me toca los pezones por encima del polo.
—Siéntate frente a mí.Sin rechistar me cambio de asiento y quedo frente a él.
Alarga la mano y toca mis piernas.
—Me encanta tu suavidad.
Mi short me llega hasta los muslos y él lo sube unos centímetros más.
Luego me hace abrir las rodillas.
—Excelente y tentador.
Noto que comienzo a respirar más fuerte. Voy a cerrar las piernas pero él no me deja.
—Mantenlas abiertas para mí.
Siento que se avecina sexo y me desconcierta no saber cuándo, ni cómo. Pero todo yo comienzo a
excitarme. Lo deseo.
El auto se detiene. Taehyung me acomoda el short y, dos segundos después, la puerta se abre.
Estamos ante un local de copas.
Taehyung me da la mano para bajar de la limusina.
El viento hace que me estremezca. Mi short es corto y sin bragas me siento casi desnudo.
Taehyung me pone una mano en la espalda y el portero del local abre la puerta.
Taehyung le dice algo y éste nos deja pasar.
Una vez en el interior, la música y el murmullo de la gente nos envuelve. Noto la mano de Taehyung sobre mi trasero y eso vuelve a excitarme. Me guía hasta la barra y allí pedimos algo de beber.
Estoy sediento. Miro a mi alrededor,
movido por la curiosidad, y veo cómo la gente habla y ríe animada, cuando siento que se acerca a mi oído.
—Tu mal comportamiento de esta noche conlleva un castigo.
Lo miro, sorprendido.
—Señor Kim, me gustas mucho pero como se te ocurra tocarme un pelo de una forma que yo considere ofensiva, te aseguro que lo pagarás.
Con su superioridad de siempre sonríe. Da un trago a su copa, se acerca hasta mi cara y murmura
poniéndome la piel de gallina:
—Pequeño, mis castigos nada tienen que ver con lo que estás suponiendo.
Recuérdalo.
Sin dejar de mirarnos bebemos de nuestras copas y mi sed, unida a mis nervios, me lleva a acabar
rápidamente con mi bebida.
Taehyung, al ver aquello me coge la cabeza y me besa con posesión. Me enloquece y cuando abandona mi boca murmura:
—Sígueme.
Lo sigo, encantado, mientras él abre camino y no permite que nadie me roce. Su protección me encanta. Es excitante. Segundos después entramos en otra sala. Ésta está menos concurrida.
La música no está tan alta y la gente parece más tranquila.
De nuevo, nos acercamos a la barra. Esta vez nos colocamos en una esquina y él vuelve a pedir las
mismas bebidas de antes. El camarero las prepara y las deja enfrente de nosotros, y junto a ellas deposita una especie de cubitera con agua y unas servilletas de lino. Taehyung coge un taburete alto y me invita a sentarme.
Encantado, lo hago. Mis zapatos ya comienzan a atormentar mis pies.
Al sentarme, cruzo mis piernas.
Taehyung me abraza. Coloca sus manos sobre mi cintura y yo se las pongo alrededor del cuello.
Momento romántico. Esta vez soy yo quien acerca mi boca a la de él, saco mi lengua. Le chupo el labio
superior pero, cuando voy a hacer lo mismo en su labio inferior, sube su mano de mi cintura a mi nuca y me besa de nuevo con posesión.
Mete su lengua en mi boca y la asalta con auténtica pasión, lo que hace que vuelva a sentirme como si fuera de
plastilina entre sus brazos.
—Abre tus piernas para mí, Kook.
Lo miro unos segundos y, después, lanzo una mirada a mi alrededor.
Calibro que la oscuridad del lugar y la posición al final de la barra no dejarán ver que no llevo bragas, aunque abra mis piernas. Sonrío.
Descruzo mis piernas y, sin
dejar de mirarlo, hago lo que me pide y apoyo los pies en la barra del taburete.
Taehyung posa sus manos en mis rodillas y noto cómo las sube muy… muy lentamente. Acerca su
boca a la mía y, sobre mis labios, siento que me dice «Me encantas».
Cierro los ojos y sus manos se deslizan por la cara interna de mis muslos. Me muevo inquieto. Quiero más. Estoy nervioso por hacer aquello en un sitio con gente, pero me excita.
Él se da cuenta y pega su boca a mi oreja.—Tranquilo, pequeño. Estamos en un club de intercambio de sexo y aquí todo el mundo ha venido a lo mismo.
Eso me asusta.
¿Un club de intercambio de sexo?
Me paralizo.
Horror, pavor y estupor.
Taehyung gira mi taburete y me hace mirar a la gente que hay a nuestro
alrededor. De pronto soy consciente de que, en la barra, varios hombres de distintas edades nos miran. Nos observan.
—Todos ellos están deseando meter la mano entre tus piernas —susurra
Taehyung en mi oído—. Sus gestos me demuestran que se mueren por chuparte los pezones, desnudarte y, si yo les dejo, penetrarte hasta que te corras. ¿No ves su cara? Están excitados y desean hacerte
chillar de placer.
Mi pulso se acelera.
¡Estoy cardíaco!
Nunca he hecho nada parecido, pero me excita. Me excita mucho. Mi respiración se entrecorta.
Imaginar lo que Taehyung me está narrando me hace tener calor. Mucho
calor. Intento dar la vuelta al taburete, pero Taehyung lo mantiene quieto.
—Dijiste que querías que te contara todo lo que me gusta, pequeño, y lo que me gusta es esto. El morbo.
Estamos en un club privado de sexo donde la gente folla y se deja llevar por sus apetencias. Aquí la gente se desinhibe de todo y solamente
piensa en el placer y en jugar.
Siento que el cuello me pica… ¡Los ronchones!
Pero Taehyung se da cuenta, me sujeta las manos y me sopla.
—En lugares como éste —continúa—, la gente ofrece su cuerpo y su placer a
cambio de nada. Hay parejas que hacen intercambio, otras que buscan un tercero para hacer un trío y otras que, simplemente, se unen a una orgía. En este local hay varios ambientes y ahora estamos en la antesala del juego. Aquí uno decide si
quiere jugar o no y, sobre todo, elige con quién.
Taehyung gira el taburete. Me mira a la cara y añade sin cambiar su gesto:
—Kook, estoy como loco por jugar. Me explota la entrepierna y me muero por follarte. Somos una pareja y podemos traspasar la puerta del fondo del club.
Mi boca está seca. Pastosa. Cojo la copa y le doy un buen trago.
—Tú ya has estado aquí, ¿verdad?
—Sí, en este local y en otros parecidos. Ya sabes que me gusta el sexo y el morbo.
Muevo mi cabeza en un gesto afirmativo. Nos quedamos en silencio unos breves segundos.
—¿Qué hay tras esa puerta?—Una sala oscura donde la gente toca y es tocada sin saber por quién.
Después hay una pequeña sala con sillones separada por cortinajes negros para quienes no quieren llegar hasta las camas, dos jacuzzis, varias habitaciones privadas para que
folles con quien quieras sin ser visto y una habitación grande con varias camas a la vista de todos junto al segundo jacuzzi, donde todo el que quiera se puede unir a la orgía.
Siento que las piernas me tiemblan.
¿Dónde me ha metido este loco?
Me alegro de estar sentado o me caería al suelo. Taehyung se da cuenta de mi estado y me aprieta contra él.
—Pequeño… nunca haré nada que tú no apruebes antes. Pero quiero que sepas que tu juego es mi juego. Tu placer es el mío y tú y yo somos los únicos dueños de nuestros cuerpos.
—Qué poético —consigo decir.
Taehyung bebe de su copa con tranquilidad mientras siento que mi corazón bombea exageradamente.
Todo aquello es un mundo extraño para mí, pero me doy cuenta
de que no me asusta, sino que me atrae.
—Escucha, Kook. Entre nosotros, cuando estemos en lugares como éste o acompañados de gente entre cuatro paredes habrá dos condiciones. La primera, nuestros besos son sólo para nosotros, ¿te parece bien?
—Sí.
Eso me alegra. Odio que bese a otro u otra y luego me bese a mí.
—Y la segunda es el respeto. Si algo te incomoda o me incomoda debemos
decirlo. Si no quieres que alguien te toque, te penetre o te chupe, debes decírmelo y yo rápidamente lo pararé y viceversa, ¿de acuerdo?
—Vale —y en un hilo de voz murmuro—: Taehyung… yo… yo no estoy preparado para nada de lo que has dicho.
Veo que sonríe y me hace un gesto comprensivo con la cabeza.
Después mete su mano entre mis piernas, la pasa por mi mojada entrepierna y musita:
—Estás preparado, deseoso y húmedo. Pero tranquilo, sólo haremos lo que tú
quieras. Como si sólo quieres mirar. Eso sí, cuando lleguemos al hotel te follaré porque estoy a punto de explotar.
El calor que siento en mi rostro y en mi cuerpo es terrible.
¡Voy a estallar!
Taehyung está muy caliente y siento cómo sigue paseando su mano entre mis muslos y pone la palma de su mano cerca de mi entrada.
—Estás empapado… jugoso… receptivo. ¿Te excita estar aquí?
Negarlo es una tontería y asiento:
—Sí. Pero lo que más me excita son las cosas que dices.
—Mmmmm… ¿te excita lo que digo?
—Mucho.
—Eso significa que estás dispuesto a acceder a todos mis juegos y caprichos y eso me gusta. Me
enloquece.
Inconscientemente suelto un gemido.
Con su otra mano libre, Taehyung coge la mía y la pone sobre su erección. Toco por encima del
pantalón y todo yo me derrito. Está duro. Increíblemente duro. Me
besa. Me succiona los labios.
—Voy a dar la vuelta al taburete para mostrarte a esos hombres —dice, a escasos centímetros de mi cara, cuando se separa de mí—. No cierres los muslos.
Me abraso.
Me quemo.
Me acaloro.
Y, cuando Taehyung hace lo que dice y quedo abierto de piernas ante ellos, una explosión salvaje toma mi interior y respiro agitadamente.
Tres hombres me observan. Me comen con sus ojos. Sus miradas suben de mis muslos y noto su
excitación. Desean poseerme y en cierto modo lo hacen con la mirada. Anhelan tocarme. De pronto, contra todo pronóstico, me siento explosivo y perverso y mis pezones se ponen duros como piedras mientras continúo con las piernas separadas.
Taehyung, desde detrás, pega su mejilla a la mía y noto que sonríe.
Comienza a pasar sus manos por mis muslos y me los abre más. Me expone más a ellos. Pasa su dedo por mi entrada, mete un dedo delante de ellos y después lo saca y lo lleva a mi boca. Lo chupo y, como un actor del cine porno, me relamo mientras observo las miradas perversas de los
tres hombres.
En ese instante, Taehyung gira rápidamente el taburete y me mira a los ojos.
—¿Te gusta la sensación de ser mirado?
Asiento. Él asiente también.
—¿Te gustaría que uno o varios de esos tipos y yo nos metiéramos en un
reservado contigo y te desnudáramos? —Me acelero y Taehyung continúa—: Te abriría
las piernas y te ofrecería a ellos. Te chuparán y tocarán mientras yo te sujeto y…
Mi entrada se contrae y vuelvo a asentir.Cierro los ojos. Sólo de escuchar sus palabras ya me encuentro al borde del orgasmo.
Quiero hacer todo lo que dice. Quiero jugar con él a lo que desee. Estoy tan caliente que me siento dispuesto a hacer cualquier cosa que quiera que haga, porque, una vez más, Taehyung puede con mi voluntad.
Me besa mientras siento la mirada de esos tres tipos en mi espalda.
Taehyung se recrea en ello.
Me introduce un dedo en la entrada. Luego dos y comienza a moverlos en
mi interior. Abro más las piernas y me muevo a sabiendas de que ellos observan lo que hago.
Quiero más. Ardo y, cuando estoy a punto del orgasmo, Taehyung se detiene.
—Mi castigo por tu comportamiento de hoy será que no harás nada de lo
propuesto. Nadie te tocará. Yo no te follaré y ahora mismo nos vamos a ir al hotel.Mañana, si te portas bien, quizá te levante el castigo.
Abrasado por el momento, apenas puedo dejar de jadear, mientras la
indignación comienza a crecer en mí.
¿Por qué me hace eso?
¿Por qué me lleva a esos límites para luego dejarme así?
¿Por qué es tan cruel?
Taehyung me coloca el short, coge una de las toallitas de hilo que están en la barra y se seca las manos.
Iceman ha vuelto.
Me invita a bajar del taburete y me arrastra hacia el exterior del local.
La limusina llega inmediatamente y nos subimos. Hacemos todo el trayecto hasta el hotel sin hablar.
Taehyung no me mira. Sólo mira por la ventanilla y veo que su
mandíbula está tensa.
Acalorado y enfadado por lo ocurrido, no sé qué pensar. No sé qué decir. He estado a punto de hacer algo que nunca había pasado por mi mente y ahora me siento defraudado por no haberlo hecho.Cuando llegamos al hotel, Taehyung me acompaña hasta mi suite.
Quiero invitarlo a entrar.
Quiero que me haga lo que lleva
diciéndome toda la noche.
Lo necesito.
Pero no se acerca a mí. En cuanto entro en la habitación, sin traspasar el límite de la puerta, él me mira y dice antes de cerrar:
—Buenas noches, Kook. Que duermas bien.
Cierra la puerta. Se va y yo me quedo como un imbécil, excitado, frustrado y enfadado.
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