Capítulo 4: Oportunidad
Pues aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante hoy esté por siempre oculto a mi mirada, aunque nada pueda hacer volver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, pues encontraremos fuerza en el recuerdo.
–William Wordsworth
El par se hallaba comiendo en la taberna un filete de ternera, Leo acompañándolo con una cerveza y Elidí con agua. La dueña que también atendía el bar, pasó ofreciendo rellenar el tarro del joven, quien negó con educación. Ella veía curiosa al muchacho a su lado que comía con cierto toque de elegancia.
–Si me permiten la indiscreción. ¿Ustedes son viajeros o han venido al festival?
–Viajeros. –respondió el mayor.
–Ya veo. ¿Y tú, chica? –dijo atrayendo la atención con sorpresa del dúo. –Cuando te vi bajar, debo admitir que me confundieron.
–¿Puede guardar el secreto? –mencionó la joven bajando los cubiertos y habiendo tragado la comida antes de hablar.
–¿Son una pareja que se ha fugado por amor?
–Ah, Algo… así… –ella volteó a ver a su compañero que arqueó una ceja.
–Oh~ muy bien. Guardaré su pacto de amor. –la mujer sirvió más cerveza al hombre. –Esta va por la casa. –guiñó un ojo y se retiró a seguir atendiendo.
El par se vio un instante para luego reír en complicidad y terminar sus alimentos. Una vez acabaron ella regresó arriba mientras el otro se quedó un rato a acabar su bebida.
–¿Y tu novia? –mencionó divertida la mujer regresando con él y ofreciendo llenar nuevamente el tarro, pero él negó sonriendo.
–En realidad no somos pareja, pero tenemos motivos para viajar juntos.
–Oh, que decepción. Se ven lindos juntos. –rió levemente.
–¿De qué es el festival?
–El festejo de la abundancia. Damos gracias por lo que se nos ha dado en el año, buenas cosechas, buen ingreso y las buenas relaciones. Se celebra especialmente este último con un baile, las parejas entran a la plaza habiendo juntado sus palmas, el hombre se detiene y la chica se pone frente a él para luego ambos dar una reverencia, el baile comienza con el varón dando una vuelta y media a la mujer y quedar atrás de ella tomando ambas manos con las suyas y así danzar de la forma que lo deseen.
–Suena lindo. –no quitaba su sonrisa. –¿Por qué me lo dice como si tratara de convencerme de algo?
–Yo sólo digo que dando la vuelta hay una tienda de ropa, con muy lindos vestidos y de varios modelos.
–Lo tendré en mente.
Dio el último trago a su cerveza, pagó y salió de allí para observar el lugar y hacer un reconocimiento, pasó la fachada del establecimiento que la mujer sugirió y vio como afuera había algunas muestras de vestidos con telas de buena calidad. Suspiró y prosiguió su camino para ver el pueblo buscando puntos de escape en caso de emergencia, también observaba siendo meticuloso a las personas y sus caras para cerciorarse de que ningún enemigo les encontró.
La noche estaba llegando, ya era momento de que regresase, volvió a pasar por la misma tienda de ropa que se preparaba para cerrar por motivo del festival, miró al frente deteniéndose por un momento y luego dobló para dirigirse con el anciano.
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En el pueblo de Trisha, un grupo de soldados eran dirigidos por un caballero de ropa oscura sobre su corcel de color negro, su capa era alzado levemente por el suave viento dejando ver la espada envainada en cuya base del mango, una insignia de lobo relucía. Durante su recorrido era posible ver algunas casas quemadas y cierto destrozo del lugar. En la plaza del pueblo, el grupo de soldados que en primera instancia estaba establecido esperando a que llegaran los demás, se hallaba festejando con cervezas y cantos desentonados.
–Espero por vuestro bien, que tengan una excelente razón para esta… –hizo pausa para buscar alguna palabra que fuera de suficiente acorde para lo que él veía como bárbaros sin sentido. –jarana.
–¿Qué? –el hombre que comandaba la primera tropa dejó su tez divertida y se paró firme junto a los demás a su cargo mirando con sorpresa a quien había llegado. –Capitán Lykos… ¿Qué hace aquí?
–Sabe bien que cuando el asunto se trata sobre la hermana de mi reina, yo soy quien se encarga personalmente. Así que, ¿dónde está la susodicha?
–… –el hombre tragó con dificultad y desviaba la mirada al suelo con un profundo silencio marcado por el miedo. –Escaparon.
–Escaparon ¿eh? –el joven bajó de su corcel y se acercó a su subordinado. –Levanta la cara y repítelo.
–No pudimos hacer nada, estaba oscuro y ellos corrieron sobre las casas mientras cabalgaban.
–¿Fue impresionante?
–… Eh… Sí, lo fue.
–Bien. –mencionó dándose media vuelta para tomar el mango de su espada y desenvainarla en un veloz movimiento atravesando al contrario. –Es una lastima.
El capitán empujó más su arma mientras el comandante se aferraba inútilmente a no dejar su vida, fue cuestión de segundos para que cayera regando su sangre en el piso de piedra grisácea. Lykos tomó un pañuelo y limpió la sangre de su espada guardándola de nuevo.
–Quién sea el segundo al mando, que entienda bien lo que pasará si son unos incompetentes. Ahora, díganme exactamente qué sucedió.
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Leo volvió a la habitación encontrando a la joven recostada en la cama, dejó una bolsa en el sillón y sacó de su mochila un cambio de ropa precediendo a entrar al baño y darse una ducha. Mientras lo hacía lograba escuchar las voces de los pueblerinos comenzando el festejo. Cuando salió del cuarto de baño poniéndose la camisa vio a la chica que aún yacía en la cama.
–Sé que no estás dormida.
–¿Cómo lo sabes?
–Roncas.
–No es cierto. –mencionó sentándose. –¿A dónde fuiste?
–A inspeccionar el lugar por si tenemos que huir.
–Ya veo. –él la vio como desviaba la mirada de la ventana, conocía bien esos ojos deseosos de salir, así que tomó la bolsa que había dejado en la silla y se la dio. –¿Qué es esto?
–Ábrelo. –mencionó sentándose en el mueble a observarla mientras se colocaba sus zapatos.
Ella abrió la bolsa y sacó un vestido rojo oscuro de mangas largas cuyo vuelo de la falda llegaba arriba de las rodillas, junto a unas mallas negras. Elidí tomó el vestido pasando su mano por la tela gruesa sintiendo la suavidad que esta tenía.
–¿Qué es esto?
–Un vestido.
–Sé que es un vestido, pero ¿por qué?
–Pasé por una tienda y lo vi, pensé que te quedaría bien. Además hay un festival.
–¿Me estás diciendo que… puedo salir vistiendo como una chica?
–Sí, nadie te ha visto en cinco años, además lo escogí así para que tengas movilidad en caso de tener que correr. Puedes darte esta pequeña oportunidad por hoy. Pero iré contigo para que no llames tanto la emoción.
–¿Vendrás conmigo? ¿En serio?
–Esa es mi condición. Y que no hagas apuestas.
–¡Gracias! –la joven se levantó para ir a abrazarlo con alegría, luego fue al baño a cambiarse de ropa. –¿Cómo me queda? –él la observó de pies a cabeza como si no mostrara emoción, lo que a ella la ponía nerviosa.
–Te queda mejor de lo que pensé. –sonrió levemente alegrando a la joven. –Espera un momento. –dijo poniéndose atrás de ella y comenzando a hacerle una trenza. –Listo. –ella sonrió y así ambos salieron rumbo a la fiesta.
Música movida al ritmo de flautas, violines, tambores, panderos acompañados de las voces alegres de las personas y el sonar de aplausos y el chocar de los zapatos contra el suelo en el baile animado. La joven no era capaz de ocultar su emoción y jalaba de la mano a su compañero para adentrarse en la danza a pesar de que él negaba excusándose con que no es bueno con ritmos rápidos. Le indicó que fuera y que él la observaría con atención, cosa que la chica no discutió y se adentró con pies ligeros y saltarines atrayendo la vista de unos pocos que prontamente fueron aumentando hasta que empezaron a animarla.
–¡Qué divertido! –dijo volviendo cansada junto a Leo. –Deberías intentarlo.
–No soy tan alocado como tú. –rió bajo bebiendo su cerveza. –Pero ya casi es media noche.
–¿Y? –él dejó su vaso y tomó de la mano a la joven juntando sus palmas.
Indicando que siguiera el ritmo implícito de las demás parejas rodeó a la chica y la tomó con ambas manos sobre las suyas empezando a marcar un paso suave y lento junto a la música del mismo ritmo.
–Digamos que no soy tan bueno con la vivacidad.
La joven rió disfrutando de un momento que para el par era agradable y rememorando los recuerdos que algunas vez fueron su presente.
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