Capítulo 3
Narra Eddie
Miré como Richie se alejaba cabizbajo, solté un suspiro sintiéndome mal por él. Bajé la mirada hacia mi mano izquierda y miré mi anillo de bodas, pensé en mi esposa que me esperaba en casa. Volví a suspirar sintiéndome triste. Pobre Richie. Esperaba que pudiéramos volver a ser amigos y estar juntos como siempre. Levanté la vista en busca de los demás, pero, al parecer, ya se habían alejado bastante de nosotros. Saqué mi celular y le envié un mensaje a Mike, quien me dijo donde se encontraban. Ni bien llegué con ellos, sentí la mirada seria de Bev sobre mí. Comprendí al instante que me miraba de esa manera por haberme alejado con Richie para hablar. Seguramente estaba preocupada porque él no había venido conmigo.
—¿D-dónde es-s-stá Richie? —inquirió Bill.
—Volvió al hotel, no se sentía muy bien —le dirigí una mirada rápida a Bev, logrando confirmar que realmente estaba preocupada por él. Noté que sacaba su celular y lo miraba—. Me pidió que me disculpara por él.
—Bien, iremos a verlo luego de recorrer Derry .
Dijo Mike emprendiendo camino nuevamente, todos lo seguimos. Pronto comencé a sentir la ausencia de Richie en el grupo. Me había quedado un poco más atrás, logrando ver que Bill y Mike hablaban apartados de Bev y Ben que tenían una conversación propia. Solté un pequeño suspiro, sintiéndome culpable por hacer que Richie se perdiera de estar recorriendo el pueblo juntos como cuando éramos niños. De repente, sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, lo saqué rápidamente y lo miré con la esperanza de que fuera Richie diciéndome que vendría con nosotros, pero no era él, eran mensajes de Myra, preguntándome como me encontraba, cuando volvería y si le enviaría dinero. Resoplé, sintiendo, por primera vez desde que volví al pueblo, ganas de no volver a mi casa. Guardé mi celular en mi bolsillo manteniéndome aún al margen de las conversaciones que tenían los chicos. Durante todo el recorrido, me mantuve casi todo el tiempo apartado, hablando solo cuando me dirigían la palabra directamente. Volvimos al hotel por la tarde, luego de almorzar, subí rápidamente hasta mi habitación y me paré frente a la puerta, pero no entré, desvié la mirada hacia la puerta de la habitación de Richie, solté un pequeño suspiro sintiendo la necesidad de ir con él a animarlo. De repente, sentí una mano en el hombro, haciéndome sobresaltar, me volví rápidamente encontrándome con Bev.
—¿Podemos hablar?
Asentí dubitativo, abrí la puerta y la dejé pasar. Una vez dentro, cerré dirigiéndole la mirada.
—Es por Richie, ¿verdad? —ella asintió sentándose en mi cama.
—¿Qué le has dicho? Parece que realmente le dolió —prendió un cigarrillo—. De no ser así, no se habría ido.
—Solo le dije la verdad. Debe olvidar lo que sucedió entre nosotros cuando éramos niños —solté un pequeño suspiro—. Le recordé que tengo una esposa que me espera en mi casa. No he dicho nada que no sea verdad.
—¿Tu olvidaste todo lo que han pasado cuando eran niños?
No supe que contestar, en ese preciso momento las imágenes de nuestra niñez se acumularon en mi cabeza, nuestro primer beso, las tonterías de Richie, nuestra primera vez, nuestro último beso y lo mucho que lloré una vez que nos instalamos con mi madre en nuestra nueva casa.
—No lo hiciste, ¿verdad?
—Lo olvidé por completo —mentí intentando sonar lo más creíble posible, ella sonrió, se levantó y se acercó a mí.
—No te creo, Eds, pero si quieres engañarte a ti mismo, adelante —me acarició la mejilla mostrándome una sonrisa como si me tuviera pena—. No faltes a la reunión en el bar más tarde
Salió del cuarto. Solté un bufido cuando escuché la puerta cerrarse. Me senté en la cama y me pasé las manos por la cara. Bev no era tonta, era capaz de ver a través de todos nosotros, como si fuésemos transparentes. Ella sabía perfectamente que no me había olvidado de lo que pasó entre Richie y yo, o al menos que lo recordé en cuanto lo mencionó.
Me quedé sentado en mi cama hasta que se hizo la hora de prepararme para salir. Cuando estuve listo, miré mi celular. Aún faltaban veinte minutos para que tuviera que reunirme con los demás, así que decidí matar el tiempo, dejé el aparato en la mesa de luz, prendí el televisor y pasé los canales sin prestar demasiada atención. Después de unos minutos, mi celular comenzó a vibrar en la mesa de luz, lo tomé rápidamente y miré la pantalla encontrándome con un mensaje de Richie.
—"¿Estás listo para ir a emborracharnos, Eds?"
—"Estoy listo, pero no me emborracharé".
—"Eres tan aburrido como siempre, Kaspbrak, parece que eso nunca va a cambiar en ti, pase el tiempo que pase". —sonreí. Sabía que su intención era molestarme, pero, luego de lo que sucedió hoy, me alegraba que aún quisiera hacerlo—. "¿Quieres que esperemos juntos abajo?"
Miré unos instantes la pantalla; ¿intentará hacer algo o ya había abandonado la idea?
—"Está bien, dime cuando estés listo".
Escribí rápidamente y se lo envié. Pronto, unos golpes sonaron en mi puerta. Me levanté sabiendo que era Richie el que tocaba. Al abrir, me encontré con su sonrisa, la que siempre me mostraba.
—¿Vamos?
Asentí rápidamente, volví a meterme en mi cuarto, apagué el televisor, tomé mi billetera, mis llaves y salí con él. Bajamos a la recepción y nos sentamos en los sillones a esperar a los demás. Se formó un silencio incómodo entre nosotros. Lo miré de reojo, notando como tamborileaba los dedos sobre su rodilla nervioso. Conocía perfectamente la expresión que tenía en el rostro, seguramente se sentía tan incómodo como yo. Para nuestra suerte, pronto los demás bajaron, haciendo que la incomodidad se desvaneciera por fin.
***
—Deberías dejar de tomar, Richie —dije cuando pidió su décima cerveza.
—No quiero ser tan aburrido como tú, Eds.
Soltó una risotada para luego llevarse el chopp de cerveza a la boca, solté un suspiro arrebatándoselo.
—Deja eso, Tozier.
Lo regañé, consiguiendo que se riera de mí, solté un suspiro pesado y dejé la cerveza en la mesa. Luego me giré para mirar a los demás, todos se encontraban disfrutando de sus bebidas ajenos a nosotros. Solté un pequeño suspiro levantándome, recibí la mirada de los demás instantáneamente.
—Richie ya está bastante borracho, creo que lo mejor es llevarlo a su habitación.
—Te ayudo a llevarlo hasta la salida, Eddie —dijo Beverly levantándose y acercándose a él—. Rich, cariño, vamos —le dijo con voz suave, Richie levantó la mirada hacia ella y la abrazó. Aprovechando esto, la ayudé a llevarlo hasta la entrada del bar, donde nos detuvimos—. Cuídalo bien, no quiero que él termine mal la noche.
—Disfruten la noche.
Dije a modo de despedida, luego tomé uno de los brazos de Richie, lo crucé alrededor de mis hombros y, sosteniéndolo, comencé a caminar. Llegamos al hotel entre tropezones y quejas de Richie. Hacerlo subir las escaleras fue aún más difícil, dado que se encontraba algo irritado por tener que salir de la reunión. Cuando llegamos a su habitación, hice que se parase contra la pared, para luego comenzar a buscar sus llaves en sus bolsillos mientras él solo soltaba pequeñas risas. En cuanto las encontré, las saqué y abrí la puerta.
—Osito Eddie —canturreó abrazándose a mí—. ¿Recuerdas cuando te llamaba así? Como lo hacía tu madre —dijo arrastrando las palabras, luego soltó una risa, decidí ignorarlo mientras lo llevaba hasta su cama—. ¿Recuerdas? Cuando aún me querías te llamaba así.
Se desplomó soltando nuevamente una carcajada. Por mi parte, cerré la puerta y lo miré. En la penumbra, apenas podía distinguir sus facciones, mis ojos aún no se habían acostumbrado a la oscuridad.
—No he dejado de quererte, Richie, eres mi amigo.
Le contesté mientras le quitaba los zapatos, lo acomodé en la cama, para luego sentarme a su lado y mirarlo.
—N-no te veo como un amigo —su voz temblaba un poco ahora—. T-te veo como el primer chico al que besé, c-con quien perdí mi virginidad...
Me percaté de que había comenzado a llorar cuando sorbió la nariz, solté un pequeño suspiro, le quité los anteojos y le sequé las lágrimas.
—No pienses en eso, Ri...
No pude terminar de hablar, ya que se sentó repentinamente y me besó. Mi primer instinto fue corresponder a su beso guiado por los recuerdos, pero pronto recobré la razón apartándome de él.
—¡Mierda, Richard! ¡¿Por qué mierda hiciste eso?! —él me miró con tristeza, haciendo que me sintiera mal de inmediato por haberle gritado. Suspiré pasando mi mano por mi rostro—. Anda, duérmete, me quedaré aquí hasta que lo hagas.
Dije en un tono más calmado, mientras lo tomaba de los hombros y lo volvía a acostar. Me quedé observando como las lágrimas le recorrían el rostro hasta que se quedó dormido, incluso unos minutos después me quedé allí, sintiéndome mal por él; por lo que había recordado y por tener que rechazarlo así.
**
Muy buenas~ acá traigo el tercer capítulo de esta historia. Me alegra mucho volver y continuar con su historia, realmente extrañaba a los perdedores. Si les está gustando, por favor, voten, comenten y compartan, todo apoyo se agradece muchísimo.
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