Capítulo 14
La húmeda escena del beso perdura durante un buen rato. El maldito pañuelo negro no me permite verle el rostro, pero puedo perseguir sus rasgos con mis dedos. Y, además, cada vez estoy más cerca de saber que ha planeado para mí, eso es algo bueno. Espero que no se haya pasado del límite, aunque viniendo de parte de él, sé muy bien que lo haría.
-Me la pasaría besándote toda una eternidad -susurra en mi odio. Todo el vello de mis brazos se encona, y un hormigueo me recorre todo el cuerpo.
-Ya ha pasado un rato -me quejo cruzándome de brazos-. No me va ni un poco esto de tener los ojos tapados.
-Tranquila, princesa. Te pido que seas paciente, la paciencia es una gran virtud.
-Lo que tú digas -gruño entre dientes.
La tranquila y romanticona melodía en la radio sosiega los momentos aburridos del viaje. Ya llevamos un buen rato metidos en este coche. Siento que la vejiga se me está explotando, pero sé que Nick es muy capaz de dejar que me orine en el asiento, con tal de no quitarme el pañuelo de los ojos.
* * *
El auto se detiene sin hacer casi ruido y el sonido de la puerta abriéndose se zambulle en mis oídos. Los dedos de Nick se entrecruzan con los míos, mientras su otra mano evita que me dé un golpe en la cabeza. El sol baña mi piel al instante, los tacones altos se vuelven todo un reto que bordar.
. Comenzamos a dar pasos que para mí no tienen ningún sentido, no sé ni en que sitio estamos, en qué Estado, Condado, ni jodida idea. Nos detenemos en un lugar ventilado donde el sol no incide en nuestra piel, un sitio en completa sombra, lo sé por el aire que nos acaricia. Nick me acerca hacia sí y yo obedezco, su brazo se enrosca en mi cintura y los dedos de su mano se comienzan a deslizar hacia abajo, acariciando mi piel. Un olor a nuevo me invade el olfato, es ese típico olor que tienen las cosas nuevas, extraño, casi como el olor de hospital, pero un poco más suave, en otros términos, más aromático.
-Qué bueno que ya estén aquí -Una voz masculina y un poco áspera interrumpe el silencio. Suena como la voz de un hombre mayor, áspera pero roída a la vez.
-Nos retrasamos un poco. Tuvimos que hacer una parada imprevista -dice Nick con la voz cálida y amigable. Su mano se retira cuidadosamente de mi cintura, dejándome desamparada e insegura, aunque confió en él.
La voz un poco desgastada pero todavía firme, hace acto de presencia nuevamente-. La chica de la que me hablaste es preciosa. ¡Hacéis buena pareja!
Nick vuelve a unirme a sí, está vez pasando su brazo por mis hombros. Me saca un gran suspiro de alivio, tengo los nervios a flor de piel-. ¿Tú crees? -pregunta con ironía.
-Pues claro. Sois perfectos el uno para el otro -responde el desconocido con acierto-. Pero anda, quítale el pañuelo de los ojos, de seguro se desmaya en cuanto vea su sorpresa.
El corazón me late a mil por segundo. Nick comienza a desanudarme el pañuelo y yo trago en seco, mi preparación es poca para lo que está por venir. Con la vista media nublada pestañeo con tal de ver con más claridad. El señor de unos 65 o 66 años está quieto enfrente de nosotros, con un brazo reposando en una columna y el otro en su cintura. Tiene una barba copiosa, cejas tupidas y ojos claros. Varias arrugas de la edad se esparcen por su rostro y sus ojos están ligeramente rasgados, su cabello es canoso en su mayoría y está peinado hacia atrás.
El hombre se acerca y tomando mi mano, me besa en el dorso con tanta delicadeza, que casi ni me percato del hecho-. Soy Zack Bullock, un gran amigo de tu novio. Jugamos billar de vez en cuando.
Trago en seco nuevamente, mirando a Nicholas con confusión, un poco de ansiedad-. P-por supuesto, Sr. Bullock. Eso espero.
La sonrisa del hombre es algo petulante, sus ojos son algo amenazadores, me hace temblar como si fuera una maraca.
Me pego a Nick, aferrándome a su camisa como si mi vida dependiese de ello. Él me mira y sonríe, aunque sabe que me estoy muriendo por dentro. El Sr. Bullock le hace una seña a Nicholas para que lo sigamos y se pierde en un gran pasillo alumbrado por lámparas de techo. Nick me toma de la mano y me obliga a que lo siga. Las paredes están pintadas de color cian, un poco salpicadas de lodo, el suelo es de asfalto y el olor a nuevo sigue contenido en el aire.
Nick me besa en la coronilla y pasa su mano por mi espalda-. No debí quitarte el pañuelo, pensándolo bien.
Lo miro y arqueo una ceja inquisitivamente-. ¿Por qué no? Ya me estaba hastiando de tener los ojos vendados, sin poder verte a ti y lo que nos rodea.
Exhala un suspiro, mirando hacia el suelo de forma reflexiva-. La sorpresa está detrás de ese gran portón metálico.
Me señala el gran portón delante del cual está parado el Sr. Bullock. El hombre canoso está tratando de abrir un gran candado, pero al parecer le está yendo mal con el trabajo. No lo conozco y me intimida un poco su apariencia de mafioso, su actitud media libertina, su mirada tajante y esa sonrisa que solo he presenciado en la película de It, la del terrible payaso devora niños.
Nick se aparta de mí y se dirige hacia donde está Bullock. Lo ayuda con el candado que debe pesar toneladas, después le silba algo al oído y vuelve hacia donde estoy. Una sonrisa se hace presente en su semblante, sus manos toman mi rostro como si fuese algo preciado, y sus labios me rozan la frente delicadamente.
-Te cubriré los ojos con las manos -me avisa y resoplo malhumorada-. Sé que no estás de acuerdo con ello, pero... princesa, no sería sorpresa entonces.
Sonrío un poco y asiento. Creo que logro entenderle, sólo quiere sorprenderme-. Vale, Nick.
Me rodea hasta situarse detrás de mí, y sus palmas calientes bloquean mi vista de un instante a otro, dejándome sin luz, a oscuras. El calor de sus manos se funde con la piel de mi rostro. Camino torpemente empujada por sus codos, el olor a nuevo aumenta a cada segundo, ligado por un dulce e indescriptible aroma. Nos detenemos, sus dientes atrapan el lóbulo de mi oreja y lo mordisquean, su aliento mentolado refresca mi rostro.
Sus manos se alejan de mi cara y pasan a mis caderas-. Abre los ojos, princesita.
Abro los parpados ligeramente, asustada y casi al borde de un paro cardiaco. Ese sonido «Pum, Pum, Pum» sigue taladrando mi mente, creando varios hoyos en mi estabilidad.
-Haz un esfuerzo, mira bien -me dice Nick con perspicacia, seguramente sonriendo, complacido por mi reacción.
Abro los parpados completamente y miro todo lo que me envuelve. El lugar está bastante iluminado. El suelo está repleto de pétalos de rosas, las paredes repletas de corazones de papel y un gran Audi R8 está parqueado en medio de todo el sitio. Es de color ojo, es un modelo bastante atractivo, y a través del parabrisas delantero se ven unos asientos mullidos de color blanco, llenos de más y más pétalos de rosa. Joder, ¿cuántas floristerías habrá asaltado? También ha tenido el detalle de atar a los espejos retrovisores unos globos en forma de corazones que llevan nuestros nombres, nuestros jodidos nombres. Hay más pétalos de rosas esparcidos por la carrocería de la gran máquina que me ha dejado sin aliento. Esto debió de haber costado mucho, sabía que se excedería con su sorpresa. Es todo lo que siempre he querido. Siempre he querido terminar con lo insufrible de ir en un autobús, y Nick me lo ha cumplido cuando menos me lo he esperado, y con un auto súper lujoso, de mi color preferido. ¿Cómo diantre lo supo? He amado cada momento en que lo he mirado, todo, no solo el auto. Las rosas, los corazones, nuestros nombres plasmados en esos globos que están atados a los retrovisores, todos esos detalles, hasta la sonrisa que se ha dibujado en su rostro al verme reprimir un gritito de emoción.
Me toma apasionadamente en sus brazos y me besa. No se lo reprocho, solo quiero que me bese, sentirlo.
-¿Qué te parece, princesa? -me pregunta rozando mi nariz con la suya.
-¿Que qué me parece? -digo atónita.
-¡Muchacho! -dice riendo el Sr. Bullock-. Se nota que la chica está encantada. Mira esa sonrisa que se trae en el rostro.
-Cariño, esto es más que perfecto -digo en un susurro-. Es precioso, Nick. No tengo palabras, mi garganta está seca.
Me besa nuevamente. Es un beso sencillo, ya que sabe contenerse delante de las personas, aun si esas personas son sus amigos. Miramos juntos hacia el auto, Nick me acaricia la mejilla, me mira con brillo y se ríe como un tonto.
-Adoro verte así de contenta, complacida -dice con dulzura y se humedece los labios-. ¿No quieres dar un paseo en tu auto? -Por Dios, que todavía no logro creer que esto es real. Estoy en un estado de estupefacción todavía.
-¿P-puedo? -pregunto con timidez, todavía estoy impactada por tal sorpresa.
-Claro, princesita Carson -dice-. ¡Zack, lánzame las llaves! -le grita más emocionado de la cuenta a Bullock, quien no duda en tomar unas llaves plateadas y lanzárselas a Nick, quien me las entrega sin perder tiempo alguno-. Vamos princesa de mi vida, demuéstrame que es lo que sabes hacer.
-No me subestimes -replico, fingiendo indignación-. No tengo licencia de conducir por gusto, cariño.
Antes de que subamos al auto Bullock nos despide con un saludo cálido y una mirada amistosa. Resulta que su dureza solo se evidencia en su apariencia, en sí es un hombre pacífico y sociable hasta por los poros.
Nos subimos al auto y el olor a nuevo me vuelve a asediar el olfato, mezclado de la mejor manera con el aroma de las rosas. Acaricio el volante con mis manos, es suave, ligero, todo lo que siempre he deseado. Aspiro y espiro aire, mirando la salida, los autos corriendo por la carretera de enfrente. Esto resulta ser un garaje o algo así, debe de haber más autos nuevos aquí, porque el olor es algo intenso.
-¿Qué es lo que esperas para pisar el acelerador? -pregunta Nick en tono juguetón. Está tan ansioso como yo. Loco porque este motor ruja.
-Sólo quería que me lo pidieras -sonrío, jalando la palanca hasta la «D», haciendo que el motor de la bestia ruja.
Piso el acelerador con ganas, haciendo que el rugido de mi motor cobrando vida sea más intenso. Nick se ríe cuando acelero y comienzo a conducir como una loca, gritando mientras el aire me despeina el cabello de forma brusca pero agradable. La adrenalina surge dentro de mí como una llama, y aunque intente apagarla, joder, esto es súper divertidísimo.
-¿Qué tal si pasamos la noche en un hotel? -me propone Nick.
Lo miro y con un guiño logro sacarle una sonrisa.
-Claro, baby -respondo un poco zalamera, avivando un fueguito travieso en él.
Nick me ha llevado más allá del límite. Me ha hecho muy feliz y las palabras no alcanzan para agradecerle. Sólo sé que lo amo a pesar de nuestros desniveles y opiniones diferentes. También estoy consciente de que él me ama, lo sé.
* * *
El hotel es totalmente precioso. Un edificio de cientos de pisos de alto que parece una pieza de cristal. Nuestra habitación es muy acogedora y más grande que mi casa. La cama está repleta de rosas y no faltan las velas aromáticas para avivar más el fuego en el ambiente.
-¿Nos damos un baño? -me pregunta Nick con volumen en la voz.
-¿Dices... juntos? -inquiero nerviosa.
Asiente y se deshace de la hermosa camisa de mangas largas.
-Sí, cariño. Juntos -Su mano roza mi mejilla y respondo a su caricia cerrando los parpados con suavidad, suspirando, con una sensación indescriptible recorriéndome el pecho.
-No estoy segura, Nick -respondo, rebosante de confusión y deseo entremezclados.
Toma mi barbilla entre sus dedos y me obliga a fijar mis ojos en los suyos, los cuales se han tornado del verde más vivo y salvaje que he visto. Sus labios están hinchados, más carnosos que de costumbre. El gran atractivo de Nick me obliga a tragar saliva y una descarga me recorre los brazos. Su proximidad física hace que me muerda el labio inferior para contener el deseo.
-Solo es un baño, princesita. Soy incapaz de obligarte a hacer algo más, y quiero que lo tengas claro -Su mirada lúcida y sincera me hacen sentir segura. Sé que es incapaz de obligarme a hacer algo.
La sangre se acumula en mi corazón, siento como si una bomba nuclear estallara en mi pecho. Sólo me permito decir dos palabras:
-Te quiero.
Aún después de que se lo he dicho tantas veces siento que mis mejillas se encandecen. Debo parecer un tomate en este momento, no solo por lo que le he dicho, también por nuestra cercanía. Sus músculos bien tallados están muy cerca de mí, llamándome.
-Te quiero, princesita Carson -Me besa en los labios y cierro los parpados, enfocando mis sentidos en el contacto entre nuestras bocas.
Sus fornidos brazos me abracan por la espalda mientras yo acorralo su torso entre mis piernas. Camina conmigo agarrada a su cuerpo y me retira en el colchón suavemente, como si fuera una pluma. El cobertor es de una tela sedosa y cálida. Miro hacia el techo, donde justo encima de la cama hay un candelabro hermoso. Los cristales brillan pareciendo estrellas, y la luz cubre cada espacio del lugar.
Miro a Nick nuevamente, quien se está deshaciendo de sus pantalones negros. Me mira con picardía al tirarlos con fiereza al suelo, invitándome a recorrer su cuerpo solo protegido por el bóxer ceñido a su piel. Por Dios, estoy a punto de agonizar. Es el hombre con el que sueña cada mujer, es perfecto, lo que toda fémina quiere. La manera en que sus rizos castaños se interponen en su vista, la manera en que sus labios se mueven al hablarme, todo me vuelve loca.
-¿Me dejas quitarte ese vestidito azul? -me pide con dulzura y morbo, acercándose a la cama.
Me quisiera hacer la difícil, pero ya no puedo. Es difícil contenerse al deseo que te satura desde el interior, que se clava en ti como cuchillos.
-Con delicadeza, el vestido es costoso -respondo con una media sonrisa, removiéndome sobre el cobertor, desarreglando a mi paso la hermosa cama.
Mis palabras son el combustible que aviva su llama. Se acerca a mí con su mirada prepotente, cargada de morbo. Me levanta con delicadeza y con sus dedos baja la cremallera de mi vestido. Sus manos acarician cada espacio de mi espalda desnuda. Prosigue a tirar del bajo de la copa hacia abajo salvajemente, dejándome solo en ropa interior. Traga en seco al verme semidesnuda, solo tengo puestos el sostén y bragas de encaje negro.
-Que ropa interior tan sexy -dice casi sin aliento, desorientado, admirándome como si fuera una pieza de arte.
-Tu bóxer también es muy lindo, te queda fenomenal -digo con un atrevimiento instantáneo-. ¿Ya está lista el agua?
-S-sí princesa. Joder, t-tú me pones como una moto -dice con inocencia, algo poco frecuente en él. Está ruborizado y también un poco sudado.
Este es el mayor de mis sueños. Los dos pasando una velada increíble a punto de comernos a besos, rodeados por pétalos de rosa y velas aromáticas. Y, además, con un jacuzzi esperándonos.
-Espérame en el jacuzzi, voy dentro de un minuto -me dice mientras tomo una toalla. Asiento y camino hasta la entrada del baño.
Me deshago de la ropa interior y la dejo caer en el suelo. Me acerco lentamente hacia el jacuzzi e introduzco la mano para comprobar el agua. Está calientita, como me gusta. Me meto dentro y exhalo un suspiro al ingresar en un estado de relax total. Los chorros de agua caliente me acarician la piel con primor. Me siento en el mismo paraíso, pero falta Nick para que todo sea perfecto.
La voz de Nicholas se escucha desde el vestíbulo. Está hablando por teléfono con alguien, parece un poco iracundo, pero espero que lo nervios se le calmen cuando vaya a dirigirse hacia mí, porque si no esto se desmoronara más rápido que un castillo de naipes en medio de una ventolera.
-Siento haber demorado, princesa -El tono dulce de su voz parece forzado, en su mirada lo que veo es rabia.
-No pasa nada -respondo recostando la cabeza hacia atrás.
Se mete en el jacuzzi conmigo. Su brazo se escabulle por la parte baja de mi espalda y tira de mí hacia él.
-¿Me dejas que te toque? - me pregunta con agasajo y toma el lóbulo de mi oreja izquierda entre sus dientes.
-¿Qué quieres decir?
-Déjame acariciarte un poco, solo eso. No vamos a ir más allá de pequeñas caricias.
Lo hago prometérmelo. Quiero sentirlo, pero todavía no estoy preparada para sentirle de otra forma que no sea a través de las caricias, de los besos.
-Solo caricias -le aviso sonriendo y él asiente con una sonrisa juguetona y maliciosa.
Nuestros meñiques se entrecruzan en signo de promesa, mientras nuestros labios impactan de forma apasionada. Todo el ambiente que se ha formado es perfecto. El olor de las velas y el vapor le dan un aura más romántica al momento.
Sus inmensas manos me acarician toda la espalda. Su boca se aferra a mi cuello con una sed insaciable, mientras yo traslado mis manos hasta su cabello y se lo comienza a acariciar, dándole forma a sus rizos entre mis dedos. Me acaricia un instante después los senos con delicadeza, sacándome varios gemidos. Yo con ganad de saborearlo vuelvo al encuentro de nuestros labios y los beso con deseo y ternura. Me le subo encima y comienzo a frotarme contra su sexo encendido. ¡Santo Dios! Sí que le tengo como a una moto.
-No te detengas, princesita -dice Nick mirándome con los ojos entreabiertos, jadeando de placer.
-Esto también me es placentero a mí. Claro que no me detendré.
Acerco mi boca a su cuello y comienzo a rozar su piel con mi lengua. Es suave, una sensación muy buena. El agua caliente también ayuda a que me encienda tanto como él. Cada vez que sus manos me rozan una gran descarga de placer me engulle. Su lengua en círculos por mi clavícula es un paradigma de buenas sensaciones. Su sexo se frota contra el mío, logrando que los muslos me tiemblen, que los gemidos salgan disparados de mi garganta.
-Oh, princesa... ya casi estoy -dice entre gemidos, está descontrolado, fuera de sí mismo.
-No puedes eyacular dentro del jacuzzi, Nicholas -susurro en su oído y suelto un gemido cuando sus manos aprietan mis senos de forma inesperada.
Las caricias no duran un poco más. Nick sale del jacuzzi y entra corriendo a la ducha. Abre el grifo y los gemidos de placer envuelven la habitación. Llego al clímax de un orgasmo fenomenal, una experiencia única. La tranquilidad me invade, algo que hace que todo a mi alrededor me importe un comino. Espiro todo el aire contenido en mis pulmones y cierro los ojos, recostando la cabeza hacia atrás.
Nick sale de la ducha y se envuelve una toalla a la cintura. Me alcanza la toalla y salgo empapada pero feliz, me cubro con la toalla y lo sigo de camino a la habitación. Una botella de champán y dos copas nos esperan en una mesita, al compás de una suave melodía.
-Vamos a celebrar con un poco de champán, preciosa -dice acercándose a la mesita, mientras yo me siento en el colchón.
Sirve con cuidado un poco de la bebida espumeante en las dos copas. Deja la botella en la mesa y se vuelve hacia mí con una copa en cada mano, sonriendo.
-Ten -me ofrece una copa y se sienta a mi lado.
Pego mis labios al borde de la copa y me doy un sorbo del champán. La bebida me causa un pequeño hormigueo en la boca, casi como una cosquilla.
-Sabe muy bien -le digo y me doy otro sorbo.
-Es de los mejores -Hace un gesto con la copa.
Nos bebemos la copa de champán en silencio. Él está mirando una gran pintura que cuelga de la pared, mientras que yo estoy analizando sus gestos, sus rasgos, todo lo que haga.
-Mañana tengo que salir de viaje -me mira seriamente-. Negocios -se encoge de hombros.
-¿A dónde?
-Italia. Son dos semanas -responde tomándome de la mano.
Analizo su mirada. No logro descubrir que le inquita, pero sé que hay algo que se lo está devorando desde el interior.
Lo tomo de la barbilla para que me mire, y qué noto, rabia-. Cuéntame que tiene, Nicholas.
Con un gesto un poco brusco aparta su barbilla de mi mano, dejándome consternada-. No hay nada que contar. No entiendo a qué te refieres -gruñe
-Algo pasa, Nick. ¿No confías en mí?
-¡Joder, que no! ¡No tengo nada, no hay nada que contar! -Se levanta enfierecido y la copa de cristal se hace añicos cuando la lanza contra la pared.
Me quedo estupefacta, mirando como el champán se desliza por la pared tapizada y al otro lado a una bestia enfurecida que me mira con la mayor de las cóleras.
-¿Qué pasa? -pregunto y trago en seco.
-Joder, ¿¡No me puedes dejar tranquilo e irte!? -dice haciendo aspavientos-. Odio que estés encima de mí, hostigándome.
Contengo el llanto y trago saliva, mirando la copa en mis manos temblorosas. Es mejor ver como las burbujas se mueven en la bebida, que mirar su cara de pocos amigos.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que me vaya y te deje tranquilo? -le pregunto levantándome. Dejo la copa sobre la mesita y lo miro adolorida, esperando que algo salga de sus labios.
-Sí, Anna -Una pequeña grieta se va abriendo en mi pecho-. Toma tus cosas y vete. Déjame en paz.
«No lo dice realmente», profiere indigando mi subconsciente.
-Si me dejas ir ahora...
-Lárgate -me corta las palabras con brusquedad.
-P-pero...
-¡Que te largues, joder!
Tomo el vestido de encima de la cama y los zapatos. Entro al baño y rota como la copa que estrelló Nicholas contra la pared, me echo a llorar. Me termino de vestir y con las llaves en una mano paso por su lado, tragándome la bilis, intentando no hacerle más preguntas. Giro del pomo de la puerta y cuando estoy a punto de salir, me pregunta:
-¿En serio te irás?
Si mirarlo si quiera respondo:
-Me largo. ¿No era lo que tú querías?
El silencio me da su respuesta.
-Lo tomaré como un «sí»
Salgo de la habitación con mi corazón pendiendo de un hilo. Justo en San Valentín debíamos discutir nuevamente, joder, nada sale bien. Y por lo menos me queda un poco de consuelo, no fui yo quien comenzó esta discusión que llevó a la ruptura.
Dos preguntas me vienen a la mente:
¿Querrá para nosotros lo mismo que yo quiero? ¿Me amará en serio?
Yo no sé que pensar. Nicholas me envuelve y desenvuelve como si fuese un yoyo. Me tiene mareada, de arriba hacia abajo, y yo parezco un gato persiguiendo una luz láser. Es como si él fuese la llama de una vela y yo fuese ese hilo que poco a poco se va desgastando, hasta reventarse por completo.
Desearía que me contase las cosas que le inquietan, lo que le gusta, pero él nunca me lo ha puesto muy fácil. Me he preocupado por su bienestar y he salido afectada. Ya no quiero más de este estúpido juego. Si Nicholas quiere tener algo conmigo que venga, se siente a dialogar y me explique qué es lo que surca sus pensamientos, el porqué de su actitud injustificada.
* * *
Después de pasarme un momento en el ascensor llego al vestíbulo. El recepcionista de cabeza rapada me sonríe con dulzura. Cuando estaba al lado de Nicholas solo podía mirarle a él, pero ahora que me fijo, veo que es alguien sumamente atractivo. Pero no me agrada la idea de utilizar a alguien como remplazo.
Salgo del hotel y abordo el coche que está parqueado conjunto a otros en el aparcamiento. Me agrada que haya pensado en la necesidad de que tenga un coche. Pero basta del Nicholas de ensueño, es un tarado como la mayoría de los hombres. Acelero y el hotel en poco desaparece del espejo retrovisor. Enciendo el reproductor de música y selecciono el single Trouble, de Taylor Swift, aunque parezca irónico.
Llego a casa y parqueo el coche en el pequeño garaje. Activo la alarma mientras camino por el porche, y cuando entro en casa no hay nadie, solo estoy yo y la soledad, mi mejor amiga en este momento. Me quito los tacones y los tiro en un rincón. Camino hasta la cocina y me hago palomitas de maíz con mantequilla en el microondas. Ahora solo somos tres, yo, mis palomitas y Netflix. Termino viendo la serie Friends, la cual es mi favorita. Deseo no volver a pensar en Nicholas de nuevo. Es bueno para mi bienestar personal.
¿Qué ocurrirá entre Anna y Nicholas ahora que todo parece ir patas arriba?
N/A:
YA OS DEBÉIS DE HABER DADO CUENTA DE QUE ULTIMAMENTE PONGO MUCHAS NOTAS DE AUTOR. ME SIENTO BIEN HACIENDOLO. ESTE CAPÍTULO NO ME HA DEJADO MUY COMPLACIDO, YA QUE TODO IBA MUY BONITO ENTRE ANNA Y NICK, PERO DESGRACIADAMENTE ESTO ES ALGO QUE NECESITO QUE PASE PARA OTROS SUCESOS VENIDEROS EN LA HISTORIA.
OS QUIERE M. RIVERA ;)
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