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🌹LIX🌹

A la mañana siguiente cuando llego a la oficina, no me sorprende encontrarme a Taehyung trabajando.

Con disimulo dejo mis cosas sobre mi mesa y suena mi teléfono interno. Taehyung. Quiere que pase.

—Buenos días, joven Jeon.

—Buenos días, señor Kim.

Entonces veo a Hyunsik, un chico de la empresa, sentado en la mesita
redonda que hay en el despacho con unos papeles.

—Señor Hyunsik —dice Taehyung recostándose en la silla—, ¿podría traerme un café solo?

El joven se levanta.

—Sí, señor Kim… en seguida se lo traigo.

Cuando pasa por mi lado pone los ojos en blanco y yo intento contener la risa.

Cuando Taehyung y yo nos quedamos solos en el despacho, él suaviza su tono de voz:

—¿Qué tal has dormido?

—Fatal… te echaba de menos.
Noto la comisura de sus labios curvarse.

—Seguro que no tanto como yo a ti.

—Te equivocas… estoy seguro que tanto o más.

Nos miramos. Duelo de miradas. He aprendido a aguantar sus retos.

—Esta noche duermes conmigo en mi hotel.

—Vale.

Esa proposición me encanta. Me enloquece y pienso que será un buen momento de explicarle lo que me pasó el día anterior.

—¿Te apetece que juguemos con compañía?

Mi estómago se contrae. ¿Jugar acompañados? Sé lo que eso significa y llevo mucho tiempo sin hacerlo.

Trago el nudo de emociones que se ha atascado en mi garganta.

—Me parece bien si a ti te lo parece.

Sin levantarse de su asiento, mueve su cabeza.

—¿Excitado? —pregunta al notar mi nerviosismo.

Asiento.

Taehyung sonríe y se levanta.

—Por favor, joven Jeon, pase al archivo.

Sin dilación, me dirijo hacia donde me pide y mi respiración se vuelve irregular.

Una vez allí, Taehyung se acerca a mí, mi trasero golpea los archivos y, apoyando su cadera sobre la mía, siento que su mano se mete por dentro de mi pantalón y me toca el muslo derecho.

—Llevo sin entregarte mucho tiempo y no veo el momento de hacerlo.

—Tae…

—Sigo enfadado contigo y mereces un castigo.

—¿Un castigo?

—Sí… mi pequeño. Y esta tarde sabrás cuál es.

Regresa el duelo de miradas.

—Te recuerdo —murmuro—, que tu castigo fue calentarme en aquel bar de intercambio de parejas.

Sonríe y pasa su nariz por mi pelo.

—Nunca se sabe, Kook… nunca se sabe.

Su mano me hace separar las piernas. Toca la tirilla de mi ropa interior.

—Tu castigo te espera en mi hotel —murmura en mi oído—. Cuando salgas de la oficina, coge tu auto y ve directo para allí.

Taehyung saca su mano de mi pantalón y se retira.

—Muy bien, ya puedes proseguir con tu trabajo.

Excitado y molesto por aquel trato tan frío me doy la vuelta para salir cuando siento que me da un azote. Yo me vuelvo para reprenderlo y entonces me atrae hacia él, me besa con pasión y murmura con una inquietante sonrisa:

—Te quiero, pequeño…

Esas dulces palabras consiguen en mí el efecto Kim.

Mi shock se va y sonrío como un tonto mientras él me abraza y toma mi boca con posesión.

A los pocos segundos, Taehyung me suelta.

—joven Jeon, ¿quiere dejar de provocarme para que yo pueda dirigir esta empresa?

Eso me hace reír y, tras colocarme bien el pantalón, salgo del archivo, después del despacho y, con una tonta sonrisa en mi cara, regreso a mi mesa.

Definitivamente, esa noche le explicaré lo que me ocurrió.Hyunsik llega con el café y, cuando pasa por mi lado, murmura:

—Joder con el jefe… ¡hoy me tiene frito!

Sonrío e intento concentrarme en trabajar.

A las seis salgo del trabajo nervioso y hago lo que me ha pedido. Recojo mi auto y voy hasta su hotel. Cuando llego, el chofer está esperando en la puerta y, al verme, me hace una seña con la mano. Paro el auto, bajo la ventanilla y lo oigo decir:

—El señor Kim lo espera en su suite. Yo me encargaré de su auto.

Encantado, me bajo y entro en el hotel mientras la excitación crece a cada segundo más en mí.

Llevo sin jugar a sus juegos desde que estuvimos en la playa y estoy inquieto.
El ascensorista sonríe y me saluda cuando me ve entrar. En silencio subimos las plantas y, cuando se abren las puertas del ascensor, me sorprendo al encontrarme a Taehyung esperándome en el vestíbulo.

—Hola, cariño.

—Hola —respondo feliz mientras paseo mis ojos por él y valoro lo guapísimo que está con ese pantalón negro y la camisa celeste.

Sin demora, me besa, me coge por la cintura y me guía hasta la suite.
Al entrar, oigo música en el salón. Hay alguien pero no puedo ver quién es.
Taehyung me mete directamente en su dormitorio y cierra la puerta.

—Sobre la cama está lo que quiero que te pongas. Dúchate y, cuando estés preparado, sal al salón.

Dicho esto, se da la vuelta y se marcha, dejándome solo.

Sorprendido, camino hacia la cama. Sábanas de seda negras. ¡Morboso! Sobre las sábanas veo un fino y corto camisón de seda junto a unos zapatos negros. No hay bragas, pero sí un liguero lila.

Eso me reseca la boca.

¡Sexo!.

Sin poder quitar los ojos de aquella prenda, me desnudo y paso al baño. Me ducho y disfruto sintiendo el agua correr por mi piel.

Me seco y me pongo lo que Taehyung me ha pedido.

Abro la puerta de la habitación. Taehyung me ve y me hace una seña para que me acerque a él.

Cuando llego a su altura, veo a una pareja.

Ella va vestida como yo.

Sorprendido por ello miro a Taehyung en busca de una explicación.

—Jungkook, ellos son Yessi y su marido. Unos amigos.

El hombre se acerca a mí y me da dos besos en las mejillas y, cuando la luz se refleja en la mujer, me doy cuenta de que se trata de la Yessi que conozco.

¿Por qué hace como si no me conociera?

Se acerca a mí y me da dos besos.

—Hola, Jungkook, encantada de verte.

—Lo mismo digo —asiento confundido.

Ella no hace referencia a nuestros encuentros en el gimnasio, ni a lo que pasó el día anterior. Yo tampoco. Me siento extraño al omitirlo pero, sin saber por qué, lo hago.

Taehyung me coge por la cintura y me acerca más a él.

—Ellos estuvieron en la fiesta de los años veinte a la que asistimos en la playa. Desde entonces, Yessi no ha parado de enviarme e-mails para conocerte.

Me vuelvo hacia ella y la veo sonreír.

—Me muero por saborearte, Jungkook.

No respondo. No puedo. Sólo puedo ver cómo esa mujer pasea su lujuriosa
mirada sobre mi cuerpo y se detiene en mi pecho. Me recuerda a Silvestre, el gato de Piolín cuando se lo quiere comer.

Taehyung hace un gesto pícaro. Le gusta lo que ve; le agrada y lo excita.

—Tengo un novio muy… muy deseable.

Lo miro y él me besa sin importarle que esos dos nos estén observando. Cuando me suelta, con el rabillo del ojo veo que Yessi y su marido cuchichean, mientras se sirven champán.

Taehyung coge del sofá un largo pañuelo de seda y lo enreda en su
mano.

—¿Lo recuerdas?

—Sí.

—Quizá te ate a la cama en algún momento para ofrecerte. ¿Alguna objeción?

Atizado por lo que dice, murmuro:

—Confío en ti.

Sus ojos chispean. Están brillantes.

Taehyung se acerca a mí.

—Yessi es una mujer muy activa y se muere por jugar contigo. Por supuesto, yo se lo consiento.

—¿Cómo?

Taehyung sonríe y me besa en el hombro.

—Ése es hoy mi castigo, cariño.

—Tae, no —susurro con la boca seca.

—¡¿No?!

Me acerco a su oído.

—Ya sabes que las mujeres no me van.

Él sonríe.

—Por eso es tu castigo. Pero, tranquilo, yo te ofrezco para que juegue contigo, tú no tienes que
hacer nada, excepto disfrutar.

Me quedo estupefacto. Voy a replicarle, pero él me lo impide.

—Vamos, joven Jeon, sea consecuente con mis caprichos.

Con el estómago hecho trizas, miro a la mujer y, sólo de pensar lo que Taehyung me pide, deseo salir corriendo.

El marido de Yessi se ha sentado en el sillón mientras Yessi nos mira. Mis nervios van a estallar de un momento a otro.

—Taehyung.

—Dime, Kook.

—No quiero hacerlo… no.

Taehyung me mira… me mira… me mira y finalmente dice con voz tranquila:

—De acuerdo, Kook. Ve a la habitación y vístete. Mi chofer te llevará a tu casa.

Eso me desconcierta.

No quiero irme.

Cuando voy a darme la vuelta para
marcharme, cierro los ojos.

—Taehyung

—Dime, Kook.

—Si me quedo, mis besos serán sólo tuyos y los tuyos sólo míos.

El rostro imperturbable de Taehyung asiente.

—Eso siempre, cariño… siempre.

Lo beso ansioso y él acepta mi boca.
Cuando me separo de él, miro a Yessi.
Mis pezones se ponen duros y la veo sonreír. Los observa y, finalmente, saca su lengua y me los chupa. Yo me muevo. Me inquieto. No quiero reconocerlo, pero la situación me provoca. Su boca se cierne sobre mis pezones y los succiona con avidez hasta que me los suelta.

—¿Te ha gustado? —pregunta.

Yo asiento. No puedo hablar.

—En el gimnasio, cada vez que te veo desnudo en los vestuarios, deseo chuparte así. Por cierto, Yoo-jin te manda recuerdos.

Voy decir cuatro frescas de esa tipa cuando ella se baja los tirantes de su camisón y deja sus tersos y magníficos pechos operados ante mí.

Me coge las manos y me las coloca sobre ellos. Sus manos cubren las mías y me hace aplastarlos.

Cuando quita sus manos de las mías, sigo haciéndolo. Le toco los pezones como sé que a mí me gusta y se los estrujo. Ella me mira, se muerde los labios y jadea.

Acerca su cara a la mía. No me muevo y, cuando creo que me va a besar y no puedo retroceder, murmura:

—Ya me ha advertido Taehyung que no puedo probar esos labios tan tentadores que tienes, pero te voy a devorar otra cosa, igual que deseo cada vez que te veo. Y quiero que después me hagas disfrutar tú a mi.

—No… yo no… —susurro dispuesto a marcar un poco mi terreno.

—Tú no ¿qué?

Dispuesto a darle una patada si se pasa conmigo, aclaro:

—Yo nunca he complacido a una mujer. No es lo mío.

—¿Me quieres complacer a mí?

—No.

Se mueve sobre mí. Se da la vuelta hasta que su vagina está sobre mi cara y mi erección bajo su boca. No me roza, sólo la muestra y murmura mientras siento su aliento.

—Hazlo sólo una vez. Si no te gusta, te prometo que me retiraré.

Ensimismado, la observo cuando la escucho jadear.

—Jungkook… saca la lengua una vez… Sólo una vez.…

Noto su lengua pasar lentamente sobre mi extensión. Tiemblo.

Abducido por el momento y por la excitación que siento, hago lo que me pide.

Saco mi lengua y lo hago.

—Oh, sí… —la oigo decir.

La sensación me gusta y vuelvo a pasar mi lengua.

Ella hace lo mismo y el que jadea ahora soy yo.

—Hagamos una cosa. Repite lo mismo que yo te haga.

Abro mi boca y chupo su interior.

Noto que ella tiembla.

Sus labios se abren ante mi contacto y vislumbro el clítoris. Curioso, llevo mi lengua hasta él y lo rozo. Éste responde hinchándose en décimas de segundo y yo me inquieto.

—Oh… Jungkook… me estás volviendo loca… ¿De verdad que nunca lo habías hecho?

—Nunca.

Avivado por la visión de su clítoris. Lo toco con la punta de la lengua, lo rodeo y, cuando está hinchado, lo aprisiono entre mis labios y estiro.

Pensé que aquello me daría asco, pero no. Paseo mi boca por su vagina perfectamente depilada y mordisqueo su clítoris.

Yessi se restriega contra mí y la oigo gemir. En ese momento yo deseo más… mucho más, pero ella me quiere poseer y me frena. Vuelve a su estado inicial. A cuatro patas sobre mí.

—Ahora que ya sabes lo que yo quiero de ti, permíteme que disfrute de tu cuerpo.

Agarra mis pezones. Los endurece y con la lengua juega con ellos. Cuando escucha mi jadeo, los deja.

—Te voy a quitar el camisón. Cierra los ojos y entrégate.

Asiento, excitado, pero antes veo que Taehyung y El marido de Yessi entran en el dormitorio. Se sientan cada uno en un lado diferente de la cama y nos observan.

Yessi me desnuda. Con sus suaves manos baja el camisón que esta enrollado en mi cintura y me lo
saca por las piernas. Me pone las manos en los tobillos y las sube hasta llegar a mis muslos. A mi liguero.

—Me gusta lo que veo… —susurra Taehyung en mi oído.

Yessi prosigue su festín y, cuando los pezones no pueden estar más duros y
estimulados, baja a mi cintura y se entretiene en el ombligo. Me estremezco.

Su boca caliente llega hasta mi pubis y se detiene. Recorre con su lengua mi tatuaje y murmura en voz alta y sugerente:

—Jungkook, el tatuaje es muy tentador. Seguro que levanta pasiones.

Miro a Taehyung y él sonríe. Yo sé por qué dice eso, pero me callo. No digo ni mu.Yessi levanta la vista un instante y una cascada de emociones se apoderan de mí cuando siento sus
manos juguetear entre mis piernas.
Me toca y, empieza a masturbarme.
Excitado, comienzo a moverme en busca de mi placer sobre su mano.

—Vamos chicos… —oigo que dice—. Participen en mi juego.

El marido de Yessi me toca el pezón derecho y Taehyung lleva su boca hasta el izquierdo. Cada uno
a su modo y a su manera, me estimulan y me succionan hasta que Yessi me abre las piernas y mete mi pene en su boca.

—Ah… —jadeo mientras tres personas me tocan y me chupan.

—Sí, pequeño… así… entrégate y disfruta para mí.

—Sólo para ti —repito entre jadeos.

Durante lo que me parece una eternidad, Yessi juega entre mis piernas mientras su marido me
mordisquea los pezones y Taehyung me besa.

Sonrío y entonces le oigo decir al marido de Yessi mientras se pone un preservativo:

—Vamos, chicos… ahora nos toca a nosotros.

Miro hacia Taehyung. Veo que rasga un preservativo y se lo pone. Nada más hacerlo, me coge la mano.

—Te voy a atar a la cama y te voy a ofrecer para que te folle. Ponte boca abajo.

Sin rechistar, hago lo que me pide y veo que Yessi hace lo mismo. Nos atan las muñecas con los pañuelos de seda al cabecero de la cama. Instantes después, la cama se hunde y siento un azote en el trasero. Pica. Reconozco la mano de Taehyung cuando me agarra y me hace poner el culo elevado.

—Abre las piernas para que él te pueda penetrar bien y yo lo pueda ver. ¿Entendido, cariño?

Muevo mi cabeza afirmativamente, mientras la excitación por lo que dice me recorre el cuerpo.

Instantes después, unas manos desconocidas para mí me cogen de las caderas e introducen su erección poco a poco en mi. Su pene está duro y es ancho, pero no es tan largo como el de
Taehyung. No llega con profundidad.
Yo quiero más.

Dejo que me penetre una y otra vez y jadeo de placer en cada embestida mientras escucho los gemidos de Yessi a mi lado y sé que Taehyung me mira mientras le da mucho… mucho placer.

Imaginar la escena me incita. Me exhorta. Me exalta.

Una… dos… tres… cuatro… cinco… seis penetraciones y seis gritos placenteros, a la séptima escucho a Taehyung que suelta un ronco gruñido, miro y veo que se corre.El marido de Yessi me coge en vilo y me levanta, bombea su gordo pene varias veces más dentro y fuera de mí, me aprieta con brusquedad y finalmente ambos nos corremos.

Agotado, respiro con la boca sobre las sábanas hasta que siento que Taehyung me toca y me desata las manos. Me besa las muñecas y dice:

—Vamos… cariño. Necesitas un baño.

Me coge entre sus brazos y yo me acurruco contra él. Me besa la frente.

—Te quiero.

Yo sonrío.

—Yo también te quiero.

Lo vivido minutos antes me tiene exhausto, pero sus palabras hacen que me lata con más fuerza el
corazón. Veo el jacuzzi preparado, Taehyung me deja sobre él y dice:

—Agáchate y sujétate al borde.

Hago todo lo que me pide. Me agacho y el agua me llega hasta la cintura. ¡Qué placer! Oigo que abre la ducha. Se debe de estar duchando. Cuando cierra el grifo, siento que se mete en el jacuzzi y comienza a lavarme. Me enjabona el pelo, me da un masaje en la cabeza y luego, con mimo, me
lo enjuaga. Después me pide que me dé la vuelta. Sus ojos y los míos se miran. Con sus manos, me enjabona el cuerpo y, cuando me enjuaga, me da un beso en el hombro.

—Ya está, cariño…

El pene de Taehyung está duro como una piedra y veo que todo él está empapado. Sale del jacuzzi y me tiende la mano. Se la cojo y salgo yo también. Las piernas me tiemblan y cuando estoy a su lado le hago sentarse sobre la tapa del váter cerrado.

Acto seguido me siento a horcajadas sobre él. Cojo su pene y lo hundo centímetro a centímetro en mí.

—Dios, Kook…

—Ahora tú… —susurro ansioso—. Ahora tú…

Cierro los ojos. Echo la cabeza hacia atrás y contraigo mi entrada.

Taehyung jadea y yo con él. Sus manos húmedas me agarran la cintura y me aprieta contra él. Me
gusta. Me enloquece cuando me hace eso. Sentir toda su enorme erección me altera y vuelvo a contraer mi entrada. Ambos jadeamos.

—Así, nene… poséeme. Eres mío.

Sus órdenes son para mí el arrullo que necesito.

Restriego mi pene contra él y vuelvo a contraer mi entrada. Mi culo lo succiona y cada centímetro que le hago hundirse en mí me hace sentir que me va a partir en dos.

Esa sensación es nuestra. La busco. La necesito. Sólo él me da profundidad y quiero más.

Me echo hacia atrás y Taehyung jadea ante la electricidad que sentimos, yo abro la boca en busca de aire.

Cada embestida mía es un jadeo de él.

Cada jadeo de él es una embestida mía. El movimiento de mis caderas se vuelve más insistente, más delirante.

Sus penetraciones más profundas, más seguidas y, cuando siento que me voy a correr, lo miro y susurro:

—Mío. Eres sólo mío.

Un grito gutural sale de su garganta y otro de la mía cuando Taehyung se empotra totalmente en mí, mientras notamos que nuestros fluidos resbalan por nuestras piernas. Me abrazo a él y el ritmo se detiene mientras me besa el pelo.

Durante varios minutos no nos movemos, sólo nos abrazamos hasta que él coge una toalla seca y me la echa por encima. Tiemblo.

Con el pelo mojado sobre la cara, Taehyung comienza a repartirme un millón de dulces besos mientras me retira el cabello. Sigo sentado sobre él y su erección disminuye en mi interior cuando escucho jadeos e imagino que los otros juegan en la habitación.

—Taehyung.

—¿Sí, cariño?

—¿Te encuentras bien?

Sonríe al notar mi preocupación por él.

—Perfectamente, mi amor, ¿y tú?

—Extasiado.

—¿Mi castigo ha sido muy duro?

Sonrío y lo beso por el cuello.

—Tus castigos me vuelven loco.
Ambos reímos y Taehyung me mira a los ojos.

—Espero que no hayan sido muy duros para ti.

—Yo más bien diría placenteros.

—¿Incluso con Yessi y su marido?

Asiento como un niño pequeño.

—Incluso con ellos.

Taehyung me da un beso en la punta de la nariz y susurra:

—Me vuelve loco verte disfrutar, cariño. Ofrecerte es un placer para mí. Me provoca un morbo que no puedo remediar y…

—¿Te estás disculpando por ello?

Veo que asiente y murmura:

—Kook… tengo que hacerlo. Estos juegos no entraban dentro de tu vida. Sé que lo haces por mí y…

—… y me gustan —lo interrumpo—. Me encanta que me ofrezcas mientras tú miras. Eso, aunque no lo creas, me produce el mismo placer que a ti. Y si a ti te enloquece que Yoongi, Yessi o quien decidamos se meta entre mis piernas y juegue conmigo, yo lo acepto. Lo acepto gustoso porque
disfruto tanto que un día voy a explotar.

—¿Estás seguro, cariño?

Abro los ojos y lo miro. Acerco mi nariz a la suya y siento la necesidad de preguntar:

—¿En Alemania seguiremos jugando?

Aquello lo pilla de sorpresa. Mi pregunta le afirma lo que él lleva deseando escuchar y me abraza
encantado, antes de devorarme la boca.

—En Alemania te prometo todo lo que quieras.

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