Buscando A La Indicada Ikki I / Shun I
—Bienvenidos al Tour de las ruinas griegas. Mi nombre es Mizu y seré su guía, por favor durante el recorrido no se separen del grupo. —Dijo una chica con una gran sonrisa, el grupo de personas le seguía por donde ella les llevaba hasta llegar nuevamente a su punto de partida. —Bueno aquí termina el Tour espero les haya gustado mi compañero Koal les llevara hasta el restaurante asociado para que tomen un descanso. —Toda la gente agradecía y seguían ahora al chico mencionado, las horas siguieron pasando y todo fluía con normalidad hasta la hora de partida.
La chica saco de su casillero una pequeña maleta pues hacia un par de noches que debía rentar un cuarto de hotel ya que el edificio donde vivía había sido demolido y no había tenido tiempo para buscar un alquiler igual de barato que donde estaba.
Iba caminado por las calles pensando en lo que haría o en lo que iría a comer esa noche cuando un joven de bellos cabellos negros le detuvo el paso.
—Por fin te encontré. —Le dijo mirándola fijamente.
Mizu que iba pensando en otras cosas le tomo un poco mas de tiempo reconocer al chico frente a ella pero finalmente el recuerdo de aquel joven le llego a su mente.
—¡Ikki! ¿Como me encontraste?—Pregunto asombrada
—Sabias que lo haría algún día, ¿y esa maleta?
—Yo bueno...
—El otro día fue a tu dirección, el edificio ya no esta, ¿Mizu que esta sucediendo?—El sonido de su estomago no le permitió hablar pues este comenzó a sonar delatando que la chica se encontraba hambrienta.
Una sonrisa se formo en los labios del joven, mientras que miraba dulcemente a la joven.
—Vamos a cenar, yo también tengo hambre.
—Lo siento. —Dijo la chica con un sonrojo intenso en sus mejillas.
—No tienes de que disculparte. —Ambos jóvenes entraron a una cafetería donde ordenaron algo de comida.
—¿Ahora me dirás? ¿Por que desapareciste? ¿Acaso nuestra amistad no importaba nada para ti?
—No... Yo, lo siento, Ikki...
Mama murió. No tenia a donde ir, y no quería ver a nadie.
—Eso es lo que mas me duele Kinn, tu y yo siempre fuimos cercanos, porque no que me buscaste.
—Yo... No sabia si estabas vivo o muerto... Después de que no contestaste mis mensajes hace unos años, creí lo peor.
—Entiendo tu confucion, pero nunca debes perder la esperanza, ¿Donde vives ahora?
—Yo... Bueno, estoy rentando un cuarto de hotel a unas cuadras de aquí.
—¿Que harás cuando ya no te queden mas días ahí o que ya no tengas dinero?
—Trabajare el doble para poder pagar algún lugar donde vivir.
—Deja de hacer eso...
Hay un lugar; donde puedes vivir, se te pagara y no pagaras renta o algo por el estilo, sólo debes de cuidar a un niño.
El es tierno y sabe comportarse.
—¿Cuidar a un niño? ¿Cuantos años tiene?
—El niño tiene cuatro años cinco, la verdad no se bien eso, el viviría contigo en aquel lugar.
—Pero trabajo, ¿eso no afectaría?
—No, no afectaría en nada, después de todo creo que debe ir a la escuela.
—Si acepto, ¿debo firmar algo?
—No, y te instalarias cuando quisieras, solo que debe ser pronto.
—Te llamare mañana. —Dijo la joven levantándose del lugar y marchándose a donde residía esos días pues apresar de todo le interesaba aquella oportunidad.
Al otro lado del mundo un joven bajaba del avión en el que había llegado, no sabia por donde empezar a buscar a su amiga pero no se rendiría tan fácil.
Caminaba con sus maletas por los largos pasillos del aeropuerto cuando un puesto de recuerdos llamo su atención.
El joven entro y compró un oso de peluche el cual entregaría con quien se encontraría.
Los días siguieron pasando y el seguía en su ardua tarea en encontrarala sin embargo estar en aquel magico país le hacia disfrutar de su estancia ahí.
Y sin previo aviso una tarde cuando viajaba de camino a el hotel donde se hospedaba una joven que estaba dentro de una clínica veterinaria llamo su atención; enseguida pudo reconocerla y una sonrisa se dibujo en sus labios.
—Hola, buenas tardes. —Dijo al entrar en aquel lugar.
—Enseguida le atiendo, deme un segundo por favor. —Contesto una voz a femenina desde el otro lado de los estantes de comida para mascotas.
—En que puedo... —No pudo terminar su oración pues quedo sorprendida al ver al chico frente a ella. En cuanto lo miro una sonrisa se formo en su rostro y unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos.
—¿Me extrañaste, Athziri? —Esta vez hablo el joven que había viajado desde lejos.
—Shun... ¿Cuando llegaste?
—Hace unos días, ten es para ti. —Dijo entregándole aquel oso que había comprado cuando llego.
—Es muy lindo gracias.
Yo, no se que decir hace tanto que no nos vemos.
—Lo se... Yo también no sabría por donde empezar.
—¿Que te trajo para que vinieras a visitar México?
—Yo, esto podría ser complicado, pero te necesito.
—¿A mi? ¿Para que?
—Veras hay un niño que necesito que cuides, el problema, si es que puede ser una complicación, es que es hasta Grecia, y otro detalle es tiempo completo, claro que donde vivirás sera gratuito y tendrás lo que necesites si algún costo, eso creó.
—¿Y esto es urgente supongo?
—Si, tendríamos que partir en cuanto sea posible.
—Shun, esto no podría ser mas oportuno.
—¿Que? ¿Por que?
—Hace unos años una amiga y sus padres se hicieron socios mios, pero hace dos días me dijeron que estamos en banca rota, al parecer la madre apostó todo lo que podía, en otras palabras estoy en la calle.
—Athziri te dije que no confiaras, no en este mundo de los negocios, la gente aveces puede ser muy ambiciosa.
—Pero tu me enseñaste lo contrario, no todos son iguales y merecen tan siquiera una oportunidad. —El joven quedo en completo silencio otorgandole así la razón.
—¿Entonces? ¿Aceptas?
—Si Shun, iré contigo a Grecia. —Shun la miro por unos segundos antes de dedicarle una de sus maravillosas sonrisas.
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