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Capítulo 51:

ARLETTE:

Atar cabos sueltos.

Después de cada acción, es lo que inmediatamente debes hacer a menos que quieras que los demonios del pasado te atormenten después. Mi familia tiene los suficientes enemigos ya, por lo que no puedo permitirme añadir nombres a la lista mientras todavía pueda eliminarlos. Mientras no hayan crecido y no puedan golpearnos dada su insignificancia. Sonrío cuando Chiara me sonríe a mí con la punta del biberón con fórmula en su boca, de espaldas sobre la cama con sábanas blancas mientras las puntas de mi cabello mojado le hacen cosquillas en el rostro. Sus ojos verdes me dicen cuán feliz está de encontrarse en casa. Con su familia. Conmigo. Cuando termina el contenido de la botella ajusto el bonito suéter verde sobre su cuerpo con bordados de florecitas, encima de un vestido blanco, y la devuelvo a su cuna luego de conseguir que eructe. La pulsera que Vicenzo hizo para ella con su nombre, Chiara Ambrosetti, adorna su muñeca.

Si mis enemigos me vieran en este momento, perdiendo media hora de mi tiempo haciendo eructar a un bebé, probablemente se burlarían de mí, pero no me importa.

Cuando viene el turno de Valentino, él prácticamente salta sobre mí.

Eres un chico tan impaciente ─murmuro cuando empieza a beber el contenido de la botella de manera ansiosa. Cuando termina y eructa prácticamente por sí solo, lo dejo en su cuna y acaricio su estómago abultado. Valentino ríe e intenta alcanzarme abriendo y cerrando sus regordetas y pequeñas manos, pero también haciendo sonidos de lucha que podrían rivalizar con el audio de cualquier competencia de artes marciales mixtas. En tres años tendré al mejor instructor para él, al igual que al mejor grupo de terapeutas para manejar su temperamento y ayudarlo a desarrollar su toma de decisiones de manera adecuada─. Te pareces tanto a tu padre, pero me encargaré de que no cometas muchos de sus errores. No traerás a ninguna puta del FBI a nuestra casa. ─Mi sonrisa crece cuando chilla, riéndose mientras se retuerce dado que solo lleva un pañal y mis dedos entran en contacto directo con su piel blanca y sonrosada de bebé. Cuando me inclino sobre él, ríe más─. O desperdiciarás tu juventud en prostitutas, sangre y marihuana.

Estoy justo aquí, ¿sabes?

Miro a Vicenzo por encima de mi hombro, apartándome de Valentino cuando se acerca usando nada más que una toalla para tomarlo. A nuestro hijo tampoco le gustan los baños en poncheras a menos que estén en la bañera con él, así que Vicenzo y yo nos turnamos para asearlo. Aunque es un buen niño con nosotros, con su padre a regañadientes, con el resto de las personas es como si simplemente no pudiera contener el torbellino de ira que lleva en su interior a pesar de solo tener cinco meses de vida.

Aria lloró sin parar la primera vez que se quedó a cargo de él.

Ni siquiera puedo imaginar cómo fue para Delilah o para Valentino.

O no.

Sí puedo.

Sosteniendo la mirada de mi esposo, inclino mi cabeza hacia el armario.

─Voy a pasar por la fortaleza de Luciano. Podemos vernos en Fratello's para el almuerzo.

─Está bien. Pasaré la mañana en el laberinto porque empezarán los arreglos para la segunda edición el mes que viene. Muchos se quejaron de que no pudieran elegir qué cámara ver durante la transmisión, pero Giovanni y Kai tuvieron que bloquear muchas escenas. ─Me mira antes de entrar al baño con Valentino, quién hace movimientos de escape que Vicenzo contiene con sus brazos, sonriendo hacia su hijo─. ¿Qué te pido?

Le respondo luego de entrar en un sencillo vestido rojo ceñido al cuerpo, asomando mi cabeza dentro del baño para verlo en la ducha con Valentino. El agua caliente cae sobre ellos mientras Vicenzo lo sostiene contra su pecho y acaricia su cabeza de mechones blancos. Ambos juntos son una visión. No puedo evitar admitir para mí misma que aunque el Vicenzo adolescente y sádico originaba repulsión en mí, el Vicenzo padre de familia, esposo considerado y sádico origina todo menos eso y muchísimo más.

─¿Por qué asumes que llegaré más tarde que tú?

Me mira con los ojos entrecerrados debido al agua que cae sobre él.

─Porque sé cuál es tu definición de atar cabos sueltos y el secuestrador de Chiara continúa caminando libremente entre nosotros responde.

Sonrío, pero discrepo.

Hay partes de mí que incluso mi esposo, quién me atrevería a decir que es la persona quién más me conoce después de mi padre, desconoce. Partes de las que debo mantenerlo a salvo para que siga siendo lo que necesito que sea para nuestra familia.

Para que siga teniendo fe en ella.

─Quiero lasaña ─le digo antes de dirigirme de nuevo a mi armario para tomar un abrigo negro de cuero de Venice, un par de botas negras de cuero y salir de casa.

*****

Ya que las familias de la Cosa Nostra han vuelto a sus hogares, la fortaleza de Luciano se siente vacía. Saludo a las chicas, agradeciéndoles su colaboración en la fiesta de diamantes, antes de caminar con las manos en los bolsillos de mi abrigo hacia la oficina de Kai. Tengo un par de escoltas junto a mí que se apartan cuando Natasha corre para alcanzarme, lo cual hace sin que su respiración se vea en lo absoluto alterada. Antes de que pueda hablar y hacerme enojar con su tono altanero, separo mis labios y le doy lo que quiere. Lo que ha estado ansiando desde que los rusos asesinaron a Iván.

─Impunidad está reactiva a partir de hoy. Hether te dará los detalles.

Natasha afirma con entusiasmo.

Me tenso cuando rodea mi cuello con sus brazos.

Al darse cuenta de lo que acaba de hacer, ella también lo hace y se separa.

─Gracias ─murmura antes de correr de regreso a las chicas con las que entrenaba.

Le devuelvo el saludo a Estela cuando alza su mano hacia mí.

Cuando llego a la oficina de Kai, quién me llamó diciendo que necesitaba urgentemente reunirse conmigo, le devuelvo el saludo con un beso en la mejilla a Emi y a Hether, los encargados de que este sitio marche tan bien como lo hace. Francesco ha solicitado la presencia de los gemelos en Sicilia muchas veces, pero a todas ellas he dicho que no ya que no arriesgaré recursos tan valiosos enviándolos a un sitio que todavía no ha podido manejar. Los gemelos tampoco quieren irse de Chicago, su hogar, y lo entiendo.

─¿Qué sucede? ─pregunto ya que todos se miran como si supieran algo que yo no.

Kai, después de darse la vuelta en su silla, es el primero en hablar tras frotarse los ojos con el borde de su camisa de caricaturas ya que algunas cosas nunca cambian.

─Rastreé el pago que le hicieron a los hombres que ocasionaron el atentado en el que Luc murió. ─Mira a Hether antes de regresar sus ojos marrones a mí─. No provino de la Bratva. Hicieron parecer que sí, pero el dinero, después de varias transacciones para camuflarlo, fue depositado desde una cuenta en Suiza a nombre de un ciudadano de la Campania, Italia. ─Acepto la imagen que Kai me ofrece de un hombre de cabello castaño, facciones atractivas, ojos grises y dientes sumamente blancos. A pesar de que es atractivo, lo que destaca en él es la ligera inclinación de su barbilla hacia el lado derecho, pero este es un gesto que lo hace peculiarmente hermoso─. Alessandro Castelli.

Dejo caer la fotografía en la mesa frente a mí ante la mención de su apellido.

─¿Antecedentes?

Kai niega.

─Ninguno en las bases de datos a las que tengo acceso.

Todas.

Mis ojos se dirigen a Hether, quién se ve a punto de llorar al no tener ni idea de quién es el sujeto que causó la muerte de su esposo. Tras tragar el nudo en mi garganta, la vida de nuevo forzándome a tomar decisiones que nunca antes había contemplado, le devuelvo a la fotografía a Kai, quién la toma con una profunda mirada de pena al no poder ayudarnos, pero ya ha hecho tanto por mi familia que nunca le reprocharía nada.

Tanto él como su hermano tienen mi respeto.

─El hecho de que una persona no tenga antecedentes puede deberse a dos cosas: o nunca en su vida ha cometido un crimen o es lo suficientemente poderosa como para borrar cualquier registro de ellos. ─Saco mi teléfono, marcando en él inmediatamente después─. En este caso se trata de la segunda opción. Luca no murió porque quisieran asesinarme para obtener Chicago. Lo hizo porque querían debilitar a alguien más, pero en este caso el tiro les salió por la culata porque ahora se ha vuelto personal.

Cuando la persona al otro lado de la línea contesta mi llamada, salgo de la oficina de Kai tras prometerle con mis ojos a la rubia que habrá justicia sobre la muerte de Luca.

Cueste lo que cueste.

─¿Sí? ─pregunta Francesco, sonando soñoliento y alarmado─. ¿Ocurrió algo?

─Sí ─respondo─. La Camorra ocurrió.

*****

Wendy confesó.

Cuando despertó de su desmayo, nos dijo a Gabe y a mí que había asfixiado a su hija con una almohada en un ataque de histeria luego de que su ex le dijera que en el juzgado que no volvería con ella y que al día siguiente la buscaría porque había obtenido su custodia. Asustada, acudió al primer brabucón que consiguió para que se deshiciera del cadáver. Vladimir era un auténtico imbécil que quiso vengarse de Gabe por haber acudido a Iván en busca de ayuda cuando, junto con su hermano, le destrozaron la vida. Vladimir le dio entonces el cadáver de la hija de Wendy al secuestrador de Chiara y a Elle a la mujer que asesinó a su hija con sus propias manos. Luego de que oí la historia salir de sus labios, perforé su cráneo con una bala por la terrible escoria que era a pesar de no haber crecido con motivos para hacerlo porque a veces la humanidad es así.

Malvada sin razón.

Termino de rotular la grabación de la confesión de Wendy, excluyendo los detalles de la Bratva y todo lo demás, antes de pegarla con cinta adhesiva a la linda caja con grabados dorados en la que se encuentra el cuerpo de su hija, el cual enviaré a su padre con mis hombres. Después de haber pasado por la experiencia por mí misma, la pérdida de un hijo es una experiencia que no le desearía ni a mi peor enemigo, pero esta es superada por la incertidumbre de no saber dónde se encuentra. Cuando termino con ella tanto Vicenzo como yo contemplamos cómo se la llevan. En mi caso con el corazón doliendo.

No he olvidado que pudo tratarse de Chiara.

Que en cualquier momento podría tratarse de ella o de cualquier integrante de mi familia.

Nunca lo haré.

─¿Todo está bien? ─pregunta Vicenzo cuando se sienta frente a mí dejando dos platos con lasaña entre nosotros, sobre el escritorio de madera de su padre, en su nueva oficina en Fratello's como jefe de la mafia siciliana desde hace un año, con el ceño fruncido.

Asiento.

─Solo estaba pensando en cuán diferente sería mi vida si ese bebé hubiera sido Chiara ─murmuro─. Si en cualquier momento recibo el cadáver de alguno de ustedes.

Vicenzo me mira fijamente mientras come. Está usando una sencilla camiseta negra, una chaqueta de los Bears que mandé a adaptar por su seguridad en Venice, vaqueros y la gorra con la que asesiné a Marcelo. Tras tragar, lo cual agradezco, se limpia las comisuras de los labios con una servilleta y habla con tono de voz indiferente.

─Personalmente me gustaría que mis cenizas fueran esparcidas en El Laberinto.

Sonrío y de verdad intento luchar contra eso, contra la felicidad que siento y me asusta tanto porque es la primera vez en mi vida que no puedo contenerla, pero termino riendo.

─Te odio por hacerme reír ─murmuro, limpiando los restos de salsa alrededor de mi boca también─. Estarías condenando a tu espíritu a la muerte y a la violencia por la eternidad.

─Suena como el cielo para mí.

─O el infierno.

─¿No es lo mismo?

A pesar de que Vicenzo solo está siendo un imbécil, no puedo evitar darle la razón ya que al final del día no importa dónde hayas crecido, si en la mafia o en una bonita casa en la que no se mencione en voz alta el nombre de ningún criminal, sino quién te acompaña mientras lo haces. Quién está ahí para ti cuando ríes, lloras o evolucionas.

Quién te empuja a hacerlo.

Si es al cielo o al infierno ya no importa.

No se trata de a dónde, sino de con quién lo habitas o con quién recorres el camino hasta llegar allá. Si te arrepientes o no de tus pecados, lo cual yo no hago y él tampoco.

─¿Y si te acompaño? ─pregunto─. ¿Y si esparcen mis cenizas ahí también?

Vicenzo se encoje de hombros.

─Entonces sí sería el infierno.

Inclino mi cabeza hacia él, sonriendo.

─O el cielo para nosotros.

Mi esposo asiente y nunca en mi vida había apreciado su compañía tanto como ahora.

Porque sé que nunca me dejará sola.

Porque independientemente de lo que haga o él haga, su sangre corre por mis venas y viceversa y no hay lealtad más fuerte que la lealtad que va en dos direcciones. Porque sé que cuando llegue el momento, sabrá qué es lo que quiero sin que tenga que pedírselo.

*****

Mi familia se reúne en el comedor del ático para la cena. Todavía no volveremos a nuestro hogar, pero ese día está cerca. Su sistema de seguridad está siendo renovado por completo de nuevo y medidas más estrictas con respecto a él serán implementadas. Tanto yo como Vicenzo venimos de nuestra primera reunión para discutir los términos de la tregua con Maksim, sus hombres y Víktor. No puedo dejar de estar impresionada con lo inteligente y maduro que es el chico a pesar de todo por lo que ha pasado y no soy la única. Cualquier duda que el ruso sintiera con respecto a él, se deshizo una vez lo escuchó hablar y se dio cuenta de que Víktor difícilmente se dejaría llevar por lo que alguien más pudiera decirle. Que después de años en cautiverio, tiene una voz propia que será escuchada y en lo absoluto influenciada por quiénes lo rodean.

Cuando sus oponentes dentro de la Bratva mencionaron su edad, él les dejó claro que había vivido mucho más que ellos quitándose la camisa y obligándolos a presenciar sus tatuajes. Sus cicatrices. Quise cubrirlo al momento en el que lo hizo debido a lo expuesto que quedó, pero su táctica funcionó y no lo hice. Después de todo, Víktor ha pasado por situaciones completamente diferentes a las nuestras y no necesita una madre.

O una hermana.

Necesita una aliada.

Necesita venganza.

Mis ojos se dirigen a Flavio al otro extremo de la mesa, quién no me ha visto a los ojos ni una sola vez desde que llegué del laberinto y la noticia del manejo de la Bratva a manos de un niño se corrió. Después de que terminamos de comer, lo sigo a su habitación. Vicenzo atrapa mi mano antes de que desaparezca del todo del comedor, obligándome a mirarlo. Sostiene tanto a Chiara como a Valentino, por lo que me suelta rápido para poder con ellos, en especial con su hijo. Las personas no exageran. Es un niño grande.

Míos.

─No seas tan dura con él.

─No lo seré ─le prometo.

Tras intercambiar una mirada rápida con Beatrice e indicarle que regresaré pronto, puesto que me llama para que juegue con ella ajedrez, me interno en el pasillo hasta detenerme frente a la puerta de la habitación de Flavio. Ya que no quiero violar su espacio, darle más razones para estar molesto conmigo, toco un par de veces con suavidad tal y como lo indica el capítulo diez, párrafo dos, de Cómo tratar con un adolescente, Parte III, La exclusión de los padres, la rebelión y la lucha por la independencia y la libertad.

Él abre cuando me doy la vuelta para volver a la sala.

─¿Arlette?

Con una opresión en mi pecho que se debe a cuán dispuesto siempre está para oír lo que tengo que decir pese a sus sentimientos, lo que me recuerda a mí misma con mi padre, a lo que tanto quería escuchar salir de sus labios cuando tenía de su edad, por lo que sería capaz de hacer tanto, me doy la vuelta y lo observo dentro de una ridícula pijama azul de botones que me recuerda a cuán elegante siempre se veía en comparación a otros niños.

Ha crecido tanto.

Nunca me cansaré de notarlo.

─Flavi. ─A pesar de que su rostro se crispa con disgusto, asiente y se hace a un lado cuando entro. Se sienta junto a mí cuando ocupo asiento sobre su cama─. Sé que estás enojado por lo de Víktor. Sé que probablemente te preguntas por qué confiaría en él para algo así cuando no lo hago contigo, pero la única respuesta que te puedo dar es que no aspiro que seas el capo más joven en ocupar el puesto de jefe de jefes de Chicago. ─Tomo su mano y la aprieto con fuerza, apretón que él me devuelve─. Pero sí el que dure más. ─Me levanto─. Así que mientras eso sucede, espero que puedas trabajar en descubrir quién eres y qué es realmente lo que deseas. Sin importar lo que sea, siempre estaré orgullosa de ti y siempre te apoyaré... mientras no pongas tu seguridad en riesgo.

Flavio hace una mueca, pero definitivamente es una sonrisa.

Me doy la vuelta para salir de su habitación, pero sus brazos rodeándome me detienen.

─Yo también siempre estaré orgulloso de ti y siempre te apoyaré.

Sonrío cuando nuestro abrazo se deshace, girándome para verlo antes de irme.

─No seas tan malo con Víktor. Necesita un amigo y tú necesitas aliados. ─Cuando asiente, dándose cuenta de que ya no estamos teniendo una conversación amorosa, se echa hacia atrás para contemplar por completo la expresión de mi cara. Cuán en serio hablo─. Y no pierdas de vista a Ivy Davis, Flavio. Ella sigue siendo tu tarea.

No lo he hecho.

Afirmo, complacida, pero luego algo que ha estado llamándome la atención desde hace un tiempo viene a mi mente. A pesar de todo, soy su hermana y no puedo evitar sentir curiosidad, por lo que la puerta vuelve a cerrarse bajo el peso de mi espalda.

─¿Te gusta Estela?

Las mejillas de Flavio se sonrojan.

Estela es dos años menor que él, pero solo los diferencia un año académico porque la chica es lista y realmente se esfuerza por sacar buenas calificaciones. No solo es hermosa y fuerte debido al triste pasado con el que carga, pero no ha permitido que la derrumbe, sino que cuenta con un montón de cualidades que la hacen tan talentosa.

Tan merecedora de mi hermano.

─Arlette... ─murmura como si no tuviera ni idea de cómo hablar de ello. Cuando inclino mi cabeza hacia la silla en el escritorio tras él, se sienta. Esconde el rostro entre sus manos antes de suspirar y verme fijamente con sus ojos azules, realmente afectado por no saber cuál será mi reacción acerca de lo que está a punto de decir─. Estela y yo somos pareja. No lo hemos hecho oficial porque la familia no ha estado pasando por un buen momento, pero tengo la intención de convertirla en mi novia lo más pronto que pueda. Es dulce y merece sentir que la tomo en serio. Le preguntaré a su padre si podemos ir juntos al baile de invierno de San Antonio en unas semanas y ahí se lo pediré.

Oh.

Sin saber qué decir, me levanto y me acerco a él para despeinar su cabello.

Ya no es tan largo como cuando era un niño, pero todavía puedo hacerlo.

─Solo no seas un rompecorazones y si lo eres, que sea con alguien que lo merezca y que sepa dónde se está metiendo. Estela no lo hace y lo sabes tanto como yo.

Flavio afirma.

─Lo sé. La respeto más de lo que me gusta y Estela me gusta mucho.

Aún más orgullosa de él debido a que puedo ver en sus ojos cuánto luchará por no hacerle a la mujer que llegue a amar un día lo que nuestro padre le hizo a Beatrice, me inclino para besar su mejilla y dejarlo a solas con sus conflictos adolescentes.

Sé que cuando necesite ayuda, acudirá a mí.

Y ahí estaré.

Siempre.

*****

En la casa no hay nada interesante para el postre, así que Fósil y yo vamos a la heladería de mi padre por helado y brownies Cavalli recién horneados. Ambos nos apoyamos en la Range Rover que nos trajo aquí mientras un grupo de mis hombres va por el pedido que hizo Beatrice, una porción de cada sabor para descubrir cuál es el favorito de Chiara y de Valentino, y el resto de nuestra familia. Milad, el hombre de confianza de Vicenzo, se encuentra entre ellos y echa esporádicos vistazos hacia nosotros. Suspiro antes de girar el rostro hacia mi guardaespaldas de toda la vida.

Es obvio que Vladimir no fue la mente maestra tras todo esto. Tampoco Alik. El ruso obsesionado conmigo sabía que había asesinado a Marcelo porque vivía en el sótano de la mansión abandonada, lo cual Víktor descubrió en el tiempo que la habitó con Rondion y de lo cual me informó hoy. Los hermanos solo eran peones de alguien más. Alguien que me conocía lo suficientemente bien como para saber dónde golpearme y cómo, pero también con las suficientes conexiones dentro de la mafia roja como para jugar con ellos a su antojo y el acceso necesario a mi círculo de confianza para llevar a cabo sus planes. Con los motivos para querer que los destruyera y que me destruyera hacerlo.

Desciendo la vista hacia el pavimento antes de ascenderla de nuevo a su rostro.

Mi tutor.

Mi segundo padre.

Mi hombre de confianza por y para siempre.

─¿Por qué?

Fósil toma una profunda bocanada de aire, cuya exhalación sale como vapor de su boca, antes de responder sin dejar de ver hacia la heladería a la que tantas veces me trajo.

─La historia de su madre y usted no podía repetirse, señorita Arlette. Le prometí a su abuelo...

─Fósil ─lo corto tomando el cuello de su camisa y apretándolo con fuerza, forzándolo a mirarme. Las lágrimas descienden por sus mejillas y por las mías también. Mis manos tiemblan sin parar, pero no deshacen su agarre sobre su ropa─. Mi hija perdió un dedo. Luca perdió la vida, mi hombre de confianza. Iván, mi socio. Muchos hombres murieron. Rompí mis propios límites y enfrenté cientos de demonios que no quería invocar relacionados con mi madre y su legado, el cual también acepté, solo por lo que hiciste.

─Y lo volvería hacer de nuevo ─dice─. Si eso significa que Chiara será amada, que usted se permitirá amarla de la manera en la que ahora lo hace y que ambas estarán a salvo de la mafia roja debido a que después de todo lo que se vio forzada a hacer estos le temen y respetan como nunca han temido y respetado a nadie más que a su abuelo en su mejor época, lo volvería a hacer todo de nuevo. ─Sus ojos brillas con una mezcla de dolor y orgullo, lealtad, pero en lo absoluto arrepentimiento. Retrocedo─. Lo lamento, señorita Arlette,pero no me disculparé por hacer lo que más de un Vólkov habría querido quehiciera. Usted sabe que la historia siempre se repite y que a veces a través de los errores y la experiencia del pasado podemos detener todo antes de que empiece. Aspirar a un mejor futuro. Eso es lo que él deseaba y usted también. 

 Le sonrío entre lágrimas.

A pesar de todo no puedo mentirme a mí misma. No puedo decirme que de Fósil no haber intervenido, no habría podido llegar al sitio en el que estoy hoy. Al menos no tan rápido. Su forma fue cruel y dolorosa, pero es lo mismo que yo habría hecho en su lugar a alguien que amo y que se niega a ver la realidad con tal de evitar que salga herido. Sin pensarlo dos veces, tomo mi arma y presiono el cañón de esta contra su mentón. Fósil traga, pero no lucha contra mí mientras lo único en lo que yo puedo pensar es en cómo todo ahora tiene sentido. Su secuestro. El hecho de que él regresara a casa por sus propios medios. El poder que Alik consiguió de un momento a otro y su conocimiento sobre la tormentosa relación que tuve con mi madre, aunque dudo que Fósil le haya dicho todo. Entiendo tanto sus motivos, por otro lado, que todo dentro de mí duele.

Pero tampoco puedo perdonar.

Tampoco puedo confiar en él otra vez y eso eventualmente lo destruirá.

No quiero destruir a Fósil.

Ni yo.

Ni yo.

Ni yo.

─Lo creas o no en el fondo estoy agradecida. ─Me meto las manos en los bolsillos, guardando nuevamente el arma─. Es por eso que te voy a perdonar la vida, pero no quiero verte nunca más en lo que quede de la mía. Mereces pasar el resto de la tuya en tranquilidad y eso no lo obtendrás al sentir cada día que ya no confío en ti o que eventualmente te mataré al recordar lo que pasó. ─Beso su frente, saboreando mis propias lágrimas cuando llegan a mis labios─. Hasta siempre, mi amado guardaespaldas. Te libero de la promesa que hiciste a Mark Vólkov y la cual honraste en su totalidad.

Me doy la vuelta para entrar a la heladería, pero su mano tirando de la manga de mi abrigo me detiene. Me giro hacia él a pesar de que verlo se siente como dividir mi alma no en dos, sino en millones de pedazos que nunca más volverán a unirse.

Señorita Arlette, preferiría morir a dejar de servirla ─ruega.

Niego.

─Lo siento, Fósil, pero ya no puedo permitir que lo hagas y no puedo matarte.

No puedo matar al hombre que más me ha enseñado.

Que me ha dado todas las herramientas para ser lo que soy.

Porque quiera o no, soy Arlette Cavalli Vólkova.

Una mujer con el corazón de la mafia siciliana y el cerebro de un soldado de la Bratva.

Tras contemplar su rostro atormentado un poco más, tras grabar con fuego su expresión en mi memoria, entro en la heladería sin mirar atrás porque hacerlo significaría su muerte y la mía debido a que no resistiría la culpa de haber cedido a matarlo, lo cual terminaría haciendo al Chiara preguntarme en el futuro sobre su dedo faltante. También para protegerlo. Cuando los rusos se enteren de que fue quién orquestó esto, lo cual harán eventualmente, el primer lugar al que buscarán será a mi lado, pero ahora Fósil tiene la posibilidad de escapar de ellos sin que nada lo ate en el camino. Pido un brownie de chocolate blanco para llevar a pesar de que no tengo hambre, una especie de acción mecánica, y cuando salgo del local él ya no se encuentra en el sitio en el que lo dejé, pero lo conozco lo suficientemente bien como para saber que siempre estará cerca.

Incluso a miles kilómetros de distancia.

*****

Cuando mami llega a casa de sus clases de yoga, hace que separen a Francesco de mí porque estamos siendo demasiado ruidosos y mi primo necesita descansar. Se va con él para cuidarlo, pero cuando toso frente a ella le dice a Petruskha que se haga cargo de mí. Mi niñera va por mis medicinas mientras yo me acuesto en mi cama y me arropo hasta arriba porque no quiero resfriarme aún más y entra tanto viento por mi ventana, la cual mami abrió de par en par cuando vino a llevarse a mi primo. Mis ojos se llenan de muchas lágrimas cuando Petrushka tarda demasiado tiempo en regresar.

Quiero a mi papi.

─¿Señorita Arlette? ─pregunta Fósil, haciendo que gire mi rostro hacia él.

─Fósil ─murmuro─. No quiero estar sola.

Mi guardaespaldas se sienta junto a mí tras cerrar las ventanas a pesar de que si mamá lo ve haciéndolo, estará en problemas. Se quita su sombrero y lo coloca sobre mi cabeza, lo que me hace reír ya que me veo en el espejo y me parezco a Fósil, pero niña.

─Nunca lo estará, señorita Arlette ─dice─. Yo nunca la dejaré.

Ya que su sombrero es demasiado grande y no me deja ver, se lo regreso.

─¿Lo prometes?

Asiente, tomándolo de vuelta.

─Lo prometo. No se preocupe por eso.

Toso, lo que trae una mueca a sus labios, pero no se va.

─¿Por qué cosa lo prometes? ¿Qué es lo que le da valor a tu juramento?

Me mira con la frente arrugada.

─¿De dónde saca todas esas palabras tan elaboradas?

Pongo los ojos en blanco.

─De ti.

Su pecho se hincha con orgullo al escucharme, al igual que lo hace el de papá.

─Bien. ─Me mira fijamente─. Lo juro por Mark Vólkov.

─¿Mi abuelo?

Fósil afirma.

─Sí. Lo juro por él.

Mi nariz se arruga.

─Fósil, ¿mi abuelo es lo que más quieres en el mundo?

Las mejillas del hombre que siempre me cuida se sonrojan.

─Ya no ─responde, viéndome fijamente─. Pero es a quién más valoro.

Sin saber por qué, mi voz se vuelve baja mientras me inclino hacia él.

Siento que todos los demás creerán que es malo si nos oyen, pero nada podría ser malo si involucra a Fósil.

─¿Y él a ti?

─También, pero algunas cosas simplemente no están destinadas a ser, señorita Arlette ─responde─. La vida es demasiado corta, el doble de cortas para nosotros, como para perder el tiempo suplicando que nos amen. ─Aprieta mi mano antes de levantarse. Al ver en mis ojos el pánico que siento ante la idea de volver a estar sola, sonríe─. Ya vuelvo.

─Está bien ─murmuro.

Pienso que se irá al igual que mamá, al igual que Petrushka, quién hace todo lo que mamá dice porque si no ella se enojará y me hará llorar, o al igual que papá porque papi tiene que trabajar, pero veo cómo Fósil toma a uno de los guardias del cuello y lo sacude contra la pared mientras lo apunta con su arma. Ambos se van y él regresa a los minutos con una taza de té y algunos frascos de medicinas. Vuelve a sentarse junto a mí.

─Tome, señorita Arlette. Se sentirá mejor después.

─Gracias, Fósil ─murmuro tras beber la taza de té que me ofrece, abriendo también la boca para que pueda darme el jarabe. Es asqueroso, pero me lo trago porque Fósil es increíble y no quiero molestarlo. Tiene tantos trucos maravillosos que me enseña. También es el responsable de que sepa algunas cosas que no aprendo en la escuela porque mi maestra prefiere que aprendamos a hacer figuritas con plastilina en lugar de enseñarnos historia de la guerra, idiomas y estudio espacial de los edificios─. Eres el mejor guardaespaldas. Nunca querré que alguien más cuide de mí. Solo tú.

El hombre acaricia mi frente mientras me arropa, mis ojos cerrándose.

Estoy tan cansada.

─Y yo nunca querré cuidar a nadie más, señorita Arlette ─dice antes de sentarse junto a mí, lo cual me hace sonreír. Mamá puede tener a papá, convencer a Petruskha o incluso obtener el amor de su padre de regreso, pero yo siempre tendré a Fósil─. Solo a usted. 

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