MIKE

Estaba determinado a recuperar a mi esposa a cualquier costo, porque es lo que Alexa es para mí, mi esposa y cuando vuelva a verla me aseguraré de que recuerde lo que es ella en mi vida.

—Así se habla cuñado y a propósito, fue eso lo que me despertó— dijo Jona mirando su teléfono.

—Y yo emocionada creyendo que fue mi ausencia— suspiró derrotada Miranda.

—También cariño, sabes que siempre te necesito—

—Te amo Jona— suspiró disfrutando el beso del meloso de mi cuñado.

—A lo que ibas— carraspeé recordándoles de mi existencia.

—Oh sí, claro, déjame ver, aquí está— dijo concentrándose en la pantalla.

—¿Qué es eso?—

—Mira, este es el instituto en el que trabajaba Tyler Trovato antes de que desapareciera sin dejar rastro, fue buscado mucho tiempo para que diera información sobre la fuga de una paciente—

—Eve...—

—Eve Jackson para ser más precisos, fue dejada en el instituto por su hermana Erika Jackson—

—Ustedes no tienen hermana—

—Yo sí— agregó Miranda avergonzada.

—No te culpes cariño— dijo Jona besando su frente.

—Es mi culpa, Iris, su dolor, Alexa, hasta el tuyo Mike, es mi culpa— sollozó quebrándose.

—No Mir, no tienes la culpa de lo que la mente de esos personajes oculta, tú eres única y responsable de tus actos, nada más— sentencié firme tratando de calmarla.

—Mike tiene razón cariño, no tienes la culpa de lo retorcida que tienen la mente— dijo Jona abrazando con amor a su esposa.

—Me duele mucho, quiero verla, la extraño— sollozaba.

—Todos la extrañamos cariño y te prometo que haremos todo por traerla de regreso— afirmó Jona besando sus cabellos.

—¿Qué más averiguaron tus contactos?— intenté traerlo de vuelta al tema.

—Oh sí, pues según los informes que me enviaron su hermana intentaba trasladarla a otra institución y fue cuando la paciente se dio a la fuga—

—O el médico se la llevó con él para que no la hallaran— concluyó Miranda.

—Al menos algo bueno hizo— dije haciendo una mueca.

—Aquí dice que intentaron seguirle el rastro al médico por un tiempo pero lo último que supieron fue que se trasladó a una finca en Italia donde permaneció durante mucho tiempo con su familia—

—¿Familia?—

—Su esposa e hija— sentenció molesto.

—Debe haber algo más, no puede ser que...—

—Regresaron hace un par de días a Estados Unidos, más específicamente a... Seattle— dijo confundido.

—¿Seattle Jona? Allí vivimos muchas cosas— dijo sorprendida Miranda.

—Y no creerás lo que estoy viendo ahora— terminó de decir.

—¿Esa es?— señaló Miranda la pantalla.

—¿Coincidencia?— sonrió Jona.

—¿De qué hablan?— dije poniéndome de pie para ver lo que ellos.

—¿Ves esa casa?— preguntó con una sonrisa pícara Jona.

—Sí, tengo ojos Jona, ¿Qué con ella?—

—Pues es la misma casa que mi madre rentó cuando fuimos a Estados Unidos por primera vez— afirmó alegre Jona.

—¿Es una broma?—

—No, mis contactos son muy confiables, ellos han chequeado los datos y un tal Tyler Trovato adquirió la casa y hace unos días tomaron posesión con su esposa e hija, una pequeña de cinco años ¿Qué coincidencia no?— sonrió seguro de sí mismo.

—Te besaría de no estar tu esposa presente— afirmé abrazándolo feliz.

—Por mí no hay problema— señaló levantando las cejas con picardía.

—Tú que dices, ¿Le cumplimos la fantasía?—

—Con un demonio Jona— mascullé empujándolo.

La pareja rompió a reír ante mi reacción, no tardé demasiado en acompañarlos hasta que unos pasos nos sobresaltaron haciéndonos girar hacia el origen de los mismos y dos pares de ojos adormilados nos veían extrañados.

—Ana, cuando sea grande no quiero ser como ellos— dijo Andy refregando sus ojos.

—¿Cómo que como ellos?— preguntó nervioso Jona.

—Sí, ruidosos y molestos, ¡Tenemos sueño!— reprochó Ana.

—Ay mis niños, lo lamentamos mucho, vengan conmigo, papá traerá leche tibia y volveremos a dormir, ¿Está bien?—

—¿Con canela?— dijeron al unísono.

—¿Es de familia lo de hablar al mismo tiempo y decir lo mismo?— pregunté frotando mis brazos.

—Pues claro— afirmó orgulloso Jona.

No pude más que reír y ver como aquel muchacho que parecía tan despreocupado se había convertido en todo un padre responsable y un esposo amoroso, sentía el pecho llenarse de orgullo al verlo así.

—Ella estará feliz de ver en lo que te has convertido Jona—

—No podrá creerlo, siempre dijo que no sentaría cabeza— negó sonriendo.

—Ella siempre creyó en ti y estuvo orgullosa de su hermano menor— golpeé su espalda a lo que él asintió.

—Voy a calmar a los diablillos— sonrió enseñándome las tazas con leche y canela.

Sonreí asintiendo mientras lo veía subir las escaleras, volví a sentarme y tomé el teléfono de Jona que dejó olvidado en su apuro, había imágenes del doctor, de Alexa, la casa que habían comprado, todo lo que estaba a mi alcance envié a mi teléfono para continuar con mi investigación una vez y regrese a casa.

—Voy a recuperarte mi amor, no voy a perderte de nuevo— sentencié firme.

Terminé de beber mi taza de leche con canela y subí las escaleras intentando ser lo más silencioso posible, al cruzar el pasillo me detuve al ver la luz saliendo de una de las habitaciones, asomé la cabeza y vi la estampa más tierna que jamás pude esperar ver. Los mellizos rodeados por Jona y Miranda, los cuatro en la cama matrimonial de la pareja.

Sonreí y aproveché el descuido de la familia para tomarles una fotografía, sería mi amuleto de la suerte para la misión en la que estaba dispuesto a enlistarme. Al llegar a mi habitación decidí que era tiempo de llamar a Evan y Susan.

—¿Diga?— contestó Susan luego de tres tonos.

—¿Mamá?—

—Oh, Mike, ¡Evan! Es Mike— gritó llamando a Evan.

—Ponlo en altavoz mamá— sugerí.

—Ya está hijo, ¿Cómo has estado? ¿Jona y la familia están bien?—

—Sí mamá, están muy bien, los niños son preciosos— añadí.

—Nos alegra saber que estás bien hijo, se te oye de mejor humor— habló Evan.

—A decir verdad, he vuelto a la vida— sonreí al decirlo.

—¿De qué hablas hijo?— dijo con tono preocupado Susan.

—No te preocupes mamá, pero es sólo que, la encontré—

—¿La encontraste?— dijeron al mismo tiempo.

—¡Pero qué tienen todos esa costumbre!— refunfuñé.

—¿Qué costumbre?— volvieron a hablar al mismo tiempo.

—Nada, olvídenlo— suspiré derrotado.

—Al caso, qué fue lo que encontraste— dijo Evan.

—Mejor dicho a quién— sonreí dando suspenso a la noticia.

—Hijo, nos estás asustando— sentenció Susan.

—Alexa, encontré a Alexa— solté de una vez.

—¡Qué!—

Y ahí va de nuevo esa costumbre que comienza a molestarme y volverme loco.

—¡Por qué hablan al mismo tiempo!— bufé frustrado.

Hola amigos, lo sé... mucho tiempo abandonándolos, juro que tengo la excusa perfecta, llegan la entrega de proyectos y no doy más.

Escribir las historias y los proyectos me agota por completo, una vez que salga de este círculo vicioso volveré con todo, por ahora les dejo este par de capítulos.

¿A qué si me perdonan?

No olviden sus comentarios y votos!!!

Los quiero muchísimo!!!

Nana