🌹IX🌹
¿Qué me pongo?
Al final, me calzo unos pantalones y una camiseta negra que me regaló mi amiga Sana.
Me arreglo el cabello en y a la una suena el telefonillo.
¡Qué puntual!
Convencido de que es él, no contesto.
Que vuelva a llamar. Diez segundos después lo hace. Sonrío. Descuelgo el telefonillo y pregunto distraído:
-¿Sí?
-Baja. Te espero.
¡Oh! Ni buenos días, ni nada.
¡Don Mandón ha regresado!
Tras besar a Nino en la cabeza, salgo de mi casa deseoso de que mi aspecto no le guste nada de nada y decida no salir conmigo.
Pero me quedo sorprendido cuando llego a la calle y lo veo vestido con unos pantalones y una camiseta negra junto a un impresionante Ferrari rojo que me deja perplejo.
¡Si lo viera mi padre!
La sonrisa vuelve a mi boca.
¡Me encanta!
-¿Es tuyo? -pregunto, acercándome hasta él.
Se encoge de hombros y no contesta.
Asumo que es alquilado y me enamoro a primera vista de aquella impresionante máquina.
Lo acaricio con mimo mientras siento que él me mira.
-¿Me dejas conducirlo? -le pregunto.
-No.Venga, vaaaaaaaaaaaa -insisto-. No seas aguafiestas y déjame. Mi padre tiene un taller y te aseguro que sé hacerlo.
Taehyung me mira. Yo lo miro también.
Él resopla y yo sonrío.
Finalmente niega con la cabeza.
-Enséñame Seúl y, si te portas bien, quizá luego te permita conducirlo. -
Eso me emociona y prosigue-: Yo conduciré y tú me dirás dónde ir. Así que, ¿dónde vamos?
Me quedo pensando un rato, pero en seguida le contesto:
-¿Qué te parece si vamos al Mercado de Namdaemun, al Santuario Jongmyo, al Rio Hangang y a la
Plaza Gwanghwamun.
No responde, así que le doy unas indicaciones y nos sumergimos en el tráfico.
Mientras él conduce, disfruto del hecho de ir en un Ferrari.
Subo la música de la radio.
Me encanta esa canción.
Él la baja.
Vuelvo a subirla.
Él vuelve a bajarla.
-Vamos a ver, ¡que no escucho la canción! -protesto.
-¿Estás sordo?
-No... no estoy sordo, pero un poquito de vidilla a la música dentro de un auto no viene mal.
-¿Y también tienes que cantar?
Esa pregunta me toma tan de sorpresa que respondo:
-¿Qué pasa? ¿que tú no cantas nunca?
-No.
-¿Por qué?
Tuerce el gesto mientras lo piensa... lo piensa... y lo piensa.
-Sinceramente, no lo sé -contesta, finalmente.
Sorprendido por aquello, lo miro y añado:
-Pues la música es algo maravilloso en la vida. Mi madre siempre decía que la música amansa las fieras y que las letras de muchas canciones pueden ser tan significativas para el ser humano que incluso nos pueden ayudar a aclarar muchos sentimientos.
-Hablas de tu madre en pasado. ¿Por qué?
-Murió de cáncer hace unos años.
Taehyung toca mi mano.
-Lo siento, Kook -murmura.
Le hago un gesto de comprensión con la cabeza, y, sin querer dejar de hablar de mi madre, añado:
-A ella le encantaba cantar y a mí me pasa igual.
-¿Y no te da vergüenza cantar delante de mí?
-No, ¿por qué? -respondo, encogiéndome de hombros.
-No lo sé, Kook, quizá por pudor.
-Soy un loco de la música y me paso el día canturreando. Por cierto, te lo recomiendo.
Vuelvo a subir la música y, demostrándole la poca vergüenza que tengo, muevo los hombros y
canturreo.
Finalmente, veo que la comisura de sus labios se curva. Eso me proporciona seguridad y continúo
cantando, canción tras canción.
Al llegar dejamos el auto en un parking.
-Recuerda. Si eres bueno, te dejaré conducirlo -susurra.
Mi gesto cambia y un aleteo de felicidad me cubre por completo cuando lo oigo reír. ¡Vaya! ¡Sabe
reír! Tiene una risa muy bonita.
Algo que no utiliza mucho, pero que las pocas veces que lo hace
me encanta. Tras salir del parking, me coge de la mano con seguridad. Eso me sorprende y, como me agrada, no la retiro.
-Tengo que hacerte una proposición -me dice.
-Mmmm... Conociéndote, seguro que será indecente.
Sonríe ante mi comentario. Me toca la punta de la nariz con su dedo y dice:
-Voy a estar en Corea durante un tiempo y después regresaré a Alemania. Me imagino que sabrás
que mi padre murió hace tres semanas... Me quiero encargar de visitar todas las delegaciones que
mi empresa tiene en Corea. Necesito saber la situación de las mismas, ya que quiero ampliar el negocio a otros países. Hasta el momento era mi padre quien se ocupaba de todo y... bueno... ahora el mando lo llevo yo.
-Siento lo de tu padre. Recuerdo haber oído...
-Escucha, Kook -me interrumpe. No me deja profundizar en su vida-. Tengo varias reuniones en
distintas ciudades Coreanas y me gustaría que me acompañaras. Sabes hablar y escribir perfectamente en alemán y necesito que, tras las reuniones, envíes varios documentos a mi sede en Alemania. El jueves tengo que estar en Busan y...
-No puedo. Tengo mucho trabajo y...
-Por tu trabajo no te preocupes. El jefe soy yo.
-¿Me estás pidiendo que deje todo y te acompañe en tus viajes? -le pregunto, boquiabierto.
-Sí.
-¿Y por qué no se lo pides a Jackson?
Él era el secretario de tu padre.
-Te prefiero a ti. -Y al ver mi gesto añade-: Vendrías en calidad de secretario. Tus vacaciones se aplazarían hasta que regresáramos y después podrías cogerlas. Y, por supuesto, tus honorarios por este viaje serán los que tú marques.
-¡Ufff...! No me tientes con mis honorarios o me aprovecharé de ti.
Apoya los codos sobre la mesa. Junta las manos. Deja caer la barbilla sobre ellas y murmura:
-Aprovéchate de mí.
El labio me tiembla.
No quiero entender lo que él me está proponiendo. O al menos no quiero
entenderlo como yo lo estoy entendiendo. Pero como soy incapaz de callar hasta debajo del agua,
le pregunto:
-¿Me vas a pagar por estar conmigo?
Al decir aquello me mira fijamente y responde:
-Te voy a pagar por tu trabajo, Kook. ¿Por quién me has tomado?
Nervioso, el estómago se me cierra y vuelvo a preguntar. Esta vez en un susurro, para que nadie nos oiga:
-¿Y mi trabajo cuál se supone que será?
Sin inmutarse, clava sus impresionantes ojos en mí y aclara:
-Te lo acabo de explicar, pequeño. Serás mi secretario. La persona que se ocupe de enviar a las oficinas centrales de Alemania todo lo que hablemos en esas reuniones.
Mi mente comienza a dar vueltas pero, antes de que pueda decir nada más, me coge de la mano.
-No te voy a negar que me atraes. Me excita sorprenderte y más aún oírte gemir. Pero créeme que lo que te estoy proponiendo es totalmente decente.
Eso me excita y me hace reír.
-En los hoteles, ¿habitaciones separadas? -pregunto.
-Por supuesto. Ambos tendremos nuestro propio espacio. Tienes para pensarlo hasta el martes. Ese día necesito una respuesta o me buscaré a otro secretario.
Se lo agradezco. Tengo que pensarlo. Así que nos limitamos a disfrutar de una estupenda comida.
Si ven alguna incoherencia xfa avisenme
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