
Capítulo 45:
ARLETTE:
Incluso en nuestro mundo se vale soñar.
Se vale soñar con que recuperaré a mi hija y nos iremos de vacaciones como cualquier otra familia que no ha pasado los últimos cuatro años en guerra. Se vale soñar con un futuro en el que no tenga que pagar por todos los pecados que he cometido como madre o intentando remediarlo para tener a Chiara de regreso conmigo.
Se vale porque soñar te ayuda a soportar el precio de que dichos sueños se hagan un día realidad, el cual yo estoy dispuesta a pagar.
En lo referente a mi familia, siempre lo he estado.
*****
A diferencia de los años anteriores, la fiesta de diamantes Cavalli no se llevará a cabo en el jardín de rosas de la mansión, sino en la fortaleza de Luciano porque es un mejor lugar para mantener bajo control a los invitados. Cada uno de ellos tiene un puesto asignado al que uno de mis hombres lo dirige a penas llega, escoltándolo por lo que queda de la velada. A diferencia de la última vez que el evento se llevó a cabo, antes de la muerte de mi padre, la temática principal de este año ha hecho que las mujeres presentes hayan optado por vestidos recatados y de telas opacas de estilo victoriano que hacen resaltar las joyas en cualquier parte de su cuerpo. Beatrice y yo nos arreglamos juntas en una de las habitaciones del enorme complejo antes de unírnosles.
─¿Por qué debo ir a dormir temprano, hermana? ─pregunta de manera triste mientras acomodo sus rizos rubios sobre sus hombros y ajusto el collar de diamantes en su cuello.
Su vestido es un clásico del romanticismo. Sus hombros son caídos y no lleva ningún tipo de corsé. Es de seda blanca y hace que luzca como un ángel que se escapó del mural de una capilla. El mío, en cambio, es negro y tan ajustado que a penas puedo respirar. Su falda es ancha y larga, por lo que no tengo ni idea de cómo me moveré con él. Su escote es su fuerte. Sus mangas sobresalientes están inspiradas en los cisnes negros. En compañía de la solitaria esmeralda que cae entre mis pechos, los guantes de seda oscura en mis manos, mi cabello suelto lacio y el maquillaje de tonos verdes y dorados de Gavin con pedrería en mis párpados, el resultado es una obra maestra.
─No es una fiesta de niños ─murmuro de la manera más cálida que encuentro.
Se cruza de brazos. Es la primera vez que Beatrice hace algo similar a un berrinche y no puedo estar enojada con ella o reprochárselo porque yo habría tenido la misma actitud.
─Pero Valentino irá.
─Valentino no entiende muchas cosas de las que hablan los adultos.
Y no lo dejaré fuera de mi vista.
No permitiré que se lo lleven como se llevaron a Chiara. Beatrice es lo suficientemente mayor para dar señales en el caso de que vayan por ella, ha recibido la instrucción adecuada, pero el hijo de Vicenzo no y me niego a que se lleven a Valentino también. Ni su padre ni yo soportaríamos volver a pasar por una situación así, ser golpeados así.
Con el suceso de la muerte de su madre tan reciente, Vicenzo enloquecería.
─Hermana...
─En unos años será tu deber organizar esta fiesta, no el mío, y podrás vengarte de mí haciendo que me retire antes. ─La contemplo y no puedo evitar sentir una punzada al ver a Beatrice en ella. Pequeña Beatrice cada día es más hermosa y lista. Mi madrastra habría dado tanto por verla crecer. Mi padre. La manera en la que ahora debo llevar a cabo el papel de ser la madre de alguien que ni siquiera esperaba y que probablemente en un futuro me odiará debido a la muerte de su verdadera progenitora me obliga a admirar más el recuerdo de Beatrice de lo que ya lo hacía─. ¿Te parece bien?
Beatrice me mira con el ceño fruncido, pero termina cediendo.
─Bien, pero no lo haré ─murmura mientras me abraza─. Te quiero, Arlette.
Le devuelvo el abrazo depositando un beso en la cima de su cabeza rubia.
─Y yo a ti, Beatrice.
Tras mirarme y ofrecerme una sonrisa, se escabulle con Matteo al otro extremo de la amplia habitación en la que estamos, dónde este está vistiéndose con un traje de dos piezas con ayuda de Gavin. No somos las únicas aquí. Hether también vino a alistarse y se acerca a mí a penas me encuentro a solas. Su vestido es rosa pálido y se adhiere a cada centímetro de su cuerpo en la parte superior ya que también es de corsé y falda ancha. Cuando me alcanza y solo guarda un receloso silencio, suspiro. He aplazado por demasiado tiempo esta conversación entre nosotras porque solo he tenido cabeza para los preparativos de la fiesta y la búsqueda de mi hija, pero supe que la tendríamos a penas Vicenzo me dijo que comprometió a Hether con Giovanni Greco.
─No tienes que hacerlo.
─Sí tengo que hacerlo.
─No, no tienes por qué hacerlo, Hether. Si quieres puedo hacerle prometer a Giovanni que le cederá su posición a Matteo cuando crezca. No es necesario que se casen.
Bufa.
─Sí, pero tendríamos que convencer al Outfit de eso y no, gracias. No me arriesgaré a que, como ahora, mi solicitud no sea escuchada para no entrar en conflicto. ─Se encoje de hombros─. ¿Qué más da si acepto, Arlette? La primera vez me casé por obligación. Mis padres me obligaron a tomar a Luciano como mi esposo. No hubo nada para mí además de dolor y una agonía indescriptible que conoces bien. ─Su mirada pasa de letal y asesina a triste en un segundo─. La segunda vez lo hice por amor. Luca fue y siempre será el amor de mi vida. ─Con una sonrisa en su rostro que intenta ser de perra, pero que solo es un patético intento tembloroso con el que puedo predecir que está a punto de llorar por la pérdida de Luc, toma una copa de champagne de la bandeja que una chica lleva alrededor de la habitación en un traje y brinda─. Que la tercera sea por poder y, quién sabe, sexo. Estaba a punto de declinar cuando atrapé a Giovanni orinando.
A pesar de que supongo que esperaba que riera, solo la contemplo.
─Mereces ser feliz.
Hace una mueca.
─Tú también, pero la felicidad no es para mujeres como nosotras, así que me conformaré con gastar todo el dinero de mi prometido para lucir mejor que tú el día de mi boda.
Esta vez sí sonrío.
─La sangre es buena para la piel.
Hether se estremece.
─No sé qué es más escalofriante, si el hecho de que hayas hecho un chiste o el chiste.
Arrugo la frente.
─No es un chiste.
Palidece.
─Bueno... creo que eso es más escalofriante todavía. ─Se bebe el contenido de la copa de golpe. Antes de irse me señala con ella─. Por cierto, quiero que sepas que no te culpo por lo que pasó, pero que sí lo haré si no le haces justicia a su asesinato.
Afirmo.
─Si se establece algún tipo de acuerdo con la Bratva, pediré la cabeza de quién ordenó que nos atropellaran ese día entre los términos. No te preocupes por eso.
La tensión abandona los hombros de Hether.
─Bien.
─Entiendo si ya no quieres ser la madrina de Chiara ─añado cuando se empieza a dar la vuelta para ir con Matteo, lo que hace que se gire por unos segundos hacia mí de nuevo.
─¿Y permitir que las sucias de Verónica y de Marianne se conviertan en tu número uno? ─Me sonríe de oreja a oreja, pero su tono de voz es sumamente serio─. Sueña. Sería la madrina de Chiara incluso si no creyera en estas costumbres católicas de la mafia.
Ya que mi padrino, el padre de Vicenzo, asesinó a mi padre, su mejor amigo, quién a su vez era el padrino de su hijo, no puedo decir que yo lo haga, pero Hether es la única persona que conozco a la que el mérito la haría genuinamente feliz y después de todo por lo que ha tenido que pasar, por lo que pasará al estar casada con un hombre que no la ama luego de haber estado con el mejor de ellos, lo merece. Merece más razones para sentirse como parte de la familia y tener la certeza de que la protegeremos y a sus hijos como uno de los nuestros. La contemplo salir de la habitación de la mano de Matteo y Beatrice antes de acercarme a Gavin, quién se pone de pie del diván en el que estaba sentado atando los cordones de sus zapatos cuando nota que me estoy acercando a él.
─Gracias por el vestido ─murmuro─. Por cada cosa que has hecho para mí hasta ahora. No sabes lo importante que ha sido cada prenda al momento de enviar un mensaje.
Sus ojos azules se humedecen mientras asiente.
Ya que no puedo esperar ninguna respuesta de él, me doy la vuelta.
Mi teléfono vibra en el bolsillo imperceptible de mi vestido segundos después.
Sin girarme, leo su mensaje.
Sin importar qué.
Tomo una honda bocanada de aire. Gavin nuevamente es el único cercano a la familia que tiene una certeza de mis planes para esta noche porque es el único que no podría delatarme o, en este caso, intentar convencerme de no llevarlos a cabo, así que no puedo evitar sentir una punzada en el corazón ante su selección de palabras, una con la cual me declara su eterna lealtad a pesar de cuán bajo pueda llegar a caer.
Eso es un alivio.
Porque después de lo que estoy a punto de hacer, muchos la cuestionarán.
Incluso tú.
*****
Vicenzo me espera en la entrada del salón en el que alguna vez fui exhibida para bailar semidesnuda para Luciano, pero que actualmente se encuentra decorado como una imitación gótica del salón de los espejos de Versalles. Ya que los anfitriones somos Cavalli, los invitados ni siquiera lo preguntan en voz alta porque eso los haría quedar mal. ¿Los candelabros que cuelgan del techo son de oro? Sí. ¿La platería es, en efecto, de plata? Sí. ¿Los diamantes en exhibición valen más que la colección de la monarquía inglesa? Sí. ¿El sitio en el que estamos solía pertenecer a uno de los mayores tratantes de blancas de la mafia siciliana y del continente? Sí, pero ahora me pertenece a mí.
Al igual que la vida de cada persona dentro de él en este momento.
Políticos asociados al bajo mundo, empresarios, criminales en sus más altos rangos.
Inhalo profundamente el aroma de todos ellos, a dinero, perversión e ingenuidad, antes de tomar la mano que me ofrece Vicenzo y permitir que me guíe al centro del salón, aparición que hace que todos guarden silencio mientras me apodero de su atención. Mi esposo está usando un traje tan oscuro como mi vestido, la camisa bajo este siendo del mismo color, y lo que resalta en él es la violencia en su mirada mientras se enfoca en los miembros de la mafia rusa que se encuentran entre nuestros invitados, quiénes aceptaron venir para discutir los términos de su rendición a manos de Maksim y no solo provienen de Chicago, sino de varios rincones de Estados Unidos y el mundo.
─Bienvenidos a la exposición anual de diamantes Cavalli ─susurro, pero debido al eco de la infraestructura todos me escuchan. Aprieto el brazo de Vicenzo con excitación cuando percibo la manera en la que se estremecen debido a cuán clara y cercana oyen mi voz─. En nombre de mi familia y de mi esposo les deseamos una velada como ninguna otra.
No puedo apartar mis ojos de los miembros de la Bratva, de dejar de preguntarme cuál de todos ellos o de sus acompañantes podría saber algo sobre Chiara, y por un momento me congelo frente a todos ellos, sintiendo mis rodillas inestables. Aquí solo hay figuras relevantes, como Rondion, y sus respectivas parejas. La mafia siciliana armó un espectáculo cuando supieron que estarían presentes, solo calmándose cuando Vicenzo les aseguró que la pasarían mal ya que vendrían a humillarse por misericordia, pero aún así la tensión entre ellos y yo es innegable. Por mi hija les he hecho pasar por cosas que jamás se me serán perdonadas. Por las cuales nunca, ya no solo por ser mujer, me admitirán entre sus filas a pesar de que la sangre Vólkov corra por mis venas.
Porque no pueden confiar en mí.
Porque soy igual de peligrosa e impredecible que Sveta Vólkova.
Solo que en mi caso dichas cualidades están dirigidas únicamente a mantener segura a mi familia, lo que me hace perfecta para pertenecer a la mafia siciliana. Sin embargo, no puedo negar que una parte de mí desee apoderarse de todo lo que debería corresponderme y no solo por haber asesinado a su gente, sino porque forma parte de mi legado, del precio que yo misma he pagado al nacer, pero sé que no es para mí.
En otra vida.
A través de alguien más.
─Retomen la maldita música ─sisea Vicenzo junto a mí, empezando a traer mi mente de regreso al momento en el que estamos, mientras toma mi mano y tira de ella hasta que mi pecho termina presionado contra el suyo al mismo tiempo que una suave y femenina voz se apodera del ambiente de la fiesta. Cuando sus ojos buscan los míos y todavía no he logrado enfocarme de todo en ellos, aprieta mi mano─. ¿Qué está pasando, Arlette?
Run and hide
It's gonna be bad tonight
'Cause here comes your devil side
It's gonna ruin me
Vicenzo me conoce tan bien que no podría mentirle y después de todo por lo que hemos pasado juntos sería un insulto hacia él que si quiera lo intentara, por lo que no lo hago. En su lugar entierro mi mano en su cabello blanco y acerco mis labios a los suyos de una manera que lo toma desprevenido, pero que no tarda en corresponder mientras bailamos y giramos frente a todos. A pesar de que las muestras de afecto son vistas como debilidades en nuestro mundo, nadie aquí se atrevería a contradecir que juntos somos más fuertes. Que hemos puesto de cabeza sus vidas desde que nos casamos.
Porque he cometido muchos errores, pero elegirlo no fue uno de ellos.
I can't lie
But I do miss those times
We were on the high
I thought it would never end
But you and I
Have come from the same long line
Good kids with a devil side
Just going around again
Cuando la música termina y su mirada exige una explicación, me encojo de hombros.
─Por las apariencias.
Dicho esto guardo distancia de él, de su estúpido aroma a rosas y de la manera en la que mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho a pesar de mis pastillas, de que ya no somos adolescentes y de no puedo permitirme a mí misma tener ese tipo de sentimientos. A pesar de que estoy a punto de decepcionarlo. Vicenzo puede ser un monstruo, pero también tiene tanta humanidad que yo no y que tampoco puedo odiar. Después de todo es gracias a ella Chiara y Valentino recibirán verdadero afecto paternal de alguien que no tenga que esconder su propia naturaleza de ellos para no herirlos.
─¿Arlette? ─insiste Vicenzo cuando llego a la mesa de nuestra familia.
Flavio, quién se encontraba en la mesa de Estela, se le une al poco tiempo, su frente arrugada con desconcierto. Por el rabillo del ojo veo a Hether desaparecer con Beatrice y Matteo en compañía de mis escoltas, quién asiente en mi dirección antes de que la pierda de vista. La temperatura en la fiesta empieza a descender a medida que muchos de mis invitados empiezan a recibir llamadas. Maksim se acerca a nosotros unos segundos después. Sin tener ni idea de lo que sucede, Fósil, Vicenzo y Giovanni se interponen entre nosotros cuando se hace evidente que el ruso viene por mí. Flavio se queda a mi lado, pero tampoco entiende lo que está pasando. Solo Maksim y yo lo hacemos.
Pero eso está por cambiar.
─No solo estás loca. También eres una mentirosa ─sisea el ruso─. No sabes cuánto me tomó convencer a mi gente de venir. De que esta guerra fue nuestra culpa por no haber aceptado tu maldita tregua, pero me doy cuenta de que nunca la quisiste, ¿no es así? Como siempre los malditos italianos alardean de códigos morales y de palabras que no tienen. Puedes odiar a la Bratva tanto como quieras, Vólkova, pero no eres mejor que nosotros. En realidad eres bastante parecida al bastardo que se llevó a tu hija.
Mis ojos viajan a Vicenzo.
Son una súplica silenciosa.
─Debía hacerse ─murmuro antes de que una de las paredes se alumbren con la transmisión en vivo de diez niños de la mafia roja escondidos en el feo y mugriento sótano de alguna madriguera recóndita en Chicago. Estos lloran y se estremecen debido a la oscuridad que los envuelve. Cuando tanto mi hermano como mi esposo y mi guardaespaldas de toda la vida me dirigen miradas acusatorias y en contra, me separo de ellos y camino con mis escoltas al escenario bajo la pantalla. Para entonces el único sonido que se escucha es el de los gritos de Valentino en los brazos de Aria─. A pesar de que estamos rodeados de tesoros esta noche, el más valioso de ellos es el conocimiento. Hoy mis amigos de la mafia roja se han ofrecido como voluntarios para enseñarles una lección que ellos me impartieron a mí. ─Los señalo─. Nunca descuides a un hijo. ─Mis labios forman una sonrisa temblorosa cuando una de las mujeres grita al identificar a su hijo encima de mí. Para añadir más drama al asunto, es su niño el que pide por ella una y otra vez. Su padre, a su lado, contempla el intercambio sin emoción ya que su posición dentro de la Bratva no le permite demostrar sus sentimientos, pero sus ojos están brillantes mientras los mantiene enfocados en su pequeño─. Porque por cada diez minutos que pase sin tener a mi hija de regreso, uno de ellos morirá frente a ustedes.
*****
Es la ansiedad lo que me obliga a encerrarme en un baño y a tomar un puñado de pastillas de mi bolsillo, pero también es la ansiedad lo que me hace vomitarlas a penas la trago ya que conté cinco de ellas. Demasiado fentanilo. Dada su concentración, son una sobredosis segura. Una sobredosis sin sentido ya que ahora la droga que ingerí por años solo me ayuda camuflar lo que está mal en mí, pero no más que eso. Cuando me lavo la boca con agua fría y alzo mi vista hacia el espejo, me estremezco. Mis ojos azules se han vuelto rojos. Mi alma se encuentra en un nivel mucho más oscuro del infierno ahora, pero no me arrepiento ya que ya no me importa lo que pase conmigo. Lo dije muchas veces y nadie me tomó en serio cuando lo hice.
Haría todo por mi familia.
Incluso ocasionar el mismo dolor que me ocasionaron a mí una y otra vez.
Pero es necesario.
Porque incluso si no la regresan, sabrán cómo se siente.
Cómo me he sentido cada día desde que se la llevaron.
Cuánto ha ardido mi alma.
Tanto dolor.
─Señor, no puedo dejarlo pasar ─dice uno de mis guardaespaldas al otro lado de la puerta, por lo que tomo una profunda respiración y la abro por mí misma antes de que Vicenzo use más que palabras para entrar, lo que no me puedo permitir.
No cuando todas las personas del otro lado me desean muerta, ya sea por mi inestabilidad o por lo que les hice y seguiré haciendo hasta tener a mi hija de regreso, y necesito tanta ayuda como pueda conseguir para que mi cabeza siga unida a mi cuerpo. Cuando Vicenzo se detiene frente a mí y no hace más que mirarme fijamente, trago.
─Dime que no es cierto ─sisea─. Dime que no actuaste a mis espaldas porque sabías que no te ayudaría y que no secuestraste a diez niños de la Bratva para vengarte.
No puedo.
─No puedo hacerlo ─murmuro─. Sí lo hice, pero...
─Mierda, Arlette, ¡mierda! ─grita mientras patea un contenedor de basura y esparce todo su contenido en el suelo. Tras pasearse con el baño con las manos tras la nuca, me enfrenta mientras me señala con el dedo─. Soy un asesino, un torturador, la peor maldita escoria en cualquier guía telefónica de aquí a Sicilia, pero tengo mis límites, en especial ahora que soy padre, y tú también deberías tenerlos. Matar a niños no trae buen karma.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
─Sus padres tienen a Chiara.
Vicenzo bufa.
─¿Y qué maldito mensaje quieres hacerles llegar con esto? ¿Qué no eres mejor que ellos o que no eres lo suficientemente inteligente como para hallar la manera de encontrarla sin convertirte en la persona que la tomó de la seguridad de su hogar?
─No. ─Niego, mi barbilla endureciéndose mientras lo rodeo para salir al exterior─. Lo lejos que estoy dispuesta a llegar para tenerla de regreso.
Vicenzo toma mi brazo antes de que consiga escapar de él.
─¿Y crees que te la regresarán después de esto?
─Cualquier cosa es mejor a no tener nada, que es justamente lo que hemos sabido de ella desde el día en el que desapareció. No me quedaré de brazos cruzados esperando que ocurra un milagro y Chiara aparezca, Vicenzo. Me conoces mejor que eso.
─Sí, sí lo hago. ─Tiemblo cuando aprieta mi muñeca. Lo hace verdaderamente fuerte, no solo para hacerme entrar en razón. Quiere lastimarme, me doy cuenta, de la misma manera que yo lo estoy lastimando─. Es por eso que sé que de estar actuando como tú misma la posibilidad de esto ni siquiera entraría en tu cabeza. La maldita pregunta aquí es cómo no me di cuenta de lo que estabas planeando. Debiste esforzarte demasiado en mantenerlo oculto para mí cuando se supone que somos un equipo.
La ofrezco una mirada triste.
─La desesperación cambia a las personas.
Ante mis palabras me suelta. Su mirada oscura está llena de dolor.
─Si haces esto no será seguro para Valentino o incluso para Chiara estar cerca de ti. ─Vicenzo me da la espalda. Sus hombros están tensos, al igual que cada músculo de su cuerpo. Una parte de mí se muere poder decirle algo, cualquier cosa, pero la otra sabe que no hay nada que decir─. Si haces esto, Arlette Cavalli, quiero el maldito divorcio y la custodia de mi hija. Si la quieres tan solo un poco sabrás que lo mejor para ella será estar con la única persona con la que tiene un vínculo y dejarás que me la quede.
Mi mano se congela sobre el pomo al oír su exigencia.
Ignorando la opresión en mi pecho, respondo.
─Si realmente eso es lo que quieres, lo tendrás.
Porque no hay vuelta atrás.
Al momento en el que pongo el pie de vuelta en el salón, escuchamos el primer disparo.
******
Mi padre me obliga a salir de cama y a usar un brillante vestido rojo el día que mi madre regresa a casa. Es domingo, así que por eso no estoy en la escuela para el momento en el que llega, lo cual suele ser lo usual cuando vuelve del doctor. Mi papi siempre organiza almuerzos familiares a los que invita a Aria, a Constantino y a Vicenzo para celebrar su regreso, así que no me sorprendo cuando bajo las escaleras después de que Petruskha arregla mi cabello y lo ata con un brillante lazo rojo y encuentro a mi prometido sentado en el sofá con expresión malhumorada. Ya que sé que cuando está enojado es más tonto y agresivo, lo ignoro y corro directamente hacia el jardín en búsqueda de papá.
Pero Vicenzo tiene otros planes.
Antes de que pueda alcanzar la salida, tira de mí hacia atrás.
─Fea.
─Estúpido ─chillo mientras lo alejo de mí presionando mis manos contra su pecho y empujándolo hacia atrás con toda la fuerza que tengo─. ¿Qué quieres?
─Galletas ─responde mientras me suelta. Me congelo debido a que Vicenzo nunca antes me había dicho la razón de su enojo─. Consigue galletas para mí y no me molestaré contigo por usar ese feo vestido. No te empujaré o haré sangrar si lo haces.
Lo miro.
Cuando me doy cuenta de que quiero la ventaja de ganarle hoy a las escondidas, afirmo y corro en dirección a la cocina. Mis hombros se hunden con desilusión cuando no encuentro un tarro en la encimera, así que alineo una de las sillas junto a los gabinetes y la escalo para alcanzar el depósito en la parte de arriba en la que Petrushka las guarda. Cuando el frasco de cristal está en mis manos, lo giro para abrirlo y conseguir las galletas de Vicenzo, pero este se resbala y cae. Debido a la impresión yo también lo hago.
─Ay ─chillo cuando los cristales se incrustan en mi piel, abriéndola, y rasgan mis medias.
Intento ponerme de pie, pero siento tanto dolor que no puedo hacerlo. También hay más cristales. Si me muevo me herirán. Tiemblo cuando un par de manos me toman y me alzan en brazos. Tiemblo todavía más cuando mi mirada se posa con la de mi madre.
─Mi dulce niña ─susurra ella─. ¿Me extrañaste?
Separo los labios, pero ninguna palabra sale de mi boca. Hay algo diferente en sus ojos azules. Algo cálido. Me encojo cuando me abraza. Empiezo a sollozar cuando entierra su nariz en mi cabello e inhala con fuerza, lista para ser maltratada. Cuando enfoca su mirada de nuevo en mí, sin embargo, solo veo amor y arrepentimiento.
─Será mejor ─promete─. Lo siento tanto. No volverá a pasar. Lo juro.
─¿Arlette? ─pregunta papá tras nosotras, corriendo.
Siento que por fin puedo respirar cuando me toma en brazos.
─Papi ─sollozo enseñándole mis heridas, ante lo cual su mirada se vuelve dura mientras se dirige a mi madre, quién ahora está tan blanca como la nieve.
─¿Por qué estabas a solas con ella, Sveta? Sabes lo que dijo el doctor ─le dice antes de sentarme en una de las encimeras y sostener mi rostro entre tus manos─. ¿Qué pasó?
─Me caí buscando galletas.
─¿Tu madre qué hacía mientras tanto?
Observo cómo esta se mueve nerviosamente mientras espera mi respuesta.
Cómo tiembla.
─Veía.
Mi respuesta debe enojar y aliviar a papá en partes iguales, puesto que sus hombros se relajan, pero su mandíbula sigue dura mientras carga conmigo y le habla a mi madre.
─Solo mantente así. A pesar de que te mueres por ser una buena madre y socorrer a tu hija antes de que se caiga y se abra la pie, lo mejor es que solo veas ─dice de manera extraña, creo que sarcástica o algo así ya que suena como si no lo dijera en serio.
Mamá asiente.
─Eso haré.
A pesar de que quiero mantener mi atención lejos de ella mientras nos alejamos, no lo hago. La contemplo mientras me abrazo al cuello de mi papi. Ella se arrodilla para recoger los cristales rotos y antes de que abandone la cocina me mira, pero ya sus ojos no solo tienen amor, calidez o arrepentimiento.
También contienen miedo.
Chicas, ES IMPORTANTE QUE ESPEREN EL SIGUIENTE CAP PARA SACAR CUALQUIER TIPO DE CONCLUSION. POR FAVOR, ESPEREN. QUERIA QUE TODO SE RESOLVIERA EN ESTE POR ESO, PERO YA ESTABA DEMASIADO LARGO Y FALTA MUCHO ENTONCES TUVE QUE DIVIDIR LA FIESTA EN DOS PARTES, PERO POR FAVOR ESPEREN ANTES DE ENLOQUECER
Ustedes saben cómo es Arlette y cómo es todo en este libro, así que guarden la esperanza siempre de que nada sea como parezca (aunque tampoco puedo negar que exista la posibilidad de que sí, en especial cuando ya han vuelto tan loca a Arlette).
En fin
Si tanto quieren saber qué pasó, más tarde haré live en Instagram (oscaryarroyo) leyendo el inicio de la siguiente parte y podrán estar en paz. Será a las 10:00 pm Venezuela
En fin
Love u
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