15 Caricias de alto nivel
Había olvidado lo bien que se sentía el amor, amar a alguien, querer verla a diario, pensar en ella, o en todo, en nosotras. Ya me quedan solo tres días de este período a prueba, y puedo decir con la mayor satisfacción del mundo, que lo logré, sé que lo logré hace tiempo.
—Buenos días —le digo con una gran sonrisa dejándo la bandeja del desayuno sobre la mesita de luz a su lado—. Te traje el desayuno —la acaricio la mejilla apartando su cabello— ¿O quieres seguir durmiendo?
—¿Qué hora es?
—Las 10:17 a. m.
—¿Cómo hozas despertarme tan temprano? Mujer del demonio —se voltea y me río.
—Cielo —me acomodo a su espalda y comienzo a besar su rostro, cuello y hombro, a lo que ella sonríe—, tengo que ir a ver unas cosas del nuevo bar y luego vuelvo, pero no quería irme sin desearte buenos días y dejarte el desayuno hecho.
—Que considerada —voltea a verme— ¿Vas a demorar mucho en volver? Sino voy contigo —sonrío— ¿Qué?
—¿Qué clase de monstruito afectivo estoy creando? —ella se ríe porque fue su frase— No demoro nada, te lo prometo —la beso—, te quiero, ya vuelvo —me levanto besando su frente y ella se estira para desperezarse.
—Daliah —volteo a verla—, también te quiero —es la mejor manera de empezar mi día, con ella en mi cama, diciéndome que me quiere—. No te demores.
—No lo hago —me acerco de dejarle otro beso y me apuro en salir, para volver rápido.
Hemos compartido varías noches y días solo durmiendo juntas, la deseo a cada momento y sé que ella también, pero aunque me cuesta, me controlo, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad. Jamás había compartido con alguien tanto tiempo una cama, sin que pasara nada más que solo dormir en ella, si así estoy colada por ella, solo durmiendo a su lado, cuando al fin tenga la oportunidad de que podamos estar juntas seguro que estaré peor, porque Alma, vive en cada momento del día en mi cabeza, en cada latido de mi corazón y en cada respiro que doy para oxigenar mi cuerpo, ella está en todo momento en mí.
—Bueno muchachos —miro la hora en reloj— ¿Eso es todo?
—Sí, jefa.
—Voy a comprar unas cosas y vuelvo, por favor muevan los refrigeradores a donde les indiqué y ya vuelvo para cerrar, si terminan antes, me llaman —asienten y los dejo para salir.
Paro en una floristería, compro un ramo de flores y luego paro en una panadería, hace unos días me dijo que tenía muchas ganas de comer unos pancitos que vienen con chips de chocolate y son de frutos rojos, que hacen en una panadería específica, intento recordar a dónde me dijo que estaba y bajo a comprar. En 42 minutos, me llaman para que vuelva a cerrar.
—Jefa, ya está todo en orden.
—Voy llegando, vayan saliendo así cierro.
Bajo solo para cerrar el loca y vuelvo a subir para encontrarme de nuevo con ella, subo al departamento algo apurada y al abrir la puerta, me encuentro con una gran escena, ella en ropa interior con una camiseta enorme, regando las plantas, voltea a verme y me regala una gran sonrisa. Alma es lo que dicta su nombre, ella le da vida a todo lo que la rodea, ella hace que todo sea cálido y un hogar con su sola presencia.
—Ya volviste —se acerca con una gran sonrisa a besarme.
—Esto es para ti —le entrego el ramo y la bolsa.
Huele las flores casi que abrazandolas, me besa entre sonrisas, y toma la bolsa.
—¿Qué más trajiste?
—Me dijiste hace unos días que tenías un antojo.
—¿Lo hice? Ni siquiera recuerdo de qué era —abre la bolsa y ve el contenido, se pone tan contenta por algo que solo me costó unos dólares, pero me encanta ver como sus ojos se llenan de brillo—. Gracias, gracias, tenía mucha ganas de comer uno de estos y te acordaste.
—Claro que me acordé me gusta verte feliz.
De un salto se coloca encima de mí y nos besamos, la siento en la americana y freno mi impulso de bajar a besos por su cuello y continuar hasta su centro, para tomarla y hacerla mía.
—Ya no necesito más tiempo, ni tres días más, ni una hora más, mi respuesta es que sí.
—¿Qué sí, a qué? cielo.
—Que sí, quiero salir contigo —no quepo en mí, en este momento estoy muy feliz—. Pasaste tu periodo de prueba con mucho éxito.
—Jamás dude de mí, y mis capacidades —levanta una ceja—, claro que haría todo bien, lo que menos quiero es perderte —la sonrisa vuelve a su rostro. Volvemos a besarnos, y entre mi felicidad y la necesidad de tocarla me separo de ella con mucha dificultad—. Cielo, debemos parar...
—¿Por qué? —baja a besos por mi cuello.
—Porque me está costando mucho controlarme.
—Entonces no lo hagas, no te controles —la miro—. Pasaste tu período de prueba, cumpliste con tu palabra y me parece que el mejor premio de graduación sería estar juntas —no me lo creo ¿en verdad puedo?— ¿No te parece mejor que un diploma?
—Mil veces mejor.
La tomo para cargarla sobre mí e ir a la habitación, entramos y la depósito suave sobre la cama. Tenía tantas ganas por este momento, que la adrenalina que me recorre hacer tiritar mi cuerpo y mi corazón latir desbocado.
—Daliah —me separo al verla, ya estamos ambas solo en ropa interior, pero si quiere parar, pararé—, no me rompas el corazón —me observa suplicante, y eso me estruja el pecho—, por favor no me lo rompas, te quiero y hace mucho que no quiero a nadie, no así.
—Cielo, si alguien aquí tiene un gran poder casi total, eres tú sobre mí, porque sin lugar a dudas, quién puede terminar con el corazón roto, seré yo si decides dejarme. Jamás haría algo para lastimarte, Alma, jamás. Te has convertido en lo más preciado que tengo y sí, no ha pasado mucho tiempo, pero es lo que logras cuando llegas a la vida de las personas.
—¿Qué logro? ¿Qué logré?
—Meterte por cada una de mi grietas, para aliviar mi dolor, cielo, eres alivio, eres calma, eres quién quiero ver cada día, eres mis ganas de llegar a casa.
Sonríe me atrae hacía ella y seguimos en lo que estábamos. De nuevo doy estos besos que hacía mucho no daba, con una ternura excesiva y cargados de amor.
Me tomo mi tiempo para recorrer la piel y el cuerpo de Alma, me deshago de su brasier, ella me quita el mío. Exhaló al verla y me tomo mi tiempo de impregnar mis retinas con su imágen.
—Eres tan hermosa, cielo, tan hermosa —recorro con mis manos desde su clavícula hasta sus pechos y pezones erectos— ¿Puedo? ¿Puedo probarlos? —ella asiente.
Bajo con mi boca a sumergir mi lengua en cada poro de su piel, su cuerpo se arquea de placer y yo también al tener sus pechos en mi boca. Me encanta escucharla decir que me quiere, pero escuchar sus gemidos, es aún mejor. Tenía tantas ganas se esto, de ella a mi merced.
Subo a besarla de nuevo y ella me recibe gustosa, me ubico mejor entre sus piernas presionando y rozando su intimidad dónde ambas aún conservamos las bragas puestas, bragas que siento muy mojadas de nuestras ganas acumuladas.
Lleva sus manos a mi cintura para que no me aparte de ella y marcarme el ritmo con el cuál me froto entre nuestras intimidades, pero al rozar mis cicatrices, para siento su tacto suave recorrer los surcos de mi piel.
—Estoy bien, no duelen.
No duelen como al inicio, como las primeras veces que estuve con alguien para satisfacer mis necesidades físicas más nunca emocionales, no hasta este momento aquí con ella.
—Podemos... sino te sientes cómoda.
—No, quiero esto, te quiero a ti y te lo quiero dar todo, que conozcas todo de mí y si quieres aceptarme así.
—Sí, quiero. Yo... yo te acepto así.
Atrapa mi boca y meta su mano para quitar mis bragas tocando mi trasero, le ayudo a sacarmela y le quito la suya, deslizanzola suavemente entre sus hermosas piernas, para ver su intimidad y confirmar lo que sentía al rozarnos ella está muy mojada, subo buscando su mirada con una sonrisa y ella me mira ruborizada intentando cerrar sus piernas, apartando su vista.
—Mirame.
—Me da vergüenza —intenta cubrir con su mano su intimidad, que me ruega atención—. Nunca antes me había pasado algo así —señala su entrepierna y yo la miro sin comprender—, estar tan mojada con solo besos y caricias.
—Es porque me quieres —sonrío con suficiencia.
—Es porque te quiero —me confirma con convicción— y porque me gustas muchísimo.
Saco su mano, acariciando su monte de Venus, ella cierra los ojos, su sensibilidad parece estar aumentada, busco hundir mis dedos entre sus pliegues y un gemido se le escapa, cerrando los ojos, me agacho sobre ella besando su estómago, mientras mi mano recorre masajeando su intimidad y su respiración se agitada anta cada uno de mis movimientos, calculados y exactos, para producirle placer.
Al acercarme más a su intimidad, con la boca hecha agua, sintiendo el calor que emana, me hundo en ella y el sonido más gutural y hermoso sacado desde lo más profundo de su ser, se le escapa de su boca. Sonrío y sigo con mi tarea ella aferra mi boca a su intimidad y yo no reniego de eso, por primera vez dejo que alguien me hunda en ella, y yo con gusto me aferro entre sus piernas, alternando mi boca y mi mano, mientras yo también me doy un poco de atención, la excitación es tanta que aguanto y cuando ella llega a su orgasmo, yo también le doy paso al mío, para que ambas lleguemos juntas.
—Eso fue... —dice intentando componerse—, fue... intenso.
—Y me encantó —saco los dedos de mi interior y levanto la cabeza entre sus piernas, ella mira mi mano mojada—, era tan rico escucharte que no pude evitar tocarme —sonríe y niega.
—Solo dame un momento y arreglo eso —toma mi mano y se la lleva a la boca. Jamás algo tan lascivo me había parecido tan sexy.
Me acerco a besarla para probar mi sabor en su boca, y que ella pruebe el suyo. Solo beso es suficiente para encendernos de nuevo.
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