Capítulo 12. Día dulce
11 A.M. Nuestros lindos conejitos dormían juntitos abrazaditos... ¿Qué estoy diciendo? Bon dormía a pierna suelta mientras que Bonnie dormía encima de su barriga con su cabeza sobre el pecho del mayor. Fue abriendo los ojos lentamente, al empezar a notar cómo subía y bajaba al ritmo de la respiración del peliazul. Se levantó pesadamente para luego sentarse sobre el pecho de este y acercarse a Bon para darle toques en la nariz, intentando despertarlo.
- Bon... Bon... Bon...- el pelimorado se empezó a hartar hasta que le tapó la nariz, pellizcándosela- ¡Despierta ya, vago!
El peliazul gruñó por lo bajo, abrazó a Bonnie y se giró sin soltarlo, enrollándose en las mantas.
- ¡Bon! ¡Levántate tonto, me asfixias!- Bonnie intentaba soltarse del agarre del mayor, pero este era más fuerte que él.
- Mmm... no quiero. Aún tengo sueño- Bon no abría los ojos, pero se reía en silencio. Le hacía gracia el oír cómo Bonnie se enfadaba. Era adorable.
El pequeño, ya molesto, empezó a tirar de la sábana que los tapaba, haciendo que Bon rodara y cayera al suelo de cabeza, mientras que él se tapaba y reía victorioso.
- ¡Oye! ¿Y eso?- Bon se quedó en shock por la acción del pequeño.
- Pues si tienes sueño, duerme en el suelo.
El peliazul se puso de pie, sobándose la cabeza, adolorido por el golpe que se había dado a causa de Bonnie. Miró desafiante al pequeño, que estaba girado dándole la espalda, aún riendo por su "travesura", y se acercó a él con una idea "diabólica" en mente.
- Pues si yo no duermo mis horas, me levanto con muy mal humor, y no creo que me quieras ver así, ¿no?- lo destapó y le empezó a hacer cosquillas sin piedad.
Bonnie no se contuvo y empezó reír con todas sus fuerzas. Era muy sensible en cuanto le hacían cosquillas. En cuanto el mayor vio que el pelimorado se empezaba a poner rojo por la falta de aire, dejó de hacerle cosquillas y se tumbó en la cama al lado de Bonnie y este rápidamente se subió encima de él, tomó su venganza y ahora era él quién le hacía cosquillas. No sabía por qué, pero al escuchar la risa de Bon sentía un cosquilleo en su estómago.
¿Así se sentía uno cuando se enamoraba? Pensó el pequeño.
Dejó de hacerle cosquillas y se quedó quieto, esperando que se calmara. Cuando lo hizo y abrió los ojos, tanto Bonnie como Bon se quedaron viéndose cada uno los ojos del otro. Se quedaban embobados siempre que se veían a los ojos. Inconscientemente, Bonnie fue acercándose a Bon, y este, como respuesta, sólo se sonrojaba cada vez más. Al final Bonnie sólo sonrió y le dio un besito en la punta de su nariz, haciendo que Bon casi se desmayara, haciendo al pequeño reír. En ese momento llamaron a la puerta y Bonnie se bajó de encima de Bon rápidamente un poco sonrojado por lo que acababa de pasar. ¿Bonnie... le había besado... voluntariamente? Bueno, solo había sido en la nariz, pero para Bon ya era mucho.
- ¡Hey, chicos! ¿Ya estáis despiertos?- la voz de Paola sonaba al otro lado de la puerta.
Antes de poder decir nada, la castaña entró al cuarto sin aviso alguno, cosa que sobresaltó a los chicos, seguida de Chica e Irene.
- Sip, ya están despiertos- dijo la rubia riéndose.
- Y ya era hora, todos los demás se han ido hace dos horas.
- ¿Toddy también se ha ido?- preguntó Bon asustado.
- Bueno, no ha sido fácil, pero hemos conseguido que los chicos se la llevaran.
El peliazul suspiró aliviado, cosa que hizo que Bonnie también los hiciera. Ahora sí que podrían estar tranquilos.
- Por cierto, Bon, ¿cómo es que te quedaste dormido aquí si estabas con los chicos?- Chica le miró extrañada para luego mirarlo pícaramente.
- Ah... esto... yo... ¿guita...?- el mayor no pudo terminar su frase ya que alguien le interrumpió.
- Yo se lo pedí- dijo Bonnie nervioso-. No podía dormir y... le pedí que durmiera conmigo...
Todas soltaron un suspiro, enternecidas, mientras que Bon le miraba sorprendido.
- Bueno, al menos yo ya tengo nuevo fondo de pantalla- Paola les enseñó su móvil-. Sois adorables cuando dormís.
- ¡¡P-pero, ¿cómo has conseguido esa foto?!!- Bon estaba sonrojado hasta las orejas.
- Fácil. Me he levantado, te he visto durmiendo con Bonnie, me he colgado del techo y os he hecho la foto.
- Tía, a veces das mucho miedo...- dijo Irene alejándose un poco de ella.
Bonnie también quería ver la foto, y aún con las excusas de Bon de que no lo hiciera, Paola terminó enseñándole la imagen, y se quedó mirando la pantalla por un momento, analizando bien la foto.
- Se te cae la baba, maestro- el pequeño se rió, mientras que a Bon le costaba respirar.
- Bien, yo sólo había venido a buscar a Paola. No sabe volver sola a casa- Irene tiraba de la mano de Paola para intentar sacarla de allí.
Chica les dio a los chicos sus respectivas ropas para que se pudieran cambiar. Bajaron ya vestidos y se despidieron de la chica. Caminaron a su casa en silencio, recordando lo sucedido en la mañana. Al llegar, Bonnie decía tener hambre y, al parecer, Bon estaba en las mismas.
Decidieron hacer un par de macedonias, pero con distintos cuencos con chocolates para untarlos y que así estuvieran más ricos. Probaron todo tipo de frutas: manzana, plátano, pera, aguacate, piña, melón,... en fin, muchas frutas. Bonnie hundió una fresa con un palo en el bol con chocolate blanco, tanto que casi no se veía el alimento, y se lo zampó de un bocado.
- Así acabarás atragantándote, come más despacio- dijo Bon, con un trozo de piña pinchado en un tenedor con chocolate negro encima, intentando no reírse por la cara del pequeño, que tenía los mofletes hinchados.
- Perdona, maestro- respondió Bonnie, con la fruta y el chocolate aún en su boca. Casi no se le entendía.
- No hables con la boca llena- le manchó la nariz con chocolate de avellanas-. Es de mala educación.
- Ni que fueras mi mamá- se tragó la fruta e intentó alcanzar la mancha de su nariz con la lengua, haciendo que Bon estallara en carcajadas.
- No, pero es mi casa, y por tanto, mis reglas.
El pelimorado dejó de intentar limpiarse y miró desafiante a Bon. Tomó un poco de chocolate con leche con la cucharilla y se la lanzó a Bon en toda la cara, ahora riéndose el pequeño. Mala idea. Le había declarado la guerra.
Tras una larga, larga, laaaaaarga batalla, toda la cocina estaba hecha un desastre. Había chocolate de todos los sabores por todas partes. Tanto Bon como Bonnie tenía chocolate por el pelo, la cara y la ropa. El pequeño estaba encima del mayor, ambos riéndose.
- ¡Vale, vale! ¡Me rindo!- gritaba Bon, cubriéndose la cara con sus brazos.
- ¡¡Sí!! ¡He ganado!- Bonnie levantó sus bracitos, a modo de victoria, para luego desplomarse sobre el pecho del mayor- Buf, estoy muy cansado.
- Además de sucio- Bon no paraba de reír-. Tienes chocolate por todas partes.
- Pues tú también- Bonnie le señaló y se rió.
El peliazul se levantó, con Bonnie en sus brazos, y se lo llevó hasta el baño.
- Ale, báñate aquí. Yo estaré en el otro duchándome.
Bonnie asintió y se encerró en el baño. Le daba un poco de vergüenza tener que bañarse en otra casa que no fuera la suya, y más si era la de Bon. Tuvo suerte al acertar con el grifo del agua caliente, pues así no tendría que llamar al mayor para averiguarlo. Cuando la bañera estaba lo bastante llena, el pelimorado se metió en ella, cubriéndose hasta por un poco más debajo de los hombros. Entonces empezó a ver los distintos botes que había al lado. Pero... ¿qué era qué?Cogió una botella que decía "Espuma de baño". No lo pensó dos veces y empezó a echar un poco del contenido rosáceo en la bañera, cerró la botella y la dejó en su sitio. Luego, agitó el agua para empezar a crear las burbujas. En poco rato la bañera estaba llena de pequeñas pompas de jabón, sin dejar ver lo que había en el fondo de la bañera.
- Bonnie, te dejo esta toalla para cuando sal... ¿Qué haces?- Bon entró en el cuarto de baño, sorprendido de ver toda la bañera llena de burbujas.
- ¡Mira maestro, pompas de jabón!- Bonnie reía por aquel acto y por la cara que había puesto Bon.
- Vaya forma de malgastar la espuma que utiliza mi madre- Bon se acercó a Bonnie-. ¿Para qué lo has hecho? ¿A caso siempre te bañas así?
- Bueno, no siempre. Pero a parte no he podido evitarlo, ¡me encantan las burbujas! Y aparte, casi ninguno de estos botes tiene etiqueta, y los nombres que tienen no me dan mucha pista de lo que son, ¿cuál es el champú?- Bonnie miraba confundido a Bon, quien solo se reía internamente.
- Al final no sé si fiarme y dejarte sólo, no me gustaría que acabases peor de cómo estás ya. Al final voy a tener que lavarte yo.
- ¡¿Q-qué?!- Bonnie se había sonrojado notablemente, pero menos que Bon, que no se había dado cuenta de lo que había dicho hasta ahora.
- E-eh, ¡el pelo! Q-que tendré que lavarte el pelo yo, jeje.
- Mmm... vale, pero sólo el pelo- advirtió Bonnie no muy convencido.
- Sólo el pelo- juró Bon y se puso de rodillas en frente de la bañera.
Entonces Bon cogió una botella azul y echó un poco de champú en su mano para luego enjabonar con este el cabello de Bonnie. A Bonnie no le gustaba mucho que le tocaran el pelo, pues siempre eran muy bruscos con él, por eso se tensó, pero con Bon era diferente. Este hacía movimientos circulares con cuidado sin brusquedad, intentando quitar los restos de chocolate. Cuando todo su pelo estaba enjabonado decidió hacerle unos masajes en la cabeza, cosa que relajó mucho a Bonnie, desde la frente, por toda la parte de arriba, hasta el cuello. Luego lo aclaró con agua, e intentó que no le cayera agua en los ojos a Bonnie, pues le podría escocer un poco. El pequeño cerraba los ojos con fuerza por si le caía algo en estos. El peliazul era lo más cuidadoso posible con su pelo, pues temía hacerle daño al estirarle sin querer. Al terminar de aclararlo, cogió el pelo del pelimorado y lo escurrió con sus manos, sin tirar de este.
- Ya está. Si quieres lavarte el cuerpo, el gel corporal es el verde claro- Bon se levantó y se secó las manos para luego dirigirse a la puerta.
Bonnie se quedó callado unos momentos. Nunca le habían tratado con tanta delicadeza, y eso lo agradecía. Como acto reflejo se le escapó una pequeña sonrisa, acompañada de un "gracias" en un susurro. Terminó de bañarse y salió del agua para envolverse en la toalla que le había dejado el peliazul. Salió de aquel cuarto para dirigirse a su habitación, en donde ya tenía su pijama y ropa limpia sobre la cama. Cuando se terminó de vestir bajó a la cocina, que seguía estando como la habían dejado: patas arriba. Decidió irse al salón y ver un poco la tele, mientras Bon acababa de asearse. Al poco rato, el peliazul bajó por las escaleras mientras se secaba el pelo con una toalla.
- Ah, ¿qué tal te ha sentado el baño?- le preguntó el mayor al pequeño, que se distrajo en la forma del pelo de Bon. Ahora le parecía que estaba más guapo.
- Bien. La verdad es que me ha gustado la forma en que me has lavado el pelo, nadie había tenido tanto cuidado como tú- el pequeño le sonrió cálidamente, a lo que el peliazul respondió con un sonrojo.
- B-bueno, vayamos a mi cuarto para que te pueda secar el pelo, no quiero que te resfríes- Bon subió otra vez y Bonnie le siguió.
Al entrar en su cuarto, Bonnie automáticamente se subió en la cama de Bon y se sentó con las piernas cruzadas, esperando al mayor, que había ido a por un secador de pelo y un cepillo. Cuando volvió se sentó detrás de Bonnie para secarle la humedad con una toalla. Mientras le secaba el pelo con el secador, Bonnie tarareaba canciones en bajito para que Bon no le oyese, y aprovechaba el sonido del secador, pero como el peliazul lo tenía a una velocidad baja, escuchaba perfectamente la voz del pelimorado. Al terminar, Bon le estaba cepillando el pelo. Bonnie disfrutaba con el cuidado que tenía el mayor con su cabello, la verdad es que era como si le hiciera cosquillas más que tirones. A veces al peliazul se le escapaba la mano y acariciaba el cuello del pequeño, lo que le causaba un escalofrío a este, pero lo ignoraba. Antes de acabar, el mayor cogió una goma de pelo y le ató el cabello en una coleta alta, para que no tuviera tanto calor en el cuello.
- ¿Bon, cómo es que sabes peinar tan bien?- decía Bonnie tocándose la coleta y mirando al mayor.
- Pues, como de pequeño siempre me juntaba con chicas y estas sólo jugaban con muñecas para peinarlas, acabé aprendiendo con ellas- Bon se reía de los viejos tiempos-. Hasta ellas me peinaban a mí, y me hacían moñitos en el pelo.
- ¡Ya me habría gustado a mí verlo!- reía el pequeño con el peliazul.
Pasaron las siguientes horas intentando limpiar toda la cocina de chocolate, lo cual parecía misión imposible, pero al fin lo lograron. Bonnie al terminar no lo pudo evitar y cayó rendido en el suelo. Bon también estaba que se caía del sueño, por lo que cargó a Bonnie en su hombro y lo llevó a su cuarto. Al parecer, sí le gustaba la compañía del pequeño hasta por las noches. Ahora tenía más confianza en sí mismo y controlaba mejor sus nervios. Al llegar, tumbó a Bonnie en su cama y se echó a su lado, para luego susurrar un "buenas noches", y dormirse con una sonrisa boba en la cara...
En otra parte de la ciudad~
Una chica pelirroja paseaba por los callejones con una mochila a la espalda, mirando a todos lados por si alguien le seguía. Se paró en frente de un callejón y se adentró en él, buscando con la mirada a cierto chico.
- ¿Traes lo que pidió?- una voz algo grave e indiferente retumbó por todo el callejón.
Toddy, sin pronunciar palabra, sacó de la mochila un CD y se lo lanzó al chico apoyado en la fría pared.
- O sea, ¿seguro que con esto podré quedarme con mi Bon?- la chica no se fiaba mucho de ese muchacho.
- Te lo garantizo, el jefe estará bastante satisfecho con esta información. Así podrá llevar a cabo su venganza y tú te podrás quedar con tu chico.
A Toddy se le ensanchó la sonrisa al pensar en ello.
- Eso espero, Eak... eso espero- y se marchó de allí.
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Palabras: 2538
¡Disfruten!
- Irene
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