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XXXIV

La presidenta de la comunidad de Madrid no era, ni de lejos, la persona favorita de Alexia Putellas, pero debía darle la razón en una cosa: no se había encontrado con su ex en el tiempo que llevaba en la ciudad.

Se había planteado la posibilidad de un encontronazo saliendo de alguna entrevista, de algún anuncio, de alguna reunión ultimando detalles y, aunque le resultaba poco probable, la idea de que Martina hubiera vuelto a Madrid no la tranquilizaba. No tenía nada en su contra, tampoco a verla de nuevo; pero en los últimos días, su aspecto emocional había pasado no a un segundo plano, sino quizás a un tercero.

La conversación con Elena había revuelto mucho dentro de ella. Se había encontrado sin dormir algunos días, dándole vueltas a lo que habría sido de él, resistiéndose a investigarlo por su cuenta. También teorizando sobre el efecto mariposa y sus malas decisiones. Había desaparecido del mapa un par de días, pero en ese momento, con todo bajo control debajo del robot al que solía recurrir cuando todo se ponía en contra, Alexia estaba lista para dar la gran entrevista.

Sabía que Elena la estaría viendo. No porque fuera la posibilidad de volver a verla después de aquel día en un baño de Londres, sino porque su íntegro trabajo en NOVA se preparaba para ese preciso instante.

Debía estar allí con ella, de hecho; pero había comunicado que no se encontraba bien. Había dejado tan solo una lista de instrucciones que Irene había seguido con detalle.

Intentaba no pensar en ello.

También sentía el peso de suponer que Martina la vería también. Podía ser que sintiera curiosidad por confirmar que se encontraba bien o que su cuello no estaba marcado por nadie. Además, el anuncio de su entrevista había aparecido en la cadena mínimo cada veinte minutos. Toda la población debía estar más que al corriente de que la emisión de la gran entrevista de Alexia Putellas comenzaría en los próximos minutos.

Intentaba no pensar en ello.

Por lo menos no estaba sola. Madrid era un destino mucho más cercano y fácil para un viaje express de apenas una noche fuera. Mapi León y Alba Putellas habían decidido estar a su lado, completamente conscientes de que hacía muchos días ya que Alexia estaba en modo automático.

Lara, la maquilladora, terminaba de dar los últimos retoques en la cara de la rubia, mientras se disculpaba sin parar ante la posibilidad de estar causándole daño o molestia. Su silencio le resultaba inquietante, pero a decir verdad no tenía nada que ver con ella.

Alba terminó su tercera vuelta por el camerino cruzándose de brazos y golpeando con hastío su dedo índice con el codo del brazo contrario.

—¿Estás bien? ¿Seguro?

Alexia asintió en silencio y con cuidado de no molestar a Lara, que se retiró rápidamente no sintiéndose nada bienvenida en la conversación.

Mapi la agarró del brazo y la hizo mirarla directamente a los ojos. La mirada de la catalana no reflejaba miedo o preocupación, pero sí tristeza.

—Sólamente debo dar una entrevista.

Tampoco era como que pudiera echarse atrás. La cadena había hecho de aquello su programa líder de la noche del viernes y había creado una gran expectación.

Se levantó. Mapi asintió no demasiado convencida y caminó hasta un pequeño sofá de color gris con una alalfombra bajo sus pies con la forma de un campo de futbol.

Se revisó en el espejo, comprobando que la incomodidad de la maquilladora no había hecho estragos en su aspecto —completamente inmaculado—.  Se mordió el labio y se dio la vuelta.  Mapi esperaba, sentada con cara de pocos amigos y, a su lado, Alba e Irene compartían impresiones.

Se alejó del espejo en el exacto momento en el que un par de hombres recogían la silla y el material con el que acababan de maquillarla y peinarla. Una mujer cubierta de cables, walkies y auriculares la tomó del brazo y tiró de ella.

—En dos minutos —farfulló—. La dejo lista —pronunció en el momento en el que la soltó contra un acolchado sofá individual de color granate.

Dedicó una última mirada a sus tres acompañantes antes de tomar asiento.  Santiago Galván se acercó a ella a paso rápido, apartando la mirada de la tableta en la que repasaba la entrevista. Estrechó su mano.

—Un gusto, Alexia. Muchas gracias por venir.

La nombrada le devolvió el saludo, asintiendo. Luego, el hombre se dejó caer en el asiento frente a ella. Cruzó las piernas y apoyó el dispositivo sobre la mesa auxiliar.

La exfutbolista revisó también la suya. Una botella de agua y un vaso descansaban sobre la madera. Lo agradeció, notando su boca seca ante los nervios.

La cuenta atrás del operario de cámara hizo que Santiago Galván cambiara su postura en el sofá. Se fijó en una de las cámaras que lo enfocaban directamente a él y esperó a la señal para comenzar a hablar.

—En el oscuro laberinto de la Real Federación Española de Fútbol, los titulares no dejan lugar a dudas: la corrupción es la moneda de cambio, la injusticia su fiel compañera. Menosprecios, desvíos de fondos, y adjudicaciones a dedo han convertido a esta institución, destinada a ser  guardiana del deporte, en un verdadero pandemonio de intereses oscuros y egos desmesurados. La sombra de la corrupción se cierne sobre cada paso que da la RFEF, manchando sus logros con el fango de la codicia y la avaricia. Es hora de desentrañar los secretos más oscuros de esta federación, de exponer la verdad sin titubeos ni miramientos. Porque en el juego sucio del fútbol español, la justicia debe ser el árbitro supremo, y la transparencia su bandera.

Alexia dio un último trago al agua fresca. Suponiendo que se encontraba fuera del primer plano que se estaría mostrando en ese momento en las pantallas.

—Y en nuestra incansable búsqueda por la verdad, hoy tenemos el privilegio de recibir a una voz valiente y necesaria en el mundo del fútbol español. Una jugadora cuyo coraje en el campo fue tan firme como es su integridad fuera de él. Alexia Putellas, es un honor contar contigo.

—Muchas gracias por invitarme, Santiago.

—Hoy nos has concedido la oportunidad de adentrarnos en un tema que ha estado en boca de todos: los escándalos que envuelven a la RFEF. Pero antes de entrar en materia, nos gustaría saber qué te ha motivado a dar este paso, a levantar la voz y exponer la verdad.

—Recientemente, el equipo del que soy mánager actualmente, el Manchester United, ha perdido la final de copa. La corrupción de la RFEF ha sido conocida y debatida desde mucho tiempo atrás, pero he entrado como un punto más a tener en cuenta desde mis declaraciones al término del partido, acusando a Luis Rubiales como causa de la derrota, tras un arbitraje más que cuestionable.

—Informamos a los espectadores que no lo sepan que por este hecho has sido sancionada con tres partidos, ¿verdad?

—Efectivamente.

—Cuéntanos entonces, Alexia. ¿Cómo apareces de nuevo tras retirarte del fútbol profesional por una lesión en la rodilla a ser la entrenadora de un equipo tan grande como el Manchester United y convirtiéndote en la primera mujer en estar al mando de un equipo masculino?

—Hasta hace menos de un año entrenaba a categorías formativas del equipo de mi pueblo, Mollet del Vallés en masculino y al equipo sénior en el femenino. Había buenos resultados y varios ascensos de división. Era un buen proyecto deportivo y grandes jugadores con mucho talento.

—¿Es el Manchester United quien contacta contigo? ¿Apostaron así por ti? —interrumpió, tratando de retomar el ritmo de la entrevista.

Santiago Galván era plenamente consciente de lo que Alexia y su equipo pretendían revelar aquel día en su programa, por lo que dio una señal al equipo de cámara para preparar el primer plano a la exjugadora.

—Recibí una llamada que me citaba en Zaragoza para formar parte de NOVA. Ellos fueron los que posteriormente me pusieron en contacto con el Manchester United.

—¿NOVA? ¿Es alguna especie de agencia de representación?

Alexia negó con la cabeza.

—NOVA es el motivo por el que estoy hoy aquí y también por el que Luis Rubiales tiene interés en que mi vuelta al fútbol profesional sea un fracaso. NOVA es una organización dirigida por grandes personalidades del fútbol español, que han dado un paso hacia delante para liberarla de toda la corrupción que la lastra y hacer de ella todo lo que podría llegar a ser. Mi éxito en el Manchester United y mi afiliación a NOVA podrían hacer peligrar la situación de Rubiales y su equipo, quienes, al borde de las elecciones a la federación, se han visto envueltos en numerosas tramas de corrupción que muestran la realidad de lo que pasa en sus oficinas.

—Podemos suponer que NOVA se postulará como una opción de cambio en estas nuevas elecciones.

—Lamentablemente, las elecciones no son abiertas. Por mucho que NOVA presente una opción viable para tomar el mando, si el entramado corrupto de la actual nos veta cualquier posible cambio, nuestra ilusión  y ambición caerá en saco roto. Queremos terminar con el negocio y construir una federación seria. Eso no gusta— Alexia tomó una pausa y miró directamente a una de las cámaras—. NOVA presentará un proyecto públicamente, mostrará a todos aquellos que han apoyado esta iniciativa, esos grandes nombres y también lo que espera conseguir del fútbol de este país. Si eso convence a la población, a los aficionados, ellos pueden exigir la dimisión de un organismo que actúa en nombre de su país. Están en su derecho de pedir algo más.

—Estoy seguro de que nuestros espectadores estarán pendientes de conocer a todas esas personas que forman parte de esta iniciativa y el plan para el futuro del fútbol español, sobre todo después de conocer los últimos escándalos del equipo de Luis Rubiales. Hablábamos de que considerabas que el partido había sido saboteado por él, dado que tu éxito y buena consideración por el público le perjudicaba—Alexia asintió—. ¿Ha habido más ocasiones en las que la actual federación haya utilizado su poder para entorpecer a NOVA?

—El escándalo con Owen Spencer es un gran ejemplo de ello. Algunos de mis compañeros han perdido sus trabajos al haber sido remotamente relacionados con NOVA. Pero esto se remonta mucho más atrás, incluso cuando todavía era jugadora, los desprecios a mí y mis compañeras eran constantes y no tenían ningún tipo de sanción desde arriba. Se han entorpecido muchas mejoras que deberían haber llegado antes y se han aceptado muchas que nunca han llegado a aplicarse. ¿Dónde fue ese dinero?

—Según nos cuenta tu equipo, tenemos una lista de algunas de las situaciones a las que en concreto la selección femenina ha tenido que experimentar, desde Quereda hasta Jorge Vilda.

Mientras Santiago Galván daba paso a una serie de imágenes y vídeos ilustrativos sobre las cosas que estaba denunciando y sus explicaciones, Alexia no pudo evitar fijarse en cómo Irene Lozano, desde detrás de las cámaras hablaba por teléfono de forma muy alterada.

Alba se paseaba entre los operarios de sonido con nerviosismo, mientras Mapi la perseguía, tratando de tranquilizarla, pero con el mismo gesto duro.  El entrevistador continuaba hablando. Algunos asistentes trataban de hacerse cargo de la situación, ya que el volumen estaba comenzando a entorpecer el programa.

Finalmente, Santiago dio paso a la publicidad, dando tiempo a que lo que fuera que estuviera ocurriendo en el plató, terminase.

Alexia se levantó sin mediar palabra y caminó a zancadas hasta dar con Mapi.

—Dime qué es lo que está pasando —exigió.

Mapi León torció el gesto, no demasiado segura de si era lo correcto. Miró a la rubia a los ojos.

—No te pongas nerviosa, ¿vale? —Alexia frunció el ceño—. Estamos haciendo todo lo que podemos.

—Que me digas lo que está pasando.

Mientras Mapi se revolvía, la exfutbolista se fijó en su hermana, quien no paraba de llamar por teléfono y caminar en círculos por el plató. Alexia llevó de nuevo su mirada a la central, esta vez mucho más seria que antes, si es que era posible.

—Primero de todo, tu madre está perfectamente.

Alexia dio un paso hacia la defensa.

—¿Qué le pasa a mi madre?

—Está bien —insistió, poniendo ambas manos entre su cuerpo y el de la catalana—. Han entrado en tu casa, en Mollet. Lo han revuelto todo y han dejado una especie de mensaje en la pared. Es una locura, lo sé.

—¿Cómo está mi madre? ¿Qué le han hecho? —preguntó, volviendo la atención al nerviosismo de su hermana.

—No estaba en casa, por suerte.

Con un gesto firme, la exfutbolista apartó a Mapi León de su camino y se dirigió a paso rápido junto a Irene Lozano, también al teléfono, pero mucho más estática que la menor de las Putellas.

—¿Ha sido él?

Irene la observó con sus ojos cansados y abrió la palma de su mano derecha frente a ella, pidiéndole un minuto de clemencia.

—Estoy en Madrid. Sí, Alexia también —dijo a su interlocutor, al otro lado de la línea.

—Ha sido él, ¿verdad?

Viendo que Irene continuaba atendiendo más a aquel que la había llamado y con su desesperación creciendo por cada paso escopetado que su hermana daba contra la baldosa del piso, Alexia arrebató el teléfono de las manos de su jefa y se lo llevó a la oreja.

—Y luego tenemos el problema de Elena. Estaba siendo un activo público muy importante. La gente confía en ella, también estaba muy expuesta. Era un blanco —Irene Lozano no intentó recuperar el móvil, permitiendo a Alexia tomar consciencia de todo lo que acababa de ocurrir y evitando el mal trago de haber tenido que ser ella quien se lo contase—. Esto es lo que querían, al final. Si ahora se filtra a la prensa que está detenida, la opinión pú...

—¿Cómo que la han detenido?

Irene tomó el móvil sin esfuerzo, dando su objetivo por completo.

—La han detenido ayer. Ha sido su exmarido. Sustracción de menores.

—¿Qué? ¿Por qué no me has avisado?

Irene apretó los labios.

—Estamos ocupándonos de ellos. Hemos conseguido que su hija no se quede con David, pero su madre está insistiendo mucho por la custodia. Al no estar dentro del proceso judicial, será complicado que no se la den.

—¿¡La habéis dejado en la cárcel toda la noche!?

Irene abrió la boca para responder, pero fue interrumpida por Alba, que se acercó a las dos, agitada y guardando el teléfono en el bolsillo.

—Fue el último aviso. Lo escribieron en la pared. Salgo para Barcelona en una hora. Me voy al aeropuerto.

Esta vez fue Irene la que interrumpió a una de las Putellas antes de que pudiera sumarse al plan de la menor.

—Tú te quedas —advirtió a la exfutbolista—. Esta entrevista es muy grande para muchas personas.

Mapi tomó a Alexia del hombro con delicadeza.

—Eli está bien.

La rubia la fulminó con la mirada.

—Y Elena está en la cárcel.

Varias voces a su alrededor hicieron eco del estado de la publicidad: "¡Un minuto!"

—Alexia, es un tema complicado, ¿vale? —explicó Irene con hastío—. Tiene un buen abogado, pero es culpable. Su vecina lo corroboró.

La rubia bufó.

—Ale, tienes que volver —apuntó Mapi, siendo presionada por algunos trabajadores.

Con el corazón aún latiendo con fuerza y la mente llena de preocupación por su madre y Elena, Alexia regresó al sofá donde se había estado llevando a cabo la entrevista. Mientras se sentaba, intentó mantener la compostura y concentrarse en el momento presente, aunque su mente seguía divagando entre las noticias recientes y el compromiso de continuar con la conversación.

—Perdón por la interrupción, Santiago —se disculpó Alexia, buscando la mirada del entrevistador y tratando de ocultar la turbulencia emocional que la invadía—. Estoy lista para continuar.

Santiago Galván frunció el ceño. Quedaban unos segundos.

—¿Qué es lo que ha pasado? ¿Está todo bien? —Se preocupó.

—Pregúntamelo —sugirió.

Haciendo caso a su sugerencia, el periodista dio la entrada del programa tras la vuelta de la publicidad. Alexia trató de mantener el rostro más sereno posible, mientras era consciente del ajetreo que veía de forma borrosa en los laterales de su campo de visión. No sabía delegar. Nunca había sabido. En cuanto la entrevista terminara, Alexia se marcharía de allí, dijera Irene lo que dijera.

—Bueno, —comenzó con nerviosismo— acabamos de tener una interrupción por unos problemas en plató —informó con cierta duda en su tono de voz—. No sé si quieres hablarnos de lo que acaba de ocurrir...

—Alguien ha entrado en mi casa, bajo las órdenes de Luis Rubiales y ha dejado un aviso en mi pared para amedrentarme. He estado recibiendo amenazas por teléfono los últimos días para que cancelara esta entrevista.

Santiago Galván pestañeó varias veces.

—Esa es una acusación muy grave.

—Soy consciente —admitió—; pero no voy a permitir que todo lo que hace se esconda de la opinión pública. Lo repito aún sabiendo que tratará que me procesen por esto: Acaban de entrar a mi casa por la fuerza, donde reside mi madre y lo han destrozado todo. Esto ha sido por hablar en televisión sobre a lo que se dedica la federación y negarme a cancelarla tras sus amenazas. Luis Rubiales y todo su equipo son una banda criminal.

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Qué pasa mi gente

No me salvasteis a Chiara y cogí un berrinche, pero ya lo he superado y he vuelto. Nos vemos prontito que tengo la idea del siguiente listísima ;)

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