🌹XIX🌹
Cuando suena mi despertador, quiero morir.
Estoy cansado.
Apenas he dormido pensando en lo ocurrido en aquel bar.
Las palabras de Taehyung, su mirada y cómo aquellos hombres me deseaban me impedían dormir.
Al final, sobre las cuatro de la madrugada saqué el vibrador de la maleta y, tras jugar un poco con
él, conseguí apagar mi fuego interno.
Como el día anterior, Yihyo, Taehyung y yo salimos del hotel y el chófer nos llevó hasta las oficinas para proseguir la reunión.
Nada más verme, Taehyung ha paseado su mirada por mi cuerpo y, aunque sólo me ha dicho «Buenos días», por su tono intuyo que ya no está enfadado.
Durante horas, mientras escucho atento la reunión, mi mirada y la de Taehyung se encuentran en
varias ocasiones.
Hoy no me manda ningún correo, ni interrumpe la reunión. Se lo agradezco.
Quiero ser profesional en mi trabajo.
A las siete, cuando llegamos al hotel, me despido de él y de Yihyo y subo a mi habitación.
Estoy muerto de calor.
Alguien llama a mi puerta.
Abro y no me sorprendo cuando veo a Taehyung. Su mirada es decidida.
Entra y cierra la puerta, se quita la chaqueta y la tira al suelo, se deshace el nudo de la corbata y después me
coge entre sus brazos, y camina hacia el dormitorio con el morbo instalado en su mirada.
-Dios, pequeño... Te deseo.
No hace falta decir nada más.
El deseo es mutuo y la noche, larga y perfecta.
Cuando me despierto a las seis de la mañana, Taehyung no está.
Se ha ido de mi cama, pero como estoy tan agotado por nuestro maratón de sexo vuelvo a dormirme.
Sobre las diez de la mañana, el sonido de mi móvil me despierta.
Rápidamente lo tomo y leo un mensaje de Taehyung: «Despierta».
Salto de la cama y me doy una ducha.
Es sábado.
Hoy no tenemos ninguna reunión y quiero pasar el máximo de tiempo con él.
Cuando salgo de la ducha vestido sólo con la toalla, alguien llama a mi puerta.
Abro y me encuentro a un magnífico Taehyung vestido con unos pantalones de cinturilla baja y una camisa blanca abierta.
Su aspecto es tentador y salvaje.
Terriblemente apetecible.
¡Vaya, qué bueno está!
-Buenos días, pequeño.
-¡Buenas!
Lo miro, como si fuera un tonto enamorado.
-¿Te apetece pasar el día conmigo?
-me comenta.
Su pregunta me sorprende. Por primera vez, no está dando nada por hecho.
-Por supuesto que sí.
-¡Genial! Te voy a llevar a comer a un sitio precioso. Alista tu traje de baño.
Sonrío afirmativamente y él entra en la suite.
-Ve a vestirte o al final mi comida serás tú -murmura con voz ronca.
Divertido por sus palabras, corro hacia el dormitorio. Cuando entro, oigo una canción en la radio que me encanta y canto mientras me visto:
Muero por tus besos, por tu ingrata sonrisa.
Por tus bellas caricias, eres tú mi alegría.
Pido que no me falles, que nunca te me vayas
Y que nunca te olvides, que soy yo quien te ama.
Que soy yo quien te espera, que soy yo quien te llora,
Que soy yo quien te anhela los minutos y horas...
Me muero por besarte, dormirme en tu boca
Me muero por decirte que el mundo se equivoca...
Cuando me doy la vuelta, Taehyung esta poyado en la puerta,
observándome.
-¿Qué cantas?
-¿No conoces esta canción?
-No. ¿Quién canta?
Termino de abrocharme el pantalón y añado:
-Un grupo llamado la quinta estación es un grupo latíno y la canción se llama Me muero.
Taehyung se acerca. Me pongo una camisa lila, pero no puedo evitar sonreír, intuyo sus intenciones. Me coge de la cintura.
-La canción dice algo así como «me muero por besarte», ¿no?
Asiento como un bobo. Pero qué tonto me pongo con él...
-Pues eso mismo me pasa a mí en este momento, pequeño.
Me coge entre sus brazos. Me carga y me besa. Me devora los labios con tal
ímpetu que ya deseo que me desnude y prosiga devorándome.
La canción continúa sonando, mientras me besa... me besa... me besa.
Pero de pronto se detiene, me suelta y me da un azote divertido en el trasero.
-Termina de vestirte o no respondo de mí.
Me río y entro rápidamente en el baño para arreglarme el cabello.
Cuando salgo, Taehyung está apoyado en la cristalera mirando hacia el exterior.
Su perfil es impresionante.
Sexy.
Cuando me ve aparecer, sonríe.
-¿Cómo lo haces para estar cada día más guapo?
Encantado por aquel piropo, le dedico una sonrisa. Él se acerca a mí, me agarra del cuello y me besa.
¡Oh, sí!
Finalmente, se separa de mí y me mira a los ojos.
-Salgamos de aquí antes de que te arranque la ropa, pequeño -murmura.
Entre risas llegamos a la recepción del hotel. No vuelve a tocarme ni a acercarse a mí más de lo necesario.
Un joven recepcionista, al vernos, se acerca a nosotros y le entrega a Taehyung unas llaves.
Cuando se aleja miro el llavero, movido por la curiosidad.
-¿Lotus?
Taehyung asiente y señala hacia la puerta del hotel donde veo aparcado un maravilloso deportivo naranja.
-¡Dios, un Lotus Elise 1600!
Taehyung se sorprende.
-Joven Jeon, ¿además de entender de fútbol también entiende de autos?
-Mi padre tiene un taller de reparaciones de autos en Busan- respondo,coqueto.
-¿Te gusta el auto?
-Pero ¿cómo no me va a gustar? ¡Es un Lotus!
-Me dejarás conducirlo, ¿verdad? -le pregunto, sin acercarme a él, a pesar de que lo estoy deseando.
Sin sonreír Taehyung me mira... me mira... me mira y al final tira las llaves al aire y yo las cojo.
-Todo tuyo, pequeño.
Deseo tirarme a su cuello y besarlo, pero me contengo. Al fondo veo a Yihyo mirarnos con curiosidad no quiero darle importancia, aunque sé que ella está sacando sus propias conclusiones.
¡Que le den!
Su cara lo dice todo y presiento que
está muy... muy enojada.
Taehyung y yo salimos por la puerta del hotel y, en cuanto nos subimos al auto y lo arranco, pongo la radio.
Taehyung me mira y pone los ojos en blanco. Divertido, sonrío por su gesto y, antes de que pueda decir nada, me pongo mis gafas de sol.
-Agárrate, nene.
El día se presenta fantástico.
Conduzco un Lotus impresionante junto a un hombre más impresionante todavía.
Cuando salimos me desvío por una carreterita. Taehyung no mira.
-No sé si sabes que yo he veraneado aquí muchos años -le informo.
-No. No lo sabía.
Siento la adrenalina a tope mientras conduzco.
-Te voy a llevar a un sitio donde se puede probar esta maravilla. Verás.
Con su seriedad habitual, Taehyung me mira y dice:
-Kook... este camino no es para este auto.
-Tú tranquilo.
-Vamos a pinchar, Kook.
-¡Cállate, aguafiestas!
Mi adrenalina se revoluciona.
Continúo el camino y pasamos sobre varios charcos. El reluciente coche se embarra y Taehyung me mira. Yo canturreo y hago como que no lo estoy viendo. Sigo mi camino pero de pronto, ¡oh, oh! El coche me hace un movimiento extraño y presiento que hemos pinchado una rueda.
La adrenalina, la alegría y el buen humor se esfuman en décimas de segundos y maldigo en mi
interior.
Seguro que me dice que me lo avisó y tendré que asentir y callar.
Disminuyo la velocidad y, cuando paro, me muerdo el labio y lo miro con cara de circunstancias.
-Creo que hemos pinchado.
El gesto de Taehyung se descompone. Está claro que los imprevistos no le gustan.
Estamos en medio de un camino a pleno sol a las doce de la mañana. Sin decir nada, sale del auto y da un portazo.
Yo salgo también.
El portazo lo omito.
El auto está sucio y embarrado. Nada que ver con el precioso y reluciente auto que comencé a conducir apenas cuarenta minutos antes.
La rueda pinchada es justo la
delantera de mi lado. Taehyung cierra los ojos y resopla.
-Vale, hemos pinchado. Pero, tranquilo. Que no cunda el pánico. Si la rueda de repuesto está donde tiene que estar, yo la cambio en un santiamén.
No contesta. Malhumorado se dirige hacia la parte de atrás del coche, abre el portón trasero y veo que saca una rueda y las herramientas necesarias para cambiarla. De malos modos, se acerca hasta mí, suelta la rueda en el suelo y me dice con las manos ennegrecidas:
-¿Te puedes quitar de en medio?
Sus palabras me molestan. No sólo es su tono, es su intención.
-No -contesto sin moverme ni un centímetro-, no me puedo quitar de en medio.
Mi respuesta lo sorprende.
-Kook -gruñe-, acabas de estropear un bonito día. No lo estropees más.
Tiene razón.
Yo me he empeñado en meterme por aquel camino, pero me duele que me hable así.
-El precioso día lo estás estropeando tú con tus malos modos y tus caras de
fastidio -le contesto, incapaz de quedarme callado-. ¡Joder! Que sólo se ha pinchado la rueda del auto. No seas tan exagerado.
-¡¿Exagerado?!
-Sí, terriblemente exagerado. Y ahora, por favor, si te quitas de en medio yo solito cambiaré la rueda y pagaré mi terrible, irreparable y tremendo error.
Taehyung suda. Yo sudo. El sol no nos da tregua y no llevamos una mísera botella de agua para refrescarnos. Veo el agobio en su cara, en su mirada.
-Muy bien, listillo -me dice, abriendo las manos-. Ahora vas a cambiarla tú solito.
Sin más, comienza a andar hacia un árbol que está a unos diez metros del auto.
En cuanto llega a la sombra, se sienta y me observa.
La furia me llena por dentro y empieza a picarme el cuello.
¡El sarpullido!
Sin pararme a pensar en ello, pongo el gato del coche debajo de él y comienzo a hacer palanca para subirlo. El esfuerzo me hace sudar.
Sudo demasiado.
Mis pecho y mi espalda están empapados, mi cabello se me pega a la cara pero prosigo en mi empeño, sin dar mi brazo a torcer.
Para bruto y autosuficiente, ¡yo!
Tras un esfuerzo terrible en el que pienso que me voy a desmayar, consigo quitar la rueda pinchada.
Me ensucio todo de grasa, pero la cosa ya no tiene remedio.
Cuando estoy a punto de gritar de frustración, siento que Taehyung me agarra por la cintura.
-Vale, ya me has demostrado que tú solito sabes hacerlo -me dice con voz
suave-. Ahora, por favor, ve a la sombra, yo terminaré de poner la rueda.
Quiero decirle que no. Pero tengo tanto... tanto... tanto calor que o voy bajo el árbol o estoy seguro de que me voy a desmayar.
Diez minutos después, Taehyung arranca el auto, le da la vuelta y se acerca a mí marcha atrás.
-Vamos...sube.
Enfurruñado, hago lo que me pide.
Estoy sucio, furioso y sediento. Él está igual aunque reconozco que su humor es mejor que el mío.
Conduce con cuidado por el puñetero camino y sale a la autopista. Cuando ve una gasolinera grande para, me mira y pregunta:
-¿Quieres beber algo fresquito?
-No... -Al ver cómo me mira, gruño-: Pues claro que quiero beber algo. Me muero de sed, ¿no lo ves?
-¿Se puede saber qué te pasa ahora?
-Me pasa que eres un amargado. Eso es lo que me pasa.
-¡¿Cómo?! -pregunta, sorprendido.
-Pero ¿de verdad crees que, por pinchar una rueda y manchar la ropa de grasa, el bonito día se puede arruinar? ¡Por favor! Qué poco sentido del humor y de la
aventura que tienes. Alemán tenías que ser.
Va a responder algo pero se calla.
Resopla, baja del coche y entra en la
gasolinera. Entonces veo a mi lado un lavado de coches manual y no lo pienso.
Arranco el coche, pongo el vehículo en paralelo, meto algunas monedas en la maquinita y la manguera de agua comienza a funcionar.
Lo primero que hago es mojarme las
manos y quitarme la grasa que la rueda ha dejado en ellas y es tanto el calor que siento que sin importarme quién me mire, meto la cabeza bajo el agua.
¡Oh, qué frescura! ¡Qué gusto!
Cuando me he refrescado la cabeza, vuelvo a ver la vida de mil colores.
Taehyung sale de la gasolinera con dos botellas grandes de agua y una Coca-Cola y se acerca a mí,
sorprendido.
-Pero ¿qué estás haciendo?
-Refrescarme y, de paso, lavar el auto. -Y, sin previo aviso, giro el chorro de agua hacia él y lo mojo mientras me río a carcajadas.
Su cara es un poema.
La gente nos mira y yo ya me estoy arrepintiendo de lo que acabo de hacer.
¡Madre, qué cara de mal genio!
Esa espontaneidad mía me va a dar disgustos y creo que en décimas de segundos llegará el primero.
Pero, sorprendiéndome, Taehyung
suelta las botellas de agua y la Coca-Cola en el suelo y se acerca más hacia mí.
-Muy bien, nene, ¡tú lo has querido!
Corre hacia mí, me quita la manguera y me empapa entero. Yo grito, me río y corro alrededor del auto mientras él disfruta con lo que hace.
Durante varios minutos nos empapamos mutuamente y nuestra furia se va con el barro y la
suciedad. La gente nos mira divertida al pasar por nuestro lado mientras nosotros, como dos tontos, seguimos mojándonos y riéndonos a carcajadas.
Cuando el agua se corta de pronto porque las moneditas se han acabado, yo estoy empapado contra la puerta del auto.
Taehyung suelta la manguera y se pega a mi cuerpo antes de besarme.
Me devora la boca con auténtica pasión y me pone la piel de gallina.
-Algo tan inesperado como tú está dando emoción a un amargado alemán.
-¿De verdad? -murmuro como una bobo.
Taehyung asiente y me besa.
-¿Dónde has estado toda mi vida?
¡Momentazo!
Momentazo de película. Me siento el héroe.
Nunca nadie me ha dicho nada tan bonito en un momento tan perfecto.
Tras un montón de besos ardientes, decidimos marcharnos. Estamos empapados y ponemos unas
toallas en los asientos de cuero del coche. Taehyung vuelve a darme las
llaves del Lotus.
-Sigamos con la aventura -murmura.
Entre risas, llegamos hasta *****. Allí aparcamos el auto y no me sorprendo
cuando, tras guardar las llaves, Taehyung reclama mi mano.
Se la entrego y juntos caminamos por las calles de aquella bonita localidad como una pareja más.
El calor seca nuestras ropas y me lleva hasta un precioso restaurante donde
comemos mientras observamos el mar.
Nuestra charla es fluida o, mejor dicho, mi charla es fluida. No paro de hablar y él sonríe. Pocas veces lo he visto así. En ese momento, ni él es mi jefe ni yo su secretario. Simplemente somos una pareja que disfruta de un momento precioso.
Por la tarde, sobre las seis, decidimos darnos un baño en la playa. Nada más entrar en el agua, Taehyung me coge en sus brazos y camina conmigo hacia el interior hasta que me suelta y bebo un buen trago de agua.
¡Mierda, qué mala está!
Dispuesto a hacerle pagar su fechoría, meto una pierna entre las suyas y, cuando no se lo espera, la ahogadilla se la hago yo. Eso lo sorprende, así que intento escapar de él, pero me coge de nuevo y me sumerge en el mar.
Pasamos un rato divertido en el agua y, cuando salimos, nos tiramos sobre
nuestras toallas en la arena y nos secamos al sol en silencio. El sueño se apodera de mí y estoy a punto de dejarme llevar por Morfeo cuando Taehyung se levanta y me propone tomar algo fresco.
Lo acepto sin dudarlo. Recogemos nuestras cosas y nos acercamos a un pequeño puesto.
Taehyung va a pedir las bebidas mientras yo me siento a una mesita y me suena el teléfono.
Mi hermana.
Pienso si contestar o no, pero al final decido que no y corto la llamada.
Vuelve a sonar y finalmente respondo.
-Dime, pesada.
-¿Pesada? ¿Cómo que pesada? Te he llamado mil veces.
Sonrío. No me ha llamado tonto. Está molesta. Mi hermana es un caso,
pero como no estoy dispuesto a estar tres horas hablando con ella, le pregunto:
-¿Qué pasa?
-¿Por qué no me llamas?
-Porque estoy muy ocupado. ¿Qué quieres? -pregunto mientras observo a Taehyung pedir las bebidas y luego teclear algo en su móvil.
-Hablar contigo, tontooooooo.
-cariño, ¿qué te parece si te llamo más tarde? Ahora no puedo hablar.
Oigo su resoplido.
-Vale, pero llámame, ¿de acuerdo?
-Besossssssssss.
Corto la comunicación y cierro los ojos. La brisa del mar me da en la cara y estoy feliz. El día está siendo maravilloso y no quiero que acabe nunca. El celular suena otra vez y, convencido de que es mi hermana, respondo:
-Pero mira que eres pesadita, ¿qué carajos quieres?
-Hola, guapo, siento decirte que no soy la pesadita de tu hermana.
Inmediatamente me doy cuenta de que es Yugyeom.
Cambio mi tono de voz y suelto una carcajada.
-¡Hola, Yugyeom, perdona! Acababa de colgar a mi hermana y ya sabes lo
pesadita que es...
Oigo cómo sonríe.
-¿Dónde estás? -me pregunta.
-En este momento en *****.
-¿Y qué haces allí?
-Trabajando.
-¿Hoy sábado?
-Nooooooooo... hoy no. Hoy disfruto del sol y la playa.
-¿Con quién estás?
Esa pregunta me pilla tan de sorpresa que no sé qué responder.
-Con gente de mi empresa -digo finalmente.
Taehyung se acerca a la mesa. Deja una Coca-Cola con mucho hielo y una cerveza sobre su superficie y se sienta a mi lado.
-¿Cuándo vienes a Seúl? Ya estoy esperándote.
-Dentro de unos días.
-¿Tanto vas a tardar?
-Me temo que sí.
-Joder -maldice.
Incómodo por cómo Taehyung me observa y escucha la conversación respondo:
-Tú pásalo bien. Ya sabes que por mí no tienes que guardar luto.
Yugyeom resopla. Mis palabras no le han gustado y añade:
-Lo pasaré bien cuando tú llegues. Ya sabes que unas vacaciones sin ti me saben a poco.
Me río. Taehyung me mira.
-Anda... no seas tonto, Yugyeom. Tú pásalo bien y cuando llegue a Busan te doy un toque y nos vemos, ¿de acuerdo?
Tras despedirnos, apago el celular, lo dejo sobre la mesa y cojo la Coca-Cola.
Estoy sediento. Durante unos segundos, Taehyung mira cómo bebo.
-¿Quién es Yugyeom?
Dejo el vaso sobre la mesa y me retiro el pelo de la cara.
-Un amigo de Busan. Quería saber cuándo voy a ir.
De pronto me doy cuenta de que le estoy dando explicaciones.
¿Qué hago? ¿Por qué se las doy?
-¿Un amigo... muy amigo? -insiste.
Sonrío al pensar en Yugyeom.
-Dejémoslo en amigo.
El maravilloso hombre que está a mi lado asiente y mira al horizonte.
-¿Qué pasa? ¿Que tú no tienes amigas?
-Sí... y con algunas comparto sexo. ¿Compartes sexo tú con Yugyeom?
Si me pudiera ver la cara, vería la cara de tonto que se me ha puesto con su
pregunta.
-Alguna vez. Cuando nos apetece.
-¿Disfrutas con él?
Esa pregunta tan íntima me parece totalmente fuera de lugar.
-Sí.
-¿Tanto como conmigo?
-Es diferente. Tú eres tú y él es él.
Taehyung me clava su mirada, me observa... me observa y me observa.
-Haces muy bien, Kook. Disfruta de tu vida y del sexo.
Tras aquello, no vuelve a preguntar sobre Yugyeom. Nuestra conversación
continúa y el buen ambiente entre nosotros prosigue.
A las siete de la tarde decidimos regresar. De nuevo Taehyung me da las llaves del Lotus y yo conduzco encantado, disfrutando del momento.
Esa noche, cuando llegamos al hotel, Taehyung pide que nos suban algo de cena a mi habitación y durante horas hacemos salvajemente el amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro