Capítulo 12
En serio nunca sabría explicarte bien el porqué de mi dolor. Todo es tan confuso, princesa. Todo es un gran torbellino que me arrastra al pasado. Pasado al cual no quiero volver bajo ninguna circunstancia. He sufrido mucho, preciosa. Pero no quiero preocupar a tu linda cabecita con mis diluvios. Porque tú eres todo lo que me queda para sonreír, y si tú no sonríes, mi muro se derrumba, reina de mi corazón.
* * *
Nicholas me lleva a conocer su jardín, el cual una zona que solo he explorado con la vista. Nos sentamos donde descansan dos bancas sobre el césped, rodeadas por príncipes negros y un silencio delicioso; solo interrumpido por el silbido del agua que cae en la fuente. Nos la pasamos hablando un buen rato acerca del "Día de San Valentín", y aunque trato de sacarle alguna pista por minúscula que sea, sobre mi sorpresa, el misterio sigue flotando en el ambiente. He intentado ponerlo contra la espada y la pared, pero es más difícil de lo que pensaba, se me escabulle del tema demasiado fácil.
En la estrecha banca pintada de blanco nuestra piel se funde en una sola y su aroma viril se entremezcla con el de las rosas que acompañan nuestra presencia. Nuestros labios se unen de tal forma, que parece que lo estuviéramos haciendo hace años. Siento que lo conozco desde siempre, aunque hace apenas una semana fue que lo vi por primera vez.
-¿Y bien? -Su pregunta surge mientras nuestros labios siguen casi pegados y nuestras respiraciones se ligan.
-¿Qué? -inquiero evadiendo su pregunta y pego mis labios a los suyos.
-¿Puedo quedarme en tu casa? Quisiera pasar esta noche contigo y como tú no pu...
Le cierro los labios con otro beso, con tal de no escuchar lo mismo de hace un rato. Me ha repetido esto desde los últimos veinte minutos en los que decidimos salir a respirar aire fresco.
-Vale. Pero dormirás en el sofá -le digo y frunce el ceño. No evito reírme en su cara-. Solo era una broma. Claro que dormirás en mi camita, conmigo -Rozo la punta de su nariz con la mía, mientras una sonrisa se hace presente en su rostro.
-Estoy planeando muchas cosas para nosotros en el día de mañana -comenta y me besa con dulzura, el dulce néctar de sus labios se impregna en los míos.
El césped podado cruje tras las pisadas del mayordomo estirado y recto como una regla, del cual desconozco el nombre. El hombre se detiene a un lado de Nicholas, con las manos detrás y la vista perdida en la lejanía del campo.
-He venido a notificarle algo, Sr. Jefferson -La voz del anciano suena bastante preocupada.
-¿Qué es?
-Preferiría que fuese a solas -Me mira con desconfianza, mientras el ceño de Nick se frunce en desaprobación.
Nicholas le lanza una mirada furibunda al anciano y este se carraspea en disculpa.
-Su padre el Sr. Evans, llegará mañana y quiere instalarse en una de las habitaciones de la casa -La voz se le ha debilitado y el rostro del pobre ha perdido el poco color que albergaba.
Nicholas le da un fuerte puñetazo al reposabrazos de la banca, logrando que se cuartee y termine quebrándose. Su mirada aloja al mismísimo diablo, mientras que su respiración se ha acelerado. Se ha mosqueado en menos de lo que canta un gallo, logrando así que el corazón se me acelere, latiendo a mil por segundo.
-¡¿Qué cojones me dices, Taylor?! -Ahora es cuando descubro el nombre del mayordomo-. No permitas que ese malnacido ponga un pie dentro de mi casa. Porque si lo hace, os despedazaré a ti y a él, a ambos.
Yo y Taylor tragamos saliva, porque sí, la amenaza es con él, pero quien está más cerca de la bestia desenfrenada soy yo. Solo he visto esas llamas en los ojos de Nick, cuando en el evento de anoche aquél chico quiso sacarme a rastras del lugar.
-Señor... Usted sabe que, si no le permito hospedarse, terminaré sin trabajo y tengo una familia que mantener -Ya esto me parece un tema delicado. La familia es algo con lo que no se titubea-. Además, el Sr. Evans solo estará aquí dos días, después se irá al sur de California.
-¡¿Qué parte no logras entender?! -pregunta Nicholas con la voz encrudecida-. Ese maldito idiota nunca tendrá la autoridad para disponer de mis empleados. Y menos de una casa que he construido yo, con mi trabajo.
-Bien, le haré una reservación en el JW Marriot si usted me lo permite. -anuncia Taylor, dándose vuelta para volver por donde mismo vino.
-¡Taylor! -gruñe Nick. El mayordomo frena los pasos y se gira hacia nosotros nuevamente-. Los gastos del hotel van por él -El anciano asiente con la amargura reflejada en todo su ser y sigue caminando.
La sangre de un rojo oscuro se hace presente en los nudillos de la mano derecha de Nick. Sus ojos están húmedos y cada gesto que hace es de dolor, de desesperación y furia. Con una interminable rabia se jala de los cabellos y maldice, mientras yo trato de saber sin preguntarle, qué es lo que pasa. No me atrevo a dirigirle la palabra, no cuando sé que tiene ganas de estrangular a alguien. Y ese alguien no quiero ser yo.
-¿Qué es lo que pasa, Nick? -pregunto con angustia, me desagrada la idea de verle llorar.
Él no me mira y tampoco responde. Solo sigue metido en sus pensamientos turbios, en su dolor y molestia.
-Lo que pasa lleva nombre y viste pantalones: Mi jodido padre -responde con la voz magullada, como si hubiese estado gritando auxilio por horas, y nadie lo escuchase.
Me le acerco más y paso mi brazo por su hombro. No quiero verle de una manera tan dura. No sé el porqué de su sufrimiento, la causa de su llanto. Pero me aseguraré de ir descubriéndolo sin prisa alguna, para no atizar las llamas que todavía le sacuden en su interior.
-Y... ¿Qué es lo que pasa con tu padre?
-No quiero hablar de ello, Anna. No me siento bien en estos momentos -replica mientras mira como la sangre gotea desde sus nudillos, hasta la yema de sus dedos.
-Hay que curarte esa herida.
-No, tranquila. Estará bien, tampoco es que duela mucho -Me sonríe y eso es todo para mí.
-Por lo menos déjame ponerte una venda. Me hace sufrir el solo hecho de verte la mano ensangrentada -Recorro con la vista su rostro ensombrecido. No tiene ni la más mínima semejanza con el idílico príncipe de hace un rato.
-Vale. Pero después de que me pongas el vendaje nos vamos para tu casa.
Asiento y él sonríe efusivamente. Me alegra que deje sus problemas a un lado, con tal de no verme triste. No me gusta el desasosiego en su mirada, pero que fuerce sonrisas para mantenerme feliz es un lindo detalle, que vale más que toda la ropa que me pueda comprar en una boutique. Que cualquier regalo que tenga planeado en mi honor para mañana.
Nos ponemos de pie y caminamos de vuelta al interior de la casa. Cuando estamos abrigados por el calor de la chimenea del salón, decido curarle las magulladuras que tiene en los nudillos. No son nada profundas, pero si hay mucha piel desgarrada, y eso es la causa de tanta sangre. Cuando logro que pare el sangrado le vendo la mano con sumo cuidado. Le miro y una sonrisa de dios griego se dibuja en su rostro. Algunos mechones de cabello caen por su frente y el rubor se hace presente en sus mejillas. Aún tiene los ojos enrojecidos, afectados por el dolor y las lágrimas que contuvo hace un momento.
-Sinceramente no me gusta verte sufrir -le digo parándome del suelo, para sentarme a su lado en el sofá.
-No te mortifiques por ello, princesa -responde con dulzura y cuando le miro me sonríe débilmente-. Solo fue la sorpresa, nada más -Se encoge de hombros para después tomarme de las manos-. Dejemos de hablar del tema, será mejor que empaque un poco de ropa para esta noche y el día de mañana.
Se levanta y antes de perderse en el pasillo bien decorado e iluminado, me da una gran sonrisa que repone mis fuerzas.
Los minutos vuelan como si de segundos se tratase. Nicholas aparece con un pequeño maletín en el que guarda lo necesario para quedarse en la casa esta noche. Mientras nos acercamos al coche donde está Terry, doy un último vistazo a la gran casa que le da más vida al campo solitario. Terry resulta estar esperándome con cara de pocos amigos, pero en cuanto nota la presencia de Nick una sonrisa fingida se dibuja en su semblante.
Abordamos el auto y comenzamos a escuchar música mientras Terry le cuenta a Nick una de esas historias dignas de un bostezo. A cada palabra los párpados me pesan más y los bostezos aparecen uno detrás de otro. Cuando ya estoy montándome en un carruaje para ir al mundo de los sueños, Nick me planta un beso feroz en los labios y hace que me asuste un poco. Abro los pasos alarmada y lo miro, para descubrir que todo está bien.
Los dedos de su mano se entrecruzan con los de la mía, la cual descansa sobre una de sus piernas. Miro adormecida a través de la ventanilla a las luces ir y venir.
-¿Quieres que vayamos a algún sitio antes de llegar a tu casa? -me pregunta Nick, con los labios cerca de mi odio.
Lo miro y sus ojos imploran una respuesta positiva. Así que decido no hacerle el feo debido al entusiasmo que le noto.
-Claro.
-¿Te parece bien una hamburguesería? -me propone y asiento, mientras me froto los ojos.
Nick le comunica a Terry que nos lleve a la hamburguesería más cercana. Cuando llegamos al lugar hay pocas personas debido a las horas, así que nuestro pedido es atendido rápidamente. Terry nos acompaña en la mesa, pero mientras conversamos él le presta más atención al trasero de la camarera, que a nuestras palabras.
Nuestra orden de tres batidos de chocolate y tres hamburguesas bien cargadas es depositada en nuestra mesa cercana al ventanal, el cual da hacia una impresionante vista de la fuente de en frente. Mientras comemos Terry se excusa y se dirige hacia afuera, donde en una esquina la chica rubia y bien formadita se fuma un cigarrillo.
-¿No recuerdas la vez en que te pusiste celosa por Rina, la camarera del McDonaldʼs? -me pregunta con burla, y no hago más que irritarme.
-¡No estaba celosa! -replico.
-Claro, princesa. Tienes toda la razón -dice con ironía y le pego con el puño cerrado en el hombro.
-A ver, vale. Estaba un poco celosa, pero no es para tanto.
-¿Te ha gustado el batido? -Cambia el tema a algo más cómodo para hablar.
-Gustado es poco -respondo dándole otro sorbo al batido-. Está delicioso, Nick. Me ha encantado el sitio, tiene muy buen ambiente.
Doy un vistazo a los alrededores y miro a toda la gente, la cual es poca, degustando de distintas opciones. El menú está repleto de buenas opciones y además el ambiente es acompañado por la suave música de Taylor Swift.
Terry entra con poco color en el rostro, pasmado, desorientado, no sabría explicarlo muy bien. Cuando se sienta en la mesa con nosotros mira hacia el plato con la hamburguesa, como si se tratase de un experimento científico.
-¿Qué te ha pasado? -pregunta Nick, casi atragantándose al verle la cara.
-Es solo que... a-aquella chica, la rubia... -Hace una pausa y Nick asiente mientras mastica un pedazo de hamburguesa-, le he preguntado que si quería una noche conmigo, pero ella me ha respondido que le gustan las tías.
-Entonces mala suerte, tío -Nick se encoge de hombros, casi riéndose del pobre hombre-. Termínate tu batido antes de que me lo acabe yo -bromea.
Mientras nos reímos de la mala suerte de Terry, él angustiado se termina el batido y después sin mirar a la chica que se está fumando otro cigarrillo en la entrada, sale del lugar. Después de que Nick paga la cuenta salimos nosotros. Abordamos nuevamente el auto y seguimos de camino. En sí este sitio me ha ayudado mucho, ya que los canapés que me ofreció Taylor en la mansión de Nicholas no fueron suficientes. El hambre parecía un cuchillo desgarrándome desde el interior, pero soy lo bastante tímida como para pedir algo de comer en una casa ajena y que, además, desconozco casi en su totalidad.
Nick le manda a Terry a que habrá las ventanillas traseras y la brisa llena el interior del auto. Nuestras miradas se entrecruzan todo el rato, mientras que Terry sigue con sus baladas. Es un hombre arrogante, pero lo romántico sé que le atrae un montón.
* * *
Aunque el viaje de vuelta resulta ser lo mismo de agotador que el de ida, me siento diferente con respecto al primero. Antes iba a buscar respuestas, pero ahora vuelvo con lo que realmente quería buscar, el amor. La sensación de que estoy segura y lo más importante, él. Sin él nada de esto existe.
Terry aparca en frente de la casa y yo y Nick bajamos. Él acelera y se pierde en la esquina sin despedirse, un poco lloroso en sí. Después de todo siento un poco de lastima por él. Está muy solo y yo misma sé que es eso. La soledad no es buena compañera, porque, aunque no lo creas, poco a poco te va destruyendo. Va haciendo de ti un cadáver, te va absorbiendo el alma.
Entramos y encontramos a una hermosa pareja abrazada en el sofá. Stefan y Jolie están concentrados en lisonjearse y ver la comedia romántica Valentineʼs Day. Me detengo un instante a ver mi escena favorita, en la que Felicia Miller (Taylor Swift) y Willy Harrington (Taylor Lautner) se besan. Me parece algo mágico ver a mi cantante favorita y a un actor como Lautner tener un contacto de ese tipo. Adoro mucho el papel que desempeña él en Crepúsculo. Es un lobo feroz que cualquier chica desearía tener en protección, menos Bella, claro.
Sin hacer ningún tipo de ruido nos vamos directo a la habitación. Mientras Nicholas toma su ropa del maletín para ponérsela, yo cojo una toalla limpia y el pijama de gatos para ir a darme una ducha. Él parece algo aterrado acerca de la idea de quedarse solo en mi habitación, pero su respiración se estabiliza cuando le beso los labios y con la mirada le aseguro que todo irá bien.
Me dirijo al baño y logro ducharme rápidamente. Me pongo la ropa cómoda con estampado de gatos de expresiones neutrales, y me dirijo nuevamente a la habitación, lugar en el cual Nick me espera recostado a la cabecera de la cama, con una almohada detrás de la espalda. Sus manos están ocupadas por un libro, el cual no tardo en saber que es: Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen.
-Deseo mucho leerte el libro, si así lo quieres -Me sonríe y no logro contener el calor que abunda en mis mejillas.
-Claro que quiero tener el placer de escuchar tu lectura -dejo caer la ropa sucia en el cesto y me le acerco.
Abre las piernas para que me acueste entre ellas y luego sus brazos se cruzan por mi torso, para permitirme seguir la lectura con la vista.
-Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita esposa -dice con coherencia y suavidad, y luego posa su vista en el segundo párrafo del capítulo-. Aunque apenas se conozcan sus sentimientos u opiniones cuando llega a un vecindario, esa verdad está tan arraigada en la imaginación de las familias circundantes que todas le consideran propiedad legítima de una u otra de sus hijas.
Lo interrumpo posando mi mano sobre la página en la que está basada su lectura, y lo miro a los ojos.
-¿Tú necesitas una esposa? ¿Alguna vez alguna de las familias de tu zona te ha presentado a una de sus hijas? -Parece absurda mi pregunta, pero bueno, es un hombre bien portado con el que toda infeliz quisiera contraer matrimonio.
Frunce el ceño como solo el saber hacerlo y exhala un suspiro. Esto da a entender la desaprobación con la que premia mis estúpidas ocurrencias.
-Mi madre me ha presentado a algunas señoritas con tal de lograr que me case con alguna, no lo negaré. Pero ninguna de ellas ha logrado cautivar a mi corazón, como has logrado hacerlo tú en tan poco -responde con seguridad, claridad en sus palabras-. Además, cerca de mi residencia no hay otra alguna. Por ello quise restaurarla, ya que es muy antigua, y mudarme a ella. Porque así estaba distanciado de las miradas devoradoras y de las mujeres interesadas.
Asiento y le pido que siga con la lectura. Adoro la manera pausada en la que lee. Ahora me siento un poco estúpida por atacarle con esa pregunta. ¿A quién se le ocurre tomarse las cosas de un libro en serio? Bueno... a mí. Lo plasmado en el libro está relacionado a una época y cultura muy diferente de la nuestra. La sociedad inglesa es muy distinta a la sociedad americana, por ejemplo, decir concha en Inglaterra es una grosería. Aunque como él ha dejado claro, muchas señoras planean casar a sus hijas con hombre de grandes fortunas y reputación. Aún en estos tiempos se estila eso entre la clase alta.
* * *
Termina leyéndome cuatro capítulos. Y aunque siempre he encontrado algo bueno en Orgullo y Prejuicio, los párpados me pesan toneladas. Dejo reposar la cabeza en su pecho cubierto por una camiseta blanca de tela suave, y aspiro de su suave fragancia. Es verdad que soy afortunada, no tengo nada de valor monetario, pero he logrado encontrar a alguien que me valora por otras cosas, por lo que alberga mi corazón y los diminutos detalles.
Deja el libro a un lado y me abraza con fuerza. Su húmedo beso se planta en mi nuca y después sus labios succionan mi piel. Disparada me levanto de encima de él, como si la misma Parca estuviese detrás de mí, susurrándome al oído.
-Sabes que me marcarás si lo haces -le recuerdo molesta.
No acabamos de estar concordes en ello. Es simple, odio las marcas porque me hacen sentir como si fuese una posesión.
-¿No te gustaría tener una marca mía? -me pregunta sin ápice de molestia. Eso es algo bueno.
-No, Nick -respondo directamente, sin aflojar un poco el tono.
-Vale, princesa. Entonces probemos otra cosa.
Me atrae hacia él y comienza a hacerme cosquillas. Joder, siento que el aire escasea en mis pulmones, pero él no para de hacerme reír como una loca. Cuando intento zafarme de su agarre ya es demasiado tarde. Me tiene encerrada entre sus piernas.
El aire comienza a escasear más en mi sistema y con la voz casi inaudible le digo que paré. Por suerte me escucha y me suelta. Sofocada me levanto y me dirijo hacia la cocina a por un poco de agua. Resulta que los tortolitos ahora está llorando con la película: Titanic. De dos tragos inmensos me zampo el agua y repito. Nick me ha sacado hasta el último aliento, con esas cosquillas de imprevisto.
Cuando me giro para volver a la habitación, lo veo apoyado en el umbral. La camisa esa le queda perfecta, esta encajada a sus músculos de tal manera, que casi ni se nota que la lleva. Sus pantalones de pijama de cuadros le lucen muy bien, aunque me río sin descanso al ver sus pies. Eso sí es un motivo de risa.
-¿De qué te ríes? ¿eh? -pregunta, acorralándome contra la encimera. Sin posibilidad de escapatoria.
-Me río de tus pies. Lo siento, pero son muy cómicos -Me mira un poco en desacuerdo, pero luego se ríe a mi unísono.
-Vale. Ahora soy el bufón real de la princesa, que bien -Solo logra hacerme reír más.
-Vámonos a la habitación, Sr. Darcy -le digo jalando de su camisa hacia mí-. Quizás me tengas que dar algunas lecciones sobre cómo comportarme -La picardía de mi comentario lo enciende, lo noto en su mirada.
Me sigue como un perro a su dueño hasta la habitación. Cuando llegamos lo tiro con fuerza encima del colchón y aunque los muelles se quejan, sigo con mi único objetivo, calentarle. Prosigo a subírmele encima y arrancarle la camisa con desesperación. Él no se queja mientras beso su abdomen con vehemencia, mientras que con las manos asciendo hasta llegar a su cabello y tiro de el con fuerza.
Nick no demora en utilizar sus manos para apretarme el trasero. Me mira con fulgor y deseo, ambos en partes iguales. Está ruborizado, con los labios hinchados y el cuerpo un poco sudado. Su cabello alborotado lo hace ver más lindo y picante.
-Bésame, princesa -me dice, con el aliento arrebatado por el deseo.
Uno mis labios a los suyos y lo beso con ganas. Esta vez soy yo quien le abre los labios con la lengua. Soy yo quien mantiene el control en la situación, y no le permito ni utilizar los brazos. Con fuerza le encarcelo las manos al colchón, mientras que saboreo su labio inferior como si se tratase de un dulce. Sus pupilas no dejan de dilatarse y contraerse, la frente le suda y su cabello espeso cada vez se enreda más. Lo mejor de todo es que lo he tomado desprevenido, me he descontrolado y él todavía no lo asimila.
La puerta casi se cae de los golpes y con odio pregunto quién es. Mi hermana nos avisa de que ha preparado guacamole, y con el diablo encendiéndome el alma decido soltar a mi prisionero de mi agarre. Nick solo sabe mirarme con pasión y sorpresa, una liga de ambas. Le entrego la camisa y se la pone con rapidez, privándome de una portentosa vista.
-Deberíamos salir -le aviso, antes de que me pregunte si quedarnos o no.
-Vale -Asiente, mientras que con una mano se acomoda un poco en cabello.
Stefan y Jolie nos esperan con una magnífica sonrisa en el rostro. Han preparado la mesa con el guacamole y unas velas para sosegar e iluminar un poco el lugar. No puedo negarme a tal invitación. Quizás deba tranquilizar a la Anastasia Steele que me sacude desde el interior.
Nos sentamos a la mesa y aunque Nicholas se muestra antisocial en un principio, descubro que él y Stefan tienen más en común de lo que podía llegar a pensar. Ambos son lectores voraces, y también tiene el interés por los negocios. Stefan le habla a Nick acerca de la editorial que dirige, y demás le cuenta que están a falta de un inversor que se interese en el negocio. A Nick parece agradarle la idea.
-¿Entonces tenemos una cita de negocios para el próximo mes? -le pregunta Stefan, con un poco de guacamole en la boca. Lo que logra avergonzar a Jolie.
-Sí. ¡La promesa es ley! -Nick sonríe y me mira.
-Nosotras estamos hablando de Fernanda y vosotros solo sabéis parlotear acerca de empresas e inversionistas -les regaña Jolie en broma-. No sé cómo hará Anna cuando vosotros decidáis tener un bebé -Yo y Nick nos miramos casi pálidos debido a la referencia poco ocurrente de Jolie.
-No teníamos planeado tener hijos, en sí no nos hemos planteado nada -Fuerzo una sonrisa molesta y Jolie entiende que ha metido la pata hasta el fondo.
-Vale, vale. Pero vamos, que también tengo un poco de vino blanco en la nevera -Sé que lo hace para disipar la tensión-. ¡Y para mí un buen batido!
Nos reímos de su expresión de infelicidad. Ella sabe muy bien cuando abstenerse de darse un sorbo de alcohol. Su hija le importa mucho y quiere, ante todo, que nazca lo más saludable posible.
-Vale cariño, trae esa botella de vino -dice Stefan con alegría.
-No te levantes, ya le busco yo -le aviso a Jolie para evitar realice más esfuerzo físico del que le conviene.
Los dejo riéndose en la mesa debido a los chistes sobre pirañas de Stefan, y voy hacia la nevera. Tomo la botella y vierto un poco de bebida en tres copas que tomé de la alacena. Le licuo la banana con leche a Jolie con rapidez, y en dos viajes logro llevarlo todo para la mesa.
-Umm... -gime Nick al probar el vino-. Es muy bueno.
-Lo guardaba para una ocasión especial, y ya que vosotros sois novios, decidí que era el momento. -responde Jolie y le da un sorbo al batido de banana.
Seguimos charlando acerca del gran día de mañana. Es uno de los mejores días cuando tienes pareja, pero cuando estás solo es un agobio tremendo. No recibir ni un chocolate de tu hermana es lo peor, ya que también es el día de la amistad. Según Stefan, llevará a mi hermana a una marisquería y después a un mirador con vistas al mar. Por lo demás dice que es una sorpresa que le tiene guardada, pero sé que será a lo grande porque es un chico creativo.
Después de acabarnos el vino, yo y Nick volvemos a la habitación, mientras que Jolie y Stefan deciden recurrir a Netflix para ver su próximo drama romántico. Creo que debo seguir comiéndome a Nicholas a besos, y lo hago a penas traspasamos el umbral de la puerta y entramos al campo de batalla.
Lo estampo contra la pared y le beso en el cuello, sin succionarle la piel porque no me gusta hacerle a alguien lo que no me gusta que me hagan a mí. Enredo mis dedos en su cabello y pego mi boca a la suya. El sabor casi amargo del vino todavía está presente en sus labios y lengua. Y yo me encargo de hacer de ese sabor algo mío.
-¿Me lo tocas? -me pregunta entre jadeos.
Me detengo absorta, totalmente sorprendida por su petición.
-¿Te refieres a tu pene?
Asiente lentamente, mientras yo dirijo mi mirada hacia la erección formada debajo de sus pantalones de pijama. Es algo enorme, tanto que siento que la garganta se me cierra debido a la poca preparación que tengo para este momento. Sus iris verdes me miran con profundidad, sé que analiza mi expresión, la palidez de mi piel y el sudor que recorre mis mejillas.
-Creo que no estoy preparada para esto, Nick -digo, sabedora de sus intenciones.
-¿Por qué no, princesa?
-Porque no, Nicholas -respondo tajante y asustada en partes iguales-. No estoy preparada psicológicamente para esto. Las cosas hay que llevarlas con calma para que puedan fluir.
-Siento no poder controlarme. Joder, Anna, me has calentado muchísimo -dice un poco molesto, aunque trata de esconderlo.
-Lo siento, vale. No sabía que te estaba excitando de más, pero espero que entiendas que necesito mi espacio -le digo acercándomele. Aquella erección espeluznante todavía no se ha bajado del todo.
-Sabes que te amo, lo sabes. También quiero que sepas que te daré el tiempo y el espacio que necesites, porque es a ti a quien quiero y necesito, a nadie más, princesa.
Lo beso con suavidad y el con delicadeza me acaricia la nuca. Logra que mis vellos se ericen y mi mente fantasee. Lo miro y con dulzura me sonríe. Su sonrisa es luminosa y cálida como el fuego abrazador de una chimenea.
Sin razón alguna dirijo mi mirada hacia la mesita de noche, donde descansan la lámpara y el reloj digital. Los números rojo resultan estar marcando una hora que me hace la mujer más feliz de la tierra, ya son las doce, ya es "Día de San Valentín".
-Feliz día del amor, querido ¿novio? -le digo rozando la punta de su nariz con la mía.
Me mira sorprendido y ruborizado. Después mira hacia el reloj y al ver la hora que marca, sonríe con efusión y me vuelve a mirar con los ojos húmedos. Me besa en la frente con cariño y luego sus labios rozan mi oído con delicadeza y pasión.
-Veo que eres muy observadora, cariño -Con su lengua roza el lóbulo de mi oreja, logrando que me estremezca-. Feliz del amor, princesita.
Hasta ahora me he olvidado de ello, pero... ¿Qué secreto hay tras la relación de Nicholas con su padre? ¿Me lo contará cuando le pregunte? ¿Será en este instante tan perfecto?
N/A:
HOLA QUERIDOS LECTORES Y DIOSES DE MI CREATIVIDAD. AQUÍ COMO PODEIS VER VOSOTROS MISMOS, OS TRAIGO EL CAPÍTULO 12. ES UNO DE LOS QUE MÁS ME HA GUSTADO ESCRIBIR HASTA AHORA. Y HE QUERIDO ENTREGAROS MOMENTOS ÍNTIMOS DE LOS PROTAGONISTAS. TAMBIÉN HACER UN POCO MÁS DE USO DE UNA PAREJA QUE ME GUSTA MUCHO, LA STEFAN Y JOLIE. ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO Y QUE VOTEIS. LOS VOTOS SON LA MEJOR AYUDA QUE PODEIS OFRECERLE A UN ESCRITOR AQUÍ EN WATTPAD.
JODER, CREO QUE ME HE PASADO CON LA NOTA DEL AUTOR. BUENO, OS QUIERO. TAKE CARE AND BE SAVE. SAYONARA.
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