Es la segunda vez que acompaño a Alma a la casa de sus madres, pero no me bajo, prefiero quedarme en el auto, no me parece correcto entrar a una casa de quienes ni siquiera conozco aún a las dueñas, si mi hija trajera a su... ¿novia? aún no se lo pido formalmente, pero eso somos ¿verdad? ya se lo pediré bien.

—Listo ¿no quieres un vasito de agua?

—No.

—¿No te da intriga siquiera como luce la casa por dentro?

—¿Qué parte, la habitación?

—Vamos la fantasía de hacerlo en la casa de tus padres es...

—Algo que no haremos, sube, cielo —rezongando se sube y vamos al bar para esperar la llegada de Matilde y Hope, para al fin contarle y esperar que me escuche con lo que le pasó a Gwen. Tengo el archivo confidencial que un contacto logró duplicar para mí, en caso de que me hiciera falta usarlo—. Bueno por otro lado lo podemos hacer en tu oficina —sonrío y asiento, aún tenemos algo de tiempo.

A la hora acordada y con tiempo hasta de arreglarnos llegan ellas, no voy a mentir sin decir que no me relajó bastante antes de tener que a la psicótica de Matilde y poder explicarle de una vez la situación. Ellas llegan y la puerta de la oficina es golpeada, es Alma quién abre y claro que Matilde de muestra a la defensiva, hasta que Hope le pide que me deje hablar y ella seria la susurra algo al oído. No entiendo como es que ellas dos son compatibles, Hope irradia luz, carisma y buen humor y Matilde... bueno creo que es lo mismo conmigo y Alma.

Por un momento todas necesitamos un respiro, el relato va cada vez peor y se acerca la peor parte, la muerte de Gwen, Alma nos trae un vaso de agua, volviendo a colocar sus manos entre las mías que la recibo aliviada. Matilde, se aferra a Hope, no la ha dejado moverse un centímetro, de las cuatro es la más tensa.

—Me desahogue, le dije todo lo que la amaba, todo lo que odiaba su mala decisión. Matilde, yo intenté salvarla siempre, siempre fue mi prioridad —ve a mi novia directo a los ojos. Respiro y continuo—. No dejaron de buscarnos en toda la noche, nos movimos y escondimos todo lo que pudimos, pero un paso en falso y nos expuso. Una granada cayó cerca, intenté cubrirla con mi cuerpo, pero un pedazo de metal voló atravesándome el brazo y la mato al instante. Es mejor que no veas eso —me quita la carpeta y se pone a leer toda la información que hay—. Ella murió en mis brazos, vi como su vida se extinguía, estuve aferrada a su cadáver los cuatro días que tardaron en volver por mí, yo también  casi muero mis heridas eran graves...

Matilde se levanta de repente y va hasta la puerta forcejeando con abrirla, Hope la alcanza y la toma, pero ella la aparta e intenta nuevamente salir. Luego voltea a verme con una mirada desquiciada en sus ojos.

—Tú la mataste, fue tu culpa

—¡Matilde no es así!

Le dice enojada Alma interponiendose entre ambas, pero le coloco un brazo interponiéndose para negar con la cabeza. Ella está cayendo en la cuenta, todo la historia en su cabeza que se hizo para odiarme y responsabilizarme, se desmorona y necesita aferrarse a ella.

—Eso no puede ser verdad, no puede —cae al suelo llorando—, no puede ser así, tú tienes que tener la culpa —llora desconsoladamente— porque sino es así, sino es tu culpa... yo la maté, yo la apoyé para entrar al ejercito, para seguir contigo la relación, yo debí detenerla de esa maldita misión suicida, yo debí haber hecho más, yo la mate —dice llorando y antes de que Hope se acerque le pido permiso para hacerlo yo.

—Matilde, mírame —levanta su mentón—. No fue tu culpa, ni mía, ni de ella, cada una hizo lo que creyó correcto y pasaron cosas terribles. Ya tienes que cerrar este ciclo de odio y dejarla ir, para poder ser feliz tú también, ya no quiero estar en guerra contigo. Seremos familia —miro a Alma que me sonríe—, lleguemos a una tregua ¿Podemos empezar de cero? somos concuñadas —Matilde suspira mirando el suelo sin reacción, rechazando mi mano.

—Dame el nombre del infiltrado —me dice sombría.

—No es necesario que lo busques, yo me encargue de él hace un año y medio. Ojo por ojo, diente por diente —lo suelto tranquilamente—. Ahora ¿tregua? —Matilde mira Hope y asiento.

—Tregua.

Estrechamos las manos y el clima comienza a tornarse menos denso, Hope la ayuda a levantarse abrazándola fuerte, la contiene. Se despiden de nosotras y Alma me abraza, lloro de felicidad, al fin se ha terminado.

—Vamos a casa, amor.

—Vamos, cielo.

Llegamos y Alma no se ha querido despegar de mí un momento, gracias a Dios porque lo necesitaba. Katerina me llama en cuanto le comento que todo salió bien, claro que ella como mi mejor amiga estaba al tanto.

—Bueno me alegro que llegaran a un acuerdo con la psicótica. Que raro como eligen de mal la hermana de tu novia y tu novia.

—Ni me digas, aún me pregunto si le han pedido consejos así de mal a Alexa y Bailey.

—Esa fue buena, maldita zorra.

—Lo sé, Rapunzel descerebrada.

—Más allá de todo, me alegro que estes bien.

—Kate —hace un silencio—, gracias por todo, por siempre, creo que jamás podré pagarte todo lo que haces y has hecho por mí.

—Me lo pagas siendo mi dama de honor principal cuando llegue el momento. Chao —me río negando, esa maldita zorra rubia se saldrá con la suya.

Alma con solo una bata de seda puesta me toma de la mano, y me besa. La acompaño a nuestra habitación, me desvisto y la alcanzo entrando al baño, la veo de espaldas a mí, y me sonríe por encima del hombro.

—Ya tienes el agua lista.

—¿Te bañas conmigo?

—Como quieras, amor.

Se saca la bata y el camisón que llevaba debajo metiendose al agua y me tiende la mano para que yo también me meta, dejo la toalla al lado de su bata y me meto entre sus piernas. Siento sus manos suaves y el jabón lavar mi piel.

No es la primera vez que ve mis cicatrices, pero siempre las recorre, las toca con delicadeza, incluso en nuestros encuentros sexuales que a veces pueden ser y son intensos, ella es cuidadosa con mis cicatrices como temiendo que pudieran abrirse de nuevo con solo tocarme.

—Te aseguro, como tantas otras veces que no se van a abrir, cielo.

—Lo sé, no las toco así por eso.

—¿Por qué, entonces?

—Porque son tus marcas, son heridas de supervivencia, de triunfo, son cicatrices de aquí dolió —pasa su mano por la cicatriz de mi brazo y el costado de mi espalda—, aquí sanó —se acerca y me abraza llevándome a su pecho, besando mi cuello—. Te amo, amor.

—Yo también —entrelazo nuestras manos por debajo del agua—. Me queda hacer algo más, pero necesito que me ayudes, no puedo sola y Kate...

—Dime y lo que sea, te ayudaré, somos un equipo ahora, amor —sonrío y volteo a besarla.

—Tenía planes com Gwen antes de... —suspiro y retomo—, ambas compramos una casa, vivimos ahí un tiempo, necesito venderla, no por el dinero, yo ya no quiero y puedo seguir aferrándome yo...

—Sí, te ayudaré. La madre de Matilde es arquitecta quizás ella nos ayude a cotizarla y...

—Gracias —volteo a abrazarla—, gracias, gracias. Sé que quizás es demasiado, desde que estás conmigo solo te la pasas arreglando mis desastres y...

—Basta, por favor basta. Yo estoy contigo —se separa de mi para verme a los ojos y luego me abraza fuerte—, te dije una vez, dime que necesitas y te ayudaré, es un gran paso que pidas ayuda, amor, que confíes en mí y que no quieras hacer todo sola. Yo estoy aquí para ti.

—Gracias —murmuro aferrada a su cuello.

Salimos de bañarnos y nos acostamos en tranquilidad juntas, esta noche ella me contiene y me acuna entre sus brazos, me mantiene cerca de su pecho y antes jamás creí que algo tam íntimo como esto, podría ser solo esto y no terminar en sexo, pero me siento en paz y en calma, solo quiero estar con ella.

Como su nombre lo dice, ella me ha devuelto el alma, que me quitó la guerra, el pedazo que se llevó Gwen y con lo que quedó, está logrando que esos pedazos que estaba esparcidos por todos lados en lo restos que quedaron de mí, vuelvan a unirse y crea piezas que encajan, para llenar huecos que tengo, que ella ni siquiera hizo ¿Cómo no enamorarme de ella? ¿Cómo no pensar en un futuro hacerla mi esposa? Seré mi mejor versión, por mí, pero para brindarsela a ella y a nuestra futura familia juntas.