En en aeropuerto de suecos estaba Seiya quien se marchaba al haber recibido una respuesta negativa por parte de su amiga.
"Lo siento Seiya, no puedo dejar todo lo que he echo para cuidar a un niño al que ni siquiera conozco" era todo lo que su mente recordaba de aquel echo.
El ultimo llamado para abordar el avión con destino a Grecia fue enunciado, el joven de cabellos castaños tomo su maleta y se encamino a subir mientras que en un taxi no muy lejano de ahí una joven estaba nerviosa.

—¿Podemos ir mas rápido? —Pregunto ansiosa al conductor.

—Usted pagara mi multa no lo creo. —Contesto arrogante el hombre.

—Pagare el triple de lo que marque su taxímetro. —El hombre arqueo una de sus cejas.

—Abrochese el cinturón. —El aselerador del auto fue pisado hasta el fondo logrando que la joven llegara justo a tiempo al aeropuerto.
Y sin fijarse cuando le pago al hombre le entrego un fajo de billetes, apresurada entro al aeropuerto donde pudo identificar aquellos inconfundibles cabellos castaños, y aunque su cuerpo le pedía un descanso no se detuvo hasta estar frente al joven.

—Seiya... —Grito casi sin aliento.

—¿Dharani?, ¿Que haces aquí? —preguntó extrañado.

—Yo... Iré contigo, me alejaré un momento de los negocios.

—¿Estas segura?

—Si, alguien muy cercano a mi se hará cargo en mi ausencia, todo estará bien.

—El avión esta por partir...

—Podemos esperar al siguiente, pagare el boleto aunque cueste mas. —Seiya la miro por un momento mientras asentía en forma positiva.

—Esta bien... Gracias por aceptar. —Finalizo el chico con una gran sonrisa en sus labios.
Mientras tanto en España en una academia de danza una chica le daba clases a sus pequeñas alumnas.

—Y uno y dos y tres. —Mencionaba

—Eres todo una profecional. —Se escuchó una voz masculina desde la puerta.