Capítulo 18
Bar Flynn.
Morgan y yo llegamos a un bar y nos sentamos en la barra. Sé que habíamos quedado en tomarnos un café y comernos unas donas, pero hemos terminado en el bar Flynn para reírnos un poco de nuestras patéticas vidas. El sitio es un poco oscuro y solitario, pero la música Blues ameniza el ambiente. Nos bebemos dos copas de vodka mientras hablamos tranquilamente sobre los últimos sucesos del trabajo. Claro que exceptúo lo que ha pasado esta tarde, pero por lo demás, todo normal.
-Hace mucho no me voy de fiesta. Todo ha sido trabajo en los últimos meses -me dice y se da un trago de vodka.
-Puede que yo tampoco haya disfrutado tanto en el último mes, así que te comprendo -le digo riéndome. Estoy un poco mareada por la copa anterior y la que estoy finalizando.
Morgan me mira con suspicacia y después se ríe. Vuelve a tomar un poco de su bebida, y exhala un poco de aire por la boca cuando siente el calor de la bebida en su garganta. Me pasa un brazo por los hombros y esconde su cabeza en mi cuello.
-¡Ey, Morgan! -le digo sacudiéndole-. Vamos, no te puedes haber desmayado.
Se yergue y se frota los ojos un poco aletargado-Lo siento, ayer estuve patrullando hasta tarde. Estoy que no puedo mantenerme sobre mis propios pies -dice con la voz enronquecida.
-¡Joder, si que me has asustado! -le digo y una risita tonta se me escapa de los labios-. Ni en sueños podría contigo en mis brazos. No quedaría más remedio que dejarte tirado aquí.
Termino de beberme el último rastro de vodka en mi vaso y disfruto del momento en que la bebida me baja por la garganta, ardiente como el fuego. Miro a todos lados y noto que no hay tantas personas. Solo nosotros y un par de extraños. El bar está casi vacío. Los otros están sentados en una mesa un poco al fondo, donde casi no da la luz. Todos traen pañuelo amarrados en la cabeza y gafas oscuras. Parecen unos jodidos maniacos, de esos pandilleros que se visten todo iguales.
-¿Nos vamos? -le pregunto a Morgan un poco intimidada.
-Quiero disfrutar, cariño. Tal vez deba beberme un Tequila sunrise -me dice encogiéndose de hombros, mientras le hace un gesto al barman.
-No más alcohol, Morgan -le digo tomándole del hombro, y él me mira con el ceño fruncido.
-Déjame disfrutar un poco de esto. Necesito olvidarme un poco de los problemas -replica con berrinche.
El barman le prepara la bebida y él se la comienza a beber como si fuera agua. Me sumerjo en mis pensamientos y comienzo a visualizar imágenes de Nicholas, de su perfección externa y su interior pútrido. No logro sacarme su imagen de mi mente, y maldigo la hora en que lo dejé entrar en mi vida. Sabía que hacerlo me traería problemas, muchos más de los que soportaría.
-Cortesía de la casa -dice el barman interrumpiendo mis pensamientos.
-¿Disculpe?
-Aquel hombre me ha pedido que le prepare esta bebida. Va por su cuenta -me señala a uno de los del fondo, el cual está mirándonos fijamente.
Lo miro con el rabillo del ojo y después vuelvo la mirada hacia el barman, quien está aguardando mi respuesta.
-No puedo aceptarla, lo siento. No lo conozco -le digo al barman con un poco de vergüenza.
-Él insiste, será mejor que la acepte -dice el hombre uniformado con perseverancia y desliza el vaso hacia mí.
Morgan detiene el vaso de cristal con una mano y le tira la bebida encima al hombre, quien se queda ajeno a lo ocurrido.
-Ya la señorita ha dicho que no. ¿No entiendes el idioma? -le dice al pobre con la voz encrudecida y la mirada cortante.
La garganta se me seca y el alma se me cae a los pies. Joder, espero que Morgan no quiera hacer el papel de amigo sobreprotector a esta altura. Yo sola puedo zanjar este problema, no le necesito.
-Lo siento, no ha sido mi idea. Solo me ganaba una pasta extra -dice el barman bajando la mirada con apocamiento.
-¿Entonces quien coños fue el cerebrito de esto? -le inquiere Morgan y el hombre señala hacia la mesa de los hombres con aspecto descuidado y macabro. Ahora si explota la dinamita.
Todos aquellos tipejos se voltean hacia nosotros y no tardo en sentir que la sangre se me hiela en las venas. Me quedo inmóvil, queriendo huir, pero con el miedo dominándome. Siento el peso de la mirada y el tintineo del hielo en el vaso de whisky del extraño.
-Fui yo, amigo -dice una voz extrañamente familiar.
Morgan abalanza la mirada hacia el hombre con gorra y gafas oscuras. Se levanta y de unas terribles zancadas llega a la mesa, con las manos formando puños a ambos lados del cuerpo, y el ceño fruncido en desaprobación.
-¿Tienes algún problema? -le dice plantando su mano contra la mesa de madera.
-Solo soy gentil con le dame -El hombre de aura misteriosa se levanta, y su altura sobrepasa a la de mi amigo en grandes cantidades. Sus músculos están bastante trabajados por cómo se le ciñe la cazadora al cuerpo.
Morgan sin sentirse indiferente por la altura lo toma de las solapas de la cazadora e intenta bajarlo a su altura, pero el hombre le proporciona un golpe en la cara antes de que lo logre, y este cae desparramado en el suelo. Me levanto de la banqueta y rápidamente corro hasta donde yace Morgan inconsciente. La boca le sangra y todavía no se repone del impacto. Esto ha ido peor de lo que esperaba.
-¡Eres un idiota! -le grito al hombre de vestimenta íntegramente negra-. Mira lo que has hecho, se ha desmayado y no reacciona.
Intento poner en pie a Morgan y aunque me esfuerzo, sigue noqueado. Le han golpeado con mucha fuerza, además de que se ha bebido muchas copas. Joder, ahora si estoy perdida. Él no logra responder a mis intentos de despertarle, mientras que aquellos se ríen a carcajadas. Solo quiero salir de este sitio, pero no puedo dejarle tirado aquí. No me lo perdonaría jamás.
-Te dije que nos volveríamos a ver, femme -me dice la voz aguda y un poco conocida para mis oídos. Ya la he escuchado en ocasiones anteriores.
Miro pasmada al hombre que está sentado nuevamente en la silla, y trago en seco. Me quedo paralizada de nuevo, al parecer es mi mejor habilidad, no hacer nada en este tipo de sucesos. Solo ser un algún tipo de espectadora que se detiene a mirar como golpean a su mejor amigo.
-¿F-François? -pregunto sin querer creerlo.
Se quita la gorra y las gafas oscuras. Una larga melena de color canela se libera de su aprisionamiento y sus ojos avellana se encuentran fijos en mí. Yo lo miro estática y despavorida. Siempre he sabido que ese francés no era nada bueno para nadie, ni para él mismo, supongo. El peligro se evidencia en su mirada y aspecto descuidado. En su voz ruda y en esos tatuajes que, por suerte, están cubiertos por una cazadora.
-El mismo, beauté dame. Qué bueno que recuerdes mon nom -responde repasándome con su mirada gélida. Luego me sonríe como si nada hubiera sucedido.
Lo único que siento es perdición. Es algo seguro, de aquí salgo dañada. El barman está limpiando vasos como si nada hubiera pasado. Lo tiene comprado y no dirá nada, mientras quien sabe lo que tienen planeado él y su bandada de imbéciles para mí. Es peligroso, eso lo sé. Como también sé que quiere lastimarme, y lo peor de todo es que no puedo hacer nada.
-Déjame ir con mi amigo, por favor -le imploro y sé que ha atisbado en todos mis gestos nerviosos el miedo.
Me fulmina con sus ojos avellana. Reflexivamente dirige su mirada hacia el suelo y después vuelve a mirarme fijamente, como si fuera un experimento científico.
-Te dejaré ir, pero no te perderé el rastro -me dice con crudeza y acaricia mi cabello con una de sus manos-. Puede que pienses que soy peligroso, beauté dame, pero no tengas miedo. Solo quiero que no te pase nada, hay muchas cosas a las que estás ligada y todavía no lo sabes.
* * *
Han pasado dos meses desde esa noche en el bar. El primero de marzo nació Fernanda pesando ocho kilogramos y medio, con el cabello rubio y los ojos cafés. Ella fue esa alegría que necesite para salir del atasque en el que me encontraba. Su aspecto inocente y sus sonrisas cada vez que me le acercaba fueron todo. Jolie termino divorciándose de Jace y comprometiéndose con Stefan, el mismo día en el que hubo una pequeña fiesta en casa. Y yo con respecto a Nicholas no he tenido noticias. Aunque a veces no quisiera saber de él, me preocupa no tener ningún mensaje de su parte. Me hace pensar que todo se ha acabado, que no hay posibilidad de volver a intentarlo. Tantas veces hemos vuelto, que me he acabado acostumbrando a esto de acabar la relación y volver como si nada hubiera pasado.
-Ya se ha dormido -me dice Jolie acercándose al sofá.
Sonrío y sigo viendo la televisión mientras ella intenta arrebatarme el bol de palomitas.
-Pensé que sería un poco más de dormir y no trasnochar, la verdad -le digo zapeando en busca de algo mejor que ver, hasta que encuentro «Friends».
-No me lo menciones, que ya tengo unas ojeras terribles -dice con tedio-. No he podido dormir ocho horas completas desde que Fernanda nació.
Me río y casi me atraganto con las palomitas en mi boca. La muy tonta se pensaba que tener un hijo es como ir al supermercado o acudir al excusado.
-Nunca te he dicho que sería fácil -le digo y le doy un guiño. Ella hace una mueca y exhala un profundo bostezo-. Dentro de poco tengo trabajo y me pesa dejar a medias este episodio de «Friends».
-A tu jefe no le agradaría que te ausentaras.
-Cierto -le digo y fuerzo una pequeña sonrisa.
La conversación dura menos de diez minutos cuando el llanto inocente de Fernanda se escucha desde la habitación. Jolie pone los ojos en blanco y con cara de querer matar a alguien se va a la cocina a buscar el biberón. Yo me levanto y me aseo, después me visto para el trabajo y voy a buscar mi coche. Llego a la empresa y comienzo a hacer las cosas de todos los días.
La agenda de Nicholas está atiborrada de reuniones con posibles inversores y compradores de mercancía. Hoy tengo mucho trabajo y no es que él me lo haya dejado tan fácil. Me ha dejado una nota diciendo que debo de tener listos para hoy unos documentos que estaban propuestos para el mes entrante. Que bien
-Hace mucho no nos vemos -me dice Louisa sentándose encima de mi escritorio, y yo asiento mientras redacto el informe en el ordenador-. Al final no llegamos a bebernos aquella botella de champán.
-He estado muy ocupada y en estos momentos, más de lo que debería -le digo poniendo los ojos en blanco-. Me harías un gran favor si me trajeras un poco de café de la máquina.
-Claro. Ya vuelvo.
Louisa se baja de mi escritorio y sale de la oficina para ir a la planta de abajo. Creo que hoy saldré bastante tarde de aquí. Yo que estaba pensando en que no sabría nada más de Nicholas, y me encuentro con una lista gigantesca de proyectos de los que no sabía.
-En serio necesito que ese documento esté listo, Srita. Carson -me dice una voz masculina que conozco totalmente. Dirijo mi mirada hacia adelante y veo a Nicholas aflojándose la corbata.
Está un poco diferente. Tiene una incipiente barba y el cabello más largo y encrespado. Se ha estado descuidando últimamente por lo que logro atisbar. No se parece en casi nada al hombre galante y atrevido que es.
-Debe de comunicarme las cosas con antelación, soy su secretaria -le digo altanera y sigo tecleando en el ordenador.
Camina hasta donde me encuentro y se detiene a mi lado. Su mano se planta encima de las mías, impidiéndome terminar mi tarea.
-Debemos hablar de nosotros -me dice con mesura y acerca sus labios a mi oído-. Necesitamos buscarle un rumbo a nuestra relación, Anna.
Lo miro con desprecio y rabia. Me ha herido tan profundo y me ha utilizado tanto, que ya no sé cómo reaccionar o qué decir cuando se trata de él.
-¿Alguna vez hubo un "nosotros"? -le pregunto mirándole a los ojos. Necesito ver si su mirada me comunica algo-. ¿Ahora quiere buscarle un rumbo a lo que llama relación?
No se atreve a mirarme fijamente. Sabe muy bien que tengo razón. Nunca me ha dado la seguridad de que somos una relación. Nunca me ha hecho sentir como tal.
-En serio necesito que hablemos, Anna -me dice con la mandíbula tensa y los ojos humedecidos-. Te amo, joder, lo hago, pero no entiendo que es lo que está pasando. Se me hace difícil tenerte en mis brazos, yo no te merezco y eso es lo que me incomoda.
Aparto mis manos de las suyas y sigo tecleando en el ordenador. No pretendo escucharle, no pretendo hacerle caso a lo que diga porque volveré a caer, y ahí me volverá a herir. Lo dejo con deseos de escucharme hablar y sigo con el trabajo que él mismo me encomendó. No soy más que su secretaria y debe adaptarse a la situación. Cuando se da cuenta de que no hablaré, se va con mi silencio como respuesta.
Louisa me trae el café y le agradezco. Conversamos sobre los últimos cotilleos de la oficina, y ella me habla sobre el enamoramiento de varias de las empleadas con Nicholas. Es algo normal. Un hombre bien parecido como él tiene muchas mujeres cayéndole atrás. Por ello no quiero volver a pensar en un "nosotros". Porque eso nunca existió.
* * *
La tarde está fresca, y cuando salgo de la empresa me encuentro a Louisa y a Sharon esperándome cerca de mi auto. Cuando me ven acercarme comienzan a cuchichear, lo que me molesta un poco. Les saludo a ambas y me quedo esperando una explicación para su extraña presencia.
-Decidimos ir a un club nocturno, pero no sabemos si te agradará la idea -me dice Sharon y mira a Louisa con complicidad.
Me cruzo de brazos y las miro con suspicacia. No sé qué es lo que tramarán ellas ahora, pero sé que no se trata de algo bueno.
-¿Qué es lo planeáis? -les pregunto a ambas mientras analizo sus expresiones.
-Solo planeamos divertirnos, amargada -dice Louisa poniendo los ojos en blanco, mientras se apoya contra el auto-. Hay un club de strippers masculinos bastante buenos. El club está bastante interesante.
Estas tías están totalmente chifladas.
-Y a Hilary... ¿Con quién le dejarás? -le pregunto con una ceja enarcada.
-He contratado a una canguro muy eficaz. No tengo por qué preocuparme.
Abro la puerta del coche y hago el amago de entrar, pero Sharon me detiene en el acto diciéndome:
-Vamos, Anna. Debes divertirte y olvidarte un poco de Nicholas.
La miro tajante y suelto un suspiro para liberar tensión. Tanto trabajo y ahora ellas, han logrado que me estrese más de lo que podría jamás.
-¿Por qué debería olvidarle? -le pregunto-. Lo amo, vale. Que él no considere mis sentimientos es algo bien distinto.
Sharon frunce el ceño y me suelta el brazo. Un poco decepcionada se cruza de brazos y dice:
-Solo quería sacarte del encierro en el que te has metido, pero si no te dejas ayudar...
-No entendéis nada porque no sois yo. No sabéis por lo que he pasado últimamente, adiós.
Entro en el auto y acelero dejándolas en la distancia. Termino haciendo una pequeña parada en Butterskett para tomarme un café cargado, y después sigo directo hasta la casa. Ninguna canción de Taylor Swift logra calmarme, al contrario, solo me siento más desdichada. Al aparcar entro en casa y voy directo a ducharme para deshacerme de la tensión que me traigo encima. Después voy hacia la habitación de Jolie y me entretengo admirando la tranquilidad en la diminuta carita de Fernanda, mientras la pequeña duerme.
Un mensaje me interrumpe y miro la pantalla de mi teléfono, sabedora de quien es. Presiono en la notificación y mi chat con Nicholas aparece con un nuevo mensaje:
Estoy fuera de tu casa aparcado. Necesito que vengas, Anna. Quiero que hablemos del tema de Bridget. Hay cosas que se deben de aclarar. Y más que eso, necesito que entablemos una conversación seria sobre nosotros. Porque hay un nosotros, princesa.
Me dirijo hacia la ventana y aparto ligeramente la cortina para comprobar si su auto esta parqueado en frente. Y sí, es verdad. El imbécil ha decidido parquearse delante de mi casa para dejarme sin escapatoria alguna.
Salgo de la casa y con el diablo susurrándome al oído me adentro en su auto. Una dulce fragancia a Dolce&Gabanna se siente en el ambiente. Se ha arreglado más de lo que pensé, y la barba que comenzaba a evidenciarse en su rostro ha desaparecido. Quiere que tenga una mejor impresión de él, eso es sabido.
-Anna, quiero hablar... -comienza a decir y lo detengo. Quiero que calle y no repita lo que me ha dicho tantas veces.
-Sé que quieres explicarme acerca de lo de Bridget, pero no necesito que lo hagas -le digo y me quedo un poco absorta, después añado-: No es tu culpa, Nick. No sabías que era mi amiga, como tampoco sabía ella que tú y yo teníamos un romance.
-Si fue mi culpa, princesa -replica con lágrimas nacientes en los ojos-. Fui yo quien te maltrató cuando tu solo me amabas, te eché de la habitación de hotel y te levanté la voz como si fueras mi peor enemigo. No es justo que yo te trate mal cuando tú solo sabes darme alegrías, preocuparte por mí y amarme sin reparo.
Las vías respiratorias se me bloquean y lo único que hago es abalanzármele encima. Necesito abrazarlo, porque le quiero como nunca he querido a nadie. Porque, aunque sus disculpas no me digan nada, son todo para mí. Lo abrazo porque necesito del calor de su piel.
-¿Cómo sucedió tu romance con Bridget? -le pregunto separando mi rostro de su cuello.
Traga saliva y me toma de la mano-No le llamaría «romance», pero en Milán. Me la topé en un bar que frecuento en esa ciudad y estaba llorando sentada en la barra. Me pareció que debía ayudarle, estaba muy dolida y logró que me afligiera por el estado en que se encontraba. Me contó que su hermano le había echado de su casa y que no tenía a donde ir -Se queda reflexivo un instante y después vuelve a mirarme-. Le dejé quedarse en mi habitación y ahí sucedió, Anna. Ella comenzó a coquetearme y caí en sus palabras, en sus gestos insinuantes. Yo nunca le dije que éramos novios, solo fue una noche de sexo, solo eso, y, además, estaba pasado de trago cuando llegamos al hotel.
-¿Por qué ella querría mentir con respecto a vosotros?
-No tengo idea, Anna. Quizás por presumir, pero nunca sucedió nada serio entre nosotros.
-Bridget no es una chica que se ande presumiendo -le digo negando con la cabeza-. Quizás quién miente eres tú, y no ella.
Nick rueda los ojos y toma mi rostro entre sus manos.
-No tengo porqué mentirte, Anna -dice con prudencia-. Joder, tuvimos relaciones, nos acostamos, pero nunca tuve un noviazgo con ella.
Intentando no escucharle jalo de la manija y abro la puerta, pero Nick me detiene tomándome del antebrazo y acercándome a él. Sus labios se unen con los míos y forzándome, abre mis labios con su lengua. Me besa con una energía inagotable. Nuestras bocas se devoran y nuestro pulso se dispara. Paso mis manos por su espalada y las escurro por debajo de la tela de su camisa. Su piel está caliente, suave, pero a la vez fibrosa. No puedo oponerme a lo que tanto deseo, ha habido muchas contradicciones, pero, aun así, mi deseo no cambia, mi corazón sigue acelerándose cuando le tengo cerca. Y eso es signo de que mi amor no se ha perdido del todo. Cada persona merece otra oportunidad, aunque con anterioridad haya tenido muchas.
-No debería estar haciendo esto -le digo apartándome de él, con la respiración un poco agitada y el cabello desordenado e interpuesto en mi vista.
-Deberías, princesa -dice uniendo su frente con la mía, pero yo me aparto-. Quisiera que por un momento dejásemos de pelear y viviésemos como una verdadera pareja.
Resoplo y ruedo los ojos-. Tampoco me lo pones muy fácil, Nick. Si no fuera por tus estupideces, quien sabe en dónde estaríamos ahora.
Toma mi mano y la besa en el dorso delicadamente, haciendo que se me encone el vello. Me acaricia el rostro y me besa en la frente. Aunque quiero no puedo evitar caer, el amor es mucho más fuerte que el odio que siento hacia él.
-En Los Ángeles, quizás -responde con dulzura-. ¿Quieres que comencemos de cero? Prometo no causar más problemas, o por lo menos intentarlo -me dice.
-No puedo darte una respuesta. Antes necesito contactar con Bridget.
-Prométeme que lo pensarás -me dice mientras me bajo del auto.
Lo miro nuevamente a los ojos y me aguanto las ganas imperiosas que tengo de besarle.
-Lo haré. Dalo por hecho, pero no te prometo nada.
N/A:
Espero que os vayáis haciendo teorías acerca del misterio tras François y su vínculo con Anna, o mejor dicho con... Ya me iba de lengua XD. Pues espero que esté y los próximos dos capítulos os gusten, porque después del veinte no publicaré hasta que termine de escribir la novela.
Lo siento.
Os quiero ;)
❤❤❤
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