Capítulo 9
Kao apenas había colgado la llamada con el otro pelinegro, tomo sus llaves y salió con rumbo al bar en donde siempre se encontraban, cuando llegó, ya Ohm estaba sentado en la barra y desde donde estaba parado no se le veía un buen semblante, camino hacía la barra y se sentó en el taburete que estaba a su lado.
—¿Qué pasa? ¿porque tanta urgencia para venir aquí?—, hablo ignorando al camarero que intento hacer contacto visual con él, su mirada estaba centrada en busca de vasos vacíos cerca de Ohm y suspiro aliviado cuando no encontró ninguno, solo había uno en su mano que se veía que aun no había tocado y tenía un líquido oscuro.
—Cálmate, esto solo es un cuba libre con más refresco de cola que ron, así que cálmate todo va estar bien.
Relajándose un poco Kao arrojó su chaqueta al taburete que estaba a su lado y le pregunto:
—¿Cuál es el problema? No has venido a un bar en meses.
—Son esas cartas...—. Comenzó hablar el pelinegro para luego solo quedarse callado por unos segundos —No puedo leer esas letras...
—No es obligatorio que lo hagas, cuando fui a tu casa aquella vez pensé que querías hacerlo por eso te ayude a ordenarlas, pero no tienes que hacerlo... No es como si tengas que hacer algún tipo de penitencia por no leerlas a tiempo.
—Lo sé, pero aún pienso que debo de haberlas leído cuanto fueron enviadas, debería de haber estado allí, al menos debería de haberle enviado una respuesta pidiéndole que se detuviera que no iba a volver, pero yo...
Kao solo lo escuchaba con los brazos cruzados, lo estaba dejando desahogarse, se notaba algo ido mientras narraba que era lo que le estaba aquejando.
—El ahora está muerto—, susurro de nuevo el pelinegro y el agarre en su vaso se hizo más apretado, tanto que sus nudillos comenzaron a ponerse blancos.
—Si esta muerto—. Esa fue la respuesta del otro, ¿qué le podía decir?, él no conoció al autor de las cartas, así que no sabía que más podía decirle. —Creo que lo mejor que puedes hacer es tirar las cartas, no te están haciendo ningún bien, ¡mírate!—. Señalo la bebida —Has estado bebiendo con demasiada frecuencia en este último tiempo, yo ya me estoy empezando a preocupar porque no se cual es el día que le voy a dar una mala noticia a la directora Narong, ¿sabes a lo que me refiero?, no quiero que te pase nada, además has estado sobrio estas dos últimas semanas, tanto así que hoy cuando regreso Fluke... Estas llevando mejor las cosas con él.
Ante la mención del castaño, Ohm hizo una mueca con sus labios para luego mirar su bebida, nada más oír su nombre hacía que su sangre bombeara con más fuerza, ¿qué estaba pasando con él?.
—Sí alguien a quien haz tratado con tanto desdén desde el principio como a Natouch puede ver la diferencia en tu comportamiento después de dos semanas de reducir el consumo de alcohol, me pregunto que tipo de personas serias si ya no tomaras más—. Prosiguió con su diatriba Kao.
—¿Qué?—. Ohm se volteo a verlo de frente un poco desconcertado por lo que estaba escuchando —¿Por cuanto tiempo he sido así?—, susurro y había algo tan crudo en su rostro que Kao ni siquiera frunció el ceño.
Suspirando llamo al cantinero para que se acercara, la necesidad de un trago también lo estaba abrumando -Amigo, desde que te conocí no te he visto sin un trago encima o una resaca, creo que esa puede ser la razón por la que disculpe tanto tu comportamiento de mierda-, respondió al fin viendo como le servían la cerveza que había pedido.
Esas palabras produjeron un completo shock en el pelinegro, ¿cuando dejó que la bebida lo consumiera?, ¿cuando fue la última vez que pudo salir de su casa sin tomarse un trago de alcohol?, no podía recordarlo, o quizás si, desde aquella solitaria tarde en su casa en la que descubrió por primera vez lo que era el sabor del whisky.
—Sin embargo, aún no es tarde, puedes cambiar, no tienes porque seguir viviendo de la misma manera-. Escuchó la voz de su amigo nuevamente —La gente cambia cuando quiere,Thitiwat tu no eres diferente, ¿quieres cambiar?.
¿Quería cambiar su estilo de vida?, no tenía esa respuesta, pero si podía recordar el recipiente con el almuerzo a medio comer que dejo en la barra de su cocina antes de salir corriendo del apartamento, hubiera odiado tirarlo intacto y si era sincero consigo mismo eso le hubiera dolido más que recibirlo; incapaz de responderle a Kao, tomo otro sorbo de su bebida mirándola con repentino disgusto.
—Yo se que no será fácil-, dijo Kao al no escuchar respuesta del otro —Pero si hay algo que se de ti es que mientras más difícil sea el reto, encuentras un extraño placer masoquista en hacerlo.
En ese momento Ohm esbozo la primera sonrisa de la noche, él tenía razón, mientras más grande e intrincado era el reto se empeñaba mas en conseguirlo, ¿porque esa vez tenía que ser una excepción?.
Ya habían pasado algunos días desde esa noche de copas con su amigo en donde se había dado cuenta que tenía un problema, todo había ido bien a excepción de una cosa, la chica que ahora tenía parada al frente, ella lo había estado conduciendo contra una pared durante toda la semana, con cansancio se contuvo de suspirar cuando Ploy se acercó nuevamente a su escritorio a pesar de que toda la clase salía alegremente por la puerta a toda prisa hablando unos con otros sobre sus planes para es misma tarde.
—Profesor—. Lo llamo la chica inclinando su cuerpo hacia la derecha para que pudiera mirarla al rostro, a pesar de que él estaba haciendo su mejor esfuerzo para no hacer contacto visual, se concentro en recoger los papeles que tenía sobre el escritorio para meterlos en su bolso.
—Dígame señorita Sornarin— , hablo por fin resignado.
—Se que ya he hablado varias veces para que me de clases privadas...—. Comenzó su discurso bien ensayado Ploy —Se también que me dijo que no se podía debido a las políticas de la escuela, pero últimamente he estado teniendo muchos problemas con las clases de inglés y mis padres estaban hablando de enviarme al extranjero para las vacaciones de verano ¿Hay alguna manera de que pueda tener un tiempo extra contigo después de de la escuela?— . Termino su discurso olvidándose del respeto que debía mostrarle a su maestro.
En teoría el pedido de la chica era inocente y con sus grandes ojos observando cada una de sus expresiones, se preguntó si aún no había habido una reprimenda oficial por parte de la escuela hacia ella, pero conociendo a la directora Narong, seguramente pensó que era su culpa que la adolescente siguiera volviendo hacia él de esa manera, siempre buscaba una forma de quedarse a solas con él.
—Señorita Sornarin, hemos hablado de esto, no doy clases particulares para nadie.
Ploy asintió mordiéndose los labios con fuerza y ajustando la falda de su uniforme con dedos temblorosos—Correcto, siento mucho haberlo importunar, solo esperaba...—. Se detuvo para ver sus ojos fijos en ella, ilegibles en su oscuridad.
¿Porque siempre era tan difícil de entender?, por la forma que la estudiaba ella había llegado a pensar que quizás había algo de curiosidad o interés hacía su persona, pero luego apartaba la mirada y no había nada más que un vacío, la estaba volviendo loca, mirarlo todos los días y pensar en él todo el tiempo, sus negativas habían sido tan consistentes desde el principio que incluso Earth estaba empezando a dejarlo pasar, pero para ella esto era otra cosa.
Todavía podía recordar aquella vez en el pasillo cuando alguien la había empujado tan fuerte por accidente que había ido a caer apoyándose contra la barandilla en la parte superior de las escaleras, habría terminado con una pierna rota o algo peor, pero sus brazos habían estado allí para sostenerla, en ese momento había tenido la oportunidad de respirar el aroma de su perfume, el roce de su cabello contra su rostro mientras la estabilizaba y se enderezaba, esa acción había hecho que su corazón latiera a un ritmo que nunca había conocido.
"Cuidado", eso era todo lo que le había dicho, tan secamente que logró que se estremeciera, todo lo que quería era que él la tocará con tanta confianza como lo había hecho ese día, sabía que comenzaba a ser demasiado obvia y no solo para él, sino también para los otros maestros, ya la habían pillado demasiadas veces mirándolo fijamente, pero su mente siempre se distraía tan fácilmente en su presencia.
No era su culpa, de verdad lo intentó, a veces pensaba que hubiese sido más fácil enamorarse de un chico de su clase en lugar de su maestro, pero en el corazón no se mandaba y el profesor Thitiwat no era muy mayor para ella.
-Señorita Sornarin por favor tome asiento-, hablo Ohm un poco cansado señalándole la mesa y la silla que estaba en la primera fila, mientras el daba la vuelta y se sentaba en su lugar en el escritorio tenía que colocar la mayor distancia que pudiera, se arremango la camisa sin saber que ese acto había hecho que la chica se mordiera el labio con fuerza.
-Debe entender que existen reglas por una razón, se que le resulta muy difícil escuchar lo mismo constantemente, pero tal vez si se detuviera a considerar las razones detrás de esas reglas podría entender un poco más de lo que le estoy hablando, los maestros solo estamos aquí para enseñar nuestras clases y hacer cumplir las normas y reglas de la escuela, no estamos para hacer amistades o tener algún tipo de relación con los alumnos-. Decidió atacar el problema de frente, había llegado la hora de hablarle claro a la adolescente.
Ploy solo trago saliva y miro la mesa que tenía en frente, apretando las manos en su regazo -Ya se que existen reglas, pero...
El pelinegro solo suspiro y negó con la cabeza —No hay peros... Esas reglas están allí por una razón y estoy seguro que no estarías tan interesada si yo fuera uno de esos maestros que ignoran las reglas, lo que quiero que entiendas es que esas reglas se hicieron para protegerte.
Los ojos de Ploy se habían llenado de lágrimas, su garganta se sentía apretada y sus dedos se agarraron más fuerte al pedazo de tela de su falda.
—Puedo irme ya profesor—. Fue todo lo que alcanzo a decir con un hilo de voz.
—Sí puede retirarse ya.
Rápidamente se levantó de su asiento empujando la mesa y saliendo por la puerta solo para congelarse al ver al profesor Natouch en el pasillo.
—Señorita Sornarin—. La llamo un poco sorprendido por verla de esa manera.
—Disculpe profesor Natouch—. Su voz tembló un poco mientras parpadeaba para tratar de ocultar las lágrimas que estaban luchando por salir de sus ojos y antes de que el castaño pudiese decir algo, corrió bajando las escaleras al final del pasillo de dos en dos.
Fluke solo la miro fijamente con los ojos muy abiertos antes de volverse hacia Ohm, quien estaba viendo la escena desde adentro del salón, con las manos en los bolsillos esperando que él entrara.
—Esa chica parecía algo alterada—, murmuró el doncel ingresando por fin.
Ohm no dijo nada, solo se volvió a posicionar en su escritorio para volver a intentar calificar los trabajos que tenía pendiente y que había guardado para poder hablar con la estudiante.
—Yo solo venia a dejar estos cuestionarios para la clase de mañana—. Fluke dejó la carpeta sobre el escritorio —No estaré mañana aquí, es mi día libre... así que si hay algo que quieras que haga...— Continuó teniendo algunos recuerdos de la última vez que habían tenido esa misma conversación.
—No creo que necesite algo en realidad, estamos a nada de las vacaciones de invierno, solo deben presentar el examen final y luego se van de vacaciones.
—Correcto—. Fluke se giro dirigiéndose a la puerta de nuevo —Nos vemos entonces la semana que viene.
—Espera, tengo aquí tu envase en donde me diste el almuerzo del otro día—. Lo llamo de repente obligándolo a detenerse, estaba sorprendido no espero que se lo devolviera —Gracias por eso, cocinas muy bien—. Sacó recipiente del bolso y se lo entregó con una fuerte opresión en su pecho.
—Me alegro de que haya sido de tu gusto—, contesto él algo sonrrojado, no estaba acostumbrado a los halagos.
—¿Porque no me hablaste de los niños?—, pregunto Ohm de repente, ni el mismo sabía de donde había salido esa pregunta.
Desde el incidente de la medicina, ninguno de los dos se había dicho mucho al otro, se movían alrededor del otro con un tipo diferente de tensión, una más confusa que la anterior. La verdad es que Fluke había esperado que no volviera a tocar el tema y que tal vez había algo de humanidad en el horrible hombre que había conocido en sus primeros días en la escuela.
—Teerapat lo hizo— , susurro brevemente, mirando como el rostro del pelinegro registraba sus palabras con una emoción que no podía descifrar —No pensé que quisieras escuchar sobre ellos de mi... sino quisiste leer sobre ellos de parte de él.
Con la mandíbula apretada Ohm fingió concentrarse en una de las pruebas que tenía en frente para luego decir: —No había leído ninguna de las cartas.
En ese momento Fluke no pudo evitar pensar que ese "había" le sonó a que ahora las estaba leyendo —Lo supuse cuando me di cuenta que no sabías que era su esposo.
—Creo...—Volvió a hablar lentamente, sin saber a donde iba esa oración —Puede haber algunas que tal vez quieras.
El corazón le latía repentinamente en su pecho, el castaño trató de leer su rostro, pero el hombre frente a él se apartó de los rayos de sol que entraban por la ventana ensombreciendo sus facciones —¿Todavía las conservas?—. Era una pregunta retorica, sabia muy bien que las tenia después de todo le estaba ofreciendo algunas.
—Sí todavía las tengo...
La idea de leer las palabras que su Teerapat había escrito lo mataría, sin embargo la tortura era demasiado tentadora para dejarla pasar, miro nuevamente a Ohm con esperanza.
—Te traeré algunas la semana que viene—. Concedió lentamente, el doncel se veía algo afectado ante la idea de leer las cartas, ¿le afectarían de la misma manera que lo había hecho con él?.
No tuvo tiempo de hacer o decir nada porque el castaño se dio la vuelta y caminó hacia puerta con sus manos sosteniendo el recipiente de la comida con fuerza, pero antes de irse del todo se volteo queriendo decir algo.
El pelinegro solo se lo quedo mirando, al ver como la luz del sol jugaba con sus cabellos haciendo ver algunas tonalidades rojas, junto con sus piel blanca, se iluminaba como un hada que estaba flotando ante él.
—Yo creí que lo hiciste muy bien, me refiero a lo que le dijiste a la señorita Sornarin, fuiste claro, profesional y amable... Si necesitas a alguien que valide tu historia yo puedo hacerlo.—Hizo una pausa, se había delatado, la verdad es que él se había acercado al salón de clases en el preciso instante que él comenzó hablar con la adolescente.
—Adiós—, dijo al fin después de ver como el otro asentía.
El pelinegro solo se dejo caer en la silla en donde estaba sentado, sintiendo que una tensión que no sabía que tenía en su cuerpo se disipara, ahora solo tenía que esperar a ver que iba a suceder de ahora en adelante, ya el hielo se había roto.
Las cosas van mejorando...
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