Capítulo 23
Logro deshacerme de las ataduras que envuelven mis muñecas y me limpio en el fregadero. Me deshago de toda la sangre seca y la mugre que se aferró en mi piel mientras me arrastraba por el sucio y frío suelo. Todavía no ha vuelto para otra tanda de golpes, y eso me alivia. Me duele la zona de las costillas, los brazos, la espalda por los azotes, ha sido un maldito infierno en vida. Me miro en el espejo cuarteado y noto más cardenales en mi cara, los verdugones en mis ojos, la hinchazón que casi no me deja ver nada a mi alrededor, me han tratado como a un jodido animal.
«¿En serio podré perdonarle esto a Nicholas?», me pregunto.
Todo ha sido su culpa, completamente de él. No entiendo cómo una persona en su sano juicio se vincula a tíos tan peligrosos, temidos en muchos de los rincones de Estados Unidos. Es de personas jodidamente locas. Y sé que si hubiera pensado en mí no estaríamos en esta situación, y quizás le hayan golpeado más que a mí, pero se me hace imposible perdonarle todo en lo que me ha metido. La oscuridad, la faceta más tenebrosa de la vida que nunca había llegado a ver, me ha engullido completamente.
* * *
He logrado cerrar mis tumefactos párpados durante dos horas, pero todo se ha esfumado en cuanto la bota del canalla tropieza con mi estómago, haciendo que lo poco que había ingerido se revuelva en mi interior. Ahora no está solo, está con tres tíos más, rudos, mugrientos y con olor a sudor al igual que él.
Mientras me retuerzo de dolor por su último impacto me toma de la barbilla y me obliga a mirarle-. Mis amiguitos se sentían muy aburridos en donde estaban y decidieron divertirse un poco contigo. Se buena y abre esas hermosas piernas para que podamos gozar los cuatro, nena.
Rápidamente siento el nudo en mi estómago, un dolor que comienza a hundirme. No sé si será peor intentar defenderme, que dejar que hagan de mí lo que deseen. Son cuatro hombres musculados, sanguinarios y capaces de todo. Estoy más que perdida, casi derramando lágrimas porque sé que es lo que ocurrirá a continuación.
-Por favor -le suplico cuando le veo deshacerse del cinturón y bajarse la cremallera de sus sucios vaqueros.
El que más conozco por la asiduidad con la que ha venido a golpearme le silba a uno con cabello rojo, y este se acerca con un pañuelo y me amordaza, luego me vuelven a atar las manos y siento que las magulladuras en mis muñecas vuelven a arder nuevamente.
-No sabes cuan caliente estoy -susurra el hombre a mi oído, y cuando percibo el desagradable olor de su aliento me dan arcadas.
Me obliga a abrir mis piernas con sus manos toscas y temibles, y luego me arranca las bragas con rapidez. Unas lágrimas se escapan de mis ojos y la vista se me nubla, mientras veo las siluetas de aquellos tíos que me harán sufrir deformarse a mi alrededor.
Siento la presión que ejerce con su miembro en el comienzo de mi sexo, y cuando introduce parte de su monstruosidad siento ganas de gritar, pero es imposible, la jodida mordaza no me permite despedir el dolor que siento. Comienza a bombear con más fuerza, entra con más fuerza dentro de mí, haciéndome daño, gimiendo en mi oído, susurrándome guarradas que hacen que el estómago se me revuelva. No son como las guarradas que me susurra Nick. Creo que nunca sentiré con nadie lo que siento con él, a pesar de ser el mayor problema que ha entrado en mi vida.
Empuja con fuerza dos veces más, logrando que sienta más dolor que antes, y después sale de mi interior. Percibo como las gotas de su semen cae en mis glúteos y cuando pienso que ya ha terminado, el de cabello rojo se sitúa detrás de mí e introduce su miembro salvajemente. Y, así, todos disfrutan de mí, mientras que yo grito en mi interior y lloro de dolor y angustia, porque la mordaza no me permite exteriorizar mi dolor, y las ataduras no me permiten defenderme de lo que está sucediendo. El último me azota en los glúteos, justo en donde tengo un verdugo de las botas de aquel, logrando que mi grito sobrepase el grosor del pañuelo que me amordaza, mientras que esa zona me comienza a doler como aquella vez en la que me pateo el maldito.
Me dejan tirada en el suelo con falta de aire y las piernas temblándome. Hicieron de mí lo que quisieron, me utilizaron como a un maldito juguete sexual, me golpearon cuanto quisieron y no pude defenderme. Necesitaba de Nick en ese momento, pero no está aquí, tengo necesidad de su protección, pero creo que eso no sucederá.
17 de mayo, 2016.
No he podido ni siquiera pestañar, porque al hacerlo visualizo a aquellos tipos en mi interior, jugando con mi cuerpo y susurrándome todo lo que se les ocurría al oído. Solo ha vuelto el primero en abusar de mí para dejarme de mala manera en el suelo la bandeja con pan viejo y agua, riéndose y recordándome lo de hace tres días.
La celda se abre y entra el mismo de siempre, acompañado por otro al que desconozco. En un intento de ver lo que pasa abro un poco el ojo izquierdo, aunque la turgencia de mis párpados hace que me sea casi imposible.
-Mira como la tenéis, nunca mencione que os la violarais. Solo te dije que la golpearas un poco, stupide -dice una voz enronquecida, suena enojada.
El tipejo desconocido empuja hacia el suelo al que me ha maltratado en todo este tiempo, y casi sonrío por el placer que me produce ver como maltratan al capullo.
-Lo siento, jefe -dice a plenos tartamudeos el idiota. Ahora es cuando lo entiendo todo. Este tío al que nunca he visto es el jefe de todos estos imbéciles, es el principal causante de mi dolor-. Joder, es que la tía está muy buena, no nos pudimos resistir.
El llamado «jefe» les dirige una patada a las pelotas al tipejo, y este se retuerce de dolor en el suelo. Luego se agacha y toma entre sus manos las solapas de la cazadora del mugriento.
-Parece que mis palabras no valen ni una mierda aquí -Con el puño cerrado le golpea en el rostro y este gimotea un poco-. Ya no me sirves para nada, Tyler, será mejor que te vayas con tu maldito culo directo a la calle. Y no dudes en llevarte a tus putas.
El nudo en mi garganta se tuerce mucho más cuando la mirada del anfitrión de esta maldita escena me mira. Deja caer en el suelo al canalla nombrado Tyler y se levanta, acercándose a mí con los puños bien apretados al lado del cuerpo. Cuando está frente a mí apoya una rodilla en el suelo y toma mi barbilla con su pulgar.
-Mira lo golpeada que estás, beauté dame -dice y entre toda la confusión que se esparce por mi mente, me quedo atónita cuando escucho sus palabras.
Abro bien los ojos, a pesar de tenerlos hinchados. Me intento apoyar en los brazos en un intento fallido, y vuelvo a desplomarme en el suelo. Me duele cada espacio del cuerpo, y desde que aquellos hicieron de mí lo que quisieron, me duele mi entrepierna.
-¿Eres tú, François? -le pregunto intentando erguirme nuevamente.
-Te dije que habían muchas cosas que no sabías, femme -dice sin darme una respuesta, pero ello me basta para darme cuenta de que es la persona que pensaba.
-¿Por qué me haces esto? Nick dijo que le pediría el dinero a su padre Evans, pero no se lo permitiste, no nos diste la oportunidad de pagarte tu maldito dinero -digo y tozo un poco. La celda está muy fría y hace un día no llevo ropa.
Ríe un poco y me hace mirarlo a los ojos. Lo miro con miedo, incapaz de hacer algún gesto.
-Quería hacerle ver que está jugando con fuego -me dice pasando su pulgar por el cardenal en mi mejilla.
Gimo un poco por el dolor.
-Nick no se ligará más con gente como vosotros, sois unos crápulas -digo sin energía y le escupo en la cara, con odio, encolerizada por tener tan cerca al causante de mis pesadillas.
Como resultado a mi osadía me gano una cachetada que me tumba en el suelo. Me arde el rostro nuevamente mientras me cruzo los brazos en el pecho.
-Nunca te atrevas a repetir eso que has hecho -me dice con rabia, tomándome el rostro con su mano-. Soy condescendiente, pero a veces puedo volverme loco, y tú no querrás eso.
-Tengo familia, por favor, déjame ir -le suplico y me sorbo la nariz.
-Desde el primer día en que os rapté a ti y a Nicholas, tu hermana realizó una denuncia en la policía, y yo le hice saber que trabajaríamos en tu caso -Sonríe, y yo acabada lo entiendo todo con más claridad, tiene gente en todas partes-. Dentro de poco Nicholas le hará una llamada a su padre para acordar el monto que me debe entregar por vuestra libertad, hasta entonces os quedareis aquí y recibiréis un poco más de cariño.
20 de mayo, 2016.
Me obligaron a presenciar la llamada que le realizaría Nick a su padre Evans. Todo fue como François planeo. Quince millones para poder saldar la maldita deuda de Nicholas con François y sus socios. Todo dependía de lo que Evans dijera, y el aire salió y entro con más facilidad a mis pulmones, cuando estos acordaron un encuentro para las ocho de la mañana de hoy.
El maldito tuvo razón cuando dijo que nos darían mucho más cariño. Nos flagelaron a amos, uno delante del otro, mirándonos, sin poder decirnos nada por las mordazas cubriendo nuestras bocas. Nos han maltratado tanto, que cuando salga de este sitio no creo que pueda caminar nuevamente hasta dentro de unos meses.
-Dentro de una hora tendréis vuestra libertad si tu padre cumple con lo estipulado -le dice François a Nick, rodeándolo.
Nick asiente desesperado.
-¿Y nos entregarán el dinero en efectivo? -apremia Tyler, el maldito al que pisoteo François ese día.
François frunce el ceño en desaprobación y se acerca con gestos violentos hacia el cobarde que no hace más nada que quedarse inmóvil contra la pared.
-No abras en lo que queda de hora tu jodida boca para más nada -le dice tomándole por el cuello.
* * *
Dos horas después se reúnen más personas, entre los cuales se encuentran todos aquellos que me poseyeron sin mi consentimiento. Se dicen cosas en voz baja mientras esperan al padre de Nicholas, quien cerrará este maldito asunto, según se pactó. Yo y Nick nos miramos, su rostro está tan magullado como el mío, sus brazos tienen cortadas y su espalda flagelada.
La puerta metálica suena y todos en la habitación poco iluminada dirigen sus miradas hacia el sitio. François se levanta y abre, un hombre canoso, de ojos verdes como los de Nick y de una estatura media, entra con un maletín bien pesado cargado en el hombro. Su cabello es rizado y aún quedan vestigios del color castaño que poseía.
-Sr. Evans, ha decidido ser inteligente -le dice el idiota riendo, y Evans lo mira con refutación.
-El amor por mi hijo es más grande que cualquier cosa, Franco -responde el hombre soltando el maletín sobre la mesa en la que los hombres están sentados.
Rápidamente uno de los tipos robustos enciende la lámpara que cuelga justo encima del mueble, y comienzan a revisar el interior del maletín.
-Puedes ir desatándolos -señala Evans mirándonos a ambos-. Aún no puedo creer lo bajo que caíste, pero bueno, todos saben que te quedaste en ruinas.
François asiente mientras se levanta de la silla que está a un lado de la puerta y comienza a desamarrarme. Me quita las cuerdas que me ataban las manos y la mordaza, después desata a Nick, y cuando intento levantarme me es imposible, mi cuerpo está bastante herido, gastado y lleno de golpes, no me puedo mover y malamente he aguantado esta insufrible semana en esté lugar macabro. Cuando me desplomo Nick me toma en brazos, con los ojos humedecidos y yo alargo la mano hasta su mejilla y rozo con mis dedos el verdugo en su mejilla, es terrible, todo ha sido terrible y no puedo creer que haya terminado.
-Lo siento, Anna -dice con la voz áspera y arenosa. Pero aun así me tranquiliza sentirle hablar, hace mucho no lo hacía.
-No te perdonaré -Alcanzo a decir.
Mis párpados tumescentes se cierran completamente. Mi cuerpo pesa, mi alma más de lo que quisiera, el dolor sobrepasa a el alivio de estar libre nuevamente.
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