Capítulo 14. Tiempo para los dos
(Dibujo de arriba hecho por MalejagutiChan)
Ya había pasado una semana desde que Bon y Bonnie se habían mudado con Irene en casa de Golden. Ahora, el pequeño "tenía" 4 años. La castaña hacía todo lo que podía en conseguir el antídoto lo antes posible, aunque el peliazul y el pelimorado no se quejaban del todo, así, pasaban mucho más tiempo juntos.
Ahora, Bonnie corría por un largo pasillo, riéndose sin parar, mientras era perseguido por un peliazul.
- ¡Bonnie, vuelve aquí!- Bon intentaba alcanzar al pequeño.
- ¡Intenta cogerme si puedes!- Bonnie giró en la primera esquina y se escondió debajo de un mantel de una mesa.
El mayor paró en seco y miró en amabas direcciones. Había perdido de vista al pelimorado.
- Aish, ¿dónde estará ese pequeñajo?- en eso vio moverse un poco el mantel en que estaba escondido Bonnie, y sonrió por reflejo- Qué lástima que no está Bonnie... bueno, pues tendré que comerme sus gomitas de mora- sacó un paquete de gominolas y empezó a comerse su contenido, cuando notó que alguien le tiraba del pantalón.
- ¡Bon! ¡Eso no es justo! ¡Son mías!- el pequeño hacia un puchero, poniendo sus ojitos de cachorro lastimado, haciendo que el mayor se derritiera por dentro.
Bon se sonrojó fuertemente por toda la cara, pero se mantuvo firme y desvió la mirada.
- Nop, eso te pasa por comerte mi pudin- lo ignoró y siguió comiendo.
El pequeño, sin tener más opciones, prosiguió a ejecutar su "plan B". Se apartó de la pierna de Bon y levantó su cabecita hasta hacer contacto con los ojos del peliazul. Hizo que sus ojos se cristalizaran, amenazando con llorar, eso hizo que el mayor se rindiera ante tal debilidad: la culpa.
- Vale, vale, pero, por favor, no llores- se agachó y le dio la bolsita-. Ya sabes que no me gusta verte así.
- ¡Yey!- Bonnie cogió feliz el paquetito y comenzó a masticar los dulces de su interior.
- Eres un caprichoso- Bon suspiró cansado.
- No puedo evitarlo, teniendo este poder cómo no utilizarlo, sobre todo cuando sé que es tu debilidad- Bonnie hizo que Bon se sonrojara fuertemente, y no pudo evitar reírse.
- ¡Ahora te vas a enterar!- el mayor se lanzó sobre el pelimorado, haciéndole cosquillas- ¡Yo también sé tus puntos débiles!
Bonnie se retorcía en el suelo sin parar de reír. La verdad es que se lo pasaba en grande junto con la compañía del peliazul, aunque a veces l saque de quicio.
- Ya por fin dejáis de perseguiros- Irene salía de una de las habitaciones con un bañador puesto, una toalla en su brazo y sin sus gafas puestas-. Aunque no dejáis de molestaros continuamente. ¡Qué tiernos!
- Irene, ¿a dónde vas?- Bon dejó de hacerle cosquillas al pequeño, mirando a Irene, al igual que Bonnie.
. Me voy un rato a tomar el sol al lado de la piscina de Golden, ¿queréis venir?
- A mí me encantaría, pero no he traído bañador- Bon se levantó del suelo, y ayudó a Bonnie a levantarse también.
- Ni yo... pero, tal vez Golden nos pueda prestar ropa.
- Bien, yo os espero allá- y fue marchando hacia el jardín trasero.
Fueron directos hacia la habitación donde se encontraba la mayor parte del tiempo, ya que sus negocios no lo dejaban tranquilo ni en vacaciones. Llamaron a su puerta y este abrió rápidamente.
- ¡Bon, Bonnie! ¿En qué os puedo ayudar?- el rubio estaba de bastante buen humor.
- Hola, Golden. Verás, es que queríamos ir a nadar un rato, pero...- el mayor miró a Bonnie- no nos hemos acordado de traer nuestros bañadores. ¿no tendrás alguno para prestarnos?
- Bueno...- Golden pensó unos momentos- ¡Sí, tengo lo que necesitáis!
El rubio se dirigió hacia su armario y de allí sacó un bañador verde y otro, más pequeño, rojo.
- Aquí tenéis.
- Wow, gracias Golden- a Bonnie le gustó el color de la ropa y se fue directo a su habitación a cambiarse.
- Muchas gracias, Golden. Gracias por ayudarnos en todo.
- Hey, sois mis huéspedes. He de trataros como os merecéis- Golden le sonrió-. Bueno, voy a seguir trabajando, si necesitáis algo más, estaré aquí.
Bon asintió y se fue al baño a cambiarse, ya que puede que Bonnie estuviera cambiándose en ese instante. Al terminar, salió del baño y llamó a la puerta del pequeño. El mencionado ya estaba cambiado y se miraba en el espejo. La verdad es que le quedaba bien ese bañador. Le hacía juego con sus ojos. Al oír que llamaban a su puerta, fue rápidamente a abrirla, por si era su maestro. Y, efectivamente, ahí estaba Bon. A nada que lo miró de arriba a abajo, se empezó a ruborizar rápidamente. Su piel morena contrastaba muy bien con su bañador verde. Era, a ojos del pequeño, bastante atractivo.
- ¿Bonnie?- el mayor notó que el pelimorado estaba con la mirada perdida.
- A-ah, ¿q-qué?
- Te había preguntado si ya estabas listo...
- ¡Ah! S-sí, ya estoy, jeje.
Ya cuando estaban listos del todo, fueron marchando hacia la piscina. La castaña estaba tumbada en una de las tumbonas cerca de la orilla de la piscina, por lo que al peliazul se le ocurrió una idea. Como Irene tenía los ojos cerrados, se acercó sigilosamente al borde de la piscina y se tiró al agua.
- ¡¡BOMBA VA!!- a la chica no le dio tiempo de reaccionar y taparse, pues el chico se había lanzado al agua, y la empapó por completo.
- ¡¡TOY BONNIE SMITH JAMES, YO TE JURO QUE TE MATO!!- Irene cogió su chancla y persiguió a Bon por toda la piscina.
Bonnie sólo observaba divertido la escena mientras tenía sus piececitos en el agua. Estaba caliente. Era una ventaja que estuviera cubierta y que el techo estuviera abierto para dejar entra la luz del sol. Sin duda, Bonnie estaba muy a gusto. Poco a poco se fue metiendo más en el agua, hasta entrar por completo. Empezó a nadar hacia el centro de la piscina y buscó a Bon con la mirada, pues no lo veía. Irene había terminado de perseguir al moreno, pero este no daba señales de vida. Entonces Bonnie se pegó un susto muy fuerte, ya que Bon había salido del agua justo debajo del pequeño, de forma que este quedara cargado sobre sus hombros.
- ¡Ah! Bon, me asustaste- Bonnie se aferraba a los pelos despeinados de Bon, escondiendo su cara en estos.
- Jeje, lo siento, Bonnie- Bon le agarró de los tobillos-. ¿Quieres que te pasee por la piscina?
- ¡Sí!- el pequeño se agarró al cuello del mayor y este se sumergió un poco en la piscina.
Como llegaba a tocar el fondo, fue caminando lentamente por toda la piscina mientras notaba la respiración del pequeño chocar con su pelo. Bonnie cerró sus ojos, dejándose llevar por el mayor, aspirando el olor del pelo de este. Apoyó su cabeza en la ajena, causándole un escalofrío al mayor.
- Bonnie, tápate la nariz y mantén la respiración.
El pelimorado, confundido, hizo lo que le pidió el mayor. Cuando estuvo listo, Bon se sumergió por completo, incluyendo a Bonnie, en la piscina. Bajo el agua, soltó los tobillos de Bonnie y se giró para verle a la cara. Bonnie estaba hecho bolita, con los ojos cerrados y la nariz tapada. Era verdaderamente tierno. Bon se rió internamente y agarró a Bonnie por debajo de sus brazos y lo llevó hacia la superficie. Al salir, empezaron a respirar forzosamente, buscando aire, hasta que Bon se empezó a reír y Bonnie le miraba molesto.
- ¡Tonto! ¡Casi me ahogo!-Bonnie le salpicó en la cara.
- Lo siento, pero no pude evitarlo- sacudió su cabeza, lanzando agua por todas partes como un perro.
- Mejor me mantengo alejado de ti, ya no sé si fiarme...- el pequeño se iba alejando de Bon, pero este le tomó de la muñeca.
- Aah no. Tú no te vas a ninguna parte. Me niego a dejarte solo- lo acercó a él.
- ¡Déjame, Bon!- Bonnie se reía de las cosquillas de Bon le causaba con su pelo en su cuello.
Irene observaba la escena desde su tumbona, mientras tomaba fotos y se las mandaba a Paola. Lo que se estaba perdiendo. Bon y Bonnie estuvieron nadando y jugando juntos un rato, hasta que vino Golden y se les unió. Ya después de media hora, Bonnie salió de la piscina cansado, y se tumbó en la tumbona que estaba al lado de la castaña.
- Vaya sesión de natación, ¿no?- la chica se reía mientras seguía leyendo su libro.
- No tienes ni idea de lo cansado que es- Bonnie se dio la vuelta, mientras se secaba el pelo con una toalla.
- Pero, ¿a que te has divertido?
- Bueno, siempre me lo paso genial cuando estoy con Bon- al pelimorado se le escapó una sonrisita, que no pasó desapercibida por Irene.
- Ya veo... ¿Te gusta que Bon se ocupe de ti?
- ¿A qué te refieres?- Bonnie estaba confundido.
- Me refiero a que él es el que más atención te da. Siempre se ofrece para hacerse cargo de ti. Además, y esto no se lo digas, porque si no me mata, de que para él, eres verdaderamente importante. Eres lo que más aprecia.
- ¿Incluso más que su guitarra?
- Ya te digo.
Bonnie dirigió su mirada hacia Bon, que competía contra Golden en una carrera de largos. El peliazul era realmente rápido, pero para el pelimorado iba a cámara lenta. Cada movimiento del mayor hacia que el pequeño se perdiera más en sus pensamientos. Como era de esperarse, ganó Bon con mucha ventaja, y Bonnie corrió hacia la piscina y se lanzó, para luego nadar hacia donde estaba su querido maestro y abrazarle por el cuello, como "premio" por haber ganado la carrera, y un largo beso en su mejilla derecha. Bon, por su parte, estaba sin habla. Tenía la cara demasiado roja, y no pudo más para cuando se hundió en la piscina. Bonnie suspiró y buceó para sacarle de allí, con ayuda de Golden, por poco se ahogaba.
Sin duda fue una tarde algo movidita.
La noche en cambio, fue más tranquila. Después de cenar todos juntos, se marcharon a sus habitaciones. Bonnie, al ir antes que Bon, entró a su cuarto y se escondió entre los peluches grandes, de forma de que no se le viera. Para cuando entró Bon, el pelimorado estaba casi dormido, y era porque los peluche eran muy suaves y amorosos. ¿Quién no se duerme con tanta tentación?
- Vaya conejito tan travieso- Bon encontró con facilidad a Bonnie y lo cargó.
- Oye, yo no soy un conejo- el pequeño infló sus mejillas y escondió su cara en el cuello del mayor.
- Lo dice el que lleva puesto un pijama de conejo morado...- el peliazul se reía, y Bonnie sólo se sonrojaba de la vergüenza.
Bon salió hacia la terraza que tenía una vista perfecta del jardín. Todo estaba iluminado con lucecitas blancas. La verdad es que era realmente hermoso. Se acercó hacia la barandilla de la terraza y movió un poco a Bonnie para que levantara su mirada.
- ¿A que es bonito?- Bonnie miró hacia el paisaje y se sorprendió. Era mucho mejor de noche.
- Wow, es muy chulo- se quería acercar más, pero si lo hacia, se caería, además de que Bon lo tenía fuertemente agarrado.
- Sí. Me recuerda al parque cuando íbamos a practicar- Bon bajó la mirada y Bonnie lo notó.
- No te preocupes, maestro. ¡Cuando vuelva a ser normal, seguiremos practicando con nuestras guitarras!- Bonnie rió y animó un poco a Bon.
- Hablando de eso...- el mayor recordó- ¿Quieres ir a tocar un rato la guitarra?
- Pero Bon, ¿no te la dejaste en casa?- Bonnie ladeó la cabeza.
- Sé dónde Golden guarda una- el peliazul bajó a Bonnie-. Espérame aquí, ahora vuelvo.
Bon salió de aquella habitación y Bonnie se giró otra vez hacia el jardín. Vio un par de luciérnagas y sonrió. Era precioso, y era verdad que recordaba a sus prácticas nocturnas con su maestro... Pero, ¿y si para cuando Irene tuviera la solución ya era demasiado tarde? ¿Y si no volvía a ser normal jamás? No. No podía pensar en ello. Irene casi tenía la solución. Seguro sólo faltaban un par de días, seguro. Ante esos pensamientos no se percató de que Bon estaba de vuelta, sentado en una de las sillas de la terraza, tocado la guitarra acústica que había traído. A Bonnie le fascinaba ese sonido tan tranquilizante. Se acercó para escuchar mejor y se dejó llevar.
Bon tocaba dejándose llevar por las notas. Hacía que las notas saliesen por si solas a través de las cuerdas de la guitarra. Bonnie conocía muy bien aquella canción, pues era la que había escuchado antes de que Bon cometiera su gran estupidez de las hojitas malditas. Pero, no le tenía rencor por ello, hasta se alegró mucho cuando el peliazul se disculpó por ello cantándole una canción que él mismo le compuso. Ahora, sólo recordaba los buenos momentos que había pasado junto él, al igual que Bon. Ambos estaban muy centrados en la música del mayor. Cuando se acabó la canción, el pequeño aplaudía levemente y Bon simulaba reverencias de agradecimientos. Aunque esa canción fue casi como una nana para el pelimorado, pues se caía de sueño. El peliazul dejó la guitara en un lado y se levantó. Bonnie levantaba sus bracitos para que él le cargara, y el mayor accedió y lo levantó. Bonnie bostezaba cansado y Bon lo llevó hasta se cuna, sonde lo acostó y arropó.
- ¿Tengo que dormir otra vez en esta cárcel?- decía el pequeño divertido.
- Bueno, también tienes que acostumbrarte a dormir solo- Bon se reía-. Ahora duerme, que mañana será otro día pesado.
Bonnie sólo asintió mientras bostezaba y se acurrucaba en su sitio.
- Buenas noches, maestro.
- Buenas noches, Bonnie.
Bon también se acostó y apagó la luz para caer rendido en los brazos de Morfeo, junto a un pequeño conejito morado.
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Palabras: 2312
Canción usada:
- Boku Dake Ga Inai Machi - Erased
¡Disfruten!
- Irene
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