VICENZO:
Cuando llegamos al complejo de seguridad, somos recibidos por una agrupación de nuestros hombres, entre ellos Emi. Todos ellos llevan atuendos de combate, encontrándose armados y preparados para despegar cuánto antes. También emanan un aura que grita que están sedientos de sangre. Debido al retraso de la muerte de Luc, perdimos un objetivo, pero no podemos permitirnos perder más. El asiático estrecha mi mano y palmea mi hombro cuando lo alcanzo, su mirada clamando tanta venganza como la mía.
Uno de los nuestros ya no está.
Luc y yo tuvimos un inicio difícil porque deambulaba demasiado alrededor de mi esposa, cumpliendo a la perfección su papel como su perro guardián, y porque yo no le agradaba, aunque nunca entendí los motivos tras ello, pero cuando finalmente estábamos llevándonos bien, fue asesinado.
Sus ejecutores fueron eliminados en el acto, pero eso no es suficiente.
Hay un responsable y no fue uno de ellos.
Cuando descubramos su identidad, morirá de la peor de las maneras. Mientras tanto Arlette y yo continuaremos asfixiándolos hasta que se cansen y nos entreguen tanto a Chiara como a la mente maestra detrás del atentado en su contra. No soy estúpido. Sé que la querían a ella, pero son imbéciles si piensan que un accidente automovilístico es suficiente para deshacerse del anticristo. Una bomba nuclear tal vez, ¿pero un accidente? Todos salimos heridos. Luc murió, Hether casi pierde a su bebé y la movilidad de su brazo y yo todavía cojeo debido a la herida que dejó el cristal que se incrustó en mi pierna, pero mi esposa solo sufrió un pequeño rasguño en la frente.
Sigan riendo cuando digo que tiene un pacto con el diablo.
Un día este aparecerá en sus casas, les quitará la virginidad anal y me reiré en sus malditas caras porque nunca me creyeron cuando se los dije.
─Estamos listos para despegar ─me informa Emi─. Solo por hoy les haré el favor de tomar el puesto de Luc, pero no soy bueno haciéndome responsable de otros. Por una maldita razón no me he asentado todavía. Soy un espíritu libre. Además, los italianos no quieren a un chico asiático a cargo de ellos.
Aunque en otra situación no estaría seguro sobre dejarlo a cargo, afirmo.
Son tres misiones diferentes. Tres objetivos.
Por más que Arlette quiera estar a cargo de todo, no puede.
─Tienes mi permiso para irte.
Alza las cejas. Yo también lo hago cuando no se va al instante.
─¿Arlette está de acuerdo con esto?
─Jódete, Emi. Espero que mueras ─gruño antes de darme la vuelta, pero luego el recuerdo del cuello sin pulso de Luc viene a mi mente y giro el rostro hacia él─. No, en realidad no lo hago. Mata a todos y vuelve a salvo para que yo te mate a ti si me cuestionas de nuevo, japonés de mierda, pero vuelve.
Tras obtener una sonrisa de su parte mientras niega, sigo con mi camino. Arlette avanzó al interior del complejo y debo alcanzarla. Con cada paso que doy entiendo el por qué no lo demolieron tras la muerte de Luciano. Lo bueno de este sitio es que prácticamente es una base militar, por lo que hay espacio para todo. Para todos los integrantes de la mafia siciliana de la ciudad y sus familiares, así como también para dos aviones de guerra F-22 y un jet privado en una pista que hace una semana no estaba ahí. Gracias a los presentes del príncipe Khalil, ninguno de ellos podrá ser identificado en el aire debido a los dispositivos que bloquean las señales emitiendo altas frecuencias de radiación que distorsiona la imagen de los satélites y radares, así que probablemente después de hoy surjan teorías conspirativas sobre tres objetos no identificados sobrevolando el espacio aéreo.
Pero seremos nosotros.
A pesar de que la pista se extiende por alrededor de un kilómetro, es tan solo una pequeña porción de las hectáreas que le pertenecen a mi esposa y ya que al parecer no firmé un contrato prenupcial, a mí también. Encuentro a Arlette de pie junto al jet. Emi viene caminando tras de mí con un tipo que parece ser un veterano de guerra y ambos entran en uno de los aviones de bombardeo después de asentir hacia ella, asentimiento que les devuelve mientras se detiene en las escaleras de nuestro medio de transporte.
No continúa hasta verlo despegar, su mejilla hundida debido a lo fuerte que está mordiendo si interior para evitar sonreír frente a sus hombres.
*****
Cinco horas después, aterrizamos en Culiacán, Sinaloa.
México.
Descendemos en una pista corta en una finca dentro de los límites del Triángulo Dorado, el cual está formado por regiones montañosas de Sinaloa, Durango y Chihuahua dónde hay cultivos y laboratorios clandestinos del Cartel del Pacífico con los que nadie se mete. Tanto la construcción como las hectáreas que nos reciben le pertenecen a mi esposa bajo el nombre de Porfirio. El narcotraficante cubano amplia sus brazos cuando nos ve. Lleva una camisa hawaiana y bermudas. Un reloj de oro cuelga de su muñeca.
A diferencia de la última vez que lo vimos, luce feliz.
Cumplió el sueño americano, después de todo, ganando su visa y viajando a Chicago solo para orinar en la acera del aeropuerto y volver a tomar un avión privado a algún país latinoamericano. Dijo que ahora que estaba en un nivel superior al que se hallaba antes, prefería pasar su tiempo libre en Europa y no volver a pisar suelo estadounidense. Resentimiento, supongo.
─Ahí están. Mi pareja de psicópatas ítalo-americanos favoritos. Nada más y nada menos que la muerte y la princesa de la mafia siciliana, ¿o debo decir reina ahora que tienes una pequeña niña correteando alrededor de ustedes? Esos jodidos rusos no sabían en lo que se metían cuando enviaron ese cadáver. Al igual que tú, creo en mi corazón que la pequeña Chiarita está viva ─Pongo los ojos en blanco cuando toma la mano de Arlette y la besa, recordando cuánto la odiaba debido a Carlo antes de que lo volviera multimillonario y el principal enlace entre todos los cárteles del sur del globo terráqueo. Por otro lado, Chiara solo tiene cuatro meses. No corre. Se incorpora y se sostiene por sí sola, pero no corre─. ¿Cómo estuvo el vuelo?
─Bien, gracias por preguntar ─responde ella, sonriendo levemente, pura cortesía, antes de dejar espacio entre ellos e ir directo al grano mientras se quita la chaqueta de Venice. La imito. En Chicago estaba nevando esporádicamente. Aquí hace calor─. ¿Nuestro invitado ya está aquí?
Solo así, con su pregunta, la sonrisa de Porfirio se desvanece.
─No, todavía no.
Arlette asiente.
─Bien. Iré a cambiarme. ─Me mira─. No lo mates.
Desencajo la mandíbula. No tenía pensado hacerlo.
No hoy, al menos.
─No te preocupes.
Tras evaluar mi expresión un poco más, Arlette se da la vuelta y sube los tres escalones que llevan a la gran casa de aspecto colonial. La vista desde ella es hermosa ya que estamos en el punto más alto de una montaña. Esta también posee paredes y ventanales de vidrio que la hacen ver un poco más moderna, pero es obvio que ella no es su primera dueña. Probablemente no la primera criminal que la ha adquirido. Mientras camino hacia la barra y tomo una botella de whisky de Porfirio, me pregunto cuántos muertos ha habido aquí.
Porfirio me sigue con un habano encendido.
Me ofrece uno, pero niego.
─Ahora soy padre. Menos humo, más años de vida.
Me mira con una ceja alzada, pero no me contradice. Lleno un vaso de cristal de elíxir dorado, tomándome mi tiempo para brindar por Luc antes de llevarlo a mis labios, y lo bebo. Si él estuviera aquí... bueno, no tengo ni idea de lo que haría si estuviera aquí, quizás meterme en la cabeza ideas sobre Hether y Arlette porque el imbécil no tenía las agallas para enfrentar a la zorra de su esposa, pero sé que no sentiría un hueco en el maldito pecho.
Por ti, Romano.
─¿Ahogando penas, capo? ─pregunta Porfirio con marcado acento cubano, apoyando los codos en sus rodillas e inclinándose hacia delante.
Hago una mueca.
─No es tu problema.
Ahora son dos de sus cejas las que están arriba. Sus manos también en signo de paz, su tabaco siendo sostenido solamente por su boca mientras habla.
─Solo me preocupo por uno de mis socios.
Chasqueo con mi lengua.
─El que Arlette me haya hecho prometer que no te mataría, no significa que no pueda arrancarte un brazo o una pierna con tal te haga un torniquete después o te cauterice para que no te desangres, lo sabes, ¿no es así?
Porfirio me mira como si no entendiera.
─¿Sigues molesto conmigo por haber secuestrado a tu hermana?
Bufo.
─¿Lo dudas?
Aplaude, echándose hacia atrás con expresión divertida.
─Desagradecido, me debes la vida que llevas. Si no hubiera secuestrado a Penélope Ambrosetti, no habrías regresado a Chicago y no te habrías casado con Arlette Cavalli. Seguirías deambulando como una puta cara por ese país que se vende más alto de lo que vale. Sin mí, no serías quién eres ahora.
Tras oír sus palabras tomo un trago más de mi licor y me pongo de pie del sofá de cojines blancos y mimbre. Porfirio me mantiene la mirada, pero el sudor empieza correr por su frente. Relamo mis labios y tomo otro vaso de cristal del mini bar. Cuando se lo ofrezco lleno de lo que estoy bebiendo, lo cual sabe bien, lo acepta con un sutil temblor en la mano. A pesar de que la tentación es grande, no lo mato. No quiero embriagarme solo y este momento, aquí, lejos de casa, es lo más parecido a la paz que he tenido.
Cuando esto termine, me iré de vacaciones con mi maldita esposa y mi hija.
No importa que tenga que convencer a Arlette de que la venta de un arma se está llevando a cabo o de que hay un nuevo ejército de mercenarios a la venta, lo conseguiré. Quizás nuestro destino será Ibiza, una isla asiática para bucear o Monaco. Como Chiara es un bebé y he oído que los bebés lo tienen fácil, le enseñaré a nadar ahí. No sé para qué pueda servirle eso en un futuro, pero luego Arlette no podrá acusarme de no haberlo enseñado nada.
─Entonces ─murmuro, de vuelta a mi asiento con una mano puesta sobre el espaldar del asiento libre junto a mí, mis piernas cruzadas─. Háblame del Cártel del Pacífico, de Javi Rodríguez y de su guerra con el Cártel de Jalisco.
Ante la mención de su socio, el rostro de Porfirio se vuelve serio otra vez.
─Hace una década o más el Cártel de Sinaloa tomó el control de las rutas de los otros cárteles mexicanos en Tijuana y otras plazas claves del país. Se adueñó casi por completo del paso fronterizo de sustancias y personas a Estados Unidos. En ese entonces no tenía rival debido a que el padre de Javi, Otto, era tan o más sangriento que tú, además de que también era inteligente y bastante prudente. Carlo Cavalli hizo tratos con él después de sacarme del panorama a pesar de que fui yo quién se lo presenté. Lo conectó con la mafia siciliana tanto de Sicilia como de Chicago y de otras ciudades de USA. ─Libera una espesa nube de humo─. Pero tras la muerte de Otto, el Cártel de Jalisco y de Tijuana se unieron para matar a Javier y convertirse en el cártel número uno de México. Me temo que lo están logrando. Han dado de bajas a varios de sus mejores hombres y hace dos meses secuestraron al hijo de Javier, Nino Rodríguez, de su escuela. Ya que no quería que sacaran una ventaja debido a ello, lo dio por muerto, pero no ha sido el mismo desde entonces. Actúa impulsivamente y sus enemigos se están aprovechando.
Leí sobre toda esta mierda antes de venir, así que afirmo.
─El Cártel Tijuana Nueva Generación.
Porfirio gruñe.
─Les falta imaginación, ¿no es así?
Niego, ignorando su maldito comentario mientras tomo un trago que saboreo amargamente en mi boca antes de dirigirle la palabra de nuevo. Lo que me gusta de los cárteles del tercer mundo es que no son tan hipócritas como la maldita mafia siciliana, la Bratva y todos los demás que se dicen estar más desarrollados. Son dinero, muerte y sangre, sin putos códigos.
No se disfrazan.
En lo referente a Javier, nunca podría respetar a alguien que abandona su propia sangre así. No cuando Chiara no lleva la mía en sus venas, aunque yo sí llevo la de ella porque su madre así lo quiso, y haría todo por esa niña.
─¿Por eso están tan necesitados de los rusos que se arriesgarían a perder uno de sus mejores socios? ─le pregunto─. No, no solo perderlo. Tenerlo como su enemigo. Mi esposa les dijo claramente hace una semana que no se hacían más negocios con los rusos ni por armas, ni por metanfetaminas, ni por malditos tapetes. ─Mi mandíbula se aprieta─. Sé que el mensaje les llegó, así que necesito entender por qué un cargamento de armas a nombre de uno de los testaferros de Javi llegó a México ayer, pero es mi culpa. Quizás soy demasiado lento para comprenderlo, ¿así que me podrías decir por qué?
Porfirio se encoje de hombros.
─Eso te lo debe responder él.
─¿Seguro de que no sabes más de lo que dices? ─Me inclino hacia adelante─. Como, por ejemplo, que Javi haya hecho algún truco con la Bratva que nos perjudique y que por alguna equivocada razón no nos quieres comentar.
Asiente.
─Yo solo soy el enlace, chico. El enlace entre Colombia y México. El enlace entre México y tu esposa. El enlace entre tu esposa y Sicilia. No tomo decisiones por ninguno de mis socios. ─Me mira fijamente a los ojos─. Pero si tuviera que dejar ir a todos esos hijos de perra para quedarme con Arlette Cavalli, lo haría. Nunca he conocido a una mujer, no, a ningún hombre, capaz de hacer tanto dinero a partir de esto. Tampoco a uno con tantos huevos. ─Inhala profundamente─. ¿Sabes cuántos muertos ha dejado la guerra entre el CTNG y el Cártel de Sinaloa este año? Oficialmente, mil muertos, extraoficialmente alrededor de ocho mil. ─Sacude las cenizas de su tabaco antes de continuar─. ¿Sabes cuántos muertos lleva encima hasta ahora tu mujer buscando a su hija? La última vez que hablé con Javi, que había hablado con los rusos y estos le ordenaron que me pidiera que la matara o que los ayudara a tenderle una emboscada, eran cinco mil y a todos sus sicarios les ha pagado con su propio dinero porque a todos les paga en efectivo y hace que estampen el símbolo de la Bratva en cada puto billete. ─Su tono de voz de repente adquiere un matiz de respeto─. En menos de una maldita semana. ─Se echa hacia atrás─. Así que no vuelvas a insinuar que la traicionaría de esa manera, ni siquiera a modo de chiste, porque ahora que estoy viviendo la mejor parte de mi vida, no me colgaré a mí mismo de una viga con una cuerda atada alrededor del cuello. Mientras ella esté viva, nada más me importa. Mis planes siguen siendo los mismos para el futuro. Conseguiré a una mujer, pondré a mi hijo en ella porque aunque nunca he querido hijos, sería una maldita pena que todo este dinero que tengo ahora se vaya conmigo a la tumba y llenaré una piscina con monedas de oro para nadar en ella sin importar que estén bañada con sangre de esos perros. Con tal, será una jodida piscina olímpica y ellos estarán nueve metros bajo tierra.
No aparto mis ojos de él cuando termina de hablar.
Lo observo hasta que se tranquiliza, yendo por otro tabaco, y extiendo mi mano cuando está a punto de encenderlo. Jodido anticristo y su don para adueñarse del alma de las personas. En lugar de una mafia, parece un culto.
Nadie duda al momento de matar por ella.
Nadie duda al momento de morir por ella.
Eso es porque le deben tanto que la deuda se extiende a cada bocanada de aire que toman. Lo digo por experiencia ya que dentro de su secta, me temo que soy un maldito sacerdote aunque nunca lo llegue a admitir en voz alta.
Señalo su cara mientras fumo.
─Espero que tu hijo no salga con tu nariz.
Porfirio ríe.
─Yo también, pero si lo hace y no le gusta parecerse a papi, puede ir al mejor maldito cirujano de este puto mundo y arreglársela.
Relleno nuestros vasos.
Ahora que tengo la certeza de que es leal, quizás lo pueda soportar mejor por haberse llevado a Pen, lo cual no significa que algún día no lo mataré, solo que ese día no es hoy porque no le ha dado motivos a mi esposa.
─¿Qué le dijiste a los del Cártel de Sinaloa cuando te pidieron matar a mi esposa? ─pregunto.
Porfirio toma un sorbo de whisky antes de responder.
─Que a partir de ahora trabajaría con el CTNG y que en menos de veinticuatro horas tendríamos el control sobre Tijuana ─responde─. Esas veinticuatro horas todavía no han pasado.
*****
Javi Rodríguez es un hombre de contextura gruesa. Es alto, moreno y con barba. Tiene alrededor de treinta años y no puede apartar los ojos de mi esposa cuando esta finalmente se digna a hacer acto de presencia. Cuando el líder del Cártel de Sinaloa llegó con una funda en la cabeza con sus hombres, Porfirio y yo todavía estábamos bebiendo y fumando, esta vez escuchando corridos y gritando a todo pulmón con algunas prostitutas del narco bailando alrededor de nosotros y divirtiéndose o simulando estarlo haciendo. Este se unió a nosotros en silencio y no se involucró en nuestra conversación. Lo entiendo. No debe ser fácil para él haber quedado atrapado entre la mafia rusa y la siciliana mientras está lidiando su propia guerra. Cuando finalmente tiene a Arlette frente él, se acerca y se inclina para besar su mejilla, pero tiro del cuello de su camisa y lo obligo a sentarse dónde estaba.
Este me mira desde el sofá de manera asesina, relamiéndose los labios. Sus hombres se adelantan como si tuvieran alguna maldita posibilidad de hacerme pagar por haber empujado a su jefe, pero él los detiene alzando la mano e incorporándose de nuevo. Cuadra los hombros al estar frente a mí, ladeando la cabeza y observándome como si me notara por primera vez.
─Revelas demasiado rápido tu punto débil, gringo ─dice, su inglés lo suficientemente bueno para que lo entienda sin esforzarme por hacerlo.
Tomo su dedo en mi mano, apretándolo hasta que sus fosas nasales se expanden. Una vez lo hacen, lo suelto. Todas las personas de este maldito mundo están equivocadas si piensan que pueden intimidarme cuando ya he conocido lo peor de este mundo y eso duerme junto a mí todas las noches.
Le mantengo la mirada.
─Como tú. Tu fijación por las mujeres ajenas podría conducirte a la muerte.
Los ojos de Javi Rodríguez resplandecen.
No es que pueda culparlo del todo.
La perra loca de mi esposa está usando un vestido que consiste en dos tiras gruesas que cubren sus pechos y se unen a una vaporosa falda de la misma tela ligera, dejando su espalda y parte de su torso expuesto para sus malditos ojos. Es verde brillante y su cabello está recogido en varias trenzas en la cima de su cabeza adornadas con horquillas de oro. Hay varios brazaletes de diamantes en sus muñecas y dos gruesas lágrimas colgando de sus oídos. Mis anillos se encuentran en su dedo. Se ve como una maldita diosa entre mortales, tan hermosa que podría dejarla romper mi pene de nuevo si quisiera, más aún si me pidiera hacerlo frente a estos idiotas.
El rasguño en su frente se fue, otra prueba de su inmortalidad.
O de las habilidades de su súcubo, Gavin, quién nos acompaña.
─Veme a la cara y dime que no valdría la pena morir por ella ─susurra para que solo nosotros dos escuchemos, inclinándose y cubriendo su boca para encender un porro de marihuana que saca de su bolsillo─. Entonces te quitaré toda la razón, güerito, pero si muero, al menos muero feliz. ─Sonríe antes de dirigirse nuevamente a mi esposa─. Arlette Cavalli Vólkova.
─Arlette Cavalli está bien ─responde ella, sentándose junto a Porfirio sin a penas verlo. Ocupo asiento junto a Javi a pesar de estar a punto de sufrir un colapso cardiovascular. Acabo de decidir que lo quiero muerto. Quizás no hoy, ni mañana, pero un día─. Sé quién eres, sabes quién soy, así que podemos ahorrarnos esa parte e ir directamente a lo que nos interesa porque ninguno de los dos está para perder el tiempo. ─Javi asiente. Tras recibir una mirada de su parte, las putas de Porfirio nos dejan a solas. Nuestros escoltas y los de Javier también. Solo entonces vuelve a hablar─. Estoy en guerra con la Bratva. Soy yo quién te financia. No ellos. Cuando se acabe tu dinero, quedarás a merced del Cártel de Jalisco y dudo mucho que la mafia roja te dé crédito entonces, en especial ahora que necesitan todo el dinero que puedan conseguir para pelear contra mí y que les he arrebatado una parte importante de este. Puedes conseguir más armas, pero no más socios que las compren por ti. Sin tomar en cuenta mi papel en todo esto, en tu lugar buscaría otro proveedor. Entiendo que tendrías que esforzarte más porque ya estás acostumbrado a trabajar con los rusos, pero los tiempos cambian y esta es la era en la que mato a todos esas ratas asquerosas porque asesinaron a mi hija. ─Apoya los brazos en los reposabrazos de su asiento y se cruza de piernas─. Me traicionaste, Javier Rodríguez, pero tomando en cuenta que los del otro cártel son prácticamente animales y que quizás con la cantidad de víctimas que he dejado en los últimos días todavía no has entendido la gravedad de tu infracción porque muchos hombres de nuestro mundo todavía cometen el error de subestimarme o de ignorar que soy yo quién está detrás de todo esto, te perdonaré si aceptas mis términos.
Cuando termina de hablar, el silencio llena la habitación.
Javier toma una bocanada más de su porro y lo arroja al suelo, aplastándolo con la suela de su bota mientras mira fijamente a mi esposa a los ojos.
─Si eres tan inteligente como crees que eres, sabrás que no puedo esperar el tiempo que nos tomaría acoplarnos a otro proveedor y que llegue su cargamento. Antes de que hayamos comprado a todos los oficiales que necesitamos comprar para que las armas entren a México y lleguen a nuestros hombres, todos ellos habrán muerto ─dice─. Me caes bien, reinita, e incluso tu esposo lo hace, me gusta la pasión con la que ambos llevan su negocio, pero yo también soy un hombre apasionado y no daré al Cártel de Jalisco la oportunidad de atacar a mis hombres sin que estos tengan cómo defenderse. Un cargamento de armas solo me dura dos semanas. En mi experiencia, ningún barco estará aquí lo suficientemente rápido y ya mi siguiente pedido de los rusos viene en camino, así que por mucho que me cueste hacerlo, no puedo aceptar y hacer lo que me pides. Ya pagué este y los siguientes cuatro porque debido a su guerra están vendiéndolo todo como si se tratara de arroz y no de armas y por eso te doy las gracias.
Después de oírlo hablar, mi esposa se levanta.
A pesar del gruñido que escapa de mis labios, se acerca a él y acaricia su mejilla. Una mezcla de emociones me inunda entonces, entre ellas celos, posesión y excitación debido a que sé que está a punto de destruirlo.
─No, ningún barco lo estará ─susurra mi esposa, en acuerdo─. Antes de salir de Chicago, ordené bombardear el barco que estás esperando mientras todavía navegaba en ultramar y al que nadie le prestará atención porque eso es lo malo de la ilegalidad. Lo mismo sucederá con los siguientes cuatro y con cualquier mercancía que los rusos exporten porque, lo repetiré una vez más, mientras estemos en guerra no se hace negocios con la Bratva y todo aquel que los haga entrará en mi lista negra. Los quiero a mi merced y sin medios para pelear, esconderse o protegerse de mí, ¿entiendes, Javi?
Tras escucharla hablar, Javier se levanta.
Porfirio y yo lo imitamos.
─Cabrona hija de puta ─sisea frente a su rostro─. No sabes lo que la mafia roja tiene preparado para ti. En el momento en el que te pongan las manos encima, cuando menos te lo esperes, ellos te harán desear no haber nacido. ¿Crees que lo que hiciste no tendrá consecuencias? Quizás estás a salvo en Estados Unidos, pero los bienes de Porfirio, los cultivos en Colombia, los laboratorios y todo lo que te pertenezca, incluso en Italia, será bombardeado también hasta que salgas y los enfrentes. Aplicarán la misma táctica contigo.
Arlette sonríe, ese tipo de sonrisa que hace hervir mi sangre.
─Ellos pueden hacerlo. Es más, los invito a hacerlo ─se ríe─. Y entonces volveré a montar mis laboratorios y ellos volverán a bombardearlos y si les da rabia, volveré a montarlos para que les dé todavía más y así seguiremos hasta que la rabia los consuma porque mientras todos ustedes dependen de esto para hacer dinero, yo no. El dinero prácticamente viene a mí solo con respirar y tengo suficiente de él para que esto siga incluso después de mi muerte. ─Guarda distancia de él. Javier se adelanta para alcanzarla, pero lo detengo interponiéndome entre ellos─. Ya que declinaste mi oferta, a partir de ahora trabajaré con el Cártel de Jalisco. Son animales, sí, pero incluso los animales son más leales que los hombres como tú. No solo deben preguntármelo a mí, sino también a tu propio hijo. El pobre niño no sabía el error que cometía al venir al mundo con tu sangre. Darlo por muerto de esa manera solo para no verte débil ante tus enemigos... no hay nada más inhumano que eso. ─Javier vuelve a avanzar hacia ella, así que ahora tomo su camisa entre mis puños para detenerlo─. No te mato, mexicano, porque si en algo estamos de acuerdo es en que no es bueno formar parte de dos guerras al mismo tiempo, pero en tu caso complacerme nunca se trató de una opción, sino de instinto de supervivencia, así que solo me limitaré a enseñarte una lección que jamás olvidarás antes de regresarte a casa todavía respirando. ─Su sonrisa vuelve─. A partir de hoy puedes decirle adiós a Tijuana ya que tu barco no es lo único que será bombardeado. Tu base ahí también. Si eres la mitad de lo que tu padre fue la recuperarás, pero si no me encargaré de echarle sal a la herida cada vez que pueda, cabrón hijo de puta, ya que voluntariamente te convertiste en el ejemplo de lo que le pasará a cada grupo criminal que se atreva a favorecer a mi enemigo de alguna manera. ─Arlette me mira cuando Javi la maldice en respuesta, las venas de su cuello marcándose─. Creo que no lo ha entendido, ¿verdad?
Niego.
─No, no lo ha hecho.
─Enséñale, por favor.
Dicho esto, inclina la cabeza hacia el interior de la casa e invita a Porfirio a entrar para hablar de su venta y de cómo quiere que sea su nueva adquisición dentro del territorio del CTNG, alegando que siempre odió el diseño de esta. Aunque me gustaría dar mi opinión al respecto, asiento en dirección a los hombres de Porfirio y estos rodean a los de Javier. Tengo el rostro de su jefe presionado contra el borde de la mesa, su mandíbula abierta sobre este, al momento en el que escucho los disparos. Con cada empuje mío hacia abajo, esta se abre y se abre más hasta que sus encías empiezan a sangrar y su articulación a romperse.
Mi pene se hincha al recordar la manera en la que veía a mi mujer.
En cómo la deseaba.
Estoy seguro de que tanto por ella como por mí, no lo volverá a hacer.
─Repite conmigo ─le ordeno en español, alzando su cabeza hacia arriba para que pueda hacerlo─. No debo hacer negocios con los rusos. No debo querer follar a la mujer de otro hombre y menos la de uno de la mafia siciliana.
Él no lo hace, así que presiono hacia debajo de nuevo.
Cuando lo vuelvo hacer, su boca sangrante y prácticamente deforme, repite.
─No se debe hacer negocios con los rusos. No debo querer follar a la mujer de otro hombre y menos la de uno de la mafia siciliana ─sisea.
Afirmo, complacido.
─No debo hacer negocios con los rusos. No debo querer follar a la mujer de otro hombre y menos la de uno de la mafia siciliana ─digo, esta vez en ruso.
El ruso es difícil como el infierno, Fósil prácticamente me torturó por días para que aprendiera la base porque estaba robándole demasiado tiempo con Arlette, así que el imbécil no lo logra a la primera, a la segunda o a la tercera.
Tampoco a la cuarta o a la quinta.
O a la décima.
JAJAJA amé este capítulo. No saben lo que me encanta cuando V y Arlette se ponen en modo viajero. Me gustaría ir con ellos
El siguiente también estará que arde y estoy haciendo todo lo posible por publicarlo esta madrugada y chicas, TENGO UN ANUNCIO IMPORTANTE QUE HACERLES.
ES MUY IMPORTANTE
MUY
UNA NOTICIA QUE CAMBIARA TODO
TODOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Lo haré en un live a las 7:30/8:00 pm a través de INSTAGRAM (oscaryarroyo)
De verdad no se lo pueden perder. EN SERIO QUE NOOOOOOOOOO
Capítulo dedicado a por adivinar el destino de A y V: LiaVsFatima
Siguiente a la primera en llegar a mi live hoy (escogeré a las 3 primeras)
LAS AMO
JAJAJAJA
(no me volví loca, pronto entenderán JAJAJA)
JAJA
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