Capítulo 16
Me levanto y miro a Nicholas pasmada, sin palabras. Trago en seco mientras tomo mi cartera del respaldo de la silla. Bridget parece no saber qué es lo que está pasando, pero tampoco quiero decirle la verdad en este momento. Hace unos días acababa de tener la mala suerte de ser echada de su propia casa, no puedo decirle esto tampoco. Solo porque sé que se sentirá avergonzada conmigo, se sentirá culpable cuando la culpa no es de ella, cuando la culpa no es de nadie, o bueno, sí.
Camino por entre las mesas y las miradas repletas de intriga me devoran. Aguanto el llanto y me sorbo la nariz. Bajo las pequeñas escaleras de madera y me dirijo hacia el aparcamiento. Tomo mi auto y acelero, no sé a dónde ir, pero en mi casa no deseo estar. Necesito del saneamiento de la soledad, o de unas palabras amigas.
Me salgo de la carretera y tomo un camino rodeado por pinos. No sé hacia donde estoy yendo en este momento, pero necesito escapar de lo que conozco, eso me hará sentir peor.
La noche está iluminada por una luna llena destellante y el silencio denota que es un lugar solitario, poco recurrido por las personas.
Detengo el auto y salgo. Me siento encima de un tronco viejo que esta desparramado en el suelo y comienzo a llorar. Lo peor me acaba de pasar. Acabo de ver al hombre que quiero con mi mejor amiga, pero no puedo culpar a nadie. Sí, sí puedo. La culpa es de Nicholas, él fue quien nos separó, y de no ser por eso, no hubiera sucedido lo que acaba de suceder.
Miro nuevamente la pantalla de mi teléfono. Tengo varios mensajes de él, pero no quiero leer sus palabras, la falsedad de sus letras.
Me enjuago las lágrimas con el dorso de la mano y trago en seco. Ya no puedo conmigo misma, esto es peor que cualquier cosa. Estoy completamente destruida.
¿Por qué carajos cuando pienso que todo irá bien, se aparece una piedra en el camino?
Atrapo la pequeña cadena en mi mano y la aprisiono entre mis dedos con fuerza. Miro hacia la luna y dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas. Como quisiera poder hacerle frente a esto, pero es algo difícil de asimilar. Joder, duele ver a tu mejor amiga con ese hombre al que creías tu novio.
Tomo el teléfono y abro nuestro chat. Hay tres mensajes sin leer que me envió hace 13 minutos:
Esto me ha tomado tan desprevenido como a ti.
Siento que esto haya ocurrido, princesa. Ahora Bridget me está haciendo muchas preguntas, no sé qué hacer.
No quiero decirle la verdad. No deseo herirle, estoy inseguro. Dame una señal, algo.
¿Pero qué carajos? ¿Acaso no sabe que la herida soy yo?
Le respondo enfurecida:
Apáñatelas como puedas. Y, además, deja de llamarme princesa. Fuiste tú quien decidió pasar la página tan rápido como te largaste al extranjero. No tienes el derecho de volver a escribirme ni hablarme. Ya eres un adulto y eres el responsable de tus actos.
Pongo el teléfono en silencio y me escondo de toda realidad cubriéndome la cara con las manos. Quisiera que fuera así realmente, que bastara solo cubrirte el rostro para olvidar las penas.
-¿Qué hace tan sola una señorita como tú a estas horas? -pregunta una voz extraña y aguda, quien quiera que sea, es un hombre.
Miro a todas partes con el corazón queriéndoseme salir del pecho. Estoy desprotegida y hay alguien merodeándome. Eso es motivo para que el miedo me esté destruyendo y poniendo en evidencia en este momento.
-¿Quién anda ahí? -pregunto levantándome rápidamente del tronco en el que estaba sentada.
Siento que el extraño se carraspea para aclararse la voz, y luego dice:
-Tranquila, femme.
Unos pasos y crujidos en el momento me acechan. Sea quien sea, se está acercando y estoy completamente indefensa. Curiosamente una dulce fragancia me llega al olfato, un agradable olor a lavanda.
-¿Qué coños significa: femme? ¿Quién eres? -pregunto repleta de rabia y miedo, temblorosa e indefensa.
-Femme significa mujer en francés -responde el canalla y de momento siento una respiración en mi nuca. Está justo detrás de mí.
-¿Qué es lo que quieres de mí? -pregunto nuevamente con los ojos humedecidos, viendo como la silueta de la luna se deforma ante mí.
-¿Yo? Nada -dice sosteniendo con sus manos mis brazos y haciendo que me dé la vuelta-. ¿Comment tu t' appelles? -dice y me quedo muda. No sé qué diablos me está diciendo.
-¿Qué quieres decir? -pregunto con la voz temblorosa, con el miedo reflejado en todo mi ser.
-Pregunté: ¿Cómo te llamas?
-Déjame ir -respondo forcejeando un poco.
Me sostiene con más fuerza y me empuja hacia atrás. La luz de la luna nos cubre y la garganta se me cierra con solo ver su rostro intimidante. Tiene una melena larga de color miel y unas cejas depiladas en una línea perfecta, los ojos color avellana y unos labios finos. Una gran cicatriz le cubre una pequeña parte de la frente, parece una quemadura. Viste una camisa desgarrada y pantalones vaqueros negros. Unos tatuajes le cubren el antebrazo derecho y tiene una cruz tatuada en el cuello. No es para nada alguien en quien puedas confiarte por su apariencia. Aunque como decía mi madre «Las apariencias engañan».
-¿Parlez vous français? -pregunta y nuevamente pongo los ojos en blanco.
-No hablo francés, es algo obvio. Y ahora, ¿me sueltas? No te conozco -Forcejeo un poco más pero su fuerza agiganta la mía en grandes cantidades.
-Lo siento. No soy bueno con el inglés -me dice con la voz ronca y me suelta-. No te asustes de mí, femme.
Miro a todos lados y después hacia el desconocido del que solo sé su proveniencia, o eso pienso.
-¿Cómo quieres que no me asuste, si no te conozco? -le pregunto-. Necesito irme ya, no puedo quedarme aquí.
-Estabas llorando por algo.
-¿Cómo fue que te apareciste de la nada? -Decido dejar sus divagaciones a un lado y dar rienda suelta a mi interrogatorio.
-Vivo cerca de aquí. Todas las noches salgo a dar un paseo por el bosque -responde y se sienta en el tronco agrietado-. Te vi de casualidad y me pareciste muy abattue. Solo quería saber cómo te encontrabas, solo eso.
-Llegué a creer que querías matarme -digo pasando por su lado-. Y por si eso querías saberlo, mi nombre es Anna.
Miro los tatuajes en su brazo. Un sable que atraviesa a un oso de peluche es el mayor de los que tiene. La tinta es de un negro intenso y tiene algunos detalles realizados con tinta roja, resulta ser un diseño bastante curioso. Además de ese también tiene tatuado un cuervo y al Cristo crucificado.
-Una mujer no debe de andar sola a estas horas -dice mientras busco el interruptor para desactivar la alarma, pero la poca luz hace la tarea más difícil.
-Soy una mujer independiente y libre. Sé a qué hora debo de estar en mi casa -replico.
-Affirmatif -dice y chasquea la lengua.
Comienza a silbar y a chasquear los dedos. Unos pasos se escuchan, son diminutos y después un ladrido inocente me llena los oídos. Un pequeño perro blanco como copo de nieve se aparece ante mí y me quedo paralizada.
-Se llama Carrow, es un perro de Akita -dice sonriendo.
Me agacho sonriendo y le paso la mano por el lomo. Su cabello es corto y suave, felpudo. Tiene unos ojos grandes y saltones, negros como la noche. Me pasa la lengua por la mejilla y una risita sale de mis labios. Este cachorro me ha hecho sonreír.
-Es muy enérgico -le digo mientras el cachorro se acuesta en el suelo para que le haga cosquillas.
-Él tenía un hermano llamado Duncan, pero murió el mes pasado. Nunca antes había vuelto a ponerse así de contento. -responde el chico apoyando los codos en las rodillas y el rostro en sus manos, mirándonos.
-Está muy lindo y esponjoso-digo sonriendo-. La pérdida afecta incluso a los animales.
-dice levantándose-. Le has agradado mucho a Carrow. Habéis simpatizado muy rápido.
Miro los ojos de pequeño perro y brillan como luceros, a pesar de la poca luz que se cuela por entre los espesos pinos.
-¿Vosotros vivís solos los dos? -le pregunto mirándole y asiente. Su cabello se ondea lentamente imitando el movimiento de su cabeza.
-Sí. Solo los dos, aunque de vez en cuando mis amigos se quedan a dormir -Se mete las manos en los bolsillos y se detiene a mi lado-. Él se pasa la mayor parte del tiempo solo en la cabaña, debido a que trabajo de noche.
Me levanto y cuando paso por su lado el olor a lavanda se intensifica. Me acerco a mi auto y logro desactivar la alarma. Los miro a él y al cachorro.
-Fue un placer haberos conocido a ti y a Carrow -le digo y esbozo una sonrisa de despedida.
-Todos los días a esta hora vengo a este sitio. Por si quieres que nos volvamos a ver -dice agachándose al lado de Carrow.
El pequeño perro me ladra y lo miro con tristeza.
-No sé si pueda volver a venir a este sitio -le digo haciendo una mueca-. He parado aquí solo por casualidad, para estar sola.
-Descuida -dice y se levanta.
Se pierde entre los pinos y el pequeño Akita lo sigue con respeto. Un poco de curiosidad se queda clavada en mi pecho, pero aun así jalo de la manija de la puerta y entro al auto. Doy marcha tras y salgo por un camino un poco accidentado que da hacia la carretera. Sus tatuajes son algo difícil de descifrar.
¿Cuál es la razón por la que uno se tatúa un sable atravesando un oso de peluche?
Es un diseño curioso y único. He visto muchos hombres tatuados en mi vida, pero él es al primero que he visto con ese tatuaje tan absurdo pero misterioso.
* * *
Llego a la casa y no hay nadie. Jolie debe de haberse quedado en casa de Stefan, y, a decir verdad, me parece estupendo. No quiero que me vea llorar. No sería bueno que reciba de parte de mí amarguras, cuando lo que debe de hacer es estar en paz. Entro al baño y me desnudo, me ducho y camino sin ropa hasta la habitación.
Tomo un pequeño short y una blusa de algodón y me los pongo. Apago el teléfono por si Nicholas decide escribirme o Bridget decide llamarme. No es bueno para mí hablar con ellos en este momento. Abro la laptop y comienzo a ver la serie «Friends». Casi se me va el aire cuando en el último capítulo de la primera temporada, Chandler le revela a Rachel que Ross está enamorado de ella. Y lo peor es que Ross había salido en un viaje de paleontología a China. Más adelante en el capítulo se me humedecen los ojos al ver la coincidencia de los sucesos de la vida de Rachel con los míos: Ella va a recibir a Ross al aeropuerto con tal de hablar sobre sus sentimientos, sin embargo, Ross bajó del avión con su nueva novia, logrando que tanto yo como Rachel explotemos.
Me levanto a por café y veo un auto parqueado fuera de casa. Es un Camaro negro, pero no conozco a nadie quien conduzca un auto así. Abro la puerta con un poco de miedo y miro si no hay nadie en el interior. Todo está solo. El vecindario está en un completo silencio.
-Hermosa femme -dice un hombre. Joder, el corazón se me quiere salir del pecho.
Me sobresalto y la taza de café se me resbala de las manos. Se quiebra y el café caliente se esparce por todo el suelo de madera. Gruño al presenciar el trágico final de mi taza favorita. El impulso me da por empujar al individuo, pero no se mueve ni un centímetro de donde está.
-Al parecer eres experto en aparecer de la nada -protesto cruzando los brazos encima del pecho-. Por tu culpa mi taza favorita se ha roto, ¿cómo compensarás eso?
-Te puedo comprar una igual -dice encogiéndose de hombros.
-¿Ese auto es tuyo? -le pregunto y niega con la cabeza-. ¿Entonces de quién?
-No tengo idea. No me gustan los autos -Mira los alrededores y sus ojos avellana vuelven a centrarse en mí-, prefiero las motos. Te seguí porque se te cayó esto -Me muestra la cadena y ahogo un gritito de sorpresa.
La tomo en mis manos y me la cruzo por el cuello.
-¿Me puedes abrochar el cierre? -le pregunto dándome la vuelta.
-Está bien -dice con un suspiro, y me saca una risita.
Me abrocha la cadena mientras vuelvo a sentir el aroma a lavanda.
-¿Y dónde dejaste al pequeño Carrow? -le pregunto cuando me doy la vuelta.
-Se quedó con Martin -me dice y sonríe-. Uno de mis amigos.
Asiento y tomo la manija de la puerta, dispuesta a entrar.
-Creo que ya... ya debo entrar -le digo y fuerzo una sonrisa.
-¿Por qué?
-En este momento debería de estar llorando, ¿sabes? -le digo en modo de broma, pero él parece no captar el chiste.
Niega con la cabeza mientras se alborota la melena que resulta ser de color canela, no de color miel.
-No me explicaste allá en el bosque cuando te vi llorando -dice frunciendo el ceño. Eso me recuerda al nocivo de Nicholas-. Te han hecho mal, femme. Eso me inquieta.
-Sí, me han hecho mal. Pero no te conozco y no debes entrometerte -le digo cortante-. Ya debo de entrar.
Cuando estoy cerrando la puerta una de sus botas la detiene.
-Nos veremos.
-Lo dudo. No salgo con hombres llenos de tatuajes.
-Estos son más que tatuajes. Además, no te sobrevalores, no quiero salir contigo.
Forcejeo, pero sigue siendo todo un reto.
-¿No te rendirás?
-Nunca me rindo, pequeña Rosit. Y, por cierto, soy François.
-Recuerda que me debes una taza idéntica a esa, y por favor, saca eso de delante de mi puerta -Señalo la taza destrozada con un poco de añoranza.
Lo miro y trago saliva. Cierro la puerta asustada por su mirada cortante. Estoy totalmente segura de que es alguien peligroso, ya está más que demostrado. Es un jodido motociclista repleto de tatuajes, y esos siempre traen toneladas de problemas.
«Ya te basta con los que tienes, Anna», me dice mi subconsciente mientras vuelvo a mi habitación para ver la segunda temporada de la serie.
N/A:
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Espero que os haya gustado este nuevo personaje. De momento os iré diciendo que se volverá recurrente en la novela. Iré desvelando su pasado poco a poco, y para que sepáis, tampoco se me ha olvidado el tema de Nicholas y su padre. Como veis ahora Nick es el villano en la historia de Anna.
#AnnaMolestaPorSuTazaFavorita
😁😁😁
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