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When We Were Young

Era víspera de navidad pero sus ánimos no eran acordes a los festejos y alegrías que se palpaban en el aire.

La soledad y el recuerdo de su ausencia lo perseguían, como un fantasma aferrado a este plano sin intenciones de irse, desdé aquel día que su ex pareja se marchó.

Otra navidad, otro año más sin verlo y Camus no sabía que hacer de su vida. No logro encontrar otro amor porque después del joven español no había nadie más.

Sus padres darían un agasajo por noche buena, donde asistirían amigos y familiares. Estaba obligado a asistir, como en todos los años, y lo hacía en soledad aguantando los comentarios de cuando conseguiría pareja.

Mirándose al espejo mientras acomodada su impecable y elegante traje color azul marino pensaba cuando su vida se había vuelto tan miserable y monótona. Se preguntaba porque no tuvo la suficiente valentía de seguirlo a dónde fuera que él se haya ido.

¿Era un cobarde? Si, lo era. Temía dejar el pueblo dónde había nacido y vivido toda su vida, y no seguir a su primer y único amor.

Peinó su larga y lacia cabellera color escarlata suspirando y preparando su mejor sonrisa, esa que mostraría hasta el hartazgo esa noche.

Llegó a aquella fiesta en su auto, manejo tan lento esperando que el trayecto de su casa a la de sus padres fuera eterno.

La música y luces festivas, que adornaban gloriosas la entrada, lo recibían con un parpadeo incesante intentando levantar su estado de ánimo fallando olímpicamente.

Bajó de su auto y caminó lentamente hacía la puerta de entrada, desde afuera ya se escuchaba música y bullicio de la gente.

Respiró profundo tomando todo el aire que su pulmones podían albergar y formó, en su delicado rostro, la sonrisa más genuina que pudo lograr.

Apenas abrió la puerta, el olor a comida, alcohol y perfume lo golpeó violentamente.

— ¡Querido hijo, al fin llegas! — su madre Brigitte Monnier lo recibió eufórica — Ven, quiero presentarte algunas personas.

Camus Monnier se vio arrastrado por su progenitora, sin dejar ni siquiera saludar algún invitado al azar, mientras buscaba un rincón de aquel lugar para beber y revolcarse en su soledad, como tenía planeado hacer

Cuando al fin lo paró frente a dos jóvenes, que seguramente su madre tenia otras intenciones, prácticamente lo obligó a saludar y hablarles, pero estaban lejos de interesarles.

— Señores, les presento a mí hijo menor Camus — la francesa socialite, lo presentó a esos muchachos que le sonreían.

— Un gusto Camus, mí nombre es Aiacos — el joven de cabellos ciruelos toma su mano y depósito un beso es su dorso.

— Yo soy Minos, un placer conocerte — el otro joven de cabellos largos grises y sonrisa de sicópata lo asustó, aunque el joven se mostró muy amable.

El galo de cabellos escarlatas no cruzo ni dos palabras, solo saludó cordialmente para luego huir por unos tragos y sentarse en la barra tranquilo y solo.

Después de un rato de esquivar y eludir a su madre y cuánta gente se le presentara... él llego... Si él, ese quien vivía en sus pensamientos y hasta en su piel, la causa de sus desvelos, por quién se cuestionaba sus decisiones. Shura

Hacía su entrada triunfal, sonriendo y de caminar elegante llamando la atención de cada persona allí presente.

"Todo el mundo ama las cosas que haces
Desde la manera en que hablas
Hasta la manera en que te mueves
Todos aquí están observándote
Porque te sientes como en casa
Eres como un sueño hecho realidad"

Shura saludaba a todos y sonreía carismático.
Se veía tan elegante y sensual vestido con ese traje Armani completamente de negro. Lucia bien, jodidamente bien.

El pelirrojo no sabía cómo reaccionar, no se esperaba su presencia esa noche, ni mucho menos sabía cómo le hablaría, Shura siempre lograba ponerlo nervioso, su masculinidad era tan palpable que lo hacía a suspirar.

"Estaba tan asustado de confrontar mis miedos
Porque nadie me dijo que estarías aquí .
Y yo juraba que te habías mudado al extranjero.
Eso es lo que dijiste, cuando me dejaste"

Desde su lugar en la barra, el francés se limitó a mirarlo y admirarlo sin animarse a saludarlo ni mucho menos hablarle.

Shura camino, junto a toda su masculinidad, hacía un grupo de personas y quedarse allí para hablar con ellos, ni siquiera fue capaz de mirarlo ni acercarse, eso hizo que las inseguridades de Camus se hicieran más fuertes y comenzó a recordar cada sublime momento a su lado.

"Tú luces como una película
Suenas como una canción
Dios mío, esto me recuerda
A cuando éramos jóvenes"

Camus lo seguía mirando y Shura se percataba de aquella incesante e intensa mirada dirigida hacía su persona. Decidió acercarse por fin al galo solitario.

— Camus, un placer verte después de tanto tiempo.

El español se inclino a darle un beso en la mejilla, embriagando a su ex pareja con su perfume. Camus cerró sus ojos y se permitió viajar, gracias a ese amaderado aroma, al pasado cuando hacían en amor por horas.

Nunca pensó que el contacto de los labios de Shura podrían quemarle y aliviarle al mismo tiempo. Tenerlo cerca era como subirse a una montaña rusa pero sin seguro.

— Shura — lo llamo en un susurró anhelante — ¿Que... Que haces aquí?.

— ¿No te da gusta verme? — le pregunto con una sonrisa de lado.

— No, no es eso, solo que pensé que jamás volverías por aquí — se apresuró a contestar algo nervioso.

— Vine a pasar las fiestas con mí familia y también a vender mí departamento.

Camus abrió sus ojos sorprendido, sabía lo que eso significaba, que él no volvería más.

— ¿Tu... Tu.. departamento?

— Si, no lo uso, mis padres tampoco y solo es un gasto extra innecesario.

Aquel lugar, aquellas paredes albergaban tantos recuerdos juntos, tantos momentos vividos y noches enteras de pasión entre ellos dos. Para Camus, que ese lugar aún esté en posesión de Shura, hacía que una leve esperanza se instalará en su corazón de que alguna vez volviera. Y lo hizo, pero no de la forma que él esperaba, sino para terminar con todo lo que lo ataba a ésa modesta ciudad. El mundo de Camus se derrumbó juntó con la punzada más dolorosa que pudo haber sentido nunca.

— ¿Y tú Cam? — escuchar nuevamente su apodo en sus labios fue sublime — ¿Qué es de tu vida? — pregunto tomando con elegancia su champagne.

— Nada interesante, mí vida no ha cambiado mucho, sigo dando clases de literatura en la escuela y ahí termino mí historia — bajo la mirada apenado

Shura se había ido a New York con la esperanza de triunfar en la gran manzana por qué sentía que ese monótono y tranquilo lugar ya no le alcanzaba. Quería perseguir su sueño y lamentablemente tuvo que dejar atrás muchas cosas, entré ellas a su primer amor.

Su amigo y ex pareja no había cambiado en nada, seguía siendo ese chico tranquilo y nerd solitario que solía ser desdé... Siempre.

— Por Dios, no haz cambiado en nada.

— Y tú haz cambiado bastante, me he enterado que te convertiste en vicepresidente de relaciones públicas de la empresa.

— Si, es algo reciente y estoy muy feliz, las cosas me están yendo bien.

— Me alegro por ti, de enserio.

— ¿Quieres ir al jardín? Aquí hay mucho ruido y no se puede hablar tranquilo, ven vamos.

"Pero si por casualidad estás aquí sólo
¿Podrías darme un momento antes de que me marche?
Porque he estado sólo por mi propia cuenta, toda la noche
Esperando que seas ese alguien a quien solía conocer"

Shura tomó la mano del francés arrastrándolo a la parte trasera de la casa, dónde el ambiente era más silencioso, solitario y tranquilo

Ambos hombres se sentaron en los sillones de mimbre que había en el jardín de invierno de la casa de los padres del pelirrojo.

Un lugares echo de gruesos ventanales de piso a techo que permitían admirar el exterior y así mismos la entrada del sol al lugar, plantas en cada rincón y un living con sillones de mimbre y cómodos almohadones.

Se observaba caer la nieve copiosa afuera, que cubría todo lo verde del exterior, convirtiendo el paisaje en un cuento de invierno.

— ¿No te aburres aquí Cam? — pregunto el azabache levantándose de su lugar y caminar hasta los enormes ventanales.

— A veces, las cosas ya no resultan tan interesantes como antes — contestó sincero por qué así era.

Desdé que él se marchó ya nada tenía sentido pero no sé animaba a irse.

— ¿Nunca pensaste en alcanzarme en New York? Por mucho tiempo tuve la esperanza de que así lo hicieras — se dio vuelta para mirarlo a los ojos, esos bellos ojos que tanto extraño durante mucho tiempo — pero con el tiempo me di cuenta que eso jamás pasaría por qué entendí que tú no eres así.

— Pensé que no querías que fuera, que solo estorbaría en tus proyecto.

— ¡¿Como piensas eso?! Te pedí que vinieras conmigo y no quisiste. Yo quería pero tu nunca fuiste capaz de dejar este lugar. No te atrevas a echarme todo encima solo a mí.

— Que podía hacer, tu ya habías decidido irte y yo no pude, quería terminar mí carrera.

— No era ese el motivo y lo sabes. Terminaste tu carrera y aún sigues aquí — lo miró con reproche.

Shura volvió a sentarse junto al pelirrojo. No tenía caso ya reprochar. Había vuelto y tenía sus objetivos muy claros.

Miró fijo a los ojos a su ex pareja y acarició su mejilla sonriendo dulcemente como hace mucho tiempo no hacía. Aún ese rostro le pareció lo más bello que había visto jamás.

— Cam — lo llamo casi susurrando.

Repentinamente Shura acercó sus labios a los de Camus en un beso tierno y dulce.

Camus no podía creer que el hombre de sus anhelos este nuevamente besándolo, definitivamente era lo último que se esperaba que pasara esa noche.

El francés con su corazón al límite, correspondió aquel beso que había ansiado y esperado por años.

Shura sujeto con ambas manos su rostro y cuidadosamente lo fue recostando sobre el sillón. Aquel beso que comenzó dulce y tierno se volvió desesperado mientras Camus comenzaba acariciar la espalda del azabache.

Sus respiraciones eran agitadas pero en ningún momento pararon de besarse. Shura se acostó completamente arriba de Camus mientras esté se frotaba a su cuerpo.

— Te extrañe, te he extrañado demasiado todo este tiempo — confesó el español una vez que se separó de los labios del francés.

— Yo también, nunca deje de pensar en ti.

— Vámonos de aquí por favor... Vayamos a tu casa... Necesito estar contigo — manifestó agitado Shura y Camus no se negó.

¿Cómo sería capaz negarse a él? Jamás lo haría, lo había extrañado y necesitado demasiado como para ponerse en ésa posición.

Ambos tomaron sus abrigos y con cautela, sin ser notados, abandonaron el lugar para ir rumbo a la casa del pelirrojo.

Una vez que cruzaron la puerta y está fue asegurada por su dueño. Camus se tiró ciegamente a los brazos de su ex. Lo beso intensamente, demandado todo ese cariño que le había quitado hace años atrás.

— Necesito tenerte y revivir todos y cada uno de esos momentos juntos — exigió en susurros aún besándolo apasionadamente.

El español obedeció y lo sujeto fuertemente de su trasero, haciendo que el otro enredara sus piernas en su cintura, y llevarlo hasta la habitación.

Cuando llegaron a la alcoba Shura recostó a Camus en la cama junto con él encima.

Dejó de besarlo para reincorporarse y desabotonar lentamente su camisa. Una vez que el pecho niveo estuvo al descubierto no dudó en besarlo y acariciarlo. Jugaba con los pezones y esto provocaba que el pelirrojo suspirara de placer.  

Su boca viajó hasta el cuello del francés arrancándole pequeños gemidos, mientras que una de sus manos sostenía su propio peso y con la otra comenzó a desabrochar el pantalón de su acompañante.

Le sacó los pantalones y lo admiro semi desnudo, realmente su ex pareja era una belleza, su pelo escarlata desparramado en las sábanas blancas hacía un contraste perfecto. Sus ojos color rubí lo miraban expectante y ni hablar de esa piel tan tersa y tan blanca como la  nieve. Camus era irresistible aunque esté lo negara.

Volvió a besarlo mientras una de sus manos se colaba dentro del bóxer, azul rey del galo, masajeando y estimulando su entrepierna. Sentía como aquel falo respondía a sus atenciones endureciéndose y  arrancando gemidos más sonoros por parte del francés.

Camus no se quedó atrás e imitó está acción. Desabrochó, sin dejar se besarlo, el pantalón de Shura y colar su mano dentro de aquel bóxer para manosear aquella carné que tanto placer solía darle.

La verga de Shura ya estaba erecta y el solo se limito acariciarla de arriba abajo sintiendo como poco a poco se iba mojando con el líquido prese minal.

Pero necesitaba más. Empujo a Shura para que este se arrodillara en la cama. Agarró su largó y vigoroso pene y no dudó en atraparlo con su boca.

El azabache al sentir la húmeda y caliente cavidad contraria dejo salir sus primeros gemidos graves de la noche, era una felación terriblemente placentera. Sentir los labios de Camus recorrer su longitud mientras su lengua jugaba también, eran sumamente excitante.

Tomo los cabellos escarlatas en un fuerte agarre moviendo la cabeza de Camus al compás de unas ligeras estocadas mientras tiraba su propia cabeza hacía atrás con un gesto de lujuria y gocé total.

— Aah, así... Sigue así Que rico.

Shura seguía cogiéndole la boca pero ahora era su turno.

Retiro su pene babeado de la boca del galo y lo recostó otras vez en la cama. Le sacó el boxer e hizo lo mismo con sus prendas, quedando ambos, ahora sí, con toda la piel al descubierto.

Empezó a chupar y saborear la extensión de su acompañante.

— ¿Tienes lubricante? — preguntó Shura con su boca aún pegada el miembro del galo. Camus negó con la cabeza.

El español lo miró malicioso y siguió con su labor de hacerle sexo oral. Seguía con sus movimientos de cabeza y el francés no pará de gemir.

— Shu... Shura aahh me vengo.

Pero él no paro ante está advertencia haciendo que se viniera en su boca. Se retiró de la pelvis de Camus y comenzó a lamer su entrada lubricándola con el semen.

Se reincorporo y limpio el resto en su boca con el antebrazo.

Se inclinó para volver a besa esos suaves y esponjosos labios mientras uno de sus dedos se colaba preparado al pelirrojo.

Shura no dejaban ni un segundo de besarlo y los gemidos de ambos se perdian en sus bocas.

Una vez listo, el español colocó la punta de su miembro grueso y erecto en la entrada del francés.

— ¿Estás listo? ¿Seguro que quieres esto? — pregunto Shura.

¿Lo quería? ¿Lo deseaba? Claro que si, desdé hace años que soñaba con el día de volver a estar así con su primer amor. No había intimado con nadie desde su partida, por qué nadie podía llegar a su corazón, el nombre de Shura estaba tatuado en él.

Asintió frenéticamente

Lentamente se fue introduciendo dentro del galo y admiraba esa belleza y los gestos de placer que su rostro hacía.

— Aahh, no te das una idea de cómo extrañaba esto — mencionaba jadeando mientras metía su miembro por completo.

Una vez adentro, inicio las estocadas lentas disfrutando de su interior y las se sensaciones placenteras que este le daban.

Camus no para de gemir aferrando sus manos en los hombros de su amante y no quería que ese momento, esté sublime momento de volverlo a tener acabará nunca.

"Déjame fotografiarte con esta luz.
En caso que está sea la última vez.
Para que podamos ser exactamente como éramos.
Antes de que nos diéramos cuenta.
De qué estábamos tristes por envejecer, nos inquietaba.
Era exactamente como una película
Era exactamente como una canción"

— Yo también te extraño, no sabes cuánto — jadeó Camus en su oído.

Las estocadas aumentaban y los gemidos y gritos de ambos por igual. Shura sujeto las manos de Camus y las subió por encima de cabeza de este último, entrelazó sus dedos con los de él en un fuerte agarre. Un agarré que significaba "no me sueltes nunca", por qué eso era exactamente lo que deseaba, para eso había vuelto.

Paso las manos por debajo de la nívea espalda para ambos reincorporarse. Shura se sentó dejando a Camus sobré el. Lo pegó fuerte a su pecho, mientras el otro tomaba el mandó de las estocadas moviendo su trasero en círculos.

Estaban sudorosos y jadeantes de tantas pasión, tanta entrega.

Camus tiró su cabeza hacía atrás, con el flequillo pegado en su rostro, dejando su cuello libre para que Shura se apoderada de él y así lo hizo.

Las manos grandes del español acariciaban su espalda mientras besaba su cuello.

Sus movimientos estaban en perfecta armonía. Esa danza erótica la habían echó incontables de veces y el tiempo demostró que no fue capaz de borrar, se conocían a la perfección, cada movimiento, cada gemido y cada gesto jamás se borraron de la memoria de ambos.

Cada uno sabía lo que al otro le gustaba y ambos rememoraron cada instante de su tiempo juntos, cuando solo eran aquellos jóvenes con tantos sueños por delante.

Shura lo volvió acostar sobre la cama e intensificó las estocadas ya ciego de placer. Camus era un desastre de jadeos y gemidos.

El cuerpo del francés se contrajo avisando que su orgasmo lo iba a golpear... Y así lo hizo, tan fuerte que no pudo evitar largar un grito igual de intenso, un grito de sumo placer, derramando su blanquecino líquido entré ambos.

Shura no estaba lejos de terminar y al sentir el interior de Camus apretarle aún más y el semen entré ellos, no pudo evitar llenar el interior con su esencia.

Exhausto se recostó al lado del francés. Lo observo a los ojos, esos bellos rubíes.

— Cam, ven a New York conmigo — ante el silencio y la mirada de Camus, prosiguió — se que no estás acostumbrado a las ciudades grandes pero inténtalo, volvamos a estar juntos como antes.

— Shura yo...— antes que diera alguna excusa el español lo interrumpió.

— Espera, antes que digas algo... Puedes trabajar allá en la universidad, vivirás conmigo, estaremos bien — su voz sonaba con una notable ilusión pero la cara de Camus decía otra cosa.

— Quiero estar junto a ti, pero no estoy seguro de querer irme allá, entiende que temo no hallarme allí y que lo nuestro no funcione. Ya no somos dos jóvenes de 22 años.

— ¿No estás seguro de lo nuestro? ¿Dudas de mis sentimientos?

— No es eso, es que muchas cosas han cambiado, tu haz cambiado, ahora eres un hombre exitoso y yo sigo siendo, bueno, yo. Temo que esa ilusión de vida que tengas sea solo eso, una ilusión.

— No, no vuelvas a echar culpas a mí.

Shura se levantó de golpe de la cama, enojado por lo que salía de la boca del galo. Comenzó a vestirte rápido mientras seguí discutiendo con él.

— Digo lo que pienso — lo miró gélido.

— Eres un cobarde, eso eres, tienes miedo de salir al mundo, miedo de crecer, de dejar tu vida cómoda y monótona. Prefieres quedarte solo, dejarme ir ¿ Sabes lo que estuve haciendo estos años? Estuve armando mí vida, un futuro pero no solo pará mí, sino también pará ti. Me maté trabajando, ser el mejor, compré un departamento amplio, un auto, tengo un puesto fijo e importante en una empresa, pensé que tú al ver eso te animarse a seguirme... porque te estaba ofreciendo algo seguro y cómodo, pero veo que me equivoqué.

— Te fuiste, sin importar nada y nunca me llamaste.

— Yo te pedí que vinieras conmigo, te rogué y tu solo dijiste "adiós que te vaya bien". Tú te negaste, no fui yo quién dijo que no y tu tampoco me llamaste. Te espere Camus, te espere.

El azabache termino de vestirse para retirarse del lugar enojado y desilusionado. Antes de irse mencionó sus últimas palabras.

— Adiós, esperó que cuando te des cuenta no sea demasiado tarde. Mis sentimientos hacia ti son verdaderos, siempre lo fueron. Piénsalo.

Y con eso Shura se marchó casi llorando de tristeza y bronca... Bronca porque la persona que ama no se dignaba arriesgar nada por tener un futuro juntos.

Por otro lado Camus sintió que lo perdía nuevamente y eso lo dejó pensando.

¿Realmente su cobardía llegaría tan lejos para dejarlo ir nuevamente? ¿Tan estúpido podía ser?. ¿A qué le tenía miedo? Allí tenía todo, posibilidad de trabajó y cómo bien le había dicho Shura, casa y auto, pero lo más importante lo tenía a él, a su amor.

Si lo amaba, sabía que lo amaba, estaba esperándolo desdé el día que se fue. Había soñado tantas veces con que vuelva con el y cuando al fin sucedió vacilo nuevamente. Se sentía un estúpido.

Salió rápido para alcanzarlo pero jamás lo encontró. Shura se había ido y quizás está vez sea para siempre.

Shura se encontraba en el aeropuerto esperando para abordar el avión que lo llevaría de regreso a su hogar.

Con ilusión todavía esperaba aún algún milagro de que Camus se presentará allí.

Pero no fue así. Lo espero por horas hasta el último instante en que su vuelo fue anunciado.

Con el corazón roto y nuevamente en soledad, se paró de su lugar para tomar ese vuelvo, que otra vez, lo alejaría de él.

Días habían pasado y Shura no le había hablado. Desde aquella noche que se entregaron uno al otro no lo volvió a ver. Supo por unos amigos que después de año nuevo había vuelto a New York.

Aún se debatía internamente si había echó lo correcto... ¿Lo extrañaba? Si, lo extrañaba como lo había echó durante años y el tenerlo nuevamente no ayudó mucho.

Quería tenerlo de vuelta, querido volver a sentir esa adrenalina que estar junto al español, ser su pareja... Pero no tenía el suficiente coraje de dejar su vida entera acá por seguirlo.

¿Valía la pena? ¿Lo vivido y lo que podría vivir junto a él lo valía? Lo medito un buen rato sentado en el borde de la cama.

El timbre sonó sacándolo de sus pensamientos. Caminó extrañado de quién lo visitaría, a él, una persona sumamente solitaria.

Abrió la puerta y se encontró con un joven en bicicleta, tenía pinta de ser mensajero.

— Hola buenas tardes busco al señor Monnier — pregunto el joven parado junto a su bicicleta y con un sobre en la mano.

— Si soy yo ¿Qué necesita? — pregunto extrañado.

_ Soy mensajero y tengo un sobre para usted — le extendió un sobre cerrado de papel madera con su nombre escrito en el — firmé aquí y listo.

— Si claro.

Camus firmó una planilla y enseguida se retiró al interior de su casa para abrir aquello.

Amado Camus:

Lamento haberme ido sin despedirme, confieso que estaba muy dolido por lo de aquella noche y decidí darte tu espacio para pensar una decisión.

Mis sentimientos por ti siguen intactos quiero que lo sepas. Espero que tu sientas lo mismo que yo.

Y si aún lo sientes te dejo, juntó a esta carta, un pasaje de avión para cuando al fin te decidas venir. El pasaje no tiene fecha.

Quiero que también sepas que todo lo que hice estos años fue única y exclusivamente para que ambos podamos tener una vida plena aquí. Quiero darte todo. Todo mí ser es para ti.
Ya no puedo vivir sin ti.

Permítete una vez vivir plenamente la vida.

Te estaré esperando en nuestro hogar, ven a mí.

Te ama

Shura.

No puedo evitar llorar al leer ésa carta.

— Yo también te amo.

Dijo al fin mientras sus lágrimas eran derramadas.

Esa carta era el último empujón que necesitaba para por fin, tomar una desición. Una que cambiaría su vida.

Tomo rápido su celular y le mando al español un mensaje.

Espérame, ya voy a ti.

Corrió hasta su habitación y del armario saco su maleta y la llenó de ropa y algunas cosas que ocuparía

No necesitaba nada más de ahí. No necesitaba ninguna de sus cosas, eran el pasado y comenzaría una vida nueva junto a la persona que más amó.
Dejaría su casa a cuidado de sus padres y sin pensarlo se marchó.

Sintiéndose por fin libre, tomo un taxi hacía el aeropuerto. Aún le quedaban horas para llegar a los brazos de aquel hombre que le robo los pensamientos cada día de su vida.

Después de unas largas horas de vuelo, fue anunciado el aterrizaje

Con los nervios a flor de piel y el corazón en la mano bajó del avión rumbo a una nueva vida.

Cuando cruzó por las puertas de vidrios que conectaban con la sala de espera, encontró a Shura con un cartel en sus manos y un enorme ramo de Rosas

Bienvenido a casa

Decía aquel cartel y ahí en ese instante se dio cuenta que había tomado la mejor decisión. Dejar sus miedos atrás y animarse a perseguir por fin a su amor. 

Corrió a los brazos de Shura y lo beso.

— Bienvenido a casa mí amor.

Si, había tomado la decisión correcta.

FIN

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Hola bellos lectores.

Les traigo un one shot de ShuraxCamus

Dedicado especialmente para mis queridas amigas Aries_9322 y SailorFighter que son amantes de este ship al igual que yo.

Espero que les guste.

Gracias por leer.

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