Capítulo 17
«...But I can't imagine, a life without, breathless moments, breaking me down...»
2 días después.
Nunca me he sentido tan afectada por algo como lo que pasó antier. Todo es un debate sin fin en mi mente. La actitud de Nicholas, el conocimiento nulo que tenía Bridget de lo que estaba pasando, y aquel chico sombrío del bosque que tenía un adorable perro de Akita. Esas tres cosas se debaten una y otra vez en mi cabeza, sin descanso alguno.
Me pongo un vestido blanco con lunares negros, y los mismos tacones de aguja que usé para ir a ese restaurante tailandés. Me hago una línea gatuna con el lápiz de ojo y me pinto los labios con un creyón rojo intenso. No hago nada con mi cabello, me lo dejo suelto y rizado en las puntas.
-¿A dónde vas? -me pregunta Jolie cuando entro al salón.
-Por desgracia hoy debo de asistir a la empresa, hay junta directiva y mi presencia es de máxima importancia -le digo forzando una sonrisa.
-¿No deseas una taza de café?
-No. Ya voy bien así.
Ella asiente y sigue desayunando mientras ve iCarly. Salgo de la casa y el aire un poco frío me azota el cabello, el cual se interpone en mi vista de manera brusca. Entro al auto y enciendo la radio, donde suena una melodía acompasada. Tomo la carretera mientras canto al ritmo de Selena Gómez con la canción: The Heart Wants What It Wants.
La letra me hace pensar en Nicholas y en mí, ambos. A pesar de que es un gran patán lo extraño, lo amo y necesito. Es una maldita droga de la que dependo cada vez más. Sus besos siguen adheridos a mi piel, su aroma viril y su aliento mentolado siguen perfumando el ambiente.
* * *
Llego y aparco en un sitio apartado. Me bajo del auto con una carpeta debajo del brazo y camino hasta el interior del edificio. Tomo el ascensor y mientras subo hasta la planta veintisiete, me aseguro de que todo con respecto a mi apariencia esté en su sitio.
«No debes parecer afectada, Anna», me dice mi subconsciente mientras la puerta del ascensor se abre.
Salgo y camino por el hall hasta llegar a la sala de reuniones. El directivo está sentado en la mesa, de seguro esperando a que haga la presentación de los gráficos que me habían pedido preparar hace un tiempo. Los saludo a todos con respeto hasta que me topo con el cabello revuelto y los ojos verdes de una personita, Nicholas.
Me pongo un poco tensa, pero logro controlarme y comienzo a poner las diapositivas. Hago la presentación sobre el cambio drástico que han tenido las ganancias desde el año pasado hasta el presente. Todos miran con la atención requerida, pero él prefiere jugar con la punta de un bolígrafo.
-Ha hecho un buen trabajo con esas gráficas, Srita. Carson -dice el Sr. Holden, quien es gerente de personal.
-Muchas gracias. Preparé este material desde hace un buen tiempo.
-Eres muy aplicada. Nicholas debería ascenderte a algo mejor que ser su secretaria.
-Me conformo con lo que tengo.
El Sr. Holden asiente y sigue mirando las ilustraciones que se proyectan en la pizarra.
La reunión sigue su rumbo y todo termina en un buen resultado. La empresa está dando sus frutos y ya varios mercados de tecnología en el extranjero quieren hacer contratos con Jefferson Enterprise. Eso me emociona mucho, ya que veo que el trabajo que se hace aquí no es en vano. Todos salen de la sala de reuniones mientras yo apilo los papeles en la carpeta nuevamente.
-Pensé que no lo lograrías -me dice una voz.
Joder. Menos mal que ya todos se habían marchado.
-Pues se equivocó, Sr. Jefferson. Soy muy aplicada con mi trabajo -replico sin mirarle y cierro la carpeta-. Además, prefiero que no vuelva a dirigirme la palabra. No está autorizado a ello.
Una mano fuerte me agarra del brazo y me sacude con brusquedad. No me da tiempo a reaccionar cuando tengo sus labios plantados en los míos. Por un momento dejo que me abra los labios con su lengua, pero después reacciono y con mi mano libre le doy una cachetada.
-Te demandaré por acoso, maldito -le digo apartándome y me limpio los labios-. No vuelvas a hacerlo. No lo intentes, se acabó.
Todavía no ha reaccionado. Sigue con ambas manos sobre su mejilla encendida, con la silueta de mi mano marcada. Se lo merece, y eso ha sido poco.
-Dime que no has pensado en mí, zorra -me dice empujándome contra la pared, encerrándome en una prisión infranqueable-. Dime que nos has necesitado de mis caricias, de mi aliento y del contacto entre nuestros cuerpos -Me muerde el lóbulo de la oreja izquierda, sacándome un gemido desgarrador-. Dime que no me amas y no haré esto -Su mano se cuela por entre mis piernas y tira de mis bragas, desgarrándolas.
-N-Nicholas -gimo agitada y de lo más caliente.
Introduce un dedo en mi interior y trago saliva mientras miro hacia el falso techo. Mueve el dedo dentro de mí con soltura y morbo, rozando las paredes de mi vagina. Estoy más que húmeda, y cada vez que voy a decir algo su dedo se introduce más dentro de mí.
-Deja de hacerme esto, por favor -le suplico con la voz temblorosa.
-Calla, princesita -me susurra introduciendo otro dedo dentro de mí.
Siento que una sensación indescriptible me invade. Me aferro a su camisa y le acaricio la espalda. Joder, me pone como a una moto. Siento que entro en el clímax de un orgasmo profundo. El muy sucio comienza a susurrarme guarradas al oído y no puedo más. Lo beso y él me corresponde con vehemencia.
Lo miro con deseo. Estoy completamente excitada y fuera de mí, fuera de lo que realmente debería estar pasando.
-¿Quieres que lo haga? -le pregunto descendiendo mi mano hasta la cremallera de su pantalón de vestir.
Nicholas asiente cerrando los párpados en repuesta a mi leve caricia. Me pongo en gachas delante de él y me sonríe cuando me humedezco los labios con la lengua. Miro nuevamente hacia la tienda de campaña que se le forma y le bajo la cremallera con lentitud, disfrutando de la tentación que lo posee.
-N-No te detengas, h-hazlo rápido -dice con la voz entrecortada.
Saco su miembro erecto y lo acaricio de arriba hacia abajo, con lentitud. Rodeo toda la circunferencia de su miembro y comienzo a masturbarle sin apuro. Inicio un ritmo apurado y constante, logrando sacarle varios gemidos. Le paso la lengua por la ingle y se estremece, desciendo hasta encontrarme con su miembro y lo introduzco en mi boca. Tiene un sabor un poco salado, pero no es del todo desagradable. Balanceo la cabeza de adelante hacia tras y siento como su sexo se abre paso en mi garganta, erecto. Me paso un buen tiempo proporcionándole caricias en el glande con mi lengua, y noto que eso lo vuelve loco, es su debilidad.
-Quiero que te lo tragues -gruñe jalándome el cabello.
-No quiero hacer eso -replico sacándome su polla de la boca.
Me jala con rudeza el cabello y logra sacarme un gemido de dolor. He sentido una sensación parecida al momento en que te pinchan con una aguja, pero era como si miles de ellas me estuvieran penetrando el cráneo.
-Joder, no soy tu sumisa ni una mierda -Lo empujo y trastabilla con una de las sillas.
Me levanto y me acomodo el cabello nuevamente. Después tomo la carpeta y salgo de la oficina con las piernas temblándome todavía por placer, corriendo, huyendo de sus manos. ¿Pero quién se cree este canalla que soy yo? Me estiro el bajo del vestido para acomodármelo y tomo el ascensor. Me miro en el reflejo de la pared de metal y trago saliva, decepcionada de mi misa, de mi poca estabilidad ante el deseo y el morbo de tocarlo. Quizás me ve como a un jodido instrumento que hará lo que a él le dé la gana. No he resuelto nada, solo le he demostrado que soy débil y que cada vez que quiera, me tendrá a su antojo.
Salgo del ascensor en cuanto se abre y camino hasta la entrada del edificio. Me dirijo hacia aparcamiento y jalo de la manija del auto. Cuando estoy a punto de entrar siento que alguien me toma del brazo y le dirijo la mano a la cara. Es el maldito de Nicholas queriendo hacer de mi vida una tormenta.
-No te atrevas más a... -Me quedo estupefacta por un momento y después siento que se me cae la cara de vergüenza-. ¿Morgan? J-Joder, no sabía que eras tú. Pensaba que era otra persona.
-No quiero imaginarme que es lo que habrá hecho esa persona para merecer esto de parte tuya -me dice mientras se frota la mejilla con la mano-. Te vi de casualidad cuando pasaba en el auto de patrulla y quise acercare. ¿Aceptas un café y quizás unas donas?
Lo miro directo a sus ojos azules y sonrío. Lo extrañaba, joder, sí que lo hacía.
-Claro. Acababa de salir del trabajo.
-Qué bueno. Porque este chico te extrañaba mucho.
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