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9 Mariposa azul

¿Es normal ir tan feliz a terapia? Me siento muy bien yendo a hablar con Alma, me encanta verla y con las reuniones, también la veo más seguido. Hay algo raro entre nosotras, es como un limbo entre mis insinuaciones que ella nunca responde, una amistad y cercanía rara y una tensión sexual bastante fuerte.

—¿En cuánto tiempo piensas abrir el otro local?

—Dos meses ¿Quieres ir a la inauguración? Lo que pidas, yo invito —me sonríe sin responder— ¿Qué? no violarías ninguna regla moral y ética de paciente y terapeuta por ir a tomar algo, ya casi siempre cenamos juntas al irnos.

Sí, desde esa primera vez que cenamos ha sido una "competencia" para ver quién invita a la otra a mejores lugares, yo tuve que darme a la tarea de investigar y anotar buenos lugares que me recomendaban las personas que me buscaban para pasar la noche, pero com quienes no llegué a nada, ya mi única misión es ir a lugares perfectos y que nuestras cenas luego de las sesiones no terminen nunca.

—Igual no, gracias, pero no.

—¿Por qué? No voy a hacerte nada... que no quieras, claro —le guiño un ojo.

A veces tengo que volver a ser una imbécil para que no se acostumbre a que sea amable y linda con ella.

—¿Has dormido mejor esta semana?

«Desde que te veo seguido, duermo mejor».

—Sí, logré descansar con los ejercicios que me has dado, gracias por cierto —sonríe.

—¿Sobre quieres hablar hoy? Hasta ahora no hemos hablado de tus padres y de verdad me gustaría saber un poco sobre ellos.

—¿No vas a dejar de insistir en eso, verdad? —ella niega con una sonrisa— No hay mucho para saber —me encojo de hombros—. La típica familia disfuncional de manual, padre autoritario, madre sumisa, soy la tercera de cuatro hijos, la segunda mujer. Mi padre un fanático religioso y pastor, que solía beber de más y se desquitaba con mi madre. El muy hijo de puta sabía donde pegar para que no se viera —aprieto mi mandíbula—. El día que entre al ejército y sabiendo que quizás moriría en alguna misión y sin miedo a eso les tiré la bomba de mi bisexualidad y me fui.

—¿Por qué lo hiciste de esa manera?

—¿Por qué no? —la observo fijamente—. Él sobre todo me miraba con orgullo, daría la vida por mi país y en realidad daría mi vida por ser libre, entrando al ejército no tendría que pagarme la carrera y depender de ellos de ninguna manera. Morir también era una buena opción, una que Gwen me quitó para salvar su vida y me dejó aquí —desvío la mirada.

Escucho sus pasos y el sillón hundirse cuando ella se sienta a mi lado, toma mi mano. No sé si los terapeutas hacen esto, pero sé que me reconforta que ella lo haga. Su mano acaricia mi mejilla y volteo a verla no es la primera vez que ella rompe la línea de cada una en su sillón, pero es la primera vez que mi corazón late fuerte al tenerla tan cerca.

—No fue tu culpa lo que le pasó a Gwen y muy dentro tuyo lo sabes. Tienes que empezar a asumir eso para poder vivir en paz.

—Pero y si...

—Y si nada —me corta en seco, y por unos segundos que parecen horas nos sostenemos la mirada— ¿Te sientes mejor? —suelta mi mano pero yo vuelvo a tomar las suyas entre mis manos.

—Por favor solo un momento más ¿Puede ser? —solo necesito que te quedes un poco más a mi lado.

Ella se queda sentada y ambas nos quedamos en silencio, su mano acaricia la mía y tiro mi cabeza hacía atrás en el respaldar cerrando los ojos. Necesitaba tanto un respiro, y me siento tan relajada que podría quedarme dormida y eso hago, despierto al sentir una mano acariciando mi cabello y mejilla, entonces volteo a verla.

Ella sonríe algo avergonzada e intenta levantarse, pero la detengo, mi corazón late a mil acelerado y tal vez estoy por cometer una locura, pero ya no puedo soportarlo más. Me acerco a ella y la beso, y la vuelvo a besar, y ella me corresponde acercándose más, no la he cagado ¡No la he cagado! Al fin todos nuestros encuentros con tensión sexual se han terminado.

—No, Daliah —se separa de mí—. Eres mi paciente, no podemos, no es ético.

—Alma por favor —le suplico.

Ella voltea a verme y vuelve a besarme, pero esta vez se coloca encima de mí sobre mis piernas, tomo su cintura y nuestros besos suben tanto nuestra temperatura que necesito arrancarnos la ropa y lo hago.

—No, no espera.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —le inquiero ya sobre que ella ambas en brasier— No puedo hacerlo, yo no puedo. Tú solo te acuestas con cualquiera, con todas y yo estoy harta eso, de cosas que no llevan a nada.

Voltea buscando su blusa y es entonces cuando lo veo ¿Cómo pude ser tan ciega? Ella estaba escondida en el significado, hago memoria para recordarlo. 

Significan libertad, felicidad, paz y prosperidad, aunque también se relacionan con la confianza, la fe y la verdad. Sumado a esto, las mariposas azules suelen servir como representación del alma de las personas

En su espalda hay una mariposa de alas azules con contorno negro tatuada, paso la mano por el tatuaje acariciándolo y ella se tensa.

—Eres tú.

—¿Yo soy quién?

—Tú, eres... —sonrío porque estoy demasiado feliz y ella me mira raro— ¿Cómo pude ser tan ciega? Escucha no estoy loca, no te vayas —busco mi ropa y encuentro su blusa y se la paso. Nos sentamos en el sofá nuevamente vestidas y tomo su mano—. Yo sé que no soy el mejor prospecto, o que no aparento ser alguien de confianza, pero yo quiero que confíes en mí, quiero demostrarte que puedes confiar en mí, y derivar los prejuicios que tienes. Lo que intento decir es por favor, dame una oportunidad.

Después de este tiempo que pasamos juntas de vernos prácticamente casi cuatro veces por semana, de no poder parar de pensar en ella, de rechazar a cualquiera que se me acercara, de no tener sexo solo para pasar el rato, sé que ella me gusta y al parecer es la persona que tanto había estado esperando que Gwen iba a mandarme.

—No —me responde y no sé que decir.

—¿Qué?

—Que no.

—No, eso lo escuché, pero ¿por qué no?

—Quisiste estar con mi hermanita.

—Creí que ya habíamos superado eso —saca sus manos de entre las mías.

—Eres mi paciente.

—Recomiéndame con alguien más —levanta una ceja— ¿qué? antes que quería que fueras tú, porque no me cabe duda de que eres muy buena, pero también porque me gusta verte —suspira—. Escucha, no tomes una decisión apresurada, solo dame un período de prueba, déjame que te demuestre, por favor —ella niega con la cabeza sin verme mordiéndose el labio inferior, entonces hago mi apuesta más grande—. Sin sexo —me mira— un mes de prueba, sin sexo, no voy intentar propasarme, ni siquiera voy a sugerirlo... quizás te mire alguna vez de manera lasciva —se ríe—, pero no diré nada.

Se queda callada un momento y al menos que lo piense, me da esperanza, mi corazón late con fuerza y ruego en silencio que ella me diga que sí. Muy pocas veces he deseado cosas en mi vida con tal fuerza e intensidad, que diga que sí, por favor. Me observa con una pequeña sonrisa en su rostro y sé que me acabo de ganar este hito.

—Está bien —voy a festejar y me frena—, pero —me frena— te pasas, la cagas y esto se termina, de manera inmediata sin vuelta atrás. Tampoco quiero que nadie sepa, dije que me iba a tomar unas vacaciones y no quiero que me miren con pena si esto no funciona —asiento enérgicamente—. Te voy a pasar con un colega —suspira e intento acercarme para besarla, pero coloca una mano en la boca—. Estás a prueba —beso la palma de su mano y ella se ríe sacándola, entonces mi boca encuentra la suya.

—¿Qué harás para ganarte mi confianza?

—Lo que sea —le digo entre besos.

—Vamos a acampar —me separo y la veo—. Dañaste mi lugar favorito con tu estupidez, me lo debes.

—Está bien, te daré buenos recuerdos de ese lugar de vuelta.

—Tenemos que irnos, ya es tarde, dormiste bastante —miro la hora y casi he dormido una hora.

—¿Por qué me dejaste dormir tanto?

—Me gusta verte dormir, te hacía falta, y te ves inofensiva cuando estás callada —me río.

Tomamos nuestras cosas ella apaga todo y nos encaminamos a la puerta para salir, y antes de que salgamos la tomo por la cintura llevándola contra la puerta que cierro de nuevo y la beso, como me gusta besarla, me gustan sus labios tanto como ella.

—Vamos a cenar —le digo a milímetros de su boca dejando pequeños besos—, a dónde quieras, yo te invito —siento como lo piensa—. Si quieres vamos al otro lado del pueblo —se ríe.

—No hay que exagerar —volvemos a besarnos con ímpetu—, vamos ya me dio hambre —suspiro cuando se aparta de mí.

Va a ser una sequia muy artesanal, pero desde hace tiempo no estoy con nadie, puntualmente desde aquella vez que me llamó desagradable. Salimos y aunque le sugiero ir en un solo auto ella no accede, así que la sigo y vamos a un restaurante que ella conoce, porque el que sugerí yo es de una de las madres de Matilde y claro que ninguna quiere que la loca sepa. Llegamos al lugar y nos sentamos afuera con vista al lago, en la mesa nos ponemos a conversar y por fin puedo conocer un poco sobre ella, me animo a tomar su mano y ella acepta el contacto, le acaricio suavemente el dorso.

—Y tu mamá entonces se metió con su alumna y hasta se casaron y tuvieron hijos.

—Sí, ellas se odiaban al inicio.

«Al parecer es de familia, porque por lo que vi en Matilde, ella también "odia" a Hope».

—Es una buena historia de amor, supongo que las mejores historias comienzan así ¿verdad? digo después de todo no te caía nada bien al principio.

—Punto para ti, pero ¿te digo un secreto? —me susurra y me hace seña para que me siente su lado para que se lo diga— Aún me caes un poco mal —me dice al oído y reduzco el espacio entre nosotras para besarla, al separarnos ella sonríe.

—Cambiaré eso.

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