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Capítulo 13

Narra Eddie

—Espero que no te moleste salir antes, Rich.

Dije cuando cruzamos la puerta principal del restaurante, Richie negó con la cabeza alcanzando mi mano y entrelazando nuestros dedos. Atravesamos el estacionamiento y llegamos hasta la acera, donde comenzamos a caminar en dirección al hotel.

—¿Te aburrías con los demás? —inquirió de repente.

—No es eso.

—¿Estabas incómodo? —negué con la cabeza.

—No, Richie, solo quiero pasar tiempo contigo a solas.

Sentí su mirada sobre mí, pero no despegué la vista del suelo donde la había clavado hacía unos minutos. De repente, Richie se detuvo en seco deteniéndome a mí también, como lo había hecho el día anterior, me giré para mirarlo sin entender por qué se detenía. Noté su mirada seria con tintes de preocupación.

—¿Qué sucede, Eddie? Entiendo que estuvieras raro antes, pero ¿ahora? ¿Qué es lo que sucede?

—No sucede nada —apreté levemente su mano—. He tenido la cabeza muy ocupada hoy, he pensado mucho sobre nosotros —me acerqué a él y le acaricié la mejilla—. Anda Richie, camina, quiero llegar al hotel —no se movió ni un centímetro, solté un pequeño suspiro, me acerqué a él y le di un corto beso—. Estoy bien, Richie. Volvamos, ¿sí?

Comencé a caminar nuevamente fijando la mirada en el camino.

—Eddie —me volví hacia él. Ahora me exhibía una sonrisa pícara—. ¿Quieres llegar al hotel para coger?

—¡Beep beep, Richie!

Él soltó una carcajada.

—No te avergüences, osito Eddie.

Desvié la mirada de su rostro, solté su mano y comencé a caminar algo más rápido, adelantándome. Richie no estaba errado realmente, pero no era capaz de hablar así, tan libremente como él.

—No te enojes, Eds, es solo una broma.

Escuché sus pasos apresurarse para alcanzarme, luego sentí su brazo cruzar por mis hombros. Solté un pequeño suspiro. Richie no dejó de molestarme hasta que llegamos al hotel. Una vez que estuvimos dentro, pasó su mano de mis hombros a mi cintura, acercándome a él. Ya no hacía comentarios ni chistes, simplemente se mantuvo en silencio. No pude evitar sentirme nervioso cuando llegamos al pie de la escalera, como si fuera un niño de nuevo. Me volví hacia él, lo observé unos instantes recibiendo su mirada junto con una sonrisa. Aparté su brazo de mi cintura, tomé su mano y subí las escaleras con paso un poco rápido. Una vez en el primer piso, Entré a mi habitación, me giré hacia Richie, rodeé su cuello con mis brazos y, sin dejarlo siquiera pensar, lo besé. Sentí que pasaba una de sus manos por mi cintura, acercándome un poco a él. Retrocedió un paso sin dejar que nos separáramos, al instante resonó un portazo en la habitación. De repente, sentí que introducía su lengua en mi boca, haciendo que el beso se intensificara rápidamente. Tiré un poco de su cuello caminando de espaldas guiándolo hasta mi cama, mientras le quitaba la camisa a tirones. Por su parte, Richie pasaba sus manos por debajo de mi camiseta. Se separó un poco, me dedicó una pequeña sonrisa, para luego acostarme colocándose encima de mí.

—Sí querías coger, Eddie —dijo burlón.

—B-beep beep, Richie.

Desvié la mirada. Al instante, se acercó a mi rostro para besarme de nuevo. Esta vez, metió su lengua en mi boca desde un inicio. Richie me besaba con cierto desespero, como si fuera la última vez que lo haría. No perdió el tiempo, pronto se apartó de mi boca para centrarse en besar mi cuello, mientras llevaba su mano a mi miembro, apretándolo un poco haciendo que soltara un leve gemido, más parecido a un suspiro. Richie se separó lo suficiente como para que pudiera ver su sonrisa.

—¿Lo esperabas tanto como yo?

Dijo con un tono que vacilaba entre la lascivia y la burla. Desvié la mirada de su rostro. Richie estaba disfrutando, hasta ahora solo dijo e hizo cosas para hacer que me avergonzara. Inhalé profundamente, llevé mis manos a sus hombros, lo empujé hacia un lado acostándolo y me coloqué sobre él. Me senté en sus caderas sintiendo la erección que traía bajo su pantalón. Estábamos un poco desesperados ante el sexo, sin mucho más que besarnos ambos teníamos una erección.

—Realmente lo esperaba.

Le dediqué una sonrisa intentando verme seguro de lo que estaba haciendo. Su sonrisa se había tornado completamente lasciva, dejando el tinte burlón de lado. Llevó sus manos a mis caderas, mientras movía ligeramente las suyas debajo de mí. Tomé valor, me acerqué a él y comencé a besar su cuello. Al principio me sentí torpe, como si fuera virgen nuevamente, pero, pronto, me sentí más confiado en lo que estaba haciendo. Le quité la camiseta que llevaba bajo la camisa sintiéndola como un estorbo. Bajé hasta su pecho besando y lamiendo, escuchando los suspiros que soltaba, tanto por esto, como por los pequeños roces que provocaba al moverme tan cerca de él. Cuando llegué al borde de su pantalón, me percaté que no tenía mucha idea de lo que haría. Comencé a desabrochar su pantalón sintiendo su mirada fija en mí.

—¿Estás nervioso? —levanté la mirada hacia él—. Tus manos tiemblan un poco.

Sonrió, no contesté, ni siquiera hice caso a lo que me decía, ni a mis propios nervios. Bajé su pantalón para luego arrojarlo al suelo.

—Ven aquí.

Se incorporó rápidamente, tomó mi mano y tiró hacia él haciendo que quedase sobre él nuevamente. Desabrochó mi pantalón y, con mi ayuda, me los quitó imitando la acción que tuve con el suyo. Me senté en sus piernas rodeando su cuello con mis brazos. Richie volvió a besarme de la misma manera que antes, casi desesperado. Sentí unos instantes después como me atraía hacia su cuerpo con fuerza, consiguiendo, así, que nuestras erecciones se rozaran. Comprendiendo rápidamente lo que quería, comencé a moverme, haciéndonos gemir en medio del beso. Cada vez que movía mis caderas intentaba presionar más mi cuerpo contra el suyo. Por su parte, Richie se centraba en tocar y apretar mi culo a su antojo, con una mano por debajo de mi bóxer mientras que su otra mano vacilaba entre mi culo y mi espalda. Me separe de su boca para observarlo unos instantes. Sentí que una oleada de calor recorría mi cuerpo al ver su rostro, sus mejillas levemente sonrojadas, seguramente por el mismo calor que sentía yo, la expresión de excitación en su rostro, su boca ligeramente abierta con la respiración entrecortada. Bajé mi mano hacia el elástico de su bóxer, lo bajé un poco, lo suficiente para poder masturbarlo. Richie empezó a soltar gemidos ni bien comencé a mover mi mano. Al principio, como si intentase castigarlo por algo, movía mi mano lentamente. Pero, pronto, aumenté la velocidad con la necesidad de escuchar más de sus gemidos, más jadeos. Quería que llenasen la habitación, como llenaban mi cabeza en este momento.

De repente, Richie tomó mi mano deteniéndome, luego me tomó nuevamente de la cintura y usando el peso de su cuerpo, me empujó hasta acostarme quedándose sobre mí. Se quitó el bóxer y, acto seguido, me quitó el mio de un tirón. Me miró unos instantes con el semblante serio tintado de excitación.

—¿Rich? —dije recibiendo una sonrisa al instante.

—Lo siento, Eddie, pero creo que si no te la meto me voy a volver loco.

—Espera, ¿qué? —me incorporé un poco—¿Quién dijo que tú me la ibas a meter?

—Así fue la última vez —musitó—. ¿Tienes miedo de que lo haga? No te lastimaré, o lo intentaré al menos.

Miré unos instantes su rostro. Quería tener sexo con él, pero había estado casado con una mujer tanto tiempo que no había pensado ni por un segundo que esto iba a pasar. Solté un suspiro pesado mientras me acostaba nuevamente.

—Está bien, Richie, que sea como la última vez.

Asintió, llevó su mano a su boca, pasó tres de sus dedos por su lengua, para luego llevarla a mi entrada, lubricándola. Me estremecí ante su tacto, él al notarlo esbozó una sonrisa burlona, pero no dijo nada, simplemente se acercó a mi rostro y me dio un corto beso. Llevó su mano a mi cadera.

—Se cuidadoso, Richie, o te golpearé —soltó una pequeña risa.

—Haré lo que pueda.

Volvió a darme un corto beso. Se acomodó entre mis piernas y me penetró lentamente. Al instante solté un gemido sintiendo una pequeña corriente de dolor correr por mis caderas. Esperaba que doliera, luego de salir de Derry, no había vuelto a tener relaciones con un hombre. Richie había sido el primer y único hombre con el que estuve. Llevé mi mano a mi miembro para masajearlo cuando comenzó a moverse. En pocos instantes, olvidé la pequeña punzada de dolor que había tenido en un principio, incluso detuve mi mano, olvidándome también de masturbarme. Poco a poco, las embestidas comenzaron a ser más rápidas y fuertes, haciéndome soltar cada vez más gemidos. El calor en mi cuerpo ya era insoportable y comenzaba a perder lentamente la cabeza. Realmente había olvidado aquella primera vez, había olvidado lo bien que se sentía tener su cuerpo encima del mío, sentir su calor, su respiración entrecortada, los gemidos y jadeos que se unían a los míos de vez en cuando. Sentí que mi cabeza se ponía en blanco cada vez que sentía sus embestidas. De repente, su mano se deslizó de mis caderas hasta mi miembro. Movió su mano rápidamente de buenas a primeras, empujándome hasta mi límite cada vez más. Me aferré a él instintivamente cuando empecé a sentir mi cuerpo temblar.

—R-Richie... —gemí cuando comenzó a dar embestidas más profundas y fuertes.

—He esperado años para escucharte gemir mi nombre...

El calor de mi cara aumentó al escucharlo decir aquello. Richie no reparó en el sonrojo que seguramente tenía en mis mejillas, sino que se centró en lamer el lóbulo de mi oreja, haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. No desaproveché la cercanía entre nosotros y rodeé su cuello con mis brazos, él, aún centrado en lamer y mordisquear mi lóbulo, no dejaba de usar cada vez más fuerza en sus embestidas. Enredé los dedos en el cabello de Richie sintiendo que llegaba a mi límite. Solté un gemido ahogado cuando sentí que pasaba su pulgar lentamente por mi glande. Tiré, inconscientemente, de su cabello cuando, por fin, eyaculé. Richie se incorporó, levantando ligeramente mis caderas. Ahora, sus embestidas eran aún más profundas y bruscas. Mis gemidos y jadeos se incrementaron, haciéndose completamente imposible contenerlos. Perdí, en ese preciso instante, la consciencia de donde nos encontrábamos, en que me podrían escuchar y en lo idiota que, seguramente, me escuchaba, solo podía centrarme en las embestidas de Richie y en el calor que invadía mi cuerpo en ese instante. Escuché sus gemidos y sentí su agarre algo agresivo en mis caderas; prácticamente se aferraba a mí como si su vida dependiera de ello.

—E-Eddie... —jadeó—. Y-ya no puedo...

Esta vez lo musitó. Me embistió unas cuantas veces más, hasta que sentí el semen. No pude evitar estremecerme al instante soltando un pequeño gemido. Richie salió de mi interior y me dirigió la mirada, ambos nos encontrábamos agitados y exhaustos. Por su mejilla resbaló una gota de sudor que él limpió rápidamente.

—V-ven aquí, Tozier.

Tartamudeé incorporándome un poco, colocando mi codo como soporte de mi cuerpo. Pasé mi otro brazo por su cuello, lo acerqué a mí y lo besé. Richie correspondió al instante, pero nos separamos poco después

—Bien, ahora quítate de encima, necesito una ducha.

—¿No estás cansado? Podrías acostarte así sin más.

—Estoy sudado, pegajoso y sucio —lo aparté y me levanté—. También deberías bañarte.

Tomé un bóxer limpio, la camisa de Richie y me dirigí al baño. Después de darme una ducha rápida, volví al cuarto vistiendo la camisa de Richie y mi bóxer. Dirigí mi mirada a la cama, esbozando una pequeña sonrisa, Richie se encontraba dormido plácidamente sobre el cobertor de la cama. Parecía un niño, ni siquiera se había levantado para apartar las frazadas y acostarse. Me acerqué y, a diferencia de él, aparté las frazadas para acostarme. Lo miré unos instantes, sonriendo nuevamente. Le quité los anteojos que se le había olvidado como de costumbre, los dejé en la mesa de noche, para luego volver a acercarme a él, me acomodé a su lado y cerré los ojos exhausto. 

** 

Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Me atrasé un poco con la entrega de esta parte porque, sinceramente, me costó un poco escribirla. Se me dificultaron algunas partes, pero, por fin después de una semana, logré terminarlo. Si les está gustando, por favor, voten, comenten y compartan, todo apoyo se agradece muchísimo.  

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