Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 52:

VICENZO:

Después de un día entero discutiéndolo me alegro cuando finalmente Arlette y Maksim llegan a un consenso. Estamos ellos, Víktor y yo sentados en cuatro de los veinte puestos de una sala de conferencias en uno de los edificios de Cavalli Enterprises, el mismo sitio en el que mi padre y el de Arlette fueron asesinados, debido a que no podíamos hacerlo con más de nuestros hombres presentes porque nunca nos pondríamos de acuerdo si escuchábamos todas sus exigencias. Cuando el mejor amigo de Flavio fija los ojos en mí hago rodar los míos con exasperación y eso libera la tensión en sus hombros. Hemos estado aquí desde las siete de la mañana y son las dos de la tarde. No he desayunado. No he merendado. Tampoco he almorzado absolutamente nada.

Ser capo es jodidamente difícil a veces.

Como cuando tienes que abstenerte de ir tras el hombre que tomó a tu hija y la rebanó porque es de la familia y sus propósitos no fueron del todo viles.

─El negocio de las armas volverá a ser completamente de ustedes. Mis socios podrán retomar los negocios con la Bratva con total normalidad. Los animaré a perder el miedo siendo la primera en pedir un cargamento grande de armas. El más grande que hayan despachado alguna vez ─repite Arlette, obteniendo asentimientos sucesivos por parte de Maksim─. Vicenzo les garantizará la presencia gratis y sin costo alguno de diez luchadores por temporada en El Laberinto. Serán los distribuidores de nuestra droga en su zona de la ciudad, más no pueden traerla. ─Nuevamente Maksim afirma─. Compensaré a quién quiera ser compensado y si la Bratva respeta su parte del trato, no la atacaré o traicionaré de ninguna manera. A partir de hoy seremos aliados a la luz pública y privada.

Maksim toma un sorbo de agua antes de decir su parte.

─A cambio la Bratva te garantiza su respeto y consideración como su socia, además de la verdad en la búsqueda de la respuesta sobre quién tomó a Chiara e intentó matarte en el accidente en el que perdiste a tu ser querido. Él deberá pagar por cada muerte innecesaria de la mafia roja ─dice, levantándose y mirando de reojo a Víktor antes de extender su mano. Mi mandíbula se endurece cuando Arlette se levanta y la aprieta de regreso, pero no intervengo por mucho que me moleste─. Y yo te ofrezco mi silencio ─añade, refiriéndose al hecho de que Víktor no responde ante ellos en su totalidad.

Lo hace ante Arlette.

─Hecho. ─Maksim se separa y se dirige a la salida tras hacer un movimiento con la cabeza a modo de despedida, consciente de que ha renunciado a Chicago por un bien mayor y que no hay nada que pueda hacer al respecto, que su papel como mediador ha terminado, pero Arlette lo detiene sujetando la puerta para que se mantenga cerrada cuando el ruso casi la alcanza─. Pero no hay verdad que buscar. Vladimir y Alik fueron los responsables del secuestro de Chiara en su totalidad y la Camorra es la organización que intentó matarme sacando provecho de nuestra guerra. Los inculpó. Uno de los míos lo descubrió. ─Mi pecho se oprime cuando me doy cuenta de lo que pretende: proteger a Fósil. A pesar de que quiero matar al viejo pervertido con mis propias manos, puedo entender por qué Arlette lo hace. Lo sigue amando como su segundo padre y me temo que así será siempre─. Uno de sus hombres fue quién halló la manera de devolver a Chiara para que Vicenzo dejara de atacarlos. También por miedo a ti. A que lo pudieras descubrir y acabar con su vida por todo lo que desencadenó con sus acciones. Intentó matarme con veneno, pero no funcionó porque mi sangre es diferente. Más... sintética, por así decirlo.

Maksim la mira fijamente.

─¿Has identificado la identidad de este hombre?

Arlette afirma.

─Y ya ha pagado por ello.

─¿Dónde está su cuerpo?

Mi esposa separa los labios para responder, pero intervengo poniéndome de pie.

─Corriendo como la mierda por alguna tubería de aguas negras ─le digo, situándome junto a Arlette y rodeando su cintura con mi brazo. Cuando Maksim me dirige su mirada interrogante a mí, me encojo de hombros─. Mi método favorito para deshacerme de mis enemigos. La próxima vez te llamaré mientras lo hago si me acuerdo de ti.

─No, gracias ─gruñe en mi dirección antes de ver a Arlette─. Como presente enviaré a mis mejores hombres a Italia a hacer una investigación rápida sobre por qué la Camorra te quería muerta. Si es lo que estoy pensando, me vendría bien que nos volviéramos a reunir para discutir una posible alianza en Italia. La Bratva allí mantiene un perfil bajo. Nos gustaría cambiar eso y esta podría ser nuestra oportunidad para hacerlo.

Arlette asiente.

─Esperaré tu llamada. Que tengas buen viaje y gracias por ser tan considerado.

─Gracias a ti, Vólkova.

Tras despedirse una vez más, Maksim nos deja a solas.

─Pensé que nunca se iría. ─Ajusto la gorra sobre mi cabeza antes de ver a Víktor. El chico se pone de pie usando una simple camiseta negra y vaqueros oscuros bajo un abrigo negro de cuero que oculta su delgadez, lo cual está bien ya que no me imaginaría ningún otro tipo de ropa en sintonía con sus tatuajes y su horrible y trágico pasado─. ¿Una cerveza? ─pregunto, obteniendo un gruñido por parte de mi esposa que lo hace sonreír con esa escalofriante cara suya llena de tatuajes y negar.

─No, gracias. Debo regresar a la escuela.

─La jornada de hoy está a punto de terminar. A nadie le interesa si faltas.

Víktor niega, mirando a Arlette de reojo antes de salir de la sala de conferencias.

─A mí sí. ─Asiente en su dirección─. Nos vemos luego.

─Así será.

Víktor nos deja a solas, dirigiéndose a las puertas del ascensor en la que un equipo del SWAT lo espera para acompañarlo a dónde sea que vaya, incluso al baño, cortesía del anticristo. La ropa que usa también es a prueba de balas y si Arlette pudiera encerrarlo en una cápsula diseñada para resistir una bomba nuclear, sé que lo haría.

─Es extraño ─murmuro.

─Está haciendo todo lo posible para habituarse a su nueva realidad.

─¿Por qué te importa tanto? ─le pregunto─. Es decir, me alegro por el mejor amigo de Flavio, ¿pero existe alguna conexión entre ustedes de la que todavía no sé?

─Salvo el hecho de que tengamos el mismo apellido, lo que suele suceder, y de que ambos hayamos sido vendidos por nuestros padres a la trata de blancas no. Rastreé los orígenes de Víktor tanto como pude y solo conseguí el registro de su adopción de un orfanato en Sochi que en realidad es la base de operaciones de una organización que se dedica a la extracción, formación y venta de niños esclavos o futuros soldados de la Bratva. Vólkov es el un apellido frecuente en Rusia y más si provienes de un orfanato. Quizás alguno de mis antepasados lo hizo. Mi tatarabuelo, probablemente ─revela mientras entra en su abrigo, el cual ayudo a cerrar─. Eso explicaría por qué terminó formando parte de la Bratva, en el caso de mi antepasado como un soldado y en el caso de Víktor como un esclavo ya que cuando fue víctima de la trata de órganos perdió cualquier posibilidad de aspirar a más. Su cuerpo lo hace débil en ese aspecto, pero su espíritu es fuerte. A parte de eso, solo nos unen algunos objetivos en común.

─Y que ahora te pertenece ─respondo─. Lo escuché decirte ama en el laberinto.

Arlette hace una mueca.

─Sí, sobre eso... creo que debe encontrarle otra forma de llamarme. Es embarazoso, pero siento que hacerlo es un mecanismo que le permite a sí mismo afrontar con más facilidad su nueva vida. Es normal que después de ser pisoteado por tanto tiempo desarrolles miedo a levantarte y al dolor de que vuelvan a empujarte con una fuerza que desconoces, de ahí a que muchas víctimas no se opongan al abuso. Duele menos si ya te encuentras en el piso cuando te lastiman. Lo está haciendo bien hasta ahora. Sin embargo, fue esclavo de Rondion desde los cinco años y sé que tarde o temprano se podrá sentir superado por todo lo que le rodea y necesitar algo de familiaridad. No me molesta serlo o convertirme en esa figura de confianza para él.

─¿Lo azotarás? ─pregunto─. ¿Debo preocuparme por él?

Arlette me mira con los ojos en blanco.

─No, Vicenzo. Solo le enseñaré a desquitarse de la manera adecuada y a manejar el negocio de armas del cual ahora es dueño. ─La miro con incredulidad, sin poder creer su cinismo─. Afortunadamente es bueno controlándose a sí mismo. ─Se da la vuelta, dirigiendo su mirada hacia Chicago, cuando entramos en el elevador cuya una de las paredes está completamente hecha de cristal. Debajo de su abrigo está usando un conjunto blanco de dos piezas que se ciñe a su cuerpo de manera asombrosa. Ahora que Chiara está de vuelta con nosotros, ha recobrado peso y se ve tan malditamente hermosa que a duras penas logro mantener mis manos lejos de sus tetas─. No como otros.

Bufo, presionando el maldito botón para bajar con fuerza porque tengo hambre.

Como si no te aprovecharas de eso.

Arlette me sonríe, el sol resplandeciendo sobre ella, y es tan preciosa que duele.

Que no puedo creer que alguien que luzca de esa manera, tan angelical y vulnerable a veces, pero tan letal y mortal en otras, sea capaz de cometer crímenes tan atroces.

Como si tú no lo disfrutaras.

*****

Después de almorzar en casa, mi esposa decide quedarse para pasar tiempo con nuestros hijos y Beatrice, quién no ha dejado de preguntar por Fósil porque no hemos encontrado la manera de hablar sobre su traición en voz alta, una de la cual todos fueron conscientes cuando Arlette regresó de la heladería sin él. Yo en su lugar me dirijo a la fortaleza de Luciano para entrenar sobre el ring con alguno de nuestros hombres en formación. A pesar de que el nuevo sitio en el que estamos tiene el equipo para hacerlo, mis escoltas ya no se postulan para la tarea y la serpiente venenosa Cavalli no ha regresado de la escuela. Tampoco es divertido pelear con él porque debo contenerme.

Una sonrisa adorna mi rostro cuando identifico a Kima bebiendo agua frente a las gradas.

El sitio está solo, por lo que tanto las chicas de la isla como nuestros futuros soldados deben estar recibiendo algún tipo de entrenamiento especializado de campo. Cuando el luchador ruso posa sus ojos en mí, bufa y se gira, ignorándome. Los dos llevamos atuendos deportivos, lo que significa que debe estar a punto de entrenar también.

─¿Qué haces aquí? ─le pregunto─. A pesar de que puedo garantizarte la vida, no puedo garantizar que no te darán una paliza cuando se den cuenta de que eres ruso.

─Aquí le daré clases de defensa a Víktor. Estoy esperándolo ─explica.

─¿Pero ya te vas? No veo a Víktor por ningún lado. El chico no ha llegado, Kima. Espera por él ─le digo, mi barbilla endureciéndose cuando mis ojos se dirigen a la cicatriz sonrosada y casi inexistente en su pectoral debido a que Arlette lo curó en el laberinto. Es como si la nueva piel hubiera surgido al instante. Piel que estoy a punto de desgarrar a la menor oportunidad para enseñarle una lección sobre mantenerse lejos que al parecer no captó cuando lo apuñalé en la oscuridad─. Me gustaría pelear contigo mientras tanto.

Kima, quién por un momento pienso que se va a marchar debido a que pone la correa de su mochila sobre su hombro, entrecierra los ojos hacia mí. El que sea ruso no impide que me recuerde a Marcelo, indispuesto a comportarse como si perteneciera a nuestro mundo a pesar de que lo hace. Una parte de mí quiere matarlo tanto por eso como por haber visto y tocado a mi esposa, pero no puedo hacerlo. No cuando su hermano y él son lo más parecido a unos aliados de verdad que tiene Víktor entre los suyos.

No cuando son piezas fundamentales de un proyecto mucho más grande.

─Solo si me garantizas que tus hombres no me molestarán o a mi familia después.

─No lo harán ─le prometo antes de taclearlo.

*****

Debido a la sangre cubriendo mi cuerpo me doy una ducha rápida antes de culminar mi día en Fratellos's, dónde tengo una rápida reunión con mis hombres en la que anuncio el compromiso de Giovanni con Hether y lo declaro oficialmente mi sargento de armas. Después de escucharme hablar, su padre, Don Greco, boquea como un pez fuera del agua porque no sabe si oponerse debido a que considera que su hijo es insuficiente o debido a que la zorra viuda, bueno, es eso, una zorra viuda, por lo que me levanto y me encierro en mi oficina antes de que alguien pueda decir algo en contra. No soy precisamente un casamentero, paro la situación me empujó a ello. Simplemente vi la opción y la tomé y me aterroriza darme cuenta de que no es la primera vez que hago algo bastante parecido a lo que Carlo Cavalli habría hecho como capo. No Marcelo.

No mi padre, quién me crió para que siguiera sus pasos.

Sí el hombre que me rebanó la cara.

La vida ciertamente te conduce hacia los caminos más extraños. Aprendes de quién menos lo esperas o te hayas en situaciones similares a las que en otra persona estuvo y te encuentras a ti mismo imitándolo. Quién un día es tu enemigo al día siguiente puede ser tu amigo y quién hoy es tu amigo mañana podría estarte apuñalando por la espalda.

─No salió tan mal ─dice Giovanni luego de un rato, cerrando la puerta tras de sí.

A pesar de sus palabras su pecho asciende y desciende con bruscas respiraciones.

─Podría ser peor ─lo animo─. Podrías tener que criar tres niños en lugar de dos.

─Los niños son lo que menos me preocupa ─revela, haciéndome fruncir el ceño ya que no había percibido ninguna vibra paternal en él─. Su madre sí.

─Podría ser peor ─repito─. Hether por lo menos... lo chupa bien.

Giovanni me mira con incredulidad.

─¿Te follaste a mi prometida? ¿A la amiga de tu esposa?

─Fue hace tiempo y no, no me la follé, solo me hizo una mamada. ─Me levanto, dirigiéndome al archivador con los préstamos activos y por cobrar. Al igual que antes, serán destruidos una vez el dinero esté de vuelta en mis bolsillos, pero no es por eso que escarbo entre las carpetas. Es uno de mis escondites para la marihuana en el trabajo. Ya que Arlette me prohibió hacerlo frente a Valentino y Chiara, como si eso significara que no la van a descubrir por sí mismos, y estoy tratando de fumar menos para vivir más, como le dije a Porfirio, solo puedo hacerlo aquí. Mi garganta se cierra cuando en lugar de uno de mis porros, encuentro una caja envuelta en papel periódico─. Giovanni, déjame a solas ─le ordeno─. Haz un recorrido por Chicago. Asegúrate que todo esté yendo bien.

El hombre se inclina ante mí antes de irse.

Definitivamente debo conseguirle proteínas y someterlo a un programa de entrenamiento.

Mi segundo al mando no puede ser una maldita escoba.

─Sí, jefe.

Una vez Giovanni me deja a solas, vuelvo a sentarme en mi silla y contemplo el paquete ante mí mientras enciendo y tomo unas caladas de un porro. Cuando este va por la mitad me animo a sostenerlo entre mis manos y a leer la elegante letra escrita sobre el papel mientras el humo todavía sale de mi boca, mitad indispuesto a saber lo que contenga.

Para: Vicenzo Ambrosetti.

De: Fósil.

Suspiro.

Justo ahora estamos bien. Arlette maneja las operaciones de la mafia siciliana. Derrotó a la Bratva. La ayudo a hacerlo, tengo El Laberinto y mis responsabilidades como capo. Nuestra familia está bien. Nuestros hijos están bien. Probablemente una nueva guerra para recuperar Sicilia ya haya comenzado, pero esa es responsabilidad de Francesco. Sin tomar en cuenta esto último, estamos viviendo nuestra definición de felicidad.

No quiero que nada, ni nadie, perturbe eso.

Una parte de mí sabe que este paquete lo hará.

Aún así lo abro y leo la carta que va con el disco y con el blog de notas dentro.

Si encuentra esto en alguno de sus escondites de marihuana, los cuales, si me permite hacer la acotación, no son tan buenos, es porque el día que tanto que preví y temí en partes iguales ha llegado y ya no estoy cerca.

Y porque de cierta forma cuenta con habilidades y la experiencia que me hacen considerarlo digno de recibir el traspaso de un secreto y una responsabilidad tan grande a sus manos. No solo le estoy dando mi puesto, sino también mi razón de ser, y me alivia no esperar que esté a la altura, sino saber que así será porque hasta el momento ese ha sido el caso. A pesar de todo lo que ha ocurrido, Sveta y Carlo no se equivocaron con usted.

Para manejar con extremo cuidado y en discreción,

la respuesta a muchas de sus preguntas sin responder.

Atentamente, Fósil.

Tras endurecer la mandíbula y convertir el papel en una bola arrugada en mi mano, tomo el CD y lo reproduzco en una vieja computadora de mi padre que no uso porque soy un capo, no una maldita secretaria. Hay dos archivos de vídeo en él. Al presionar reproducir sobre el número uno, me echo hacia atrás para verlo sin perder detalle. Mi frente se arruga cuando visualizo a Fósil esparciendo partes de ratas muertas en la entrada de San Antonio ya que la grabación corresponde a una de sus cámaras de seguridad. También escribiendo la palabra Esquizofrenia con sangre en la pared. Mi ceño fruncido se profundiza cuando esta cambia y ahora lo contemplo activando la alarma de incendios y haciendo una llamada por teléfono antes de dirigirse al cuarto de vigilancia de la escuela.

La última imagen que una de las cámaras transmiten antes de apagarse es la de Arlette sonriendo hacia ella antes de unirse a la multitud que se aglomera para salir a toda prisa.

El segundo es un vídeo del jardín delantero en el que esta es interrogada y afirma no haber hecho nada. Como la conozco lo suficientemente bien, sé cuando miente y en esta oportunidad es tan buena diciendo que no lo hizo, que no tiene nada que ver, que no puedo evitar cuestionar mucho de lo que me rodea. Cuando el vídeo termina con la llegada de Carlo, tomo el blog de notas y empiezo a leer, dándome cuenta de que son apuntes del interrogatorio policial, los cuales me ayudan a entender mejor el contexto de la situación. A darme cuenta de que Arlette organizó todo eso para que su padre actuara contra las burlas que probablemente estaba recibiendo a manos de sus compañeros cuando Francesco y yo ya no estuvimos allí para protegerla sin que esta tuviera que pedírselo y parecer débil ante él. Para que este amenazara sutilmente al director y a los estudiantes. Lo que no entiendo es por qué esto es tan importante para Fósil. Todos sabemos que Arlette es la reina de la manipulación de Chicago.

¿Qué es lo extraño?

¿Cuál es el secreto que quiere que sepa?

*****

Vi una recopilación de las grabaciones del sótano tratando de olvidar el paquete de Fósil, incluso me masturbé un par de veces viendo a mi maldita esposa en acción, y lo logré. Logro poner una expresión tranquila e indiferente en mi rostro que se mantiene ahí hasta que llego a nuestro hogar en el centro de Chicago y encuentro a Beatrice llorando con Petruskha en el sofá. Mi pequeña cuñada se abraza a ella dentro de un vestido floreado que hace que mi mente viaje años atrás, al laberinto de la mansión Cavalli, y sorbe por su nariz roja, incorporándose cuando me acerco a ella. Sus ojos azules llenos de lágrimas me indican que ya sabe que Fósil ya no se encuentra con nosotros y que no volverá.

En contra de mis deseos, desafortunadamente no muerto.

¿Beatrice? ─llamo su atención, pero ella niega y esconde el rostro en el pecho de la anciana, quién se limita a acariciar su espalda mientras la observa con profunda tristeza.

Quiero a Fósil. Fósil es familia y la familia no se abandona ─llora─. Tú lo dijiste. Mi hermana lo dijo, ¿entonces por qué lo abandonaron? Fósil solo nos tiene a nosotros.

Porque de haberse quedado, tu hermana lo habría matado.

Yo lo habría hecho.

Fósil está viviendo un montón de aventuras ─le digo, arrodillándome frente a ella y alzando su cabeza para que pueda verme, incapaz de verla llorar más─. Así cuando él y tú se reencuentren, tendrá un montón de historias que contarte y mucho que enseñarte.

Beatrice niega.

No se despidió. Él no se habría ido sin despedirse.

Quizás si lo hacía perdería su tren o su avión.

Me mira. Me mira y solo puedo paralizarme con la ira que contienen sus ojos, la cual no es acorde a ella o a su personalidad. Me levanto cuando me doy cuenta de que la situación ha escapado de mis manos y que si sigo intentando aligerarla de alguna manera, solo se sentirá más herida o insultada de lo que ya lo hace. Es una niña brillante, una prodigio, y a veces su dulzura y cómo se preocupa por los demás me hace olvidarlo.

Me hace olvidar que es una Cavalli.

No mientas más, por favor ─dice barriendo la lágrimas fuera de su rostro con un manotazo─. Sé que Fósil no volverá.

Rompiendo mi corazón, se levanta y corre hacia su habitación, a dónde Petrushka la sigue con lágrimas descendiendo por sus mejillas. Penélope elige ese momento para acercarse, puesto que llevaba un par de minutos mirándonos desde la cocina. Lleva una pijama de algodón y dos recipientes llenos de helado. Cuando voy a tomar uno, niega.

─Es para Flavio.

Alzo las cejas, cruzándome de brazos.

─¿Desde cuándo la serpiente venenosa y tú son amigos?

Pen se encoje de hombros.

─Desde que nos dimos cuenta de que tenemos mucho en común.

─¿Por ejemplo?

─¿Dos hermanos psicópatas sobreprotectores más allá de la razón?

Entrecierro mis ojos hacia ella, acercándome.

Ningún imbécil, incluso el maldito Flavio Cavalli, se follará a mi hermana bajo mi techo.

No en mi maldita nariz.

─¿Estás segura de que solo son amigos?

Pen separa los labios para responder, pero tarda demasiado en hacerlo y esa es una mala señal. Sus ojos grises me gritan que hay algo que quiere decirme, que se muere por contar, pero Valentino escoge ese momento para empezar a llorar como si fuera el único sobreviviente del apocalipsis o uno de los jinetes que lo desencadenó, ante lo cual mi frente se arruga ya que se supone que dejé a mis hijos con Arlette y que el anticristo no tenía planes, por lo que se iba a quedar el resto del día torturándolos con su amor maternal. 

─¿Dónde está Arlette? ─le pregunto, lo cual trae una chispa de desilusión a su rostro que rápidamente reemplaza con indiferencia, pero me importa una mierda lo que iba a decir.

A partir de este momento hay toque de queda en mi casa.

Pondré guardias en cada una de las salidas y entradas de su habitación.

Flavio Cavalli tiene novia y mi hermana no será su puta.

─No lo sé. Salió hace un par de horas con Hether y Matteo.

Trago, asintiendo mientras proceso todo lo que las mujeres de mi familia ocasionan en mí: Beatrice con su episodio de desconsolación, Arlette siendo ella y mi hermana estando demasiado cerca de Flavio Cavalli, el ser más peligroso sobre la faz de la tierra en lo que a ella concierne, antes de tomar el recipiente con helado para él de sus manos y dirigirme a la habitación de mi madre, dónde la veo intentando calmar a Valentino con una extraña danza mientras Chiara muerde su pie sobre su cama y jadea. Aria suspira con alivio, en camisón, cuando tomo a mi hijo y le ofrezco el helado de la serpiente venenosa. Lo conozco bien, sus necesidades y deseos más profundos, así que sumerge su rostro la mezcla de mantecado, sirope de fresa y galleta. Cuando está saciado, lo saca y me mira.

Mamá se estremece.

─Creo que pagarás todo lo que nos hiciste sufrir a tu padre y a mí ─dice, lo cual hace que rápidamente lleve mi atención a ella y esta se congele debido a que no hemos hablado de mi padre prácticamente desde su muerte, exceptuando la vez que estuvo a punto de morir en Texas y me dijo que asumía el precio de haberlo matado, aunque nunca entendí del todo sus razones ya que crecí pensando que lo amaba más que a sí misma.

Supongo que amaba más la idea de Arlette y yo juntos.

Porque si ella hubiera presionado el gatillo, todo quizás sería diferente.

O sería igual.

Ya que mamá luce nerviosa al respecto, me obligo a mí mismo a sonreírle.

─Creo que sí ─digo, lo que aligera la tensión en sus hombros y la hace reír.

─Estoy tan orgullosa de ti, Vicenzo ─murmura, tomando a Chiara, quién se abraza a ella con naturalidad ya que mamá la cuidó por tanto tiempo, y con sus ojos grises llenos de lágrimas al momento en el que se detiene frente a mí con ella─. Estoy tan orgullosa del hombre en el que te has convertido. Independientemente de lo que haya pasado, sé que tu padre lo estaría también. Ante mí está el hijo que siempre quiso que fueras, pero que sus actos le llevaron a nunca ser ver con sus propios ojos. Aún así, quiero que lo sepas. Que sepas que él estaría orgulloso.

Afirmo, apretando a Valentino tan fuerte que se queja.

Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me relajo y le sonrío a mi hijo cuando dirige sus ojos oscuros a mí. En él puedo verme a mí mismo, pero también a mi padre.

Sus errores.

Mis errores.

Errores que Valentino, si puedo impedirlo, no cometerá, pero que si lo hace me tendrá a mí para ayudarlo a enmendarlo porque nunca lo dejaré a su suerte. El pequeño imbécil debe ver esto en mis ojos, pues traga mientras me observa con intensidad.

Gracias ─murmuro sobre su frente antes de tomar a Chiara, también tras pasarle el recipiente vacío a mamá, quién al instante se amolda a mi cuerpo en búsqueda de calor.

Sus cabellos están mojados y solo usan pañales, por lo que debieron acabar de asearse. Eso explica por qué el sensible de mi hijo lloraba ya que no le gustan los baños convencionales de bebé. Lo dejo en su cuna luego de luchar por ponerle una sudadera de los Bears, la cual parece odiar por la forma en la que la pellizca, y un par de pantalones a juego. Selecciono un conjunto similar para Chiara a pesar de que su madre solo suele vestirla con cosas verdes como si mi hija se hubiera apoderado de ese color. Con ella tengo mucho más cuidado del que tuve con Valentino debido a que es más pequeña, frágil y delicada. Suspiro cuando agita su mano en el aire, jugando con la cadena restante de su pulsera con mi apellido ahí para recordarle a quién pertenece.

A su padre.

Siempre.

Porque no dejaré que ningún imbécil no merecedor la tenga y no creo que alguna vez vaya a existir alguno que sí, ni siquiera fuera de la maldita mafia. No los conozco, no tiene la edad suficiente para traerlos a casa y ya los odio con profundidad. A penas regresemos a la mansión construiré un cobertizo para encargarme de ellos uno por uno sin molestias o preguntas. 

─No importa si ahora Valentino y tu madre están con nosotros o lo que alguien pueda decirte sobre Marcelo Astori ─murmuro, viéndola reír mientras coloco un par de calcetines en sus pequeños pies─. Siempre tendremos un vínculo especial, Chiara. Eres la niña de la muerte. Su luz en la oscuridad. Nunca lo olvides, campeona. ─Cualquier dolor que sentí hacia la pérdida de Fósil durante mi conversación se desvanece cuando tomo su pie sin un dedo─. Eres una campeona, ¿lo sabes, no? Ningún bebé podría... ─Mi voz se desvanece cuando me percato de que la cicatriz sobre su piel es sumamente limpia. Como si hubieran pasado años en lugar de semanas desde que la amputaron. Tan similar a la del pecho del luchador ruso que no puedo evitar estremecerme al atar puntos─... soportar lo que tú has tenido que soportar.

O perdonar.

Con mi corazón yendo a mil dentro de mi pecho, me levanto con ella.

Mis pasos son inestables mientras me dirijo a su cuna y la deposito dentro.

Cuando me doy la vuelta, veo a la razón de ello.

De que el mundo, mi mundo, tal y como lo conocía acaba de hacerse añicos.

Mi maldita burbuja de felicidad.

─Adivina ─dice Arlette, sacudiendo la nieve restante fuera de su abrigo antes de acercarse a mí y rodear mi cuello con sus brazos sin tener ni idea de lo que sucede y sin que yo lo pueda expresar en voz alta ya que a pesar de que lo acabo de entender, no tengo palabras para explicárselo a alguien más─. Nos vamos a Santorini esta misma noche. Conseguí permisos de San Antonio para Flavio y Penélope. Acabo de arreglarlo todo con Giovanni y Hether. Invitaremos a Matteo. Toda la familia irá. Conoceré la casa que mi padre me regaló y podremos disfrutar antes de que Sicilia empiece a ser un problema.

Mis malditas vacaciones.

Mis malditas vacaciones, las cuales ya no quiero porque lo que más deseo ahora en el mundo es no haber encontrado el maldito paquete de Fósil y saber lo que ahora sé. Saber la verdad. Saber por qué algunos secretos son necesarios y deben ser mantenidos hasta la muerte. 

Después de que mi esposa se queda unos segundos esperando mi respuesta, sonrío y le devuelvo al abrazo, buscando en sus ojos azules cualquier indicio de que me entienda, de que sepa que lo descubrí, pero ella no lo hace, limitándose a contemplarme. Eso es lo que trae un nudo a mi garganta. Su inocencia sobre este tema. Sobre lo que hizo. Arlette puede tener muchos pecados sobre su alma, pero este no es uno de ellos. 

Porque no fue ella.

Fue quién su mente creó para protegerse.

Para proteger a su hija de sí misma incluso de una manera tan atroz.

Fósil solo la ayudó, motivo por el cual siempre lo odiaré ya que pudo haberlo detenido, pero se sacrificó a sí mismo para que Arlette nunca supiera. Para que no supiera que a pesar de tenerlo todo, por un instante se perdió a sí misma. La teoría en mi cabeza va cobrando fuerzas a medida que recuerdo los crímenes por los cuales querían inculpar a Francesco. Lo poco sorprendida que lucía por Alik siendo un líder, lo cual su subconsciente de alguna forma ya sabía. La manera en la que Chiara regresó bien cuidada y sin un rasguño. Cómo fue apuñalada de las maneras que más miedo le ocasionaban porque nadie se conoce mejor que ella misma. Cómo al final obtuvo todo lo que quiso. No solo a su hija, sino su completo control sobre Chicago. 

Me parece increíble ─murmuro deslizando los dedos por su cabello y trayendo una sonrisa aún más amplia a su rostro antes de que se separe para ir por nuestros hijos, diciéndole todos los sitios que les enseñará mientras planea cómo apoderarse de Sicilia y del resto del mundo como si la entendieran, pero haciéndolos sonreír a pesar de que no.

No podría vivir sin ninguno de ellos, me doy cuenta.

Viéndolos tan felices me juro a mí mismo que encontraré la manera de detenerlo.

De detenerlo antes de que vuelva a suceder.

O antes de que termine con todos nosotros, incluyéndola e incluyéndome.

Porque, a fin de cuentas, eso es lo que siempre se ha esperado de mí.

Protegerla de todos, incluso de sí misma.

Aunque lo odie, Arlette Cavalli será mi desastre por la eternidad.

Y este nuestro caos.


Nos vemos en 2 horas con el epilogo 1 <3 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro