Esa noche Sunghoon no pudo dormir, se sentía terrible por culpa de las palabras de Heeseung.

Cuando se levantó, desayunó tanto como quiso. Al fin y al cabo, tendría que sacarlo después.

Cuando llegó a la escuela fue directo a los baños, se encargó de sacarlo por sí solo. No quería que Heeseung se enojara de nuevo.

Cuando salió de los baños, pudo ver a Heeseung mirándolo sorprendido. Él sonrió, pero no era una sonrisa normal, daba miedo.

Se alejó de allí tan rápido como pudo. Simplemente quería llegar a su clase y terminar con el día lo antes posible.

Sacó sus cosas esperando al profesor. Miró su cuaderno, releyendo sus apuntes. Después de todo no tenía nada mejor que hacer.

Al menos hasta que una pequeña bolsita de galletas llegó a su escritorio.

Alzó la mirada sorprendido y se encontró con un chico rubio con una amplia sonrisa.

—Buenos días Hoon, ¿has dormido bien?

Asintió mientras sus mejillas se teñían de un suave rojo. Era la primera vez que alguien externo a su familia le preguntaba eso. Aunque hubiera deseado que fuera Heeseung, estaba feliz.

—¿Has dormido bien también, Jay?

—¿Recuerdas mi nombre? Que lindo. Sí, dormí bien, muchas gracias por preguntar.

—No hay de qué.— Le sonrió. —Oye, una pregunta, ¿esto...?

Señaló a la bolsita de galletas.

—Son para ti, Hoon. Por ayudarme ayer.

—¿En serio? Pero no es necesario, tan solo te dicen mi opinión, yo debería agradecerte por dejarme probar tu comida...

—Por ti me sentí mucho más seguro. Las hice especialmente para ti, por favor, aceptalas.

Sunghoon asintió, tomando la bolsa guardandola con cuidado en su mochila. Se las tomaría en casa, así se aseguraría de que Heeseung no le viera.

—Muchas gracias, Jay. Es un gesto realmente lindo por tu parte.

Les habría encantado seguir hablando pero, el profesor había llegado.

Jay fue hasta su sitio, despidiéndose de Sunghoon.

Ese día, quedaban 7 mariposas en el estómago de Sunghoon.