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🌹XI🌹

Entre risas, insinuaciones y tocamientos nos bebemos casi toda la botella de champán mientras estamos en la bonita y enorme terraza de la suite.

Seúl está a mis pies y me encanta mirar a mi alrededor.

Todavía le doy vueltas a la
proposición que me hizo en el restaurante.

¿Debería aceptarla o rechazarla por lo que significa?

Me encuentro algo achispado. No estoy acostumbrado a beber y menos aún champán.

Taehyung habla con alguien por el móvil y lo observo. Vestido con esos
pantalones de cintura baja y la camiseta negra me pone a cien. Es fuerte y atlético.

El típico hombre de ojos claros y pelo corto que, si lo ves, no puedes evitar mirarlo.

Me sorprendo al ver que no lleva ningún tatuaje. Hoy casi todos los hombres de su edad tienen uno.

Aunque casi que me alegro, porque, con lo que me gustan a mí los tatuajes, se lo estaría chupando todo el día.

Recorro con lascivia su cuerpo.

Me detengo en la parte superior de su pantalón y entonces me doy cuenta de que tiene desabrochado el primer botón.

Me pone.

Me excita.

Me incita.

Me provoca.

Instantes después, suelta el móvil y se dirige hacia la cubitera. Me mira y sonríe.

Calor.

Tengo mucho calor.

Sirve unas últimas copas y deja la botella vacía boca abajo. Se acerca a mí, me entrega mi copa y murmura besándome la frente:

—Pasemos al dormitorio.

Los nervios de nuevo se apoderan de mí y siento que mi sexo empieza a palpitar.

Voy a ponerme los zapatos pero él dice que no, así que le hago caso.

Ha llegado el momento que llevo deseando, anhelando e imaginando desde que lo vi esperándome en la puerta de mi casa con el Ferrari.

Cuando entramos en uno de los preciosos y espaciosos dormitorios, clavo mis ojos en la enorme cama.

Una king size.

Taehyung se mueve por la habitación y, de repente, una sensual música nos
envuelve. Se sienta y apoya una mano en la cama.

Con la otra sujeta la copa y le da un trago.

—¿Estás preparado para jugar, pequeño?

Viéndolo así, tan sexy, tan varonil…

Estoy dispuesto para todo lo que él quiera y consigo responder:

—Sí.

Lo veo asentir.

Se levanta. Abre un cajón.

Saca dos pañuelos de seda negros, una cámara de vídeo y unos guantes. Eso me sorprende y me asusta al mismo tiempo.

Pero, incapaz de moverme, me quedo parado a la espera de que se
acerque a mí.

Lo hace.

Pasa su lengua con provocación por mi boca y me aprieta el trasero con su
mano.

—Tienes un culito precioso.

—Hoy jugaremos con los sentidos —prosigue—. Pondré esta cámara sobre aquel mueble para grabarlo todo. Así luego podremos ver juntos lo ocurrido, ¿te parece?

—No me gustan las grabaciones… —consigo decir.

Esboza una cautivadora sonrisa. Los ojos le brillan y me mira desde su altura.

—Tranquilo, Kook. El primer interesado en que no se vea por ahí nada de lo que tú y yo hacemos
soy yo, ¿no crees?

Lo pienso durante unos instantes y llego a la conclusión de que tiene razón.

Él es el rico y poderoso.

Quien tiene más que perder de los dos. Acepto y él deja la cámara sobre el mueble que había dicho y veo que pulsa un botón.

Se acerca de nuevo hacia mí.

—Te taparé los ojos con este pañuelo. ¡Tócalo!

Lo obedezco sin rechistar y siento la suavidad de la tela.

Seda.

—Lo que vas a sentir cuando te tenga desnudo en la cama es la misma suavidad que has sentido al
tocar el pañuelo.

Escuchar eso me activa de nuevo.
Asiento.

—Me encantan tus ojos —murmuro, sin poder contenerme—. Tu mirada.

Taehyung me mira unos segundos y, sin hacer referencia a lo que acabo de decir, prosigue:

—Además de taparte los ojos, como sé que te fías de mí, te ataré las manos y las sujetaré al cabecero para que no puedas tocarme. —Cuando voy a protestar me pone un dedo en la boca y añade—: Es su castigo, joven Jeon, por haber olvidado el vibrador.

Eso me hace sonreír y miro los guantes con curiosidad. Se los pone y me toca los brazos. La suavidad que siento me encanta. No noto sus dedos. Sólo noto la suavidad que aquellos guantes me proporcionan.

Sin hablar, se sienta sobre la cama y me mira. Rápidamente entiendo lo que quiere y lo hago. Me desnudo. Me quito el pantalón y la camiseta. Repito la misma operación que el día anterior. Me acerco a él vestido solo con el boxer puesto y siento cómo de nuevo apoya su frente en mi
estómago y posa su boca sobre el elástico de mi ropa interior.

La sensación hace que mi miembro
despierte y lo siento vibrar. Se quita los guantes y los deja sobre la cama.
Me agarra la cintura con sus fuertes manos y me sienta a horcajadas sobre él. Me mira y susurra mientras siento su duro pene entre mis muslos y su aliento sobre mis pechos:

—¿Estás preparado para jugar a lo que yo quiero?

—Sí —respondo aguijoneado por el deseo.

—¿De verdad?

—De verdad.

—¿Para lo que sea? —murmura acercándose a mi boca.

Poso mis manos en su corto cabello y le masajeo la cabeza.

—A todo excepto a…

—Sado —puntualiza, y yo sonrío.

Baja un poco la cabeza y queda a la altura de mis pezones. Con avidez, se los lleva a la boca.

Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su lengua y sus dedos y eso me impulsa
a gemir.Esa sensación me gusta.

Taehyung y su arrolladora personalidad pueden conmigo y en un
momento así estoy dispuesto a hacer todo lo que él me pida.

De pronto, siento sus dedos hurgar por debajo de mi boxer y eso todavía me calienta más.

—Ponte de pie —me ordena.

Le hago caso y veo que él se escurre y se sienta en el suelo entre mis piernas.
Lentamente me quita la ropa interior y, cuando me las saca por los pies, me los separa, posa sus manos en mis caderas y me hace flexionar las rodillas. Mi sexo. Mi chorreante erección y todo yo quedo expuesto ante él.

Su exigente boca sonríe y me incita con la mirada para que pose mi virilidad en su boca. Lo hago y
exploto y jadeo nada más notar su contacto.

Taehyung me agarra por las caderas y me hace apretar mi extensión contra su boca.

Me siento extraño.

Perverso en aquella postura.

Taehyung está sentado en el suelo y yo me encuentro sobre él, moviendo mi sexo sobre su boca.

Me gusta.

Me enloquece.

Me fustiga.

Noto cómo el orgasmo crece en mí
mientras me agarra por la parte superior de mis muslos y me devora con devoción.

Mil sensaciones toman mi cuerpo y me dejo hacer.

Soy suyo.

Mi cuerpo es suyo.

Me lo hace saber con su posesión.

El calor de mi extensión se extiende por todo mi cuerpo. Entonces, siento que ese ardor queda localizado en mi cara y creo que me voy a correr.

—Túmbate sobre la cama, Kook —me dice, parándose.

Con la respiración entrecortada lo hago.

Quiero que continúe.

—Ponte más arriba… más. Abre las piernas para que yo pueda ver lo que deseo. —Hago caso y jadea enloquecido—. Así, pequeño… así… enséñamelo todo.

Se quita la camiseta negra y la tira en un lateral de la cama. Sus bíceps son impresionantes. Después los pantalones y, mientras abro las piernas y veo cómo observa la
humedad que le enseño, me fijo en que los guantes están a mi lado junto
a una caja abierta de preservativos. Con seguridad, coge uno de los pañuelos de seda y se sienta a
horcajadas sobre mí.

—Dame tus manos.

Se las doy.

Las une y las ata por las muñecas.
Me besa y después me estira las manos atadas por encima de la cabeza y ata el pañuelo a una varilla del cabezal.

Respiro con dificultad.

Es la primera vez que me dejo atar las manos y estoy nervioso y excitado.
Cuando ve que me tiene bien sujeto acerca su cara a la mía y me besa primero un ojo y después el
otro.

Instantes después, pone ante mí el otro pañuelo oscuro y me lo ata en la cabeza. No veo nada.

Sólo oigo la música swing e imagino lo que sucede.

Desnudo y expuesto totalmente a él, siento su boca en mi barbilla.

La besa.

Quiero moverme pero no puedo. Las ataduras me impiden hacerlo. Su boca baja por mi pecho. Se entretiene en mis pezones hasta endurecerlos de nuevo y después utiliza sus dedos para excitarlos.

Su recorrido sigue bajando hasta llegar a mi ombligo y mi respiración vuelve a acelerarse. Noto cómo su boca llega hasta mi extensión, la besa y me abre más las piernas. Sus dedos juegan a los bordes de mi entrada y
siento que resbalan por mi humedad.

Su boca vuelve a posarse en mí.

Me chupa.

Me succiona y yo jadeo mientras me abro de piernas totalmente para que tome todo lo que quiera de mí.

—Me encanta cómo sabes… —lo oigo decir.

Tras decir aquello siento su respiración entre mis muslos hasta que un reguero de dulces besos
comienza a bajar hacia mis tobillos.
La cama se mueve.

Lo oigo alejarse y escucho de repente que la música suena más alta. Respiro más agitado.

Deseo que siga, pero me asusta el hecho de no saber qué ocurrirá.

Instantes después, siento que la cama se mueve y, por los movimientos, percibo que se está poniendo los guantes.

Acierto.

Sus manos enfundadas en los guantes comienzan a recorrer despacio mis piernas.

Jadeo… jadeo… jadeo…

¡Sólo puedo jadear!

Cuando me dobla las piernas y me separa las rodillas… ¡Oh, Dios! Su boca, de nuevo exigente, se
posa en mi sexo.

Lo engulle y yo grito.

Lo estimula con la lengua y yo jadeo.

La presión que sus manos ejercen sobre mí, acompañado de los movimientos de su boca, me
vuelve loco.

Jadeo… jadeo… jadeo e intento cerrar las piernas.

No me lo permite.

Me arqueo, gimo enloquecido y abro más las piernas. Su juego me gusta y me excita.

Deseo más y él me lo da. De pronto, siento que en mi entrada introduce algo.

Es suave, frío y duro. Lo introduce con cuidado, lo rota y lo saca y vuelve a repetir la operación. Me siento enloquecer de placer y mis caderas se levantan en busca de más.

Su boca vuelve a mi extensión mientras mete una y otra vez aquello dentro de mí.

Durante unos minutos, mi cuerpo es su cuerpo.

Soy su esclavo sexual.

Deseo que no pare y, cuando saca de mi interior lo que me ha metido y su boca vuelve a posarse en mi extensión.

Me gusta.

Su mano enfundada y suave pasea ahora por mi trasero. Me coge de
las nalgas y me aprieta contra su boca.
Voy a explotar, mientras uno de sus dedos juega en mi orificio anal.

Hace circulitos sobre él y yo pido más.

De pronto, un orgasmo toma todo mi cuerpo y me convulsiono por la satisfacción, mientras siento
que él me suelta las piernas.

—Me encanta tu sabor, pequeño —repite mientras aprieto mis muslos y oigo cómo rasga el preservativo.

Avivado por el deseo más increíble que nunca pudiera imaginar, todo yo ardo.

Me quemo.

Noto que la cama se hunde y siento su poderoso y musculoso cuerpo a
cuatro patas sobre el mío.

—Abre las piernas para mí.

Su voz ordenándome aquello en aquel momento es música celestial para mis
oídos. Su cuerpo encaja con el mío. Siento su pene duro contra mi entrada.

—Que es lo que quieres? —me dice.

Mi impaciencia me hace moverme en la cama. No respondo y él exige:

—Habla o no continuaré.

Parapetado tras el pañuelo, respiro con dificultad.

—¡Penétrame! —consigo decir ante su orden.

Lo oigo sonreír. Noto sus manos sobre mi entrada. ¡Calor! Me toca y me abre para introducir la totalidad de su pene en mi interior.

Me arqueo.

No se mueve, pero siento el latido de su corazón dentro de mí cuando me susurra al oído:

—¿Te gusta así?

Asiento.

No puedo hablar.

Tengo la boca tan seca que casi no puedo articular palabras.

—¿Te has corrido con lo ocurrido anteriormente?

—Sí.

—¿Has sentido placer?

—Sí…

Lo oigo resoplar y me da un azotito en la nalga.

—Perfecto, pequeño… Ahora me toca a mí.

Contengo un gemido mientras siento que mi cuerpo vuelve a arder. Me pellizca suavemente los
pezones.

—Estas húmedo y dispuesto… Me encanta.

Siento que la cama se mueve de nuevo. Y sin sacar su pene de mi interior se pone de rodillas sobre
la cama. Me sujeta las caderas con las manos y comienza un bombeo infernal.

Dentro… fuera… dentro… fuera.

Fuerte… fuerte…

Me da la sensación de que me va a partir en dos, pero por el placer.

—¿Te gusta que te folle así? —me pregunta entre susurros.

—Sí… sí…

Dentro… fuera… dentro… fuera.

Mi cuerpo vuelve a ser suyo.

No quiero que pare.

Oigo sus gruñidos, su respiración entrecortada a escasos metros de mí.
Su fuerza me puede y, a pesar de que sus manos, ahora sin guantes, me aprietan las caderas, no me quejo y abro mis piernas para él.

Me corro.

Sin poder ver la escena, me la
imagino y eso me vuelve más loco todavía. Soy como un muñeco entre sus manos y paladeo la plenitud de su posesión.

Entonces se inclina sobre mí y, tras una salvaje embestida final, oigo su gruñido de satisfacción.

Instantes después y aún con las respiraciones entrecortadas, me da un beso fuerte y posesivo.

Cuando se separa de mí, me desata las manos.

Después las coge con mimo y me besa las muñecas. Me retira el pañuelo de los ojos y nos miramos.

—¿Todo bien, pequeño?

Ensimismado y algo dolorido por la penetración tan profunda, asiento.

—Sí.

Me doy cuenta que yo sólo digo sí… sí… sí… pero es que no puedo decir otra cosa excepto «¡sí!».

Él sonríe. Se levanta de la cama. Se quita el preservativo y se marcha hacia el baño.

—Me alegra saberlo.

Su rara frialdad en un momento como aquél me desconcierta. Lo veo desaparecer y miro la habitación.

Mis ojos se paran en la cámara de vídeo.

Me muero por ver lo grabado.

Encojo las piernas y me levanto.

Camino desnudo hacia el baño. Escucho la ducha.

¡Quiero ducharme!

Taehyung me ve entrar en el baño. Está junto a un neceser y, al verme reflejado en el espejo, se
molesta y lo cierra.

—¿Qué haces aquí?

Su voz me paraliza. ¿Qué le pasa?

—Tengo calor y quería ducharme.

Con el ceño fruncido responde:

—¿Te he pedido que te duches conmigo?

Lo miro extrañado.

Pero ¿qué le ocurre?

Sin contestarle y enfadado, me doy la vuelta. ¡Que le den! Pero entonces siento su mano húmeda
sujetando la mía. Me suelto y gruño:

—¿Sabes? Odio cuando te pones tan borde. Ya sé que lo nuestro es sólo sexo, pero no entiendo que estés bien conmigo y, de pronto, en una fracción de segundo, todo cambie y te vuelvas un insensible. Pero, bueno, ¿por qué me tienes que hablar así?

Taehyung me mira. Veo que cierra los ojos y finalmente me acerca a él. Me dejo abrazar.

—Lo siento, Kook… Tienes razón. Disculpa mi tono de voz.

Estoy enfadado.

Intento soltarme pero él no me deja.

Me coge en volandas, me lleva hasta el interior de la enorme ducha, me suelta y dice mientras el agua nos moja:

—Date la vuelta.

Veo sus intenciones y me niego, furioso.

—¡No!

Él sonríe. Tuerce la cabeza y murmura cogiéndome de nuevo entre sus brazos:

—De acuerdo.

Al estar en volandas sobre él siento su pene duro contra mis piernas. Lo miro y él acerca su boca hasta la mía.

Rápidamente me echo hacia atrás.
Lo nuestro es sexo en estado puro. Y reconozco que me gusta tanto como a él.

Taehyung abre un poco más el agua fría. Eso me hace gritar y, como dos tontos, comenzamos a jugar bajo la ducha del hotel.

Si ven alguna incoherencia xfa avisenme

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